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Masamune se despertó por el sonido de la alarma.
Bufó al darse cuenta de que no era la alarma sino el teléfono. Caminó hacia la sala mientras contestaba.
—¿Señor Isaka?
Escuchó, aunque dormitado, con atención lo que su jefe decía. Frunció la frente y miró a su alrededor. Pensó un poco: el jefe es impulsivo, así que sus decisiones de última hora no eran nada nuevo. Dudó un poco.
—De acuerdo. Nos vemos.
Cortó.
El jefe le dio tres días de vacaciones.
En la oficina, tal vez todos empezaban a correr entre las llamas del inminente desastre por su ausencia.
¡Era cierto! No podían hacer nada sin él… bueno, eso era un poco pretensioso. Así que antes de volver a llamar para oponerse a lo dicho por Isaka, lo pensó un poco más y se puso de pie.
Esta vez tomó el teléfono pero para llamar a Ritsu. Pensó: Seguramente él ya va para su oficina.
Ritsu había tomado, por fin, un puesto en Publicaciones Onodera. Y habían quedado de dormir juntos al menos tres veces por semana. Dada la ubicación de Publicaciones Onodera, Ritsu se cambió de apartamento, siempre en Tokyo pero en otra zona.
El otro no contestó… y no era la primera vez. Masamune dejó el teléfono sobre el mueble antes de ir a bañarse.
Ya estaba lavándose el pelo cuando el teléfono sonó desde la sala. Masamune se quitó la espuma de los ojos y, sin cerrar la llave de la ducha, salió desnudo del baño, escurriendo jabón y agua.
—¡Ritsu!
—Lo lamento, Takano… sé que dije que eran vacaciones pero me dice Hatori que hay unos manuscritos que tienes que ver con urgencia. Te los estará enviando hoy y mañana…
—…Isaka. Está bien…
—Es todo, lo prometo de verdad. Nos vemos.
—Nos… Iré a la editorial, Isaka, no tengo problema, hay trabajo que hacer.
—No, no ¡Quédate! Este… no tenía que decírtelo pero Yokozawa irá más tarde, quédate allí.
—¿Es importante? Iré a la editorial, no veo motivo para estas “vacaciones”.
—Takano, si vienes te despido…
Isaka cortó la llamada. Masamune chasqueó la lengua.
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