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Bad Guy por KatsumiKurosawa

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Bad Guy

Por Katsumi Kurosawa

Capítulo 5

Tipo malo, parte IV

I'm that bad type
Make your mama sad type
Make your girlfriend mad tight
Might seduce your dad type
I'm the bad guy…

Duh.

Bad Guy – Billie Eilish

 

—Suel... Suéltame... —rogó nuevamente, siendo arrastrado como si fuera un peso muerto. Cerró los ojos fuertemente, la sensación helándole la sangre, cuando fue tomado de la camisa polo y suspendió todo el peso del omega en la misma. Tony fue capaz de sentir como la tela se rasgaba mientras su desorientado cuerpo caía en la cama.

Los ojos casi desorbitados de odio del Capitán Hydra, paralizaron por fin al castaño, quien fue terriblemente consciente de los múltiples temblores de su cuerpo.

Temblaba de miedo. No de ansias porque ese hombre lo tocara.

—Te voy a enseñar a montar como se debe...

Tony, con toda su admitida y egocéntrica genialidad, no fue capaz de registrar los eventos seguidos de esa frase.

Hubo susurros, gruñidos, manotazos, jadeos, súplica y llanto. Sobre todo llanto. Anthony Stark lloraba como jamás lo había hecho: por miedo. Su camisa polo de equitación estaba rota, mostrando su pecho níveo.

El omega sólo sabía que había dolor físico. Luego localizó el dolor en mordidas en ciertas partes de su cuerpo. No podía dejar de ser consciente de sus manos atadas sobre su cabeza con el cinturón café que esa mañana Steve se había colocado pulcramente.

No. Eso no podía estar pasando…Si tan solo… si tan solo le hubiese dicho la verdad a Steve cuando pudo...

Su llanto lastimero no conmovía al alfa, quien estaba engulléndolo completamente. Aquellos dientes filosos marcaban la cara interna de sus muslos, haciéndole sangrar.

—Por favor… no lo hagas… —lloró roto y humillado. Llamando la atención de Hydra, quien detuvo el abuso.

¿Por qué no, pequeña puta…?—acarició ásperamente sus piernas, colocándose entre estas y abriendo su apretado pantalón— Voy a darte lo que quieres… voy a darte lo que buscas…

—Yo no quiero esto… ¡Ahh! —sollozó cuando los colmillos del alfa se clavaron en su pecho y echó la cara hacia un lado. El hombre, el malvado hombre estaba dirigiéndose a su cuello.

La enorme polla, dura como el mármol estaba frotándose en su entrada poco lubricada, amenazando con entrar de un tajo, siendo ayudado por el abundante líquido preseminal que chorreaba de la misma.

—No… ¡NO! —pidió desesperado, retorciéndose al sentir que el falo comenzaba a entrar en él y su lengua se paseaba por su cuello, preparándolo para la marca.—Te lo juro… ¡TE LO JURO! No me entregué a Stephen… por favor no hagas esto… —lloriqueó Tony tan desesperado y débil como nunca había sido— No lo hagas… yo… yo no quiero ser tuyo… No así…

Todo se detuvo.

La punta de su falo intentando meterse en su cuerpo, se retiró. La lengua preparando su piel para la mordida de alfa, se retiró. El cuerpo enorme que lo cubría, se retiró.

El rubio  le miraba con aquellos enormes ojos azules, cristalinos y confundidos. Le miraba asustado, profundamente asustado y desconcertado mientras el castaño lloriqueaba aun por piedad.

— ¿Tony? —murmuró Steve interrumpiendo su lloriqueo y los ojos del castaño se abrieron ampliamente sintiendo oleadas de alivio apoderarse de su cuerpo maltratado.

— ¿S…Steve…? Steve… —sus ojos dejaron caer las pesadas lágrimas de alivio— Steve, volviste…

—Tony ¿Qué está pasando…? —con las manos temblorosas, Steven se acercó a aquel cinturón que reconocía como suyo, se lo había puesto en la mañana, estaba seguro. Arrancó el cinturón, liberando por fin al omega y Tony simplemente se abrazó necesitadamente de él.

El capitán lo rodeó con sus poderosos brazos, sintiendo como el chico temblaba y sollozaba en su pecho. Tony parecía aún más pequeño entre ellos.

Se quedó en silencio, sólo escuchando el llanto del castaño, en el cual liberaba su profunda frustración. Sin embargo el Capitán no era capaz de asimilarlo… sabía que todos los elementos estaban ahí.

Sabía que él era el culpable de todas las marcas de ese omega. Sentía que el aroma de la sangre proviniendo de las heridas del chico, le estaban enloqueciendo, haciendo al alfa tensarse por la necesidad de protegerlo y atacar al malnacido que había hecho semejante atrocidad.

Pero… el malnacido… ¿era él?

¿Qué estaba haciendo, Tony? —preguntó sumamente confundido, al sentir el llanto del chico entre sus brazos disminuir.

—No fuiste tú, Steve… no eras tú… —murmuró el castaño, levantando el rostro, como para reafirmar que estaba hablando con él— Tú no eres así… sólo era… el tipo malo…

¿El tipo malo? —su cabeza dolía de nuevo. Enterró la cabeza en el cuello de Tony para empaparse de su aroma tranquilizador.

Aspiró profundamente el aroma a café con un delicado toque de canela que Anthony liberó con la desesperada esperanza de que Hydra no volviera.

Steve se sintió más tranquilo, pero otra parte de él se alteró. Trató de contener las ganas de lamer ese cuello níveo. Esa piel morena le llamaba... Sus pensamientos eran jodidamente contradictorios…

Sin embargo, los vellos de su nuca se erizaron al sentir esa esencia de un alfa encontrada en el cuerpo del pequeño. Olía a petricor.

El rastro era reciente y cuando recobró la consciencia pudo notar que el aroma impregnaba completamente la habitación y este aroma ya había olido antes. El aroma estaba en el cuerpo de Tony… lo más confuso del asunto era que ese olor NO le era ajeno aunque no supiera a quién le pertenecía.

El tipo malo olía a petricor.

—Él quiere hacerme daño… —las manos de Steve halaron las sábanas blancas de aquella cama queen size, para arropar al pequeño omega mientras él se dejaba proteger— Me quiere exclusivo para sus fantasías… pero no ha querido que te des cuenta que existe… por eso no me toma. Por eso no me marca…

Su voz sin fuerza era chocante. Es decir, era Anthony Edward Stark: una oda a la seguridad, arrogancia, inteligencia.

—No… no va a tomarte, yo voy a protegerte… —susurró desesperado,pero su promesa se sentía más bien insegura, débil ante la confusión sobre el origen de ese “tipo malo”.

Steven se alejó lentamente de Tony, para recostarse a un lado en la cama sin dejar de abrazarlo, mirando el techo. No había otra conclusión… había sido él. Algo dentro de él…lo que había atacado a Tony…

—Ha estado burlándose de mí cuando duermes… —el castaño se movió hasta que su cabeza se apoyó en el pecho de Steve— Siempre me amenaza… con que me tomará y que anudará en mí, haciéndome suyo…

—No… él no… él no puede, no debe… —interrumpió angustiado besando los cabellos castaños del chico. No sabía qué le angustiaba más, si el hecho de que Tony fuera tomado a la fuerza por alguien o que ese alguien fuera algo que venía de “él” y no podía controlar.

—Me ha dicho que va a tomarme cuando esté en celo… —Tony sabía que debía parar de hablar pero tantos secretos comenzaban a sofocarlo. Todos explotaron en forma de confesión, haciéndole un nudo en la garganta— Pero está celoso de Stephen y… quiere tomarme ahora… y yo… yo no…

—Shhh, shh —acunó su rostro en un intento de alejar esos recuerdos que nublaron casi visiblemente los ojos cafés— Tengo que… controlarlo. Tengo que aprender a contenerlo. Que no vuelva más.

—No podrás… —Tony parecía más tranquilo, pero aún estaba inquieto. Parecía más bien, resignado— Yo sé que es inevitable que el tipo malo me tome…

—No digas eso…

—Quiero que me tomes tú… antes que él… —rogó incorporándose y los mechones rubios de Steve se esparcieron por la almohada blanca del omega.

Ladeó la cabeza acariciando una porción suave, nívea y tentadora de su cuello. Esto alteró al rubio más de lo que hubiese deseado.

—Márcame antes que él lo haga… te lo ruego…

—Tony… —los ojos azules estaban casi desorbitados.Su boca salivó.

¿Qué estaba sucediendo…?

Durante años, Steve Rogers había estado enamorado de Howard Stark… el Alfa que fuera dueño y fundador de Stark Industries. Entonces conoció a Anthony y de algún modo comenzó a sentirse confundido.

Confundido por su propio corazón, el cual palpitó con mucha fuerza cuando los hermosos ojos cafés de Tony se encontraron con los suyos y estrechó aquella pequeña mano. Oh, Tony era tan joven…

El cuerpo de Steve Rogers vibró ante el breve contacto visual y no estaba seguro de lo que eso era… esa… extraña conexión.

Tony era parecido a Howard, no se podía negar el parecido tan maravilloso, pero esos hermosos ojos tan parecidos a los de María Collins, vaya. Steve estaba confundido.

Y durante un tiempo, permaneció confundido, sin saber que sentir por el pequeño Tony.

 Lo tenía claro en ese momento. Steve lo tenía claro.

—No puedo tomarte después de lo que acaba de suceder. No de esa forma… —susurró Steve envolviendo a Tony en una sábana— Jarvis, prepara el baño…

—Entendido, Capitán. ¿Lo necesita en el baño de su habitación? —la casi olvidada inteligencia le respondió al Capitán de la misma forma que le respondía a Tony.

—No… lo necesito en el baño de la habitación de Tony…

—Pero Steve… si él vuelve… va a tomarme… —el castaño se incorporó con ese semblante desesperado.

—No va a volver por ahora… lo sé. —el omega protestó cuando Steve lo elevó entre sus brazos para dirigirlo hacia la bañera.

El agua tenía la temperatura perfecta cuando el cuerpo de Tony se sumergió dentro de ella. No comprendía la actitud del alfa: estaba ahí, arrodillado fuera de la bañera, pensativo, triste.

Tomó una esponja de las que había en el mueble cercano y le puso gel de ducha. El toque de la esponja en la piel de Tony era firme y suave a la vez. Era como si Steve desease con todas sus fuerzas borrar el olor de Hydra de aquella dulce piel morena, sin lastimarlo de ningún modo.

Entonces fue que el omega notó el olor a lavanda, tan fuerte, dentro de la habitación. Por primera vez en su vida, Steve estaba usando sus feromonas de alfa para tranquilizarlo…

Tony sonrió con los ojos llorosos. Era algo así como la primera vez que Steve le demostraba abiertamente su cariño.

Después de desvestirse, el alfa entró a la enorme bañera, y se sentó frente al omega, tirando un poco de agua fuera en el proceso y cómo no… era un alfa bestial.

Tony sonrió y fue su turno de usar una esponja de patito color amarillo, para corresponder la caricia del alfa. Steve sólo lo observó frotar la esponja con jabón por las partes de su anatomía que podía alcanzar.

—Es increíble que no estés incómodo con mi desnudez… —susurró Steve sintiendo muy cerca de su cuerpo al pequeño omega— ¿No te sientes cohibido al estar desnudo frente a mí…?

—Perdóname… él… él me mostró tu cuerpo antes… —agachó la vista, dejando al tonto pato a un lado— Y… no me siento cohibido… porque sé que soy tuyo… siempre lo he sido.

Los ojos azules le miraron intensamente.

—Tony…

—Debí decírtelo antes, Steve… —se subió al regazo del alfa, quedando frente a frente—Te he amado… desde siempre… tal vez si hubiese sido menos cobarde, no habría permitido a Hydra hacer todo lo que hizo…

¿Hydra…? —susurró incrédulo, acariciando las mejillas de Tony con sus gruesos pulgares.

—Tomé… el nombre de esa asociación. Fue lo primero que se me ocurrió. —rio sin gracia y rodeó el cuello del rubio con sus brazos, acercando ambos pechos y sintiendo el leve roce de sus miembros bajo el agua y las burbujas.

El roce quemó a Rogers.

Le hizo desear más de lo que debía.

Le hizo caer en la cuenta que en realidad había deseado a Tony tanto… tanto. Tenía que hacerse responsable de todos los sucesos de ese día y lo haría.

Sabía cómo.

—Vamos a arrugarnos como pasas…  —Steve sonrió abrazando a Tony con uno de sus poderosos brazos y buscando el tapón de la bañera con el otro.

Tony comenzó a reír débilmente al sentir la succión del agua mientras Steve se ponía de pie junto con él y abría la ducha.

El agua cayó en el cuerpo de ambos, llevándose los restos del jabón mientras ellos se miraban como si no lo hubieran hecho en años.

—Eres… tan pequeño… —susurró Steve abrazando el diminuto y suave cuerpo contra el suyo, duro y enorme. Tony jadeó sorprendido.

—No soy tan pequeño… —musitó sintiendo como el alfa soltaba su cintura para masajearle el cuero cabelludo y que el agua siguiera lavándolo— Sólo es que tú eres alfa…

—Eres pequeño porque tienes 17 años… Anthony… tienes tanto más que vivir… —y ahí estaba el Steve que hablaba como un viejo.

—De pronto envejeciste unos cincuenta años, capipaleta… —se puso de puntitas para masajear el cabello de Steve y deshacerse de unas molestas burbujas, sin notar la cercanía de su rostro con la del alfa.

Pero Steve sí lo notaba. Notaba esas hermosas pestañas quebradas y espesas; notaba esos hermosos labios hinchados con aquel adolescente rastrojo de barba apenas perceptible.

Tony era precioso, tanto que dolía.

—Vamos a la cama… —salió de la bañera para tomar una enorme toalla y envolver a Tony como un niño pequeño en ella. El omega sostuvo la toalla que incluso le tapaba la cabeza de manera cómica.

La bata de baño Tony le quedaba obscenamente pequeña al alfa, pero el castaño no iba a ser capaz de quejarse por ningún motivo.

—La cama… —susurró el omega, saliendo de la bañera por fin, encontrándose con los ojos del alfa, tan profundos, tan azules. Enigma.

Salió del cuarto de baño antes que el capitán, sintiendo aquellos ojos en su nuca. Miró la cama… pero se desvió a su armario.

—Voy a… ponerme algo y a cambiar los edredones… —susurró distraído.

—Creo que también debería ponerme algo de mi talla… —el rubio bufó mirando poco que le cubría la bata de Tony— Regreso en un momento.

Los dedos de Tony temblaban mientras cambiaba a toda prisa las sábanas de su cama. No podía con los restos del aroma de Hydra en sus sábanas… no.

Arrojó esas sábanas fuera de su cuarto. Quizá en la mañana tendría el valor de echarlas a la lavadora.

—Vaya, eso… fue rápido.

La voz de Steve le erizó cual gatito. Le miró un poco avergonzado de haber elegido unos shorts color rojos de seda y una camiseta blanca de algodón.

—Necesitaba deshacerme de esas sábanas… Tú vas… ¿Vas a dormir conmigo…? —quiso golpearse en cuanto las palabras salieron de su boca.

Steve, quien vestía una camiseta celeste y unos pantalones de pijama a cuadros azules, le miró enternecido.

—Sí… —cerró la puerta tras de sí y caminó hasta la cama. Tony se metió de inmediato bajo las sábanas, reprendiéndose mentalmente por parecer una colegiala enamorada.

Sentir a Steve entrar voluntariamente a su cama, cubrirse con sus sábanas, instaló un cosquilleó agradable en el abdomen del menor. Miró al capitán con aquellos enormes y brillantes ojos cafés hasta notar que estaban abrazados bajo las sábanas.

— ¿Vas… a… marcarme…? —susurró el castaño en un momento de inseguridad. ¿Podría estar así siempre… con él? O es que Hydra volvería a tratar de robarse algo que no le pertenecía.

—Lo haré… —Steve sonrió enternecido, acariciando en cabello suave de Tony con su enorme mano de alfa mientras la otra permanecía aferrada a la cinturita de omega— Voy a marcarte, pero no porque tenga que protegerte de él…

Los ojos de Tony demostraron de inmediato su confusión.

—Creo… que también debí decírtelo antes, Anthony… —los ojos castaños se tornaron cristalinos e incrédulos— También te he amado… desde siempre…

Una manita alcanzó el mentón de Steve para alinear su rostro a la intención de Anthony, quien se había incorporado hasta acercarse.

—Te amo, Tony… —y fue Steve Rogers quien acortó la distancia, haciendo que sus labios se fundieran en el primer beso lleno de amor que el omega había recibido en toda su vida.

Los firmes labios del capitán, se movieron con una seguridad y destreza romántica sobre su boca, provocando un calorcillo maravilloso en el pecho de Tony. Mierda, había esperado ese beso por largo tiempo… y era mejor de lo cual había imaginado.

Tony estaba sobre de él, consiguiendo todo lo que pudiese de elixir de la boca del rubio quien dejaba que tomase todo de él. Las enormes manos acariciaron el cuerpo pequeño del omega mientras se bebía su aliento sin prisa.

Alfa y omega se besaron hasta quedarse dormidos, fundidos en un abrazo maravilloso.

………………

Cuando Tony Stark despertó esa mañana, Steve Rogers no estaba ahí.

Frunció el ceño. El calorcillo y el olor del capitán aún estaban en su cama. Parecía que el hombre había hecho una especie de ambiente con sus feromonas dentro del cuarto, como preparando a Tony para un nido perfecto.

Pero él no estaba ahí.

Colocándose una bata, Tony bajó las escaleras, pidiendo a Jarvis la ubicación del Capitán América.

—El Capitán se ha ido muy temprano, señor… —le respondió la inteligencia artificial.

El omega estaba aturdido. ¿A dónde podría haber ido Steve…?

Estaba sentado en la sala, como si su alma se hubiese salido de su cuerpo, cuando el timbre de la casa sonó.

Tony no recordaba mucho del cómo la puerta fue abierta y muchas personas estaban ahora en su casa. Un hombre de color, con un parche en el ojo le miraba con preocupación. 

—¿Entiende lo que le digo, señor Stark…? —la voz grave del hombre apenas le trajo de vuelta.

—No… —admitió con pesadez, esta vez dispuesto a escucharlo, notando los doctores en la sala.

—Va a ser revisado… necesitamos saber si el Capitán Rogers le ha hecho daño de alguna manera… —le repitió paternalmente ese hombre, haciendo que Tony se sintiera fuera de lugar.

—Steve no me ha hecho daño… ¿De dónde saca que me ha hecho daño…? ¿Dónde está Steve…? —comenzó a exaltarse y se levantó de su asiento poniendo a todos en alerta.

—Steven Grant Rogers se entregó a S.H.I.E.L.D, señor Stark. Confesó haber descubierto que tiene un trastorno de identidad disociativo y que usted ha convivido con una personalidad dentro de él que lo ha puesto en peligro durante un par de meses…

— ¿Se ha entregado…? —Tony se abrazó a sí mismo ante la sola idea de Steve entregándose a S.H.I.E.L.D, alejándose de él ¿Por cuánto tiempo?

—Él ha decidido que lo estudiemos para dejar de ponerlo en riesgo… señor Stark. Los doctores están aquí para revisar que su salud…

— ¡Estoy bien…! ¡Yo sólo quiero a Steve…! ¡Devuélvanme a Steve!

Nick Fury miró a su personal quien estaba dispuesto a sedar al omega que acababa de perder el control en un arrebato de histeria.

—Stark… necesita calmarse. Steve Rogers nos ha enviado a protegerlo…

— ¡No! ¡No se me acerquen…! ¡Devuélvanme a Steve! ¡DEVUÉLVANMELO! —y una jeringa lo alcanzó— Devuel… devuélvanmelo… él… dijo que me amaba… —su voz se debilitó, habían brazos alrededor suyo, sus sentidos se durmieron No me abandones… Steve… tú no… —pudo sentir su cuerpo perder fuerza y la mirada consternada de Nick Fury sobre de él.


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