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Recuérdame por Na Na

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El salón de eventos de uno de los hoteles de Shim ChangMin era la sede de la Feria del Libro en Seúl. Muchas editoriales participaban, incluyendo la de JongHyun. JiEun le había dicho días atrás que tendría un stand en el evento, y que aunque solo sería por un día, esperaba que pudieran tener la atención de los visitantes. Llegó temprano, treinta minutos antes de que todo iniciara, y ayudó a ordenar los ejemplares de sus libros. Se encontró con algunos de sus colegas de la editorial, y algunos de otras, y charló con ellos un poco antes de que las puertas del salón se abrieran y empezara la feria.

No tuvo que esperar mucho para tener a algunas personas en su stand, saludándolo, dedicándole buenos deseos y pidiendo autógrafos. Estuvo así gran parte de la mañana, disfrutando de cada persona que se acercaba y le decía que sus obras habían tocado algo en ellos. Se sentía orgulloso, y feliz. Hubo un momento en el que tuvo una cantidad considerable de personas a su alrededor, y a pedido de algunas leyó un fragmento de uno de sus libros anteriores. Compraron algunos ejemplares, y él los firmó todos, con dedicatorias. Entre ese grupo vio a la camarera que lo atendió en la cafetería cuando fue a ver a SooJung.

—Para Kim YeRim —dijo mientras escribía en las primeras hojas del libro—. Ha sido un gusto verte de nuevo, Yerim ssi.

—El gusto ha sido todo mío, JongHyun ssi. Espero verlo de nuevo por la cafetería. —Le hizo una reverencia y se marchó.

JongHyun la vio irse, sonriendo, y se apoyó en el espaldar de la silla. Cruzó los brazos y dio un vistazo alrededor. Había personas de todas las edades, incluso algunos niños arrastrando a sus padres. Se estaba riendo divertido de ello cuando, debido a la sorpresa, dejó de hacerlo.

JinKi y JunMyeon estaban ahí.

Estaban animados, hablando entre ellos, parecía que del libro que el mayor tenía entre sus manos. JongHyun se congeló, pero el dolor en su pecho, antes inerte, bullía con intensidad, recordándole que todavía continuaba allí. Sentía el escozor en sus ojos y clavó sus uñas en su palma en un intento por tener el control de sus emociones. Parecía funcionar, a medias.

Lo que tampoco se esperó era que ellos se le acercaran, ambos sonriendo en su dirección y tan juntos que sus hombros casi se rozaban.

JongHyun mordió su lengua.

JinKi lo nombró con entusiasmo, pero sin levantar mucho la voz. JunMyeon acentuó su sonrisa y el escritor intentó imitarlo, pero no supo si tuvo éxito o no.

—Es una alegría verte aquí —comenzó el mayor de los tres, sonriendo con sinceridad—. JiEun me comentó algo al respecto, y convencí a JunMyeon de que me acompañara.

El aludido asintió y tomó uno de los ejemplares de un libro de poemas de JongHyun, el libro en el cual el poema favorito de JinKi estaba.

—No tengo su número, Kim JongHyun ssi, así que no tuve oportunidad de agradecerle que explicara el fin de su relación con JinKi hyung y haciendo que los comentarios negativos hacia él cesaran—sonrió, inocente, y el escritor no supo si era verdad su agradecimiento o una forma de recordarle que JinKi y él ya no eran pareja. 

Sonrió y asintió.

—No tienes que agradecerlo, lo hice porque fue lo correcto.

JunMyeon asintió.

—No tengo ni uno de sus libros firmados, ¿le importa hacerme el honor?

El retintín en la pregunta del menor no pasó desapercibido para el escritor, quien hizo su mejor esfuerzo para no hacer una mueca y asintió. Debía ser JongHyun, el escritor no JongHyun, el hombre celoso, y accedió. Firmó el libro que JunMyeon le pasó, tan solo un autógrafo y un que disfrutes de esta colección, y el menor procedió a pagarlo. En ese lapso, JinKi se acercó más a él, con las manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Todo bien? —cuestionó.

JongHyun lo miró. JinKi lo miraba sonriente, y él sonrió en respuesta, pero a diferencia de otras veces, fue una sonrisa melancólica, casi triste. El castaño se veía calmado, como si hablar con él fuese como hablar con un viejo amigo. JongHyun no quería eso, no quería ser su amigo, quería ser más.

JinKi incluso se veía más alegre que cuando estaba con él, y eso solo podía lastimarlo un poco más.

Se sentía egoísta. Él amaba a JinKi, estaba seguro de eso, pero deseaba que su felicidad fuera con él, no con alguien más. Quería decirle que no, que nada estaba bien desde que se había marchado, que su vida cada día era un poco más caótica y que a veces no podía dormir por estarlo pensando; que deseaba mucho que regresara con él, que cocinara para él, que lo tratara dulce como antes, que lo amara, y que le diera la oportunidad de hacerlo. Sin embargo, no tenía la valentía para decirle aquello, y antes de que pudiera responderle con una mentira, JunMyeon se puso en su campo visual, con una sonrisa enorme y otro de sus libros abierto ante él. También lo firmó, y después de un intercambio cordial de palabras, la pareja se fue.

JongHyun los vio irse con la esperanza de que JinKi lo regresara a ver, que le diera una última mirada, pero no ocurrió. Se sentía cada vez más ajeno a JinKi y no había absolutamente nada que pudiera hacer.

No tuvo más tiempo para regodearse en su miseria porque más personas llegaron, algunos nuevos, otros que ya conocían su trabajo.

Y el resto de la tarde pasó así, con personas yendo y viniendo, y él atento a su alrededor, vigilando si JinKi no estaba cerca y él pudiera hablarle, aunque fuera unos minutos. El mayor no apareció de nuevo y él se resignó a no verlo.

Cuando la tarde cayó y el evento, por ese día, estaba llegando a su fin, algunos de sus colegas lo invitaron a comer. No los rechazó, más por cordialidad que porque tuviera ganas. Estaba algo decaído, y lo que realmente quería era fundirse en su cama, pero también tenía hambre, así que no se le hizo tan difícil de soportar.

Se entretuvo con las historias de los demás escritores, de sus anécdotas en eventos anteriores y en cómo el nuevo lugar favorecía a que la gente asistiera. La pequeña reunión lo entretuvo y lo distrajo de sus propios pensamientos. Se divirtió y al final de la noche quedó de salir de nuevo con ellos en alguna ocasión futura.

Le hizo compañía a una de las escritoras hasta que el taxi que ella pidió llegara, y él caminó un poco, disfrutando del frío aire de la noche. No tenía deseos de ir a su departamento todavía, porque no quería que la sensación de tranquilidad se fuera tan pronto. Sin embargo, esta se drenó de a poco, y cuando ya no quedó nada de ella paró un taxi y regresó a su casa.

El silencio y la soledad lo recibieron, abrumándolo tan pronto puso un pie dentro.

Le era difícil no pensar cuando estaba solo, y era más difícil controlar sus pensamientos para que no se lo comieran vivo. Pero, aunque intentara con ahínco, no podía evitarlo por mucho tiempo.

Se sentó en el sofá repasando lo que había sucedido ese día, e inevitablemente pensó en JinKi y JunMyeon, pero sobre todo en JinKi. Se sentía pésimo al saber que no había nada que él pudiera hacer para mejorar la situación. Si tan solo no hubiera sido tan terco al inicio, si hubiera abierto los ojos, en ese momento estaría al lado de JinKi, disfrutando de su compañía. Se dejó rodar por el sofá, sus piernas abiertas y casi recostado por completo en el asiento. Suspiró pesado, cansado, pensando en que no le quedaba más que la resignación de saber que JinKi no regresaría con él porque ya tenía a alguien.

—Tal vez yo también necesito a alguien —murmuró, antes de levantarse e ir por una ducha.

A veces, el agua podía llevarse con ella los pensamientos inútiles.

Notas finales:

Como regalo de navidad, les publicaré el siguiente también :3


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