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Diferencias por BocaDeSerpiente

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"Golpear"

2001

Luego diría que fue el comienzo del fin. En retrospectiva, ni siquiera recordaba por qué sucedió.

¿Dinero? ¿Celos? Probablemente fueron celos. Eric no lo había dejado reunirse con sus amigos, Ron decía que ya nunca podían hablar, si no tenía a su noviecito a un lado, y estando él, tampoco podía conversar con normalidad. Harry no entendía a qué se refería. No quería entenderlo.

Fingió no darse cuenta de cómo iba aumentando la frecuencia, la intensidad. De la manera en que lo miraba, de la voz de ira contenida con que le hablaba. Las palabras que lo hacían agachar la cabeza, los pellizcos en el brazo cuando decía lo que él consideraba incorrecto, las preguntas sobre lo que hacía, cuándo, dónde, con quién.

Lo excusó todo.

Lo dejó construir una bomba de tiempo frente a él, simulando no percatarse de que estallaría en cualquier momento. Se decía que Eric era así, Eric estaba bajo mucho estrés, tenía que ser paciente, tenía que arreglarlo, podía arreglarlo...

Pero de aquel día, sólo recordaba el llanto, los fragmentos, las sensaciones. Su espalda chocó contra la pared cuando intentó apartarse, el instinto y la costumbre lo hacían disculparse, pero no bastaría esa vez. El agarre de sus brazos parecía pertenecer a garras, no a manos. Lo zarandeaba, su voz gritándole era lo único que se escuchaba, porque Harry tenía la boca llena de sangre de morderse el labio y la lengua, temiendo enojarlo más si sollozaba.

Temía. Ese era el problema.

Le tenía miedo a Eric.

Le tenía miedo a lo que haría.

Harry intentó pidiendo perdón, intentó siendo razonable. Intentó el "amor, por favor", las súplicas. Intentó con un "me estás lastimando" cuando estaba seguro de que le quedarían moretones en donde lo sostenía.

No podía entender por qué lo hacía. Por qué lo hería. Esa impresión de hundimiento en el pecho se afianzaba, lo rodeaba, le dejaba la mente en blanco. Lo devolvía al estado donde era pequeño, nada de lo que hacía podía estar bien.

Y el miedo, de nuevo. Siempre recordaba el miedo. La vorágine arrastrándolo, el asfixiarse, el no saber qué más hacer. Ese porquéporquéporqué dentro de su cabeza, las lágrimas que no paraban después de haber soltado la primera.

Logró zafarse, pero supo enseguida que no hizo más que empeorarlo. Sus memorias eran borrosas a partir de ese punto, agitadas, sin orden.

Eric decía que no había terminado de hablar con él, lo sostenía por detrás. Cuando Harry gritó, le tapó la boca. Se retorció, se sacudió tan fuerte como podía.

Tuvo que morderle la mano, porque no lo dejaba respirar con su agarre. Eric lo empujó al soltarlo, Harry trastabilló.

Tenía experiencia siendo golpeado, en casa, con sus tíos, en los entrenamientos, en las misiones. Tenía experiencia evitando los mismos golpes.

Ese no se lo esperaba.

Le dio en la mandíbula y lo hizo echarse hacia atrás, buscando algún punto de apoyo en el aire. Apenas pudo sostenerse a tiempo de una mesa, para no quedar sentado en el suelo.

Presionó una mano en la zona golpeada. El dolor pulsaba, la piel se hinchaba.

Lo sentía irreal. Lo sentía como si le ocurriese a alguien más, pero el encogerse era una acción de su cuerpo, la punzada en la mandíbula era una reacción suya.

Eric lo veía con los ojos abiertos de sobremanera. Hubo una retahíla de disculpas vanas, su nombre, hizo ademán de agacharse y sostenerle el rostro. Ni siquiera lo pensó cuando se apartó de pronto, cayendo por completo sentado, y se arrastró con las manos lejos de él.

—No- me toques.

Ese fue el momento en que lo supo. Fue cuando las disculpas se transformaron en un sonido desagradable, la expresión de culpa se endureció.

Harry lo observó desde abajo. Y entendió.

Entendió todo.


2005

Draco tenía días en que estaba de mal humor. No era una novedad. Despertaba así, un evento a lo largo del día lo frustraba lo suficiente para que se le notase en el comportamiento; las razones eran poco diversas.

Al mismo tiempo, tenía una sorprendente habilidad para evitar las peleas de cualquier tipo; cuando se lo preguntó, al comenzar a salir, le comentó que creía que era consecuencia de una época adolescente en que fue un cretino idiota. No creyó que fuese para tanto, así que se sorprendió la primera vez que sucedió.

En el fondo, una parte de él se había asustado porque esperaba esa reacción explosiva, la rabia, los gritos, una sacudida. Se encogía por reflejo, se preparaba para lo peor, temblaba.

Draco lo vio un momento, apretó los párpados y respiró profundo. Recargaba las manos en el borde de la mesa, del lado opuesto a donde estaba Harry, que se apartó sin pensar cuando pensó que lo había molestado. Cuando se enderezó, se pasó una mano por la cara y le dirigió una mirada de disculpa, tan perfectamente consciente de lo que había pensado, del por qué de su forma de actuar, como si fuese el mismo Harry.

Un día, se le ocurrió que Draco nunca lo asustaba, porque sencillamente no levantaba la voz ni lo intimidaba. Era él quien se asustaba solo. Era él quien recordaba.

—¿Podemos hablarlo? —Esa era la pregunta que usaba cuando llegaban a determinado punto. Cuando sabía que Harry temblaba un poco, aunque no fuese culpa de ninguno de los dos, que el aire le faltaba, que se le dificultaba pensar. La hacía en tono suave, bajo, y nunca se acercaba, para dejar que fuese él quien decidiese cuándo y cómo lo hacía.

Le daba una agradable sensación de que no había nada mal con él por asustarse, que estaba bien que se recuperase a su tiempo, a su manera. Y era tan diferente.


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