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Títere Encadenado ¿Quién eres? por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Aquí retomamos desde el capítulo 2…

 

 

— ¿Riyu? —la joven albina se tensó en su lugar cuando sintió la mano de Malik sobre su hombro — ¿estás bien?

 

— ¿Ah? ¡Oh, sí! —torpemente, soltó la mano ajena, que había sosteniendo quizá demasiado tiempo, y se volvió a su mejor amigo, aun sintiendo los ojos lilas del más alto sobre sí — ¿y tu novio no vino contigo?

 

Malik sonrió ante la mención de su pareja —está descansando en casa, te lo presentaré apenas pueda. Seguro que te caerá bien —dijo animado.

 

Riyu le contestó la sonrisa —está bien. Tengo mucha curiosidad sobre la persona que logró enamorarte.

 

Malik se rió entre dientes — ¿no estarás celosa, verdad?

 

—No seas tonto —Riyu le soltó un golpe en el brazo —claro que no, sabía que algún día tendría que compartir a mi mejor amigo… Solo no esperaba que te llevaran lejos —añadió lo último en un susurro.

 

Con una expresión triste, sabiendo que su amiga había pasado por mucho dolor en su ausencia, Malik la abrazó. Bakura observó todo el intercambio en silencio, y de la nada, Malik exclamó —Vamos ¡Ven a pasear conmigo!

 

—Pero Malik, tú sabes cómo es él… —Riyu se volteó hacia la casa, con algo de inseguridad en su mirada —y ya estuve fuera esta mañana.

 

El moreno lo desestimó, tomando su mano —yo mismo le pediré el permiso. Ya sabemos cómo se lleva tu padre con mi familia.

 

La albina suspiró, casi parecía aliviada —está bien.

 

—No tardaré mucho —le dijo el peli-cenizo, esta vez a su amigo.

 

Bakura simplemente asintió con la cabeza, solo para ver con Malik desaparecía en el interior de la casa junto con Riyu.

 

¡Que alguien me diga ¿Qué demonios está pasando aquí?! Gritó para sus adentros, revolviéndose el pelo con ambas manos en un claro gesto de frustración.

 

— ¿Qué pasó exactamente allá afuera hace un momento? —consultó Malik en voz baja, siguiendo a la oji-verde por las escaleras.

 

—N-no estoy seguro, c-creo que él se me hace familiar, pero… —logró decir, con expresión apenada.

 

— ¿Huh? 

 

Malik no pudo cuestionar más, puesto que Riyu se detuvo en frente de la puerta que pertenecía a la habitación de su padre. Tomó aire y luego golpeó — ¿padre?

 

— ¿Qué pasa? —el tono era ligeramente tosco.

 

Riyu se forzó a que su voz sonara más aguda y femenina —Hay visitas ¿puedo pasar?

 

Esta vez, el tono del hombre fue más condescendiente y quizás algo curioso —adelante.

 

Ambos adolescentes entraron en la habitación —buen día señor Tsukino, es un gusto volver a verlo —saludó Malik, con toda la educación y amabilidad que pudo fingir.

 

Ryutaro se quitó los lentes de lectura que llevaba y miró al muchacho junto a su hija por unos segundos antes de que el reconocimiento brillara en sus ojos cafés —oh, eres Malik ¿no es cierto? El hermano pequeño de Ishizu.

 

—Sí señor. Malik Ishtar —confirmó.

 

Ryutaro afirmó. Recordaba a ese niño jugando con su hija desde que ambos eran pequeños, aunque hacía un buen tiempo de la última vez que le vio —Riyu dijo que te fuiste hace unos años.

 

—Sí, me fui de viaje con el hermano menor de mi cuñado y un amigo nuestro, estuvimos viajando por el país, trabajando —se encogió de hombros suavemente.

 

— ¿Y a qué se debe tu regreso? ¿El trabajo no iba bien? —se reclinó en su silla cómodamente.

 

—Padre… —quiso reclamar Riyu, pero una mirada helada de su padre la mandó a callar de inmediato y bajar la cabeza, con ligero miedo.

 

—Está bien, Riyu —la calmó Malik, absteniéndose de darle un abrazo —en realidad, señor Ryutaro, como sabe, mi primera sobrina nació hace poco.

 

El hombre asintió —vinieron a conocer a la bebé —supuso.

 

Malik asintió —desde luego, además, mi hermana y su marido necesitarán más ayuda en casa ahora con la bebé, por eso volvimos para quedarnos. Usted sabe, la familia es lo primero —concluyó con una sonrisa.

 

Ryutaro pareció satisfecho con su charla —de acuerdo, jovencito, estoy muy de acuerdo con ello —se removió en su silla —ahora, imagino que no solo viniste por cortesía a saludar.

 

Malik trató de lucir avergonzado y tímido, llevándose una mano tras la nuca —bueno, usted recordará que Riyu es mi mejor amiga desde la infancia. La extrañaba mucho y quería saber si le permitiría venir a dar un paseo conmigo para ponernos al día y eso —inclinó la cabeza, educadamente.

 

Ryutaro pareció pensarlo un momento, luego asintió —está bien, pueden ir, pero la quiero aquí más tardar a las siete para la cena.

 

Ambos adolescentes sonrieron, contentos —descuide señor, la traeré a tiempo.

 

—Gracias padre, me comportaré bien y estaré aquí a la hora —añadió la albina.

 

—Eso espero, jovencita. Bien, pueden irse —dando por finalizada la conversación, el hombre se recolocó sus lentes y volvió a la lectura en su laptop.

 

Malik y Riyu no esperaron otra palabra, salieron en cuidadoso silencio y bajaron a prisa las escaleras, como si temieran que en cualquier momento el padre de Riyu saliera diciendo que había cambiado de opinión.

 

— ¡Eres el mejor, Malik! —Riyu envolvió al moreno en un nuevo abrazo, una vez estuvieron fuera de la casa. Bakura los esperaba junto a los caballos, acariciando la cabeza de Hamú, y los miró en silencio, curioso y expectante.

 

El moreno sonrió con suficiencia —desde luego, por algo soy tu mejor amigo.

 

La chica se rió entre dientes, antes de plantarle un beso en la mejilla al oji-lavanda —eso es porque eres una ternura, un chico amable y nada tienes que ver con la mayoría de cabezas-huecas que hay en este pueblo.

 

Malik se rió con ganas de sus palabras, correspondiendo su abrazo —lo siento, Baku ¿Te dejé esperando mucho?

 

El peliblanco negó con la cabeza simplemente —no, está bien ¿A dónde vamos ahora?

 

—Oh, déjenme ensillar a una de las yeguas y~ 

 

Malik la interrumpió —No, no. Tú vienes conmigo —la acercó a Sage y la ayudó a subir a la yegua color canela —y en cuanto a dónde vamos —se subió tras de ella —es una sorpresa.

 

Bakura se encogió de hombros, en acuerdo, y notando como un muy sutil rubor se extendió en las mejillas de Riyu. 

 

—Eres un caso —se quejó en broma la de mechones celestes, recargándose ligeramente en el pecho de su amigo, cuando este se acomodó.

 

Malik le revolvió el pelo —otra de las cosas por las que me adoras —sentenció, seguro, antes de hacer que Sage avanzara —Arre.

 

.

 

Malik los guió hasta las afueras del pueblo, por donde corría un río de aguas transparentes. Ese tramo en particular del río estaba bordeado de flores y arbustos; la ribera del río consistía en pequeñas piedritas grises, suaves y lisas, por las que no molestaba caminar sin calzado.

 

Los tres podían escuchar a los pájaros cantando a su alrededor, algunos incluso sobrevolando sus cabezas, a la espera de atrapar un pez. Mariposas y colibríes revoloteaban por los arbustos y flores que recién se asomaban, señalando que la primavera estaba a la vuelta de la esquina.

 

—Awww Malik —Riyu saltó, nada más Sage de detuvo, al suelo, agradeciendo mentalmente llevar ese día unas cómodas y bonitas botas de color chocolate —eres un amor —le dio un abrazo y un fugaz beso en la mejilla cuando el moreno bajó también de su caballo, luego se alejó hacia el borde del río mientras los dos chicos aseguraban los caballos.

 

Bakura los miró sin entender a qué se debió esa explosión de afecto repentina.

Malik se había dicho mejor amigo de la chica, y ella parecía completamente de acuerdo con ese título; además, aparte de ser notablemente cercanos, nada de lo que hacían podría considerarse 'engaño' por parte de su amigo, así que ¿qué era lo que le generaba incomodidad en todo esto? ¿simplemente lo empalagosos que eran? Pero él ya estaba acostumbrado a las melocerías de Malik y Marik, de modo que persistía la pregunta ¿Qué le provocaba esa sensación de tener piedras en el estómago?

 

Riyu se había quitado las botas y las dejó a un lado para sentarse al borde del río y meter las piernas en el agua fresca que corría con suavidad.

 

—El agua está muy fresca, vengan.

 

Malik y Bakura intercambiaron miradas, el moreno no pudo ocultar una risita antes de ir junto a su amiga, sentarse a su lado y luego tumbarse, de modo que su cabeza reposó sobre las piernas de la albina.

 

—Óyeme, descarado ¿muy cómodo? —fingió molestarse ella. Bakura se quedó de pie unos pasos atrás, dudando si sentarse al otro lado de la chica.

 

El peli-cenizo se rió —Sí, bastante.

 

—Podría hacerte rodar hasta el agua ¿sabes?

 

Malik le guiñó un ojo —si haces eso, tendrás que regresarte conmigo, todo mojado, y terminarías en las mismas.

 

Riyu infló las mejillas, aunque luego miró de reojo al otro albino, aún de pie junto a ellos —o, podría pedirle a tu amigo que me llevara consigo —rebatió, antes de mirar al oji-lila — ¿lo harías? —no se dio cuenta de que estaba usando la cara de cachorro hasta que pestañeó un par de veces hacia él, y se apenó, rezando por no sonrojarse.

 

Pero Bakura alcanzó a ver un muy sutil asomo de rojo en sus mejillas blancas, y asintió sin pensar —sí, por supuesto.

 

La sonrisa que ella le dio, fue realmente hermosa. Malik miró a Bakura, dispuesto a quejarse por su 'traición' pero se dio cuenta de lo tenso que estaba —hey Baku ¿qué haces ahí de pie como un espantapájaros? —bromeó —ven y siéntate.

 

Aún un poco dudoso, Bakura se sentó tras su amigo, cerca al abdomen de Malik, dejando unos prudentes centímetros entre él y Riyu, pero bastante menos lejos que si se hubiera sentado al otro lado de Malik.

 

Riyu le ofreció una sonrisa, tierna e hipnotizante, y con un muy sutil rubor, antes de volverse hacia su mejor amigo y enredar una mano en los mechones cenizos para acariciarlo, a la vez que mecía sus piernas dentro del agua, provocando un suave sonido de chapoteo, pero sin salpicar a nadie.

 

Malik se relajó visiblemente bajo el toque de su amiga — ¿Recuerdas todas esas veces que nos escapábamos aquí, a nadar y jugar, cuando éramos pequeños? —susurró de pronto la albina, mirando los destellos de luz en la superficie del agua.

 

—Por supuesto Ry —respondió Malik con facilidad, rodando su cuerpo para quedar de frente a ella —son de mis mejores recuerdos en la infancia.

 

—Y los míos —suspiró la oji-verde.

 

El moreno levantó la mirada, observándola con pesar en sus ojos lavanda —perdóname por dejarte sol-a tanto tiempo —tropezó un poco con su lengua, recordándose que no estaban solos.

 

Bakura los observaba y escuchaba en silencio, sintiéndose un poco intruso, pero sin la voluntad para alejarse. Quería escuchar más de esos dos.

 

Riyu negó con la cabeza —no te disculpes, porque en realidad, no te arrepientes de haberte ido —Malik iba a decir algo, pero ella le colocó un dedo en los labios y continuó —y está bien, estabas enamorado y yo estaba feliz por ti. Además, no es como si hubiera sido tu obligación cuidarme, Malik —ella le acarició el pelo, con mimo y afecto —no quiero que te sientas mal por nada.

 

—No mi obligación, pero sí mi decisión.

 

Ella le sonrió, mordiéndose los labios al ser consciente de la mirada lila de Bakura sobre ella. No quería causar lastima, no en él. Sí, quería que recordara quién era en realidad, pero quería hacerlo con cuidado; no quería asustarlo ni darle una idea equivocada.

 

De ese modo, pasaron un largo tiempo charlando. Bakura y Malik contándole anécdotas de sus viajes a la chica, tanto como ella y Malik le contaban a Bakura momentos que habían vivido desde que eran pequeños.

 

Las risas, bromas y comentarios para molestar no faltaron, hasta que el sol empezó a caer.

 

Malik bostezó, levantándose del regazo de Riyu —Vamos, muñequita. Se hace tarde y tengo que regresarte a casa si queremos que tu padre te deje volver a salir conmigo.

 

Riyu tensó las manos desde que Malik la llamó 'muñequita'. Sabía que su amigo solo bromeaba, que mantenía el acto de que era una chica; pero odiaba sobre todo ese apodo, porque eso es lo que realmente era, la muñeca de vestir, peinar y manejar de su padre.

 

Se puso en pie, tensa, y Bakura lo notó de inmediato, mientras se levantaba y la miraba hacia abajo, pues Riyu estaba hasta media pierna dentro del agua del río.

Se apartó por instinto.

 

¿Ry? 

 

La chica lo miró mal —no vuelvas… a llamarme así nunca —le dijo, con voz gélida, descuidando el tinte femenino, mientras levantaba una pierna, como si fuese a golpear un balón de fútbol, y salpicaba al moreno que tenía en frente.

 

— ¡Oye! —se quejó Malik, cubriéndose con los brazos, cosa que no ayudó mucho a las grandes gotas que salpicaron su ropa y pelo — ¿es en serio~? —iba a seguir quejándose, cuando miró la cara de su amiga, y notó lo mal que había metido la pata —oh Ry, lo siento, no fue mi intención…

 

Riyu suspiró para calmarse. Lo sabía, pero eso no quitaba el mal sabor de boca —está bien, solo recuérdalo, o la próxima vez terminarás de cabeza en el río —trató de aligerar su tono, para que Malik supiera que no estaban tan enojada. Salió del agua y tomó sus botas en una mano, antes de mirar a Bakura, quien aguantaba las risas de ver a su amigo — ¿aún está en pie eso de llevarme? —preguntó, de vuelta en su tono suave, y apenada. 

 

Bakura le dio una sonrisa —desde luego que sí, vamos.

 

Malik se quedó un poco atrás, escurriendo su pelo y viéndolos con una pequeña sonrisa. Le sorprendió lo fácil que Ryou se había dado con Bakura, y aún más que el oji-lila se comportara tan agradable casi de inmediato.

 

Se preguntó, mientras veía a Bakura ayudarle a subirse al caballo, si Ryou llegaría a confiar en Bakura lo suficiente como para querer contarle la verdad… y cómo lo tomaría Bakura, dado el caso.

 

.

Riyu luchó por contener un sonrojo cuando Bakura la ayudó a subir en su caballo, y agradeció cuando él se subió inmediatamente tras ella, ya que de ese modo no podría mirarla.

 

Respiró profundamente, deseando guardar en su memoria el aroma de Bakura, su verdadero aroma, otra cosa más que seguro le atormentaría en sueños a partir de ahora, pero ya eso le daba igual.

 

No pudo evitar temblar cuando el mayor rodeó su cuerpo, para tomar las riendas de Hamú.

Se mordió los labios, avergonzada de las reacciones incontrolables de su cuerpo.

 

— ¿Tienes frío? Aquí, puedes usar esto —sus ojos verdes se abrieron de par en par cuando la camisa negra que Bakura usaba como chaqueta fue puesta sobre sus hombros con cuidado.

 

Tembló —n-no es necesario —apenas ladeó un poco su cabeza hacia él, no queriendo que viera su sonrojo —no debes molestarte.

 

—No es para tanto —lo sintió encogerse de hombros —Malik, date prisa —se quejó en voz alta, volteándose hacia su amigo.

 

—Ya, ya voy —el peli-cenizo se subió a la montura de Sage —vamos.

 

Riyu disfrutó más el camino de vuelta que el de ida, tuvo que colocarse apropiadamente la camisa de Bakura sobre su blusón para que no se le cayera, y estaba completamente rodeada por el calor y el aroma de Bakura. Se sentía como en otro de sus sueños.

Los brazos de Bakura, tensos de sujetar y dirigir las riendas, a su alrededor, le daban ganas de acariciarlos con sus dedos, darse la vuelta y acurrucarse contra su pecho. Pero debía conformarse con sentirlo contra su espalda. 

 

Casi podría dormirse allí.

 

Formó un puchero en sus labios cuando los caballos se detuvieron frente a su casa y se giró en su lugar para mirar a Bakura —gracias por traerme —le sonrió, lo más dulce que pudo.

 

Bakura le regresó una pequeña sonrisa —no hay problema, cuando quieras —él también había disfrutado llevarla, no que fuera a decirlo en voz alta.

 

Sintiéndose atrevida, y mordiéndose los labios para no besarlo de la nada, Riyu se inclinó hacia su oreja —ha sido un placer volver a verte, Bakura. Y espero que se repita pronto —le susurró, sin un ápice de vergüenza, y le plantó un rápido beso en la mejilla antes de bajarse del caballo y entrar junto con Malik a su casa.

 

Bakura se quedó ahí mismo, en shock.

 

Ahora de verdad que no entendía un carajo de lo que pasaba.

 

~∆~ 

 

Malik saludó al padre de Riyu, mencionando sutilmente que la había traído casi diez minutos antes de las siete, y luego se despidió de la chica con un abrazo, expresando su deseo de volver a salir pronto, antes de salir para reunirse con un Bakura más pálido de lo usual e irse a casa.

 

Riyu, en tanto, subió a su habitación muy fugazmente para quitarse la camisa negra -dejándola sobre su cama- y lavarse para luego bajar y servir la cena para ella y su padre, con una gran sonrisa pintada en los labios. Incluso tarareaba ligeramente, con su tono más dulce y suave.

 

El hombre parecía complacido de verla así, actuando como una señorita. Se sentó a comer con ella y le preguntó casualmente a dónde la había llevado Malik.

Riyu contestó a cada cosa.Estaba tan feliz que nada de lo que pudiera decir o hacer su padre le bajaría de esa nube de felicidad en la que estaba volando.

 

Luego de darle la cena a sus animales también, limpiar en la cocina y lavar algo de ropa, Riyu se dirigió a las escaleras para subir a su habitación a descansar, sin embargo, su padre llamó su atención.

 

Riyu, querida —la llamó, antes de encubrir una pequeña tos —voy a ver una película en el salón antes de dormir ¿gustas acompañarme? 

 

Riyu lo observó encubrir otro ataque de tos, con ligera preocupación, y se acercó para comprobar la temperatura de su padre mientras pensaba en su respuesta. La verdad era que tenía muchas ganas de irse a la cama y abrazar la camisa de Bakura, hundir su nariz en ella y perderse en su aroma y calor hasta la mañana siguiente, pero lo sabía mejor que eso, tenía que mantener a su padre contento con ella. 

 

—Seguro, padre —asintió — ¿desea que le prepare un té con miel y limón antes?

 

El hombre asintió, carraspeando forzosamente la garganta antes de irse a sentar en el sofá.

Riyu le preparó su té y le trajo un pequeño cobertor, que le colocó sobre los hombros antes de sentarse en el sofá a su lado, con su propia taza de té helado, y unas cuantas galletas.

 

La película transcurrió tranquilamente, era de suspenso y un poco de acción. Riyu y su padre intercambiaron comentarios de vez en cuando, respecto a las decisiones de los personajes o las cosas que sucedían.

Poco después de la mitad, una escena ligeramente subida de tono entre los protagonistas puso a Riyu algo incomoda.

 

Miró de reojo a su padre, quien se había quedado callado y con una expresión en blanco.

Riyu presionó sus piernas juntas cuando un cosquilleo familiar calentó su cuerpo al ver esas escenas e imaginarse con Bakura en lugar de los protagonistas. Se imaginó abalanzándose hacia él, para tumbarlo en la cama, acariciar sus brazos y pecho como lo había deseado hace poco y besándolo hasta que ambos se quedaran sin aliento.

 

Se mordió el labio inferior, realmente incómoda, cuando el calor se acrecentó entre sus piernas —padre, tengo mucho sueño ya ¿le importa si me retiro a dormir? —preguntó suavemente, incapaz de mirarlo.

 

El hombre asintió, luego contestó en voz alta al​ ver que su hija no lo miraba —desde luego, ten dulces sueños, Riyu —concedió.

 

"No lo dudo" pensó, jugueteando con un mechón de pelo —igualmente, padre —agradeció mentalmente estar usando una blusa larga cuando se levantó del sofá y se dio cuenta de que estaba medio duro.

 

Caminó suavemente hasta las escaleras y luego las subió de prisa, cuidando no hacer mucho ruido. Llegó a su habitación y cerró, asegurando bien la puerta, antes de dejarse caer contra la misma.

Lo primero que hizo fue soltarse el cabello y quitarse las extensiones, sintiendo que volvía a ser él, Ryou.

 

Miró la prenda negra sobre su cama y se relamió los labios secos mientras, lentamente, retiraba de su cuerpo el blusón floreado.

Sabía que debería darse un baño antes de dormir, con agua fría, pero realmente no tenía ganas esta vez.

 

Se paró frente a su cama, dejando que la luz de la luna bañara su silueta delgada y curva mientras el corazón le martilleaba en el pecho, siendo muy consciente de lo que deseaba, y con qué tendría que conformarse.

 

Antes de arrastrarse sobre su cama, dedicó una mirada por la ventana, a la luna y las estrellas circundantes —gracias… gracias por dejarme verlo una vez más —se llevó dos dedos a los labios y lanzó un beso al cielo —a partir de aquí, yo me encargo.

 

Y subió a su cama.

 

Gateó sobre las sábanas antes de dejarse caer de costado, alargó una mano y tomó la prenda negra para abrazarla —Bakura… —la tela aún estaba un poco cálida, y se sentía bien contra su piel desnuda —Bakura~ —enterró la nariz contra la tela, sonriendo al reconocer el aroma. Vainilla, un toque áspero como el de la madera recién cortada y algo más que se le escapaba. Era delicioso, más que cualquier perfume o esencia de baño que él hubiera olido nunca, y a la vez excitante.

 

Se dio la vuelta y sintió las sábanas a su espalda mientras la camisa negra cubría todo su pecho, sintiendo su piel erizarse mientras su mano derecha se deslizaba hacia abajo para desabotonar sus shorts y poder sacarlo de sus piernas.

 

Mientras terminaba de semi-desnudarse, se preguntó si a Bakura podría gustarle realmente tal y como era.

 

— ¿Podría gustarte aun siendo un chico, Bakura? —murmuró, hundiendo la nariz en la tela negra, que le hizo cosquillas en las mejillas calientes — ¿podría gustarte, aunque no tenga grandes pechos y curvas prominentes? —Ryou se sentó contra los almohadones en la cabecera de su cama y se estremeció cuando sus pezones endurecidos fueron acariciados por la tela — ¿desearías tocarme como yo me muero por tocarte? —separó las piernas, mientras se acariciaba los labios con una mano, los podía sentir palpitar, reclamándole por no haber besado a Bakura cuando tuvo la oportunidad — ¿desearías besarme?

 

Ryou se mordió el dedo índice cuando su erección empezó a ser realmente incómoda y dolorosa. 

Más que nunca antes, su cuerpo ardía y sollozaba por el toque de Bakura, ahora que por fin había podido verlo y escucharlo, y sabía que sus sueños no le habían hecho justicia a lo terriblemente apuesto que se había vuelto.

 

Bajó la vista a ese lugar necesitado de atención entre sus piernas. En uno de los 'episodios' de su padre, hace como un año, el hombre se había metido incluso con su ropa interior, ahora casi todo era lencería femenina. Esa noche en particular estaba usando un cachetero de color azul verdoso, que tenía piedritas plateadas a un costado en forma de delfín.

A Ryou estos no le parecían demasiado molestos, se parecían a los boxers que usaba de niño, solo que más ajustados a su piel; sin embargo, había cosas en los cajones de su tocador que jamás se había atrevido a tocar, en su mayoría encajes y listones… se preguntó por un instante si a Bakura le gustarían.

 

Su ropa interior ya estaba húmeda, así que la sacó del camino y suspiró de alivio, cuando su miembro duro y mojado, cayó contra su vientre lizo.

Lo rozó un poco, con la yema de los dedos, mientras cerraba los ojos para imaginar que Bakura estaba ahí, sobre él, cubriéndolo con su calor y aroma, y tocándolo por todas partes.

 

Rodeado del aroma del oji-lila fue fácil imaginarlo gatear por la cama hasta estar sobre él, inclinarse al oído para decirle cuánto lo deseaba, que estaba loco por tocarlo y hacerlo suyo.

Ryou envolvió con su mano su propio eje y aceleró su movimiento mientras imaginaba a Bakura besar su cuello con devoción y suplicarle que le dejara tocarlo y poseer su cuerpo.

 

Mordió un poco de la tela negra mientras su mano iba más rápido.

 

"Vamos pequeño, dime dónde deseas que te toque"

 

"Oh, Ryou. Tan suave. Quiero robarte el aliento a besos y marcar todo tu cuerpo a mordiscos. Nadie más debe tocarte, solo yo tengo ese derecho"

 

"Mmm, hermoso. Me complaces tan bien ¿Me dejarás entrar​ en ti? Quiero que seas completamente mío. Seré gentil, no tengas miedo"

 

"Te haré sentir tanto placer que solo quedará mi nombre en tu cuerpo y tu mente" 

 

Ryou trató desesperadamente de no gemir alto. Cada una de sus respiraciones rápidas y agitadas le llenaba los pulmones del olor del oji-lila.

 

—Ba-Bakura —lo quería, oh, lo deseaba tanto —Bakura —su mano se apretó más, sintiendo el calor volverse un nudo en su vientre —Mghhh~ Bakura —su mano libre bajó también entre sus piernas, para provocar el anillo de piel rosada que palpitaba casi tanto como su miembro. No era ignorante, sabía que algo más grande que dos de sus dedos dolería, pero aun así lo deseaba; quería que Bakura tomara su cuerpo por completo — ¡Mghhhh! —apretó los dientes a la vez que los dedos de sus pies se recogían, cuando el clímax golpeó su cuerpo, dejándolo completamente exhausto.

 

Se tomó un momento para regular su respiración y que su corazón volviera a coger ritmo antes de tomar un pañuelo de su mesita de noche para limpiar su piel. Luego de eso, se acomodó en su cama, desnudo, únicamente cubierto por la camisa de Bakura; los ojos le picaban y todo su ser rogaba por ceder al sueño —me pregunto… —balbuceó, al borde del sueño — ¿Qué pensarías si supieras que me he tocado usando tu ropa, Bakura? —se rió un poco, casi dormido —soy un asqueroso pervertido…

 

Y se rindió al mundo de los sueños, justo cuando la luz de la luna lo alcanzó en su cama.

 


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