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Títere Encadenado ¿Quién eres? por DanyNeko

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Notas del capitulo:

La última actualización del año.
¡Let's Go!

^^

Ella solo necesitaba algo con qué distraerse, cualquier cosa para mantener su mente lejos de su padre y de sus anhelos imposibles con el atractivo albino que dormía plácidamente en el piso de arriba, sin enterarse de cuánto y cómo había la había afectado. Cualquier cosa para ignorar el picor en su piel, que suplicaba volver a sus brazos, y sentir sus labios.

 

Ryou sabía que, algo así, no podía ser para él nada más que un placer pasajero.

 

~∆~

 

Riyu se dedicó a lavar, pelar y picar las frutas que Ishizu ya tenía en una canasta sobre el mesón de la cocina, con la mente centrada en no cortarse, y su garganta tarareando una melodía en voz baja, sin siquiera abrir la boca.

 

Ishizu le daba miradas de reojo cuando se volvía a revisar a su hija, mientras también trabaja en el desayuno. La bebé seguía tranquilamente dormida en el corral. Ryou,por otro lado, parecía estar ocupando una máscara para no lidiar con sus propios pensamientos, e Ishizu estaba preocupada. La máscara de Riyu había empezado para proteger a Ryou de todas las obligaciones y cambios que su padre le imponía, pero últimamente que esos límites entre una y otra forma de actuar se estaban desdibujando peligrosamente.

 

La azabache tenía motivos de sobra para estar preocupada.

 

~∆~ 

 

Bakura se removió, ligeramente incómodo, y apartando lo que aún quedaba de la manta sobre su cuerpo. Bostezó ampliamente, sintiendo la garganta seca y algo rasposa mientras se giraba en la cama y trataba de agarrar una almohada extra, pero no tocó nada más que el suelo.

 

¿Suelo?

 

Adormilado y despistado, se frotó los ojos con la palma de la mano izquierda, para luego pasarla por su desordenado cabello. Cuando fue capaz de aclarar su vista, agradeciendo mentalmente que no casi luz entrando en la habitación, se dio cuenta de que no estaba en su propia alcoba.

Recuerdos de haberse quedando en la habitación de los tortolitos anoche para ver películas volvieron a su mente. Había pensado retirarse a su propia cama cuando el sueño lo alcanzara pero, al parecer, lo había golpeado demasiado rápido.

 

También recordaba haberse dormido en el mismo lecho que Riyu.

 

—Ugh, espero no haberla incomodado —murmuró bajito, luego hizo una mueca, mejor no hablar hasta que consiguiera un poco de agua.

 

Se sentó y estiró perezosamente el cuerpo mientras observaba mejor a su alrededor. A un lado de él estaba la otra almohada y la cubierta del colchón seguía arrugada y tibia "¿Se habrá quedado dormida ella también?" Se preguntó vagamente, aunque no había forma de asegurarlo, desde que pudo haber sido él mismo, moviéndose a lo largo de la noche.

 

Finalmente, echó un vistazo a la pareja durmiente, hechos un lío de brazos y piernas, enredados como un nido y acurrucados.

 

"Suertudos" se quejó para sus adentros, levantándose para salir de la habitación y dedicando el primer pensamiento del día a su conejito, mientras se daba cuenta que necesitaba un baño frío matutino. Se sonrojó, un poco avergonzado al recordar su duda "ahora realmente espero que ella no se hubiera quedado a dormir allí" se quejó para sus adentros.

 

.

 

Tomó su baño, un poco más largo de lo habitual para sacarse los restos del sueño tanto como la neblina del licor de su mente y se dirigió a su habitación para terminar de arreglarse.

Bajó a la cocina, con un pantalón deportivo gris oscuro y una playera gris con rojo de manga corta, oliendo que el desayuno ya estaba listo y repentinamente hambriento.

 

—Buenos días —pasó a un lado de la cuna, dándole una mirada suave a la bebé dormida antes de saludar a Ishizu.

 

—Vaya, te despertaste solo, y no-tan-tarde —respondió divertida la morena.

 

Bakura se rió seca y sarcásticamente —muy graciosa ¿Soy el primero?

 

Ella negó con la cabeza —Ry lleva un rato ya despierta, me estaba ayudando con el desayuno —informó.

 

—Esa chica tiene que tener un despertador integrado —murmuró, negando con la cabeza.

 

Ishizu resopló —está recogiendo algunas declaraciones de ayer que quedaron en la sala ¿Podrías ayudarla mientras les sirvo el desayuno a los dos?

 

—Seguro —se encogió de hombros y retrocedió en la cocina para dirigirse a la sala.

 

Al bajar, había ignorado deliberadamente el sofá, esta vez le dedicó una fea mirada al ebrio hombre durmiendo allí antes de ver a su amiga.

Riyu estaba de espaldas a él, metiendo cosas en una pequeña caja de cartón. Bakura caminó hacia ella, despacio, y colocó suavemente sus manos en los hombros delgados mientras murmuraba un saludo suave.

 

—Buen día —le dijo en voz baja, con una pequeña sonrisa en los labios.

 

Riyu hubiera saltado en su lugar si él no hubiera tenido sus manos sobre ella. Tal como estaban, se estremeció ligeramente y chilló un suave 'meep' que a Bakura siempre se le había antojado adorable.

 

—Bu-buenos días —ofreció ella de vuelta, sin poder girarse a mirarlo, pues sentía la cara toda sonrojada, nada más recordar la forma en que había despertado — ¿Cómo dormiste?

 

—Bastante bien, gracias —respondió el más alto, mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, confundido respecto a por qué ella no lo estaba mirando — ¿Qué hay de ti? ¿No sabes lo que significa dormir hasta tarde? —cuestionó, burlón.

 

Riyu resopló una débil risilla —no se me permite mucho en casa. Supongo que solo estoy acostumbrada —se encogió de hombros con indiferencia.

 

Bakura, en cambio, gruñó molesto. Ese hombre no solo la obligaba a actuar y vestir como no quería, ¿sino que también la encargaba de todo en casa? Ella era su hija, no su empleada doméstica.

 

— ¿Te ayudo con eso y vamos a desayunar? Tengo hambre.

 

Finalmente habiendo controlado su sonrojo, Riyu se giró para mirarlo de frente —no te preocupes, adelantate a la mesa.

 

—Ni hablar —Bakura terminó de meter un par de cosas en la caja e hizo amago de quitársela —ven y come conmigo, los tortolitos siguen en su nido —sacó la lengua en una bromista mueca de desprecio.

 

Riyu se rió entre dientes, pero lo soltó la caja —bien, llevemos esto a- 

 

La chica se interrumpió cuando un ronquido en particular de su padre sonó ligeramente más alto. Bakura apenas hizo una mueca pero ella se volvió hacia el hombre, dándose cuenta de que murmuraba algo.

 

—..Amane —Riyu escuchó claramente el nombre, entre los ronquidos e intentos de palabras que soltaba su padre. Casi se le cae la caja de las manos y Bakura tuvo que equilibrarla rápidamente.

 

— ¿Riyu? ¿Qué pasa? —le preguntó el oji-lila.

 

Ella no dijo nada, solamente tembló en su lugar pero no dejó de poner atención a su padre. Ishizu se asomó fuera de la cocina tras oír a Bakura.

 

—Mi niña perfecta —balbuceó  Ryutaro con algo más de claridad —mi Amane.

 

Bakura no sabía que pensar al respecto, mientras dejaba la caja sobre un mueble. ¿Quién era Amane? ¿El tipo tenía una amante a escondidas de su hija? ¿Tenía otra hija además de Riyu?

Hablando de la susodicha. Bakura se volvió para mirarla, descubriendo ojos húmedos con un cúmulo de emociones allí que no podía empezar a diferenciar. Las lágrimas empezaron a correr por la piel que se tornó rápidamente rojiza y la pobre chica se estremecía, a la vez que se mordía los labios para evitar cualquier sonido.

 

Él notó que ella estaba pálida, pero no su palidez habitual, daba la impresión de que estaba a punto de desmayarse.

Bakura también notó que Ishizu estaba temblando en su lugar, él supuso, con ganas de abofetear y echar a patadas al hombre que seguía murmurando en su sofá.

 

—Sácale de aquí —indicó, con la voz más fría y seca que el albino había oído jamás.

 

Bakura acató de inmediato. Con suavidad, condujo a la chica fuera de la casa, hacia el árbol más grande en las inmediaciones del patio trasero. Rodeó el tronco para estar seguros que nadie les vería si salía de la casa y, sabiendo que estaban lo suficientemente lejos como para que nadie dentro escuchara los sollozos de la chica, se sentó entre las raíces medio levantadas, guiando a Riyu para sentarla justo frente a él, entre sus propias piernas separadas.

 

Ella estaba temblando, más violentamente, abrazándose a sí misma y agachando la cabeza hasta donde su pecho lo permitía, de modo que el flequillo le tapaba a Bakura cualquier vistazo de su cara. Los únicos sonidos que emitía era la respiración irregular y agitada, además de pequeños sollozos que se le escapaban, o su nariz sorbiendo.

 

Bakura sintió las lágrimas caer directamente sobre su rodilla, mojando la tela de su pantalón. Y la sangre le estaba hirviendo. 

Esa alimaña, ese despojo humano, había lastimado a Riyu lo suficientemente como para romperla, y sin siquiera intentarlo. Ella se estaba desmoronando justo frente a él y no sabía qué diablos hacer para ayudarla.

 

Ojalá Malik estuviera ahí.

 

Cuidadosamente tiró de ella más cerca. Nunca había retirado las manos de su cuerpo, así que simplemente hizo suave presión para colocarla contra su pecho.

 

La respuesta fue inmediata.

 

Riyu dejó de abrazarse a sí misma para aferrarse a la playera roja y gris de Bakura. Apretó la prenda entre sus manos, que estaban temblando, y enterró la cara en el pecho ajeno, dejando escapar más sollozos audibles en el proceso.

 

Bakura sintió que en lugar de apretarle la ropa, le estaban apretando el corazón.

El llanto de Riyu golpeaba algo tan profundo dentro suyo, que todo en él le estaba gritando que solucionara esto de alguna manera. Lo más pronto posible.

 

Sin saber bien por dónde empezar, Bakura levantó la cabeza y apoyó su barbilla sobre el pelo de la chica, mientras sus manos se deslizaban suavemente por su espalda y costado.

Cuando empezó a sentir frío en su pecho por la tela mojada de lágrimas, se inclinó a colocar múltiples besos en el flequillo y la sien de Riyu, y a murmurar entre ellos.

 

"Estoy aquí", "No hay nadie más ¿Ves?", "Nadie te hará daño", "vas a estar bien" y otras frases más recitó cálidamente a la niña rota en sus brazos, tratando de darle al menos un mínimo de confort y/o calma.

Lo que fuera.

 

Ryouse aferró a él desesperadamente, como a un salvavidas en medio de un mar picado. Por un momento, incluso, olvidó quién diablos lo estaba sosteniendo, bien podría haber sido Malik o Ishizu, él solo sabía que necesitaba aferrarse a algo que no fuera él mismo, o acabaría con las uñas clavadas a lo largo de todo el brazo, o empezaría a tirarse del pelo y arrancarse las extensiones.

Solo quería algo, cualquier cosa para borrar ese dolor absurdo y estúpido. No entendía por qué dolía tanto, sí él ya lo sabía, lo tenía más que asimilado, y siempre había sido su realidad.

 

Mientras más se perdía en ese espiral de pensamientos, más se apretaba contra el cuerpo que lo sostenía, más se acurrucaba en él y más sollozaba sin ser consciente de nada.

 

Bakura la sintió removerse, inquieta, entre sus brazos. Por un momento pensó que ella quería que la soltara, pero todo lo contrario, parecía empeñada en acurrucarse lo más posible en su abrazo y desaparecer allí.

Pensando que la forma en que contorcionaba el cuerpo para acurrucarse acabaría por dolerle, tomó las piernas de la chica por debajo de las rodillas, y las pasó por sobre una de sus propias piernas, de modo Riyu terminó completamente acunada entre las piernas de Bakura, como una niña pequeña.

 

—Si… si quieres hablar… o no, de lo que sea que pasó allá atrás —murmuró, indeciso —estoy aquí, Moonlight —deslizó cariñosamente su nariz por los mechones blancos de su flequillo. Ella olía realmente bien, un aroma suave y frutal ¿Era su shampoo? ¿O un perfume? 

 

Bakura cerró los ojos y continuó respirando cerca de su pelo, llenándose del agradable olor y esperando por si ella quería ofrecer alguna respuesta, mientras simplemente la abrazaba contra él.

 

Unos segundos después, los sollozos empezaron a menguar. Bakura se dio cuenta que Riyu estaba forzándose a dejar de llorar por los hipos y estremecimientos que sufrió. Cuando finalmente ella dejó de llorar, empezó a tararear muy suavemente.

El albino sintió el zumbido contra su pecho, al mismo tiempo que las manos ajenas soltaban lentamente su playera para simplemente dejarlas apoyadas, y decidió acompañar la débil melodía con un leve bamboleo.

 

Ryou se encontró siendo mecido por Bakura, en un intento de tranquilizarle, y ni siquiera podía disfrutarlo o regocijarse con sus ministraciones.

Sin embargo, bebió de sus atenciones como un sediento en un oasis. Se aferró a ello y trató de salir del espiral de recuerdos y dolor.

 

—Mi hermana pequeña —logró encontrar su voz, un minuto o dos después de terminar la canción que tarareó. Ni siquiera le importo obligarse a afinar su tono, como haría usualmente.

 

A Bakura incluso lo tomó desprevenido su voz — ¿Uh? 

 

—Amane… ese era el nombre de mi hermana pequeña —aclaró Riyu, apoyando su cabeza de lado, en el pecho de Bakura. El mayor acarició suavemente todo el largo de su espalda, sobre la tela azul oscuro.

 

— ¿La extrañas mucho? —preguntó suavemente.

 

—A veces ya no lo sé… y es un pensamiento horrible —murmurró, cerrando los ojos y simplemente dejándose abrazar. Su cuerpo estaba tenso aún, pero por más que lo intentaba, no podía relajarse del todo —yo siempre la quise mucho, desde el momento en que nació… no nos llevábamos mucha diferencia de edad, pero recuerdo la primera vez que la vi.

 

—No entiendo…

 

Ryou suspiró pesadamente —yo la quería, pero nunca fuimos muy cercan-as —tropezó con la última palabra —ella era todo luz de sol y destellos, brillaba allí donde pisaba. Llamaba la atención y le encantaba. Siempre estaba sonriendo —una de sus manos empezó a dibujar patrones sin sentido sobre la playera de Bakura, el chico sintió como se le ponía la piel de gallina alrededor de la clavícula pero no dijo nada —Amane amaba ser el centro de atención. Adoraba que le pusieran vestidos, lazos, encajes, cosas bonitas. Le encantaban los brazaletes de colores, los collares con dijes grandes y vistosos, los accesorios para el pelo y que le hicieran todo tipo de peinados —Bakura se limitó a escuchar con atención. No había desprecio ni envidia en la voz de Riyu —ella era la hija perfecta. Era todo lo que mi padre quería y esperaba en una niña… y era todo lo que yo jamás fui ni quise ser.

 

—No tenías por qué ser así. Tenías derecho a desarrollar tu propia personalidad, no la que otros quieran —ofreció el mayor suavemente.

 

Ryou resopló, si tan solo supiera… —una vez que nació Amane, era todo lo que le importaba a mi padre. Se dedicó a ella en cuerpo y alma, yo casi dejé de existir para él… pero estaba bien, porque tenía a mi madre y ella me amaba tal como era —finalmente esbozó una sonrisa sincera, aunque nadie la viese —pero ahí estaba mi padre, interrumpiendo cada vez que podía cuando mamá estaba conmigo, para que ella fuera con él a ponerle atención a mi hermana —volvió a apretar la playera de Bakura —pero, de nuevo, estaba bien… ella era más pequeña, después de todo.

 

Una mano suavemente posada en su mejilla interrumpió su siguiente oración —no estaba bien —le dijo Bakura, con absoluta seriedad en la voz y los ojos, mientras hacía que ella lo mirara directamente —merecías la misma atención que tú hermana, el mismo amor y cuidados —sentenció, molesto con la forma en que ella se estaba menospreciando.tan fácilmente. Cómo si ella no mereciera nada y tuviera que ganarse cada pizca de afecto —no eres menos solo porque fueras la mayor, o porque no vestías como a tu padre le gustaría.

 

Un par de lágrimas más se derramaron por los costados de sus ojos verdes ante esas palabras. Riyu lo miró con una desolación absoluta en sus ojos, como si fuera la primera vez que alguien le decía que valía la pena. Bakura dudaba que ese fuera el caso, porque sabía cuánto significaba ella para Malik, y seguramente él se lo habría dicho alguna vez… pero ella aún no lo creía.

Suavemente, retiró una lágrima con el pulgar de la mano que sostenía su rostro. Luego se inclinó y besó el otro costado, atrapando la lágrima entre sus labios.

 

Las mejillas de la chica se ruborizaron suavemente y Bakura le contestó con una pequeña sonrisa.

 

—Gracias —logró decir la bicolor. Bakura negó suavemente con la cabeza, abrazándola con el brazo libre.

 

— ¿Te sientes mejor? 

 

Ryou descubrió que, en algún momento, su cuerpo simplemente se había relajado contra el de Bakura, sus hombros ya no estaban en tensión y su respiración era más calmada. Ya en mejor control de sus emociones, le ofreció una pequeña sonrisa tímida —algo mejor, gracias Bakura —respondió, de vuelta en su tono suave y fino, moviendo el rostro para colocar un pequeño y dulce beso en la mejilla del mayor —y perdón por todo esto.

 

—No te disculpes, Ry —negó el otro, sin dejar de abrazarla ni acunarla —en realidad, gracias por confiar en mí —se sentía bien para él que ella finalmente se abriera y le contara cómo se sentía, lo que le provocaba dolor o tristeza.

 

—Tal vez debamos… volver dentro —ofreció ella, en contra de sus verdaderos deseos.

 

Pero Bakura negó, abrazándola con un poco más de fuerza por unos segundos —en un rato.

 

Riyu ocultó una sonrisa enamorada, bajando la cabeza contra su hombro —pensé que tenías hambre.

 

—El desayuno puede esperar otro rato.


.

 

 

Flu-flu. Volé. Me fui.

 

Notas finales:

Capítulo un poco cortito, pero muy intenso. Y quería subirlo antes de fin de año.

Feliz año nuevo a todos. Y deseo desde el fondo de mi corazón, que el 2021 traigan muchas mejores cosas y mejores momentos para todos y cada uno de ustedes.

 

Sin más que decir.

 

JODETE 2020 AÑO DE MIERDA!

 

xD


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