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Recuérdame por Na Na

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JongHyun caminó hacia la sala de espera en el piso tres del Hospital de la Universidad Nacional de Seúl. No había mucha gente por los pasillos y no supo qué pensar: si no había gente enferma y los doctores estaban tomando un merecido descanso, o si no había doctores y los pacientes agonizaban. Sacudió la cabeza tratando de no pensar en ello y avanzó hacia donde debía. De lejos, pudo ver a JinKi sentado, sus codos apoyados en sus rodillas y la cabeza entre sus manos. Vio que a su lado había una pareja y se sorprendió de ver a TaeMin junto con una joven, tomados de la mano. Podía ver el rostro preocupado del chico, y se acercó presuroso, pero no fue notado por ninguno de los presentes, hasta que habló.

—¿Hyung? —Fue cauteloso, porque no encontraba otra forma de hablar.

JinKi levantó la cabeza en seguida y lo miró, sus ojos muy abiertos. Bajó las manos de a poco mientras sus ojos bailaban en los del escritor.

—Jong... —murmuró. Se levantó despacio, mirando a TaeMin, quién charlaba con NaEun, y se acercó un poco a él—. ¿Qué haces aquí?

El rubio hizo un mohín. JinKi se veía abatido y no podía ser para menos. Eran las seis de la mañana y sabía que no había dormido. A veces llamaba al menor de los Lee para preguntar por él, y TaeMin le había dicho que no estaba durmiendo bien, que se estaba desvelando por el trabajo y demás. Y, sobre todo, por esa noche.

—Vine tan pronto pude —respondió. JinKi desvió la mirada, avergonzado.

La madre de JinKi había tenido un accidente en la madrugada. La mujer había llamado al 119 y una de los paramédicos que la atendió llamó a JinKi. El publicista, que continuaba despierto en un ataque de insomnio, levantó a TaeMin y, en un impulso, llamó a JongHyun. El menor respondió, preocupado y preguntó qué sucedía. Al inicio JinKi se mostró reticente a decirle, pero JongHyun insistió, sobre todo porque eran las 4:30 de la mañana. El mayor, calzándose de prisa y gritándole a TaeMin para que se apresurara, le explicó que su madre había resbalado por la escalera y se había fracturado la cadera. Le dijo que estaba yendo al Hospital de la Universidad de Seúl, que lamentaba haberlo despertado, y tan solo colgó. No le dio tiempo a JongHyun de decir nada.

El escritor sabía que debía ir. JinKi se había escuchado preocupado, casi desesperado, y era muy obvio que necesitaba apoyo. Además de que esa era la oportunidad perfecta.

Había hablado con KiBum el día anterior. Después de haber calmado a TaeYeon, que había llamado incansablemente a su puerta el día del mensaje de JinKi, llamó al diseñador pidiendo que almorzaran juntos porque necesitaba hablar con él. KiBum conocía un poco mejor a JinKi, y a JongHyun, y sabría cómo consolarlo. Necesitaba que alguien lo aterrizara y le hiciera ver la situación desde otro punto de vista, y KiBum era bastante directo para esas cosas.

Habían quedado en un restaurante cercano al departamento del escritor, y le contó a su amigo todo lo que había sucedido: desde cómo sintió la partida de JinKi del departamento, hasta las lágrimas que había derramado cuando le llegó el mensaje de que los papales estaban listos. Le explicó que quería recuperarlo, que lo quería de vuelta con él, y que no tenía la menor idea de qué hacer. El diseñador le tomó la mano sobre la mesa, se la apretó y le dijo que estaba feliz de que dejara de ser un idiota. Eso lo hizo reír, y eliminó la tensión que había entre ellos. KiBum sonrió, y le recomendó que lo mejor era acercarse a JinKi de a poco, planear encuentros casuales, una que otra salida en la que mágicamente aparecía JongHyun alegando que no sabía que JinKi iría, y recuperar, primero, su amistad.

—Es como conquistarlo, de nuevo. Aunque creo que fue JinKi quién lo hizo —comentó el diseñador, bebiendo de su botella de soju.

JongHyun sonrió y asintió. Al final, quedaron en aprovechar cada oportunidad, por pequeña que fuera, para que él hablara con el publicista. Y tenía una, con la llamada de la madrugada.

Se sentía mal por usarla, pero, una oportunidad era una oportunidad y no podía darse el lujo de perderla.

Se vistió tan pronto pudo, y buscó una cafetería abierta, comprando una docena de donas y tres cafés con leche, pensando que solo serían los hermanos Lee y él. No recordaba a alguna hermana, o prima, aunque por la cercanía que se tenían parecía pareja.

El rubio dejó la comida en la mesa ratona, indicándole a TaeMin y a la joven que bebieran y comieran, y se acercó de nuevo a JinKi, quien tenía la cabeza gacha y las manos en la cadera.

—¿Cómo está tu mamá? —cuestionó con suavidad una vez frente a él, queriendo encontrar su mirada.

JinKi pasó las manos por su cara, en un intento de querer eliminar el cansancio que sentía.

—Lleva poco menos de una hora en el quirófano. Dijeron que le harían un reemplazo de cadera y no nos han dicho nada más —susurró, desviando la mirada.

Se sentía culpable por haber llamado a JongHyun, pero se sentía desesperado y fue la primera persona que se le pasó por la cabeza. Fue un impulso, el querer avisarle acerca del accidente. Y tenerlo ahí, frente a él, sabiendo que había interrumpido su sueño, y su calmada vida sin él, lo llenaba de una culpa que no sabía si era correcto sentir o no.

El escritor, por otro lado, arrugó el ceño debido a la preocupación. JinKi se veía agotado, hasta algo culpable, pero no podía pensar en el motivo. No era su culpa que su madre estuviera en cirugía, no había forma de que hubiese evitado el accidente. Respiró profundo, queriendo ganar algo de valor para lo que iba a hacer, y subió sus manos hasta el rostro del publicista, acunándolo.

Los ojos del mayor se abrieron de golpe, y giró el rostro para ver a JongHyun; sus ojos eran dos pozos llenos de ternura que se negó a creer que veía.

—Ella estará bien —susurró, con la confianza en cada una de sus palabras, acariciando las mejillas del mayor.

Entonces lo abrazó: el escritor rodeó el cuello del publicista con sus brazos, atrayéndolo a él, queriendo transmitirle algo de calma.

Sintió a JinKi algo tenso entre sus brazos, y casi se arrepintió de haberlo hecho. Estaba pensando en una excusa que decir para cuando se separara de él, pero se quedó en blanco cuando sintió como el alto rodeaba su cintura con sus brazos, hundía su rostro en su cuello, y se aferraba a él, como si hubiera sido eso lo que necesitaba.

JongHyun cerró los ojos, sintiendo la respiración de JinKi en su cuello. Le acarició el cabello, y se dejó abrazar, aun cuando la respiración le fallaba, y con el riesgo de que el otro pudiera sentir su corazón latiendo fuerte dentro de su pecho.

 

 

***

 

 

Después de cinco días hospitalizada, la mamá de JinKi fue dada de alta y regresó a su casa, acompañada de su hijo mayor y de una enfermera que él contrató, al menos para los primeros días. JinKi insistió en mudarse con ella y la mujer no se opuso. Fue así, que JongHyun aprovechó eso para visitar a JinKi, y también a su madre.

JongHyun siempre llegaba por las tardes, poco después de las seis, cuando JinKi estaba preparando la cena, o bien llegando del trabajo. Los primeros días que llegó a esa hora ponía de excusa que se había entretenido en la tarde, que se quedó dormido o la típica: que pasaba por el barrio.

Para el viernes, sin embargo, se decidió a ser directo por dos motivos: necesitaba que el otro supiera que quería acercarse a él, y porque se había sentido celoso.

JongHyun había llegado casi seis y media ese día. Se dijo que a esa hora JinKi ya estaría terminando de cocinar, y no tendría más opción que invitarle la cena, porque bien sabía que la mamá de JinKi no lo dejaría irse con el estómago vacío. Respiró profundo, casi sonriendo y tocó la puerta de la casa, esperando paciente a que la puerta le fuera abierta. Cuando JinKi apareció en su campo de visión a su campo auditivo le llegaron risas desde la cocina. Eran de un hombre, y de la mamá de JinKi. Fingió una sonrisa calmada mientras miraba a mayor.

—¿Hay alguien más? —cuestionó modulando el tono de voz y la forma en que hablaba, descalzándose e ingresando.

JinKi respondió con una afirmación, caminando hacia la cocina. Cuando el escritor llegó al umbral, pudo ver a la señora riendo divertida, y a otro hombre, de espaldas a él.

—JunMyeon ah. —El otro hombre detuvo sus risas y miró a JinKi—. Te presento a JongHyun ssi.

El escritor ignoró el honorífico para enfocarse en el nuevo. Cabello castaño, ligeramente despeinado; piel pálida, casi se veía de porcelana; y facciones delicadas, demasiado para tratarse de un chico. Era atractivo, tenía que admitirlo, al menos para sí mismo porque nunca lo haría en voz alta.

JunMyeon, al girarse, creyó que JinKi le pediría quedarse a cenar, porque no lo había hecho todavía, pero se asustó al ver a JongHyun ahí. Se suponía que habían terminado, que no se veían, y que ya JinKi había vendido su parte del departamento. ¿Qué hacía el hombre ahí? A pesar de su incomodidad, sonrió, se puso de pie e hizo una reverencia, presentándose correctamente. Fue consciente de la mala mirada que el otro le dio, y se tensó en seguida. De pronto, había perdido el apetito que estaba empezando a tener.

JongHyun se sentó, rígido, al lado del cara de porcelana después de saludar a la mujer, preguntándole cómo estaba. Una breve conversación, y luego JunMyeon anunció que se iría. El escritor sonrió, tratando de no lucir muy entusiasta, y lo miró. Sin embargo, a pesar de celebrar que el otro ya se iba, su humor cambió al escuchar que JinKi le pedía que se quedara, al menos a cenar. Eso encendió todas las alertas en su cabeza. ¿Al menos? ¿Qué significaba eso? Prestó más atención a la conversación de esos dos, y pudo vislumbrar un brillo raro en los ojos del cara de porcelana, uno que hizo que su pecho se contrajera de coraje y unas ganas de sacarlo de la casa lo atacaron repentinamente. Estaba teniendo un ataque de celos, y todo por un niño, porque estaba casi seguro que era menor a ellos. Despidió a JunMyeon con un leve asentimiento y una sonrisa falsa, y vio como la mamá de JinKi y su hijo iban hasta la puerta a despedir al chico.

Respiró profundo, y pensó que eso era lo que se hacía con las visitas, era normal, eran corteses, y era una molestia para JongHyun.

Se levantó para revisar la comida. Sabía que a nadie le molestaría si lo hacía, y necesitaba algo con lo que mantener la mente ocupada. Escuchó pasos acercarse, pero se abstuvo de ver al umbral porque los reconocía. Era JinKi.

—Déjame servir —pidió el mayor, caminando hacia la alacena y sacando platos. JongHyun tomó los que sacaba y empezó a hacerlo él. Aunque el publicista le dijo que no era necesario, él insistió. No obstante, JinKi lo ayudó con lo demás. Fue así como la mesa estuvo lista, casi con todo servido. Solo faltaba el arroz.

JinKi se sentó en la mesa, mirando al menor servir lo que faltaba. Había una pregunta que estaba atorada en su garganta, y debía hacerla, así que la soltó.

—¿Por qué llegaste a esta hora?

—Quería verte también —dijo mirándolo a los ojos, en lo que atapaba la olla, y tomaba los platos para llevarlos a la mesa.

JinKi se quedó congelado ante lo que había escuchado, su corazón latiendo más rápido de lo normal y su mente repitiendo lo que había dicho el menor. No esperaba esa respuesta, de hecho, se negaba a creerla.

Le agradaba que JongHyun estuviera ahí porque le hacía compañía a su madre, y le estaba algo agradecido, pero no podía ir y decir una mentira como esa, no en su cara. Sin embargo, el regocijo en su pecho fue inevitable, e hizo todo a su alcance para que no se viera nada reflejado en su rostro como una sonrisa.

No podía ser cierto, se negaba a creerle. Por ello, no supo qué responder, preguntándose cómo el otro podía decir esas palabras como si hablara del clima.

Sin embargo, no era así.

Esas tres palabras habían supuesto un gran esfuerzo para el escritor, sobre todo por lo triste que se sentía. El miércoles de esa semana terminó todos los asuntos pendientes con ByungHee, y finalmente había firmado el contrato de compra y venta del departamento. Ese día no visitó a la mamá de JinKi, se encerró en su departamento, oculto bajo las sábanas, siendo completamente consciente de cómo ya estaba separado de JinKi. Y, bien sabía, que ese día no podría lidiar con las frías interacciones que tenía con el mayor. JinKi se esforzaba en casi no hablarle, en esquivarle la mirada, y no habría podido con nada de ello.

Ese día, se decidió a ser directo.

El mayor preguntó, en un murmullo, qué era lo que había dicho, y JongHyun repitió su respuesta, sirviendo los platos de comida en la mesa, colocándolos en los lugares de cada uno.

JinKi se vio muy tentado a preguntarle por qué. Ya no tenían nada de qué hablar, porque hasta ya lo del departamento estaba resuelto, y no podía pensar en alguna razón, porque sin duda alguna no creería que tan solo quería verlo. Abrió la boca para dejar escapar la pregunta, pero su mamá entró en la estancia, cortándole toda oportunidad.

Se puso de pie, quedándose cerca a la mujer, por si resbalaba o si necesitaba apoyo.

—Ya veo que la mesa está puesta —comentó risueña, mirando al escritor—. JongHyun, hijo, no te hubieras molestado.

El aludido negó con la cabeza.

—No es molestia alguna —sonrió.

Los tres se sentaron en la pequeña mesa redonda que se situaba en medio de la cocina. Aunque la casa tenía un pequeño comedor, la mujer siempre había preferido comer ahí. Conversaron de trivialidades, pero JinKi no dejó de ver a JongHyun. Su motivo para estar ahí seguía rondándole la mente, haciéndolo pensar. No le creía, claro que no. Hacerlo era retroceder en su decisión de olvidarlo, porque entonces estaría pensando, aunque fuera inconsciente, en que tendría una oportunidad. Y ya no había oportunidad, de ningún lado.

—JinKi, ¿lo conoces?

El llamado de su madre lo sacó de su ensimismamiento, y la miró. Tanto ella como JongHyun lo miraban, y carraspeó disimulado, disculpándose por estar distraído y preguntando a quién conocía.

—A Byun BaekHyun —repitió la mujer—, el fotógrafo del que hablaba JongHyunnie.

JinKi miró a su mamá, hablando cariñosamente del menor. Se preguntó si, diciéndole lo que había ocurrido entre ellos, ella continuaría siendo dulce con el escritor, pero se dijo que no lo haría. No podía ser tan infantil y rencoroso, aunque quisiera. Esa no era la actitud que un hombre adulto debía tener.

—Me suena, ¿por qué?

JongHyun se mordió el labio cuando escuchó eso por parte de JinKi. No tenía derecho a sentirse molesto con el mayor porque había olvidado el nombre de su fotógrafo favorito, pero no pudo controlar el dolor que su pecho sentía. Sonrió, irónico y triste, sabiendo que lo que él estaba sintiendo en ese momento era lo que JinKi llevaba sintiendo desde que él había tenido el accidente. Las ganas de llorar lo atacaron, pero trató de aplacarlas, parpadeando un poco y aclarando su garganta.

—Hará una exposición de sus fotografías mañana —comentó de manera distraída, en lo que tomaba comida de un plato de acompañamiento—. Decía que sería buena idea ir a verlo. —Se encogió de hombros.

—¿Fotografías de qué? —quiso saber la mujer.

JongHyun la miró con una sonrisa entusiasta y los ojos cargados de emoción y JinKi se vio contagiado de ello, no pudiendo hacer algo para detener la sonrisa que nació en sus labios al verlo de esa forma. Se aseguró, sin embargo, de no hacerlo tan profundo.

—No tienen un tema en específico. Él tan solo toma fotos aleatorias, de cosas que le gustan, que le inspiran, y presenta las mejores. Es tan... talentoso —remarcó con la voz cargada de emoción—. Más que objetos o personas, lo que su lente captura son momentos, sentimientos, esencia... —Suspiró satisfecho, con una sonrisa alegre adornando sus labios—. Me encanta su trabajo.

Entonces fue cuando JinKi recordó.

—Es tu fotógrafo favorito.

JongHyun lo miró de prisa, sonriendo emocionado y asintió.

Entonces JinKi se vio atrapado en la mirada del rubio. Era entusiasta, encantadora, brillante, y de la misma forma, se vio envuelto en un aura de calidez y complicidad que no había sentido desde el accidente. Sabía que extrañaba eso, esa clase de comodidad con JongHyun, pero no estaba muy consciente de cuánto.

La mamá de JinKi, espectadora directa de la interacción entre ellos se decidió a actuar.

—Vayan ustedes —comentó, rompiendo el contacto visual entre ambos, sin sentirse culpable, y sonrió—. JinKi ha tenido una semana completa sin distraerse...

—Mamá —interrumpió el publicista.

—… y salir no le caería mal —finalizó la mujer, ignorando a su hijo—. ¿Por qué no lo llevas, JongHyun?

El aludido miró al mayor con los ojos llenos de timidez, y una sonrisa corta, pero emocionada. El corazón de JinKi latió de prisa y un escalofrío le recorrió el cuerpo.

—¿Me acompañarías? —cuestionó el escritor.

JinKi quiso negarse, de verdad. No podía ceder ante las peticiones de alguien que no lo quería, ni siquiera por petición de su madre. Sin embargo, para cuando quiso darse cuenta, había asentido varias veces, sonriendo cuando la sonrisa de JongHyun se ensanchó. Y renegando de la felicidad que sentía en ese momento.

 

 

***

 

 

Había una larga fila tras él, también deseando entrar en la galería. JongHyun estaba entre las primeras quince personas y eso gracias a que se había levantado temprano para poder estar rápido en el lugar. Estaba emocionado, pero también nervioso, y ansioso. JinKi había aceptado acompañarlo, pero no sabía si en verdad iría. Su mamá había estado presente y el mayor no se mostraría maleducado. Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos. No podía desconfiar de JinKi de esa manera, no creer en su palabra. Mordió su pulgar y esperó un poco más. La galería abriría a las once y faltaban quince minutos; quince minutos en los que esperaba ver a JinKi llegar.

Respiró profundo, intentando calmarse. El publicista le dijo que se iría de su vida, pero le había aceptado esa salida. No se quejaba, de hecho, pensaba que era algo bueno. Eso le daba esperanza de que el otro no se negara a alguna salida futura. Sonrió pensando en ello y se dio la vuelta para ver la larga fila, pero su mirada fue atrapada por JinKi.

El mayor vestía semi formal, con una camisa azul y los primeros botones abiertos. Su cabello no estaba completamente peinado y eso le daba un toque fresco. Se veía atractivo, más de lo que había esperado verlo. Tragó saliva con fuerza en lo que levantaba su brazo para atraer su atención. Al verlo, JinKi le sonrió amplio y se acercó de prisa.

—Cuando me dijiste que estabas al frente no creí que sería tanto —comentó. Lo saludó con una venia y un hola que fue correspondido.

—Vine temprano a hacer cola. —Se encogió de hombros. JinKi le sonrió y se paró a su lado. JongHyun podía oler su perfume y de manera disimulada le dio un largo respiro. Le gustaba demasiado ese olor—. ¿Sabes? Estuve pensando que, después de la exposición podríamos, no sé, ir a comer —comentó casual, encogiendo un hombro—. Saldremos poco más tarde del medio día así que...

—Me parece bien —interrumpió JinKi, dándole una rápida mirada antes de regresarla al frente, aunque no hubiera más que la puerta del lugar.

El publicista se notaba calmado, ni emocionado ni indiferente. De todas formas, el corazón de JongHyun latió de prisa al escuchar su respuesta positiva. Iba por buen camino. Además, de que así tendría a JinKi por más tiempo para él, negándole la posibilidad a cualquier otro que quisiera salir con él.

Faltaban unos cuantos minutos más, y en ese tiempo ninguno dijo nada. JongHyun agradecía que no hablara acerca del departamento. Aunque ya había firmado los papeles y comprado la otra parte, una sensación amarga en la boca del estómago cada que recordaba ello lo hacía sentir pésimo. No había querido que las cosas resultaran de esa forma, pero no tuvo más opción. Aunque hubiera querido retrasar la compra, JinKi nunca habló con él de nuevo, no hasta que se vieron en el hospital, y las pocas interacciones que habían tenido habían sido frente a la madre del mayor, y no le parecía correcto intentar persuadirlo de ello en medio de la situación de la salud de su mamá.

Carraspeó, sintiendo un nudo en la garganta al pensar en que ya nada los unía.

Escuchó los murmullos de la gente delante de él, y entonces se fijó en la puerta de la galería. Una de las coordinadoras del evento la abrió y permitió el paso de las personas. JongHyun inconscientemente se pegó a JinKi, y juntos ingresaron.

El lugar era amplio, tenía dos pisos y en medio de estos había paneles con más fotografías. En algunas paredes había una ampliación gigante de alguna foto, y en otras había un conjunto de otras más pequeñas.

JinKi iba al lado de JongHyun, viendo las imágenes, pero más enfocado en la reacción del escritor. Podía notar el brillo en sus ojos, y la emoción en su voz cuando comentaba con él alguna de ellas. No iba a negarse que le gustaba mucho verlo de esa forma, feliz, animado, apasionado por algo que quería. Desde el accidente, y al compartir techo con él, lo había visto ensimismado, triste, perdido, y aunque había intentado regresar la alegría y el sentido a su vida no había podido hacerlo. Se preguntó, entonces, por qué esa exhibición no se hizo un par de semanas antes para poder él llevarlo y regalarle ese pequeño momento de felicidad. Sonrió con tristeza, caminando tras el menor.

Si tan solo las cosas fueron diferentes en ese momento.

Aunque se dijo que lo olvidaría, que lo dejaría de lado, no había podido rechazar su invitación. Verlo tímido, con la expectación en sus ojos y una tímida sonrisa habían podido con él. Y no se arrepentía, o al menos no del todo. Eso era justo lo que no debía hacer si quería olvidarlo: salir con él. Sin embargo, ahí estaba, deseando poder tomar su mano, y ser más abierto con él y decirle todas las teorías locas de cómo y por qué Byun había hecho esa fotografía.

JongHyun se detuvo ante una fotografía de unas manos entrelazadas, e hizo lo mismo.

El escritor observó la foto. Por lo que parecía, eran manos de hombres, porque ninguna se veía fina y delicada. Entonces miró de reojo a JinKi, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Suspiró bajando la mirada. Le hubiera gustado entrelazar sus manos, acariciarla con el pulgar y hacerle saber que estaba ahí. Le gustaría imitar la foto con el publicista.

Observó la gigantografía a su frente y un recuerdo lo asaltó. Unas manos, la suya y la de JinKi, juntas, y la sonrisa enorme del publicista junto con sus ojos cargados de emoción.

—No te besé —murmuró, y miró directo a JinKi. El mayor lo había escuchado balbucear porque lo miró—. Fue frente a una foto parecida cuando me confesé —continuó—, y no te besé.

Los ojos de JinKi se extendieron de prisa ante lo que escuchaba. Su respiración se agitó y sintió el escozor en sus ojos. ¿Por qué escuchaba eso, en ese momento? Regresó la mirada a la fotografía, y fue peor. El recuerdo de la primera vez que había entrelazado su mano con el menor llegó a él y las lágrimas se agolparon en sus ojos. Se sentía tan débil en ese momento...

Asintió, parpadeando varias veces y mirando al techo.

JongHyun no había querido ver a JinKi llorar, así que se sintió mal por haber compartido ese recuerdo con él. Creyó que lo haría sonreír, o que al menos comentaría algo divertido al respecto, pero había tenido una reacción distinta a lo que esperaba. Evitó hacer otro comentario, o siquiera suspirar pesado.

—Me alegra saber que estás recordando más cosas —murmuró el mayor, sorbiendo la nariz y mirando de nuevo la fotografía.

Se quedaron en silencio unos momentos más, sin que JongHyun supiera qué decir, hasta que JinKi habló.

—¿Quién crees que haya ayudado a Byun a tomar la fotografía?

JongHyun sonrió alegre de que la voz del mayor, aunque un poco nasal, sonaba divertida. Rio entre dientes y se encogió de hombros.

—Tal vez le pidió permiso a una pareja para hacer la foto.

—¿Y si fue él y su pareja? Porque tiene novio, ¿no?

JongHyun hizo un sonido de afirmación, recordando la cara de la pareja de Baekhyun. El fotógrafo había subido algunas imágenes con el hombre, en casi todas quejándose que al otro no le gustaban las fotografías. Rió entre dientes, y negó con la cabeza.

—No creo que Park ChanYeol ssi lo haya ayudado. No le gustan las fotografías.

Notó, de reojo, cómo JinKi ensanchó su sonrisa.

—¿Y si la tomó a escondidas? ¿Cómo crees que hubiera reaccionado Park ssi? —preguntó el mayor, entusiasta. 

—Supongo que borrando la foto y haciendo a Byun BaekHyun ssi tomar otra. —Rió entre dientes, y miró el mayor—. ¿Te imaginas su cara al ver a la pareja dejándole tomar la foto, y él todo triste por no poder hacer lo mismo con su novio?

JinKi rió entre dientes, y después de unos instantes lo miró.

—Lamento haberte mentido, haberte dicho que me besaste.

JongHyun le sonrió tranquilizador y negó con la cabeza.

Cómo me encantaría hacerlo ahora.

 

 

***

 

 

Lee Joon fue el primero en darse cuenta, aunque no le sorprendería ser el único, en realidad. A veces JinKi podía ser muy despistado.

Tenía a JunMyeon sentado a su lado derecho y a JinKi en el izquierdo, en una mesa para cuatro personas. El menor de los tres le hacía conversa a su amigo, y era bastante obvio, al menos a sus ojos, el brillo y la emoción con la que le hablaba. Se apoyó en la silla y se cruzó de brazos, viendo como los otros dos hablaban entretenidos. JinKi se veía normal, sin notar lo que realmente pasaba.

No estaba molesto, a pesar de que lo estuvieran ignorando en la comida. De hecho, estaba intrigado. Sabía que JunMyeon era un buen chico, además de tranquilo y centrado. Eso era justo lo que JinKi necesitaba: estabilidad. Sonrió con suavidad al escucharlos reír y esperó que pronto JinKi se diera cuenta de lo que estaba pasando. Había visto a JunMyeon pasar por la oficina de JinKi, algunas veces con un café, otras con un dulce; durante algunos almuerzos los invitó, tanto a JinKi como a ChangSeon, a un restaurante de pollo a unas pocas cuadras del lugar.

Lee Joon no era tonto; JinKi tampoco, pero era algo ingenuo a veces.

Estaba meditando sobre si intervenir o no. Claro que no haría nada para forzarlos a estar juntos, pero podría ayudar a JunMyeon de manera sutil.

Y lo haría en ese momento.

—Oh, miren la hora —comentó mirando su reloj de pulsera, atrayendo la atención de los otros dos—, prometí llamar a MiYoun hace quince minutos.

—¿MiYoun está bien? —cuestionó JinKi, mirándolo preocupado.

ChangSeon le dijo que sí, que era sobre una reunión con su madre, cosas de pareja. Salió del local diciendo que regresaría pronto y marcó a MiYoun.

—Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿A qué no sabes quién pretende a JinKi? —sonrió pícaro, sabiendo que su novia estaría igual.


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