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Recuérdame por Na Na

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JinKi le agradeció a KiBum a través del teléfono, sobando una de sus sienes, sintiendo el dolor de cabeza llegar.

No tienes que agradecer, hyung. —La voz culpable del menor solo lo hizo suspirar—. Y, en verdad lo siento.

JinKi tan solo colgó.

Guardó el teléfono y se pasó la mano por el rostro, cansado. Dejó salir un suspiro pesado, sintiendo como si toda su alma se drenara con el pequeño acto. Había tenido un día pesado en la oficina porque los papeles de una propuesta de campaña publicitaria se habían perdido, ni una sola de las fotos de otra campaña le parecían adecuadas; a la hora del almuerzo tuvo dificultad al comprar porque ese día el lugar estaba repleto, y para cuando regresó tuvo que soportar los gritos de su jefe, que los repartió a diestra y siniestra. Deseaba tanto que el día terminara pronto, y cuando por fin había acabado Lee Joon se ofreció a llevarlo. No habló mucho con su amigo, y cuando se quedaba callado pensaba en JongHyun, en que esperaba que él hubiera tenido un mejor día. De ser así, le contagiaría su buen humor y dormiría tranquilo. Sin embargo, se llevó una amarga sorpresa con la llamada de KiBum y todo lo que había sucedido con JongHyun en su casa.

Decir que no se lo había esperado era mentirse, pero esperaba que eso sucediera antes, cuando JongHyun y él no eran tan cercanos, cuando andaban de puntillas alrededor del otro, cuando el menor lo alejaba. Pero, en ese punto, cuando las cosas parecían marchar bien, jamás se lo esperó. Eso tan solo confirmó sus ideas de que no estaba logrando nada con JongHyun, que no lo había conquistado nuevamente.

Salió del ascensor, enojado y molesto consigo mismo. Entró al departamento, solo pudiendo ver la cabellera de JongHyun desde la sala. Dejó salir otro suspiro desgarrador, y dejó su maletín en el recibidor, junto con sus zapatos y su abrigo.

—Qué bueno que estás aquí —habló apenas pisar el departamento—. KiBum me llamó y me dijo que discutieron.

Se acercó hacia el menor y se quedó de pie, mirándolo. JongHyun no lo veía, estaba concentrado en un punto frente a él. JinKi esperaba que dijera algo, lo que fuera, que inventara una excusa tonta, aunque sea, pero el escritor solo parpadeaba y sorbía por la nariz. Le destrozaba verlo tan abatido, tan triste, y sintió deseos de borrar esa tristeza, pero no lo haría. Tan solo suspiró pesado de nuevo, sin importarle si el otro lo escuchaba o no, y se desabrochó la americana, apoyándose en el brazo de un sillón al lado del escritor, y guardó las manos en los bolsillos del pantalón.

—Me dijo lo que pasó —continuó JinKi, al ver que el otro no hablaba.

—No pasó nada —replicó de prisa, con la voz nasal y limpiándose la nariz con el dorso de la mano.

JinKi lo sabía. KiBum se había encargado de contarle las cosas, lo que estuvo a punto de pasar y lo que pasó. Se sentía tan decepcionado y triste de saber lo que había ocurrido, que un nuevo suspiro salió de sus labios.

—Pero querías que pasara, ¿no es así? —preguntó en un tono bajo, sin emoción alguna, ni reproche ni dolor. JongHyun desvió la mirada hacia el suelo del otro lado—. Por eso estás llorando, porque no obtuviste lo que querías.

Lo vio morderse el labio, hundir el rostro entre sus rodillas, y temblar. Lo escuchó sollozar muy bajo, y no tuvo dudas al saber que estaba llorando. ¿Tanto le dolía perder a KiBum? ¿En realidad lo amaba como decía? Si era así entonces nunca lo había amado de verdad a él, porque ni siquiera podía recordarlo. Y él había sido tan masoquista que no había querido entenderlo. Suspiró de nuevo, ya cansado de hacerlo, cansado de todo.

Eso, se dijo, sería lo último que soportaría.

Respiró profundo, queriendo así eliminar el escozor en sus ojos. No lloraría, no frente a él de nuevo. No podía humillarse más, ya no.

—Lamento no ser KiBum —empezó JinKi, provocando que los sollozos de JongHyun se detuvieran y lo mirara a los ojos, sin entender la situación—. Lamento no ser lo que quieres —masculló, pero el otro pareció escucharlo, porque sus ojos, a pesar de lo hinchados que estaban, se abrieron por completo—. Por eso me voy.

JongHyun parpadeó, confundido.

—¿Qué?

—Que no soporto más esta situación, JongHyun. —Su voz se había quebrado al final, y se maldijo por ser tan débil, por ni siquiera ser capaz de controlarse. De todas formas, respiró profundo, deseando calmarse pronto—. Tú no me amas —afirmó, con la voz completamente rota, porque decirlo en voz alta dolía más que tan solo pensarlo—, y no puedo seguir aquí viviendo una mentira, lastimándome más. Lo mejor… —Tragó el nudo en su garganta, y desvió la mirada—. Lo mejor es que me vaya —declaró en un susurro.

—Hyung…

La voz de JongHyun había salido baja que JinKi apenas lo escuchó, pero fue suficiente para que lo mirara de nuevo. Estaba llorando, las mejillas de JongHyun tenían lágrimas rodando por ellas, y se sintió tan mal, tan dolido, que quiso acercarse y consolarlo, decirle que todo estaba bien, que se quedaría, porque la súplica que había en sus ojos estaba siendo muy convincente.

Sin embargo, no caería.

Había sido suficiente.

—Adiós, JongHyun.

Caminó hacia el recibidor, con el cuerpo más pesado de lo que lo había sentido nunca. Dejó caer unas pocas lágrimas porque ya no podía contenerlas. Se estaba marchando del lugar que había sido su hogar, del lugar en el que siempre se supo amado, querido, apoyado. Ahí ya no había nada de eso, solo había rechazo, dolor, y un sentimiento sofocante que le dificultaba respirar.

Tomó sus cosas del recibidor y abrió la puerta, despacio, con la absurda esperanza de que el menor lo detuviera, le pidiera que se quedara, que podían arreglar las cosas. JongHyun no hizo nada de eso, y JinKi tan solo se fue.

 

***

 

Era poco más de las seis de la tarde cuando el timbre del departamento fue tocado. JongHyun se apresuró a arreglarse el cabello y se acercó a abrir. Sin duda, estaba sorprendido, porque pensaba que el mayor bien podría abrir la puerta con su llave. No obstante, pensó, a lo mejor y quería hacer las cosas de manera distinta. JongHyun lo entendería. Entendería que su ida del departamento la noche anterior había sido una crisis, que JinKi necesitaba un tiempo a solas y que por eso no había regresado en toda la noche, ni en la mañana, para alistarse para el trabajo.

No obstante, su mente se volvió un caos cuando abrió la puerta y JinKi no estaba ahí. Había un desconocido, parado ahí, sonriéndole.

—Tú no eres JinKi —murmuró con el ceño fruncido hacia el hombre.

Éste sonrió.

—No, no soy JinKi. Soy Lee ChangSeon, o Lee Joon. —Hizo una venia sin quitar su sonrisa.

JongHyun endureció la mirada. Así que ese tipo frente a él era el tal Lee Joon… Estuvo por cerrarle la puerta en la cara, importándole poco su se veía descortés, pero TaeMin apareció al lado del hombre, sonriendo alegre.

—Hola, hyung. —El menor de los tres hizo una venia, y el escritor se la correspondió.

—Hola, TaeMin ah, ¿qué los trae por aquí? —Se forzó a sonreírle a Lee Joon, solo porque el hermanito de JinKi estaba ahí.

—Venimos por las cosas de JinKi —informó Lee Joon—. ¿Podemos pasar?

JongHyun se congeló. Parpadeó un par de veces en lo que procesaba lo que acaba de escuchar. Si ellos iban por las cosas de JinKi, definitivamente no sería una muda de ropa. De ser así bien pudo solo ir TaeMin. Sin embargo, las cosas implicaban sus pertenencias. Todas sus pertenencias.

JinKi había hablado muy en serio con lo de irse del departamento.

—¿Hyung? —llamó el menor de los tres, viendo a JongHyun perdido en sus pensamientos.

—Claro —reaccionó, haciéndose a un lado y permitiéndoles pasar.

Ambos hombres se descalzaron en lo que JongHyun todavía procesaba lo que estaba ocurriendo. JinKi no había ido a verlo, ni lo había llamado ni nada. Cumplió su palabra de que se iría del departamento, e incluso se había despedido. Recordaba la tristeza en sus ojos, la decepción que sentía por él. Y, a pesar de ello, tenía la esperanza de que regresara a él.

—JongHyun ah, ¿puedo…? —Lee Joon señaló la habitación con la mano, pidiendo permiso para entrar.

El escritor, que continuaba procesando todo, ignoró la confianza con la que lo llamó y asintió.

—Siéntanse libres de moverse por el departamento —murmuró, viendo a TaeMin caminar hacia la lavandería y a Lee Joon hacia la habitación, mientras que él se quedaba de pie en el recibidor.

¿Qué está pasando?

—Hyung, ¿puedes venir a ayudarnos? —pidió TaeMin, acercándose a él mientras llevaba un par de cajas de cartón en sus manos. JongHyun asintió, todavía aturdido, y lo siguió a la habitación, viendo a Lee Joon tomar algunas carpetas del escritorio—. Por favor, ayuda a Lee Joon hyung y toma lo que es tuyo para que no se lleve algo equivocado.

TaeMin hablaba con naturalidad, como si no notara el estado de estupefacción de JongHyun. Asintió y se acercó al hombre, respirando profundamente, queriendo que el desorden en su mente se disipara.

—Todas mis cosas están en la sala —dijo a ChangSeon—, así que puedes tomar todo lo de aquí.

El hombre asintió, tomó una caja de cartón, armándola y colocándola en el escritorio para empezar a guardar todo. JongHyun, en cambio, se sentó en la cama, viendo a TaeMin tomar la ropa de los armadores, doblarla, y guardarla en la maleta gigante color café sobre el colchón. Entonces, todo se le hizo más real. JinKi se estaba yendo.

JinKi había roto con él.

—¿Dónde está hyung? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

—Sigue en el trabajo —contestó el mayor de los tres, en lo que metía una carpeta en la caja—. Quería terminar una presentación, o algo así.

—¿Pero tú no trabajas con él? —preguntó con dureza, la cual no pasó desapercibida para TaeMin, quien lo miró con una ceja levantada.

—Sí, pero no en todas las campañas —replicó con una risa corta Lee Joon.

JongHyun asintió, aunque el otro no pudiera verlo. Lo vio tomar el computador el JinKi, y pensó en los archivos que el mayor le dijo que tenía ahí y no revisó. Vio cómo el armario estaba empezando a vaciarse, y cómo su pecho se sentía oprimido.

—¿Sabes dónde se quedó JinKi? —preguntó a TaeMin. El menor hizo un sonido de aprobación.

—Se quedó en casa de mamá.

Eso lo sorprendió y se sintió culpable. Bien sabía que no gustaba de molestar a su madre, y que fuera hacia ella solo le indicaba que las cosas estaban mal.

—¿Ella preguntó por qué fue allá?

TaeMin se encogió de hombros, tomando las últimas prendas colgadas.

—Tan solo nos dijo que se había ido, y nos pidió a Lee Joon hyung y a mí que viniéramos por sus cosas. No quiso decir más, no importa cuánto le preguntamos.

JongHyun asintió de nuevo. Por un momento se alegró de que el mayor no hubiera dicho nada de lo que había pasado, porque estaba seguro de que se vería como el responsable de la situación, aunque bien sabía que era así. Dejó salir un suspiro pesado, y jugó con sus dedos sintiendo el peso de sus acciones sobre sus hombros, en su pecho, y en todo su ser, en realidad.

El suspiro atrajo la atención de TaeMin, que lo miró atento.

—Las cosas han salido mal, ¿eh? —Si había sonado algo cortante o grosero, realmente no le importó. Apreciaba a JongHyun, pero había lastimado a JinKi, a su hermano.

El escritor estuvo por asentir, pero vio a ChangSeon caminar hacia el menor de los Lee y preguntar qué más hacía. TaeMin le indicó que tomara otra maleta y la llenara con la ropa de los cajones. JongHyun le indicó cuáles eran, muy a su pesar, y se mordió la lengua para no hacer una mueca de fastidio al verlo tomar la ropa de JinKi.

TaeMin cerró la maleta y empezó a ayudar a Lee Joon.

—Preguntaría qué es lo que pasó, pero si hyung no ha dicho nada, debe ser delicado.

JongHyun lo agradeció porque realmente no tenía cara para decir que había sido él el responsable de la decisión del otro. Se quedó ahí, viéndolos llenar las maletas con toda la ropa de JinKi, incluso las pocas prendas que usaba en las otras estaciones del año. JongHyun se sentía incapaz de ayudarlos, y los otros dos no dijeron nada. Pasó las manos por su cara, queriendo quitarse un poco de la frustración que tenía.

—Espero que puedan solucionar las cosas —habló TaeMin, y Lee Joon concordó con él. JongHyun apretó la mandíbula cuando lo escuchó, así que se decidió a hablarle a TaeMin.

—¿Se quedará en casa de su mamá?

—No, se quedará en mi departamento por unos días —replicó TaeMin, tomando los objetos personales de JinKi de la mesita de noche de su lado.

JongHyun entonces se enfocó en Lee Joon.

—¿Y por qué no se queda contigo, Lee Joon ssi? ¿No son mejores amigos o algo así?

El aludido se encogió de hombros, o bien ignorando el tono duro que había usado JongHyun, o no notándolo en realidad.

—No lo sé, no quiso. Aunque le dije que ni a MiYoun ni a mí nos molestaría tenerlo, no quiso. MiYoun es mi novia —aclaró con una sonrisa, por si el escritor no supiera de quién le hablaba.

Esa información sorprendió al rubio. Él creía que Lee Joon tenía interés en JinKi, por eso le tenía cierto coraje, pero nunca se le ocurrió pensar que el otro era heterosexual. Al final de todo, sí estaba celoso del amigo de JinKi, aunque él insistiera en que no sentía nada por el publicista.

 

***

 

Sólo había una vela iluminando el departamento, y era una aromática. Siempre le habían gustado, y cuando supo que tenía como una docena se sintió feliz. Tomó una de frambuesa y la encendió, dejándola en la mesita de la sala. Se dedicó a observarla, él sentado en el sofá de la sala, con las piernas recogidas, pegadas al pecho. Las rodeaba con sus brazos, apoyando el mentón en las rodillas. Su respiración era suave, pero de todas maneras podía escucharla debido al silencio que había en el departamento. Era sofocante, además de la sensación de soledad que sentía. No había notado la alegría que el mayor le daba al lugar.

Suspiró pesado, sintiendo que se quedaba vacío. Sentía que había perdido algo importante, y se sentía un poco ridículo. Era él quién al inicio había deseado irse del departamento porque se sentía incómodo con JinKi, y cuando finalmente estaba solo, detestaba la idea de estarlo.

Pasó las manos por su cara bufando frustrado y cansado. No sabía qué hora era, tal vez media noche. En realidad, saber la hora no haría diferencia para su estado, porque no tenía muchos deseos de moverse de ahí y sentirse todavía más solo.

Cuando TaeMin y Lee Joon se fueron, empezó a hacer la cena, pero estaba tan desganado cocinando que al final guardó todo en la nevera y comió unos fideos instantáneos y algo de arroz que aún había de la tarde. Se sentó en la barra y el sentimiento de soledad fue peor. JinKi le hacía falta, sobre todo porque el mayor le hacía algo de conversación, ya fuera con su humor raro, o las situaciones raras pero divertidas de su oficina. En ese momento agradecía no tener comedor porque de ver tantas sillas vacías se hubiera sentido peor.

Las ganas de estar a oscuras le surgieron de pronto, y al dejar todo limpio en la cocina fue por una de las velas que tanto le gustaban y la encendió en la sala, apagando cada foco de la casa, y se sumió en la culpa.

Siempre supo que era injusto con JinKi, pero nunca consideró que las cosas llegarían hasta ese punto. Creyó que el mayor le tendría más paciencia de la que ya había tenido, que lo continuaría ayudando en toda esa situación. Pero, sobre todo, creyó que JinKi nunca se enteraría de lo que había ocurrido en casa de KiBum. Y pensar eso lo hizo sentir miserable.

Tenía que arreglar las cosas, lo sabía, porque había sido un bastardo con el publicista, no teniendo en cuenta sus sentimientos, todo lo que el otro podría estar sufriendo debido a él.

Lo haría, arreglaría todo, por JinKi. Aunque en el fondo sabía que también lo haría por sí mismo.

 

***

 

¿Dónde está JinKi? —preguntó su padre a través de la pantalla.

JongHyun, que sonreía, borró el gesto de a poco, desviando la mirada.

­—No está —respondió con rapidez.

Oh, ¿crees que demore? Me gustaría saludarlo. —La alegría en la voz de su padre lo estaba haciendo sentir mal porque sabía que eso no podría ser. El hombre le tenía mucho aprecio a JinKi, lo sabía, y siempre comentaba que estaba feliz que estuviera al lado de su hijo.

JongHyun suspiró.

—JinKi se fue del departamento, papá.

Aunque el rubio no pudo verlo, el hombre levantó ambas cejas, haciendo una mueca con sus labios. La sorpresa era evidente en sus ojos, y preguntó el motivo. JongHyun se removió en su silla, pensando qué decir. No podía decirle algo como estuve por besar a KiBum, JinKi se enteró, se cansó de que yo fuera un idiota y me dejó. Eso decepcionaría mucho al hombre a su frente.

—Es… complicado —aclaró, pasando la mano por su nuca.

El hombre asintió.

Eso explica tu semblante triste —comentó el hombre. JongHyun lo miró, desconcertado.

TaeYeon le había dicho lo mismo cuando le fue a devolver el futón. Ella preguntó, emocionada, si ya habían regresado a cómo eran antes, pero el rubio negó con la cabeza. Le explicó lo que había sucedido, alterando un poco la verdad, y, al finalizar, le había dicho lo mismo que su padre, segundos atrás.

Ni siquiera sabía que estaba exteriorizando su culpa.

Conversaron un poco más, pero el ánimo entusiasta del inicio que había tenido JongHyun no había sido el mismo. Después de media hora de charla, el hombre mayor anunció que debía irse. JongHyun estaba por despedirse, pero su padre habló antes.

¿Las cosas con JinKi tienen arreglo?

No lo sabía. La verdad, era que creía que las cosas con JinKi se habían quebrado, y las cosas quebradas no podían arreglarse. Aunque pudieran pegarse, siempre quedaba algo que las delataba como dañadas.

—No lo sé —confesó en un murmullo, no pudiendo ver los ojos de su padre.

Pues, yo no es que quiera meterme, pero inténtalo, hijo. JinKi siempre te ha hecho bien, lo hacía, y estoy seguro que lo seguirá haciendo—dijo con una calidez que abrumó a JongHyun.

Todos le habían dicho que JinKi lo amaba, que él amaba a JinKi, pero ninguno le había mencionado algo como eso. Le sonrió débilmente, y asintió, creyendo en las palabras de su padre. JinKi le hacía bien.

Notas finales:

Gracias por leer!!! :D


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