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Recuérdame por Na Na

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Los días pasaban a una velocidad que sorprendía a JongHyun. Un día era lunes, cerraba los ojos y ya era miércoles; los abría de nuevo y ya era sábado. Se sorprendía por ello y no había nada que él pudiera hacer para hacer que el tiempo fuera más lento. Se sentía parte de un bucle del que no podía salir.

En todos esos días que no notaba que pasaban, había podido casi finalizar su manuscrito. Le faltaba un capítulo y el epílogo, y estaba luchando con el final del capítulo.

 

Sabes que siempre te amaré, ¿no es así?

Lo sé.

 

JongHyun dejó de escribir en ese momento. Se preguntaba si de verdad se podía amar de esa manera. Nunca se lo había planteado cuando se trataba de KiBum, pero con JinKi era diferente, él sentía deseos de amar de esa forma al mayor, para siempre.

Entonces hazlo, le susurró una voz en su cabeza.

Y fue como si reaccionara, como si algo hubiese hecho click en su cabeza y le dijera qué era lo que tenía que hacer.

Movido por una fuerza de voluntad que no había sentido antes, bajó la tapa de su computadora y corrió hacia la salida tomando sus pertenencias y una chaqueta del perchero. Se apresuró al ascensor y tan pronto estuvo en la calle paró un taxi y le dio la dirección del apartamento de JinKi.

Le diría todo lo que sentía. Sí, el mayor no quería escucharlo, pero JongHyun se lo diría de todas formas. Estaba cansado de sentirse culpable porque no le podía explicar las cosas, porque el otro creyera que no lo había querido ni que había sido serio con retomar su relación. Iría y le diría todo lo que pensaba y sentía, aun con el riesgo de que el mayor lo botara, despreciara o rechazara, porque iba a hacer una confesión. Una confesión que debió hacer hacía mucho.

Mordía su dedo pulgar mirando por la ventana mientras pensaba qué decirle exactamente. Era escritor, las palabras debían ser sencillas para él, pero en ese preciso instante su mente estaba en blanco. ¿Cómo se suponía que recuperaría a JinKi? Era un desastre. Podría empezar por ahí, diciéndole que desde que se había ido era un desastre con piernas.

Estaba cavilando en las palabras a decir cuando sintió al auto detenerse y miró por la ventana a su lado y luego por el parabrisas. Había un accidente a unos autos de distancia y sabía que no se movería de ahí en un buen tiempo. Y no podía darse el lujo de demorarse.

—Me bajo aquí —anunció al conductor, le pagó y salió del vehículo.

Estaba como a siete cuadras del departamento del mayor y caminar tal vez lo ayudaría a aclararse, a tener ideas para saber exactamente lo que iba a decir para recuperar el amor de JinKi. Sin embargo, lo que obtuvo fue lluvia. Una, rara para la época, épica e inclemente lluvia cayó sobre él, como una escena cliché de un libro, empapándolo. Pero la disfrutó, a diferencia de otros transeúntes que corrían buscando refugio. Caminó bajo ella, tranquilo, porque le gustaba. Aunque no lo ayudó a pensar en algo qué decir, lo alegró y calmó un poco. Desde hacía semanas que estaba triste pensando en lo que había pasado en ese tiempo. Como si fuera un castigo, muchos de sus recuerdos habían regresado a él, y la mayoría lo tenían a JinKi de protagonista, y cada uno de ellos lo lastimaba un poco.

El mayor ya no estaba ahí a su lado para apoyarlo, para amarlo como antes, y eso lo había sumido en una tristeza profunda. No recordaba haberse sentido así jamás, ni cuando sus padres se separaron ni cuando su relación con KiBum terminó. El dolor que sentía por el mayor era diferente, lastimaba más profundo, más fuerte, y había estado trabajando en su libro para distraerse, y también para drenar de cierta forma sus emociones.

Sus amigos también lo ayudaban, lo distraían como podían, y hasta sus padres habían estado un poco más pendientes de él.

Sin embargo, no era lo mismo, y todos lo sabían.

Sus ojeras eran cada vez más oscuras, sus ojos no brillaban cómo antes y su entusiasmo no era el de siempre, por más que lo intentara. No había bajado de peso porque se obligaba a comer a las horas correctas y de manera adecuada. Pero no podía obligarse a no pensar, sobre todo cuando la noche llegaba, o cuando no tenía cosas que hacer. Incluso el insomnio incipiente que tenía empeoró, y lograba hacer cientos de cosas en la noche, y al llegar la mañana se iba agotado a la cama.

Necesitaba un respiro, lo sabía, pero bien sabía que si descansaba los pensamientos de culpa llenarían su cabeza y le recriminarían el haber abandonado a JinKi.

La lluvia de ese instante era un bálsamo, aunque fuera por corto periodo.

Llegó al edifico del departamento del mayor y se acercó al intercomunicador. No podía entrar al inmueble porque la puerta estaba cerrada, y la vez anterior había tenido la fortuna de que una señora se descuidara y él pudiera pasar.

¿Quién?

El rubio había extrañado esa voz.

—Soy JongHyun.

Hubo un silencio en el cual JongHyun pensó que no le respondería, y estuvo a punto de tocar de nuevo cuando la voz de JinKi se escuchó.

¿Qué haces aquí? ¿Y en esta lluvia?

—Vine a hablar contigo.

JongHyun...

—Ya sé que no quieres saber nada de mí, pero dame una oportunidad, hyung.

Había sido sincero, quería hablar con él, ¿por qué para JinKi era difícil de entender?

Vete, JongHyun.

—No hasta que me escuches.

No hubo más respuesta. No supo cómo interpretar aquello, así que esperó un poco pensando en la posibilidad de que JinKi le abriera. Pero cuando los minutos pasaron y nada ocurrió, supo que no le abriría. Y, tal como le había dicho, no se iría hasta que JinKi lo escuchara. Salió del pequeño refugio de la lluvia, que era una pequeña carpa, y se paró frente al edificio. El balcón que veía era el de JinKi, tan solo tenía que golpearlo con algo. Se miró las manos, como si en ellas hubiera algo, y entonces reparó en la pulsera de bolitas que llevaba en la muñeca izquierda. Una lectora se la había dado, pero él la sacrificaría, y por una buena causa.

La rompió con cuidado, pero de todas formas unas cuentas cayeran al suelo. Las que tenía en la mano las separó y una a una las fue lanzando al balcón, de modo que golpearan la puerta de vidrio. Después de lanzar algunas la puerta se abrió de prisa y un furioso JinKi salió, usando un poncho de agua.

—¿Qué ocurre?

JongHyun lo miró. El agua le caía de manera directa y pero la capucha lo mantenía cubierto.

—Te dije que no me iría hasta que me escucharas—gritó.

Esas palabras desarmaron a JinKi, quién relajó su postura: de estar tenso y molesto pasó a estar sorprendido y luego calmado. No se movió, ninguno lo hizo, solo se miraron a los ojos unos instantes antes de que el mayor se rindiera y suspirara. Si le daba una oportunidad a JongHyun de decir lo que quería no perdía nada.

—Bien —habló JinKi, queriendo hacerse oír sobre la lluvia—, solo espera a que...

—¡No! —El grito desesperado detuvo al mayor, quién estuvo por entrar al departamento—. No te vayas, solo escúchame.

—Lo haré, JongHyun, pero la lluvia está fuerte y no te escucho bien.

—No demoraré mucho, solo quédate ahí.

—Pero...

—Por favor.

JinKi suspiró de nuevo y asintió. JongHyun continuaba con la mente en blanco, pero estaba más calmado al saber que el otro lo escucharía. Era verdad que la lluvia dificultaba el ser escuchado, pero si el mayor entraba probablemente no saliera de nuevo y JongHyun no quería ser rechazado.

—Sé que fue mi culpa —empezó, casi escupiendo agua—, que es por mí que estamos así, alejados el uno del otro —aclaró, y pudo notar a JinKi cambiar el peso de su cuerpo de un pie al otro—. Quiero disculparme por eso, por haber sido un tonto, un idiota ciego que no veía... que no quería ver a la maravillosa persona que tenía a su frente porque creía amar a alguien más.

JinKi se aferró al barandal y agachó la cabeza, suspirando pesado. No quería escuchar nada de eso, ya lo había vivido, era pasado.

—Pero no era así, nunca fue así —continuó JongHyun.

Su respiración era agitada, y estaba demasiado nervioso que apretaba con fuerza las bolitas que todavía quedaban en su mano.

—JongHyun, yo no...

—Estoy enamorado de ti, JinKi —interrumpió, mirándolo a los ojos—. Estoy perdida y absolutamente enamorado de ti, y todas estas semanas sin ti han sido las peores de mi vida —confesó, sus lágrimas confundiéndose con la lluvia—. Nada me ha dolido tanto como lo ha hecho el perderte, hyung. Me he sentido tan solo sin ti a mi lado, y he estado tan furioso conmigo mismo porque todo esto es mi culpa, pero... —Sorbió la nariz y respiró antes de continuar—. Estoy aquí para pedirte una oportunidad, hyung. Otra oportunidad, porque yo te amo.

Respiraba de forma agitada, a pesar de su nariz congestionada, pero se sentía seguro de todo lo que había dicho y esperaba tener una respuesta favorable, o al menos tener una respuesta. JinKi lo miraba, impertérrito, y eso lo estaba poniendo más nervioso, además de que la lluvia ya lo estaba poniendo a temblar de frío.

El mayor entonces sonrió de lado, incrédulo, negó con la cabeza y entró, cerrando tras él. JongHyun pudo sentir la decepción correr por sus venas y llenar todo de él. Suspiró derrotado, y miró al suelo. Se sentía abatido. Ese, de verdad, era su último intento por tener de regreso a JinKi, la última esperanza que terminaba por morir. Se mordió el labio, queriendo no derramar más lágrimas, dejó caer el resto de bolitas de su mano y se dio la vuelta, dispuesto a irse. Suspiró de nuevo, guardó las manos en los bolsillos de su chaqueta y cuando dio un paso sintió a la lluvia dejar de caer sobre él. Alzó la cabeza para ver un paraguas y al girarse vio a JinKi, sonriéndole.

—Debes primero pensar en ti. Te resfriarás, tonto. —Lo golpeó levemente en el hombro, sin perder la sonrisa—. Ven para darte un té caliente.

JongHyun no lo pensó dos veces y asintió.

No hablaron en el camino hacia el edificio, e intercambiaron pocas palabras acerca de la lluvia en el ascensor. Una vez en el recibidor de su departamento, JinKi le indicó el baño, la primera puerta a la derecha que se veía al entrar, y le dijo que tomara una ducha, que le llevaría ropa y una toalla en unos momentos. Y así lo hizo. Cuando JongHyun disfrutó del chorro de agua caliente, el mayor entró y le dejó la ropa en la encimera, diciéndole que se tomara todo el tiempo que quisiera.

El rubio no se demoró mucho. Sabía que si el mayor lo había dejado entrar era porque iba a hablar con él sobre lo que le había confesado. Tenía unas renovadas esperanzas sobre una relación entre ellos, y animado salió del baño, usando la ropa del otro. Se sentía suave, e incluso olía a él. JinKi lo recibió con una sonrisa, recogiendo algunas hojas de la mesa que tenía al lado de uno de los mesones de la cocina, y diciéndole que la cena estaba lista.

Le dio un plato de ramyun, y a diferencia de lo que había pensado, le hizo conversación sobre cualquier otra cosa: lo extraña que era esa lluvia en esa época, lo cara que cada día estaba la carne, hasta de un spot publicitario que lo tenía algo cansado, pero satisfecho.

Solo cuando hubo limpiado la cocina y servido dos tazas de té en la mesita de café en la sala, se atrevió a decir algo sobre lo que JongHyun había hecho.

—¿Es verdad todo lo que dijiste?

El tono inseguro no pasó desapercibido para JongHyun, quién se acercó al mayor y tomó sus manos tras quitarle la taza de té de ellas.

—Cada palabra —murmuró.

Vio como la respiración de JinKi se alteró y desviaba la mirada hacia la mesa. El escritor aprovechó aquello para explicarle la salida con KiBum en el centro comercial. No olvidaba que el publicista los había visto y que ese había sido el desencadenante de todo lo que había pasado entre ellos. Le explicó que ese día estaba hablando de los dos, y que KiBum lo estaba felicitando porque ya no continuaba insistiendo con cosas absurdas.

El mayor se separó de JongHyun y se acomodó en su lugar, apretando sus ojos con sus dedos. JongHyun lo vio respirar con fuerza, y no supo si estaba debatiendo en creerle o no, pero no podía dejar que dudara de sus palabras.

Se acercó más a JinKi, quien al sentirlo, alejó su mano de su cara y se quedó inmóvil, mirando hacia el frente pero concentrado en lo que el menor hacía. JongHyun pegó sus labios a su oreja para poder susurrarle.

—Te amo, Lee JinKi.

Dejó un beso mariposa ahí, y fue bajando hacia su cuello en donde dejó un beso húmedo. JinKi cerró los ojos, y se dejó llevar por lo que sentía.

 

 

***

 

 

JongHyun tenía unos planes distintos a dormir en el sofá cuando le preguntó a JinKi si podía quedarse. Tenía sus labios cerca de la piel de su cuello cuando hizo la pregunta, y el mayor asintió y luego se puso de pie, informando que iría por unas mantas y una almohada para que pudiera dormir bien. El escritor se quedó en la sala, pensando en la manera de insinuarle al mayor que compartieran cama. Le bastaba con tan solo dormir, tenerlo abrazado a su pecho, o él ser el abrazado.

Esperó unos minutos, pero cuando pasó un largo rato fue a buscarlo, y lo halló dormido en medio de la cama, con los brazos y las piernas abiertas. El menor suspiró; JinKi no perdía la costumbre de dormir de ese modo.

Rió entre dientes y buscó las frazadas él mismo, sacando dos y cubriendo con una de ellas al mayor. Lo miró dormir por un tiempo, pensando en lo hermoso que se veía, y tras robarle una almohada fue hacia la sala, acomodándose en el sofá. Se despertó por el olor a comida que le llegó a la nariz y vio a JinKi en la cocina, moviéndose de un lado al otro. Se estiró en el mueble y junto con una sonrisa complacida se levantó.

—Buenos días —saludó entrando a la cocina, asustando al mayor.

—Buenos días, JongHyun —sonrió—. En el baño encontrarás todo lo que necesites, incluso tu ropa ya limpia y seca. Arréglate y ven a desayunar.

El menor asintió e hizo lo que le indicó.

Desayunaron tranquilos, sin mencionar nada de lo que había ocurrido la noche anterior, y tras haber limpiado la cocina, JinKi le propuso ir a dar un paseo.

Por la seriedad con la que lo hizo, JongHyun no esperaba muchas cosas.

Se dirigieron a un parque que quedaba a unas pocas cuadras del departamento, y en el trayecto disfrutaron del clima. El aire se sentía fresco, y era bastante agradable caminar. Una vez que llegaron y se sentaron en una banca, JongHyun fue el primero en hablar. Había notado a JinKi todo nervioso y ansioso y le pidió que le dijera lo que tuviera que decirle, fuera lo que fuera.

—Me siento halagado por todo lo que dijiste ayer, JongHyun —empezó JinKi, y esas no eran las palabras que el aludido quería escuchar—. Me alegra que me hayas aclarado lo que realmente sucedió con KiBum ese día en el centro comercial, pero... —Suspiró pesado y agachó la mirada.

Silencio. Un silencio pesado se instaló entre ellos, una tensión palpable que no era rota ni por el eco de las risas de los niños unos metros más allá.

—JinKi...

—Lo nuestro ya no puede ser, JongHyun. Hemos pasado por tanto, yo soporté demasiado, tantas cosas que solo me lastimaban que no puedo pasar por ello de nuevo.

—Pero, hyung...

Intentó tomar las manos de JinKi, pero este las apartó, y lo miró inflexible.

—Ya no será, JongHyun. Aunque todo lo que me dijiste anoche haya sido sincero... —Suspiró pesado y desvió la mirada hacia al frente, hacia los niños que jugaban—. Pensaste solo en ti, de nuevo. —JongHyun quiso interrumpir, pero JinKi se le adelantó—. Me dijiste que tú estabas mal, que me querías, ¿pero no te has preguntado qué es lo que yo quiero?

—Hyung...

—Yo estoy bien como estoy, JongHyun. Me tomó un tiempo en poder adaptarme a la idea de estar sin ti, pero lo hice. Y ahora estoy bien. Tengo a SuHo —comentó, sonriendo un poco—. Lo nuestro, JongHyun, ya terminó. Yo avancé, y es hora de que tú hagas lo mismo. —Lo miró a los ojos—. Adiós, JongHyun. Ten una buena vida.

Y sin añadir más nada se levantó y se fue en dirección contraria a la que habían llegado. JongHyun lo vio alejarse, desaparecer entre la multitud, y con él lo último de esperanza que tenía.

Había perdido, definitivamente, a JinKi.

 

 

***

 

 

Golpeó la puerta un par de veces y mientras esperaba se arregló el cabello con la mano libre. En la otra llevaba una funda de regalo color celeste, sellada y rellena con un regalo y unas estrellas de papel, todo para JiEun.

Era su cumpleaños.

La joven había organizado una pequeña reunión y le había informado a JongHyun. Le indicó, además, de que invitaría a JinKi, y por ello no estaba seguro de si ir o no. No tenía cara para verlo, no después de que había sido rechazado. Había pasado poco más de una semana desde aquel evento, y todavía continuaba lastimándolo cada que pensaba en ello, pero había tratado de mantenerse ocupado. Y ese día tenía que enfrentarlo.

La puerta se abrió y el rostro de JiEun apareció tras ella, sonriéndole alegre.

—¡JongHyun! ¡Me alegro mucho de verte! —Lo abrazó, sorprendiendo al escritor—. Vamos, entra.

—Luces demasiado sorprendida —comentó riendo—. Te he traído algo.

Le entregó la funda de regalo, ella le agradeció y lo abrazó de nuevo. Se apartó para dejarlo pasar, y fue entonces cuando JongHyun preguntó si JinKi ya estaba ahí. JiEun suspiró.

—Llegó hace ya un rato, pero no llegó solo, Jong.

Eso lo detuvo en su camino hacia la sala. Miró a la chica, quien lo miraba apesadumbrada, expulsó aire por la boca, y miró hacia la sala. JinKi estaba sentado en la esquina de uno de los sofás. Su corazón latió de prisa, golpeando contra sus costillas al ver a JinKi, aunque estuviera de espaldas. Moría de ganas de ir hacia él y abrazarlo, escuchar su voz de nuevo. Anhelaba tanto su cercanía que dolía.

JongHyun se armó de valor e ingresó. Lo hizo a paso lento, notando a JunMyeon sentado en la mesita de café junto a BoA, quién lucía animada. Al lado de JinKi estaban HeeChul y JiJong. JongHyun no se acercó a ellos, sino que fue hacia la mesa que estaba llena de bocaditos, en la que estaban SiWon y HyukJae, el novio de JiEun. Ambos hombres lo recibieron alegres, y lo unieron a la conversación. JongHyun se animó con ellos, y se dijo que no permitiría que la presencia de JunMyeon lo desanimara, ni que la de JinKi lo entristeciera.

Durante el resto de la reunión, intercambió palabras con los demás, saludando a BoA de manera efusiva. Ella era bastante alegre y entusiasta, y siempre había sido amable con él. Además que era una de sus colegas.

Después de unos momentos, más personas se unieron, otros editores colegas de JiEun y uno que otro escritor al que ella editaba. Así se vio rodeado de otras personas, de más conversación, de más distracción, pero él no podía dejar de ver a JinKi, quien lucía animado junto a JunMyeon, y ambos se estaban comportando como una pareja. Le daba náuseas de solo verlos, y en un intento por no dejar que los otros lo vieran llorar, huyó a la cocina. Se apoyó en la mesada, regulando su respiración. No soportaba verlos juntos, ver la felicidad en el rostro de JunMyeon.

—Aquí estás —comentó HeeChul, entrando.

JongHyun se irguió, parpadeó algunas veces y asintió. Se dio la vuelta y encaró a su amigo, preguntándole si necesitaba algo.

—No, nada. Solo quería charlar contigo. Hace ya un tiempo que no hablamos y quería saber cómo estabas. —JongHyun contestó con un bien bastante escueto. El mayor asintió varias veces y no dijo nada durante unos segundos—. JunMyeon es muy agradable. Se puede hablar con él de cualquier cosa y es bastante sociable.

—Justo lo que JinKi merece, ¿o no?

HeeChul rió entre dientes, divertido y se acercó al menor.

—¿Tan mal estás que ahora crees que no eres lo que merece JinKi? —Levantó una ceja y le dio un sorbo a su bebida—. No sé lo que pasó entre ustedes, pero tampoco debes de pensar que no eres lo que alguien merece, JongHyunnie. —Le puso una mano en el hombro, y lo miró con afecto—. Ven, ya van a partir el pastel.

Siguió al mayor hacia la sala, notando que se estaban reuniendo alrededor de la mesa para cantarle a JiEun. Él se unió, pero antes quiso hacer contacto visual con JinKi. Necesitaba verlo directamente, aunque ya no tuviera esperanza alguna. Debía resignarse, porque ya no había nada que lo hiciera creer que el otro podría regresar a su lado. A pesar de ello quería verlo. Y cuando lo hizo, cuando sus miradas se cruzaron, no fue por más de unos pocos segundos en los cuales JongHyun pudo notar la frialdad y el distanciamiento con que lo miraba.

No soportó ver la calidez con la que los ojos de JinKi miraban a SuHo, que después del pastel, se marchó.

Ya había tenido suficiente tortura. Era momento de alejarse; era momento de avanzar.

Era momento de dejar en paz a JinKi.

Notas finales:

Nos vemos el domingo. Muchas gracias por leer.


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