Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuérdame por Na Na

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La madre de JongHyun se quedó en su antigua casa. El escritor no sabía que aún la tenían, y que la mujer no había estado ahí en mucho tiempo. Siempre que quería preguntar por qué no había estado ahí, ella le cambiaba el tema de conversación, o JinKi intervenía. Con el pasar de los días, lo olvidó.

Como trabajaba en casa, JongHyun aprovechó su tiempo en visitar a su madre, en salir con ella, y hablar. Recordar tiempos que no había olvidado, y saber de aquello que sí. La mujer procuró hablarle del tiempo en que habían estado juntos, antes de que perdieran contacto. JongHyun sabía de ello, pero no sabía cómo abordar el tema para saber el motivo. Esperaba que fuera ella que se lo dijera, pero no lo hacía, ni siquiera lo insinuaba. No dijo ni hizo nada.

Los días pasaron, y con ellos la preocupación de JinKi aumentaba. Podía ver a JongHyun más animado, incluso un poco más abierto con él. Aunque eso le encantaba, lo que no lo dejaba estar tranquilo era la gran verdad que ocultaba, y de la cual no podía decir nada.

—¿Cuándo se lo dirá? —le preguntó un viernes a la mamá de JongHyun. Habían ido a un musical, y JongHyun estaba algo lejos, comprando una bebida en el pequeño bar del vestíbulo.

—No quiero que se aleje de nuevo —respondió ella en casi un susurro, constatando que nadie alrededor la miraba. A pesar de ello, no pudo ocultar su pesar—. No he podido estar con él de esta manera en mucho tiempo, JinKi-ah.

—Pero él tiene derecho a saberlo — declaró el castaño, con el rostro serio, mirando de reojo si el menor regresaba al lado de ellos —. Me ha estado preguntando al respecto, y sabe que no se lo diré—la tranquilizó cuando ella se alarmó—, pero él necesita saberlo.

La mujer suspiró, negando ligeramente con la cabeza. No podía contarle la verdad y permitir que él se alejara de ella de nuevo. No soportaría otro rechazo de su parte y, tal vez, perderlo para siempre. Era mejor cómo estaban, con JongHyun a su lado, creando juntos nuevos recuerdos en los que ella no era rechazada y él formaba parte de su vida, como siempre debía haber sido. No podía ser tan malo desear que las cosas siguieran así, pero bien sabía que no podían ser de esa forma, no importa cuánto lo deseara.

—Él tiene qué, mamá. —La mujer lo miró. Eran pocas las veces que la llamaba así. JinKi, con una suave sonrisa, tomó sus manos y les dio un ligero apretón—. Hay muchas cosas que él no entiende, y la relación entre ustedes es una de ellas. Hay espacios que él debe llenar, cosas que debe asimilar. —La mujer exhaló despacio y desvió la mirada—. Hágalo por él. ¿No cree que sería mejor que él supiera la verdad porque se lo contó usted y no porque lo recordó? Mírelo como una segunda oportunidad para explicarle la situación.

—Tal vez no lo entienda...

—Tal vez sí —animó. La mayor suspiró de nuevo y agachó la mirada—. Si la tranquiliza, yo lo convenceré para que hable de nuevo con usted.

La mujer lo miró: tenía una sonrisa confiada y un brillo de sinceridad tan intenso en los ojos que era bastante difícil de ignorar. JinKi era así, podía transmitirte cosas con tan solo una sonrisa, pero lo que más te transmitía era la seguridad que habitaba en sus ojos. Ella lo sabía, lo había notado desde el inicio, y gracias a eso creyó que era una buena persona para su hijo. 

Se dejó contagiar por la confianza en su sonrisa, y asintió.

—Está bien — accedió tras un suspiro—. Le contaré la verdad.

 

***

 

La mamá de JongHyun llamó a JinKi a medio día para informarle que esa noche le diría la verdad a su hijo, que lo llevara al restaurante al que ella iba con regularidad antes. JinKi le envió un mensaje al escritor, esperando que le respondiera por el mismo medio, aunque solo fuera un “está bien”. No obstante, le dio un pequeño infarto cuando su teléfono empezó a sonar debido a una llamada entrante. Era de JongHyun.

Se empezó a sentir nervioso, como si fuera un adolescente al cuál lo estaba llamando el chico que le gustaba. Respiró profundo y esperó unos segundos para contestar, no queriendo lucir desesperado.

¿Adónde iremos a cenar?

JinKi calmó a su corazón, recordando que la llamada no era de amor, sino una en la que el hombre quería información. Le explicó que sería en un restaurante al que solía ir con sus padres, que lo habían inaugurado hacía unos cinco años, y que debía ir semi formal. JongHyun preguntó por el motivo, pero el mayor tan solo le dijo que lo sabría en el lugar.

Es sobre el tiempo que estuvimos separados, ¿no?

—No lo sé, Jjong —mintió, zafándose la corbata—. Solo me pidió que te avisara.

Debe ser eso, sino ¿por qué decirte de la cena antes que a mí? No me lo tomes a mal— aclaró con premura—, tan solo... — JinKi lo escuchó suspirar pesado, y él mordió su labio—. Sé que tú sabes algo, y no me dices nada. Ustedes no me dicen nada.

—Jong...

Está bien, lo sabré hoy en la noche, de todas formas.

El mayor no dijo nada. JongHyun se despidió escueto y colgó, dejando a JinKi con algo de culpa, aunque en realidad no debía tenerla. No era su decisión el contarle al menor sobre lo que había sucedido entre sus padres y él. Lo sabía, por supuesto. Estuvo con JongHyun desde que las cosas habían empezado a ir mal, y lo apoyó en todo lo que pudo, siempre a su lado. Pero no podía hablar de eso, no si el menor no recordaba.

Cuando llegó al departamento halló al menor sentado frente a la televisión, comiendo un emparedado. El publicista lo saludó y fue a ducharse. Necesitaba calmar los nervios que lo estaban invadiendo. Aunque él no formaba parte del problema, vio como todo había terminado mal en la familia de su novio, y no quería que la historia se repitiera, pero no tenía la menor idea de cómo reaccionaría JongHyun. Estaba pensando en qué hacer si el menor reaccionaba mal cuando un golpe en la puerta lo regresó de su ensimismamiento.

—Llegaremos tarde si no sales pronto, JinKi.

Algo que lo hizo sentirse más incómodo fue el hecho de tener que salir, si no vestido, al menos en albornoz. Era su casa, y antes no había tenido que preocuparse por salir de manera adecuada. Bien podía salir solo con una toalla en la cintura, o desnudo. Pero desde que JongHyun no recordaba nada, debía tener cuidado. En realidad, no tenía problema en hacerlo, pero era un recordatorio de que las cosas no eran como antes, y que no lo serían, al menos, en algún tiempo.

Salieron quince minutos después y tomaron un taxi. Se vieron atorados en el tráfico, y JinKi tuvo más tiempo para pensar, aunque nada se le ocurría. Tan solo esperaba que fuera más comprensivo de lo que había sido antes, y que recordara algo.

Entonces una idea fugaz pasó por su mente, pero no la dejó escapar. Tal vez, JongHyun lograra recordar todo. Si recibía una noticia que lo impactase lo suficiente, quizá, debido a la impresión, todos sus recuerdos regresarían. De pronto, ya no se sentía tan nervioso por la cena.

No se preocupó en disimular y miró al hombre a su lado. Miraba por la ventana, con un brazo apoyado en ella y sus dedos jugando con su labio inferior. Se veía atractivo, aunque a sus ojos siempre lucía atractivo. Si después de esa noche JongHyun regresaba a ser el de antes, JinKi podría morir de felicidad. Rio entre dientes al pensar eso, cayendo en cuenta de que si moría no disfrutaría de su regreso.

JongHyun lo miró con una ceja levantada.

—¿Qué ocurre?

JinKi negó con la cabeza, junto con una sonrisa inocente y alegre.

—Nada — replicó, y miró a través de la ventana.

JongHyun, que había estado observando al mayor esos últimos días, se puso nervioso cuando esa sonrisa le fue regalada. JinKi tenía una manera tan especial para sonreírle, y siempre que lo hacía el corazón del escritor empezaba a latir más rápido de lo normal. Tragó saliva, esperando que el otro no hubiera escuchado sus latidos y miró por la ventana de nuevo.

Cuando llegaron al lugar, el menor tuvo una sensación de haber estado ahí antes, y se lo preguntó a JinKi, quién se lo confirmó. JongHyun tan solo asintió e ingresaron.

En recepción, preguntaron por la reservación a nombre de la madre de JongHyun, y al ser confirmado fueron guiados por un maître hacia una mesa alejada. La madre del escritor estaba ya esperando por ellos, y se puso de pie para saludarlos con abrazos y besos cariñosos.

Durante gran parte de la cena charlaron de trivialidades, pero eso solo hizo que la ansiedad en JinKi aumentara con cada minuto que transcurría. Cuando fue el turno del postre, fue el momento de la verdad.

—Voy a decirte todo lo que pasó entre nosotros, JongHyunnie.

JinKi contuvo la respiración, JongHyun inhaló profundo y la mujer apretó fuerte la servilleta de tela sobre la mesa.

Empezó diciendo que ella y su padre lo amaban mucho, y que, sin importar lo que sucediera entre ellos, no debía dudar de ese amor. JongHyun empezó a preocuparse ante esas palabras, pero procuró mantenerse calmado. Sabía que JinKi estaba nervioso, lo podía ver jugando con dos de sus dedos de la mano izquierda.

La mujer tomó un respiro profundo y miró el contenido de la copa frente a ella.

—Tu padre y yo estamos divorciados, cariño.

JinKi se apresuró a ver la expresión del menor porque debía estar preparado para cualquier cosa. Fue, entonces, espectador directo de cómo los ojos del escritor se agrandaban de a poco, llenándose también de incredulidad y desasosiego. Sin embargo, confiaba en que no se exaltaría.

—¿Qué? —JongHyun parpadeó, sintiendo sus brazos débiles—. ¿Por qué? — murmuró con la voz rota, porque el dolor que la noticia le estaba causando se manifestaría en forma de lágrimas.

La mujer desvió la mirada hacia JinKi, quien asintió con ligereza. Ella regresó su mirada hacia el vino porque no tenía la entereza de verlo a los ojos mientras le decía una verdad que le dolía.

No sabía cómo continuar, pero hizo su mejor esfuerzo.

—Yo soy la causa de ese divorcio —confesó en voz baja, enredando sus dedos en el cuerpo de la copa mientras se perdía en los recuerdos de años pasados—. Hacía ya algunos años atrás el amor que yo sentía por tu padre se había terminado—continuó—. Yo seguía a su lado por los dos, tú y él. Durante un largo tiempo intenté que el amor que sentía por él regresara, pero no importó cuánto hice, fue imposible. Hasta que un día, conocí a alguien. —Tomó valentía y apretó el cuerpo de la copa mientras lo veía a los ojos—. Me enamoré de ese alguien.

JongHyun contuvo la respiración al escuchar ello, e hizo todo en su haber para no derramar las lágrimas que pujaban por salir.

—JunPyo es su nombre —informó, regresando la mirada hacia la copa, no queriendo ver la expresión de su hijo porque recordaba el rencor en sus ojos cada vez que lo nombraba—. Él y yo nunca le faltamos el respeto a tu padre, y por ese mismo respeto le dije la situación. Él no lo entendió —masculló, ya completamente ensimismada—. Tú lo supiste porque nos escuchaste discutir, y te molestaste tanto conmigo que gritaste que yo era egoísta. Me dolió tanto que no podía entender cómo amar a alguien más podía ser egoísmo.

La mujer calló, todavía perdida, pero con una lágrima cayendo de su ojo directamente a la mesa. JinKi, al estar más cerca de ella, y ser el menos conmocionado, rodeó la muñeca de la mujer y le dio un ligero apretón. La mayor reaccionó, y miró a JinKi; él tenía una mirada en la que le decía que estaba ahí para apoyarla. Eso le dio la fuerza necesaria para recomponerse y continuar con la conversación.

JinKi, una vez que hubo calmado a la mujer, vio a JongHyun. El menor se veía perdido, más que cuando recién había salido del hospital. Hizo lo mismo que con su madre, pero con él funcionó un poco mejor. JongHyun incluso le sonrió con suavidad y asintió, como si hubiera entendido lo que le estaba pidiendo: comprensión para su madre.

—Después de mucho insistirle, tu padre finalmente me dio el divorcio. Para aquel entonces, las cosas entre nosotros ya estaban tensas, y tú no me hablabas más que lo estrictamente necesario. Durante esos días me cuestioné si lo que hacía era lo correcto, si estaba bien lastimar a dos personas maravillosas e importantes en mi vida solo por mi felicidad, por amar a alguien.

Se hizo silencio entre ellos, un silencio tan apabullante que JinKi podía sentir el pecho pesado. Las cosas, aunque no pareciera, estaban saliendo mejor de lo que esperaba, aunque el dolor que sentía de ver a JongHyun tan triste no era algo para lo que se había preparado. Aun si se hubiera mentalizado ante cada posible escenario en el que JongHyun sufriera, al menos por ese tema, nunca estaría preparado para verlo así. Le dolía, y no había nada que él pudiera hacer para ayudarlo.

—Te alejaste de mí —informó, y eso pareció poner el ambiente todavía más frío—. Cuando el divorcio fue un hecho, yo me mudé. No quería incomodarlos, así que me fui a vivir sola. Yo... —Suspiró acomodándose en cabello y sentándose erguida en la silla, poniendo sus manos en su regazo—. Te llamé, te escribí, te visité, pero me rechazabas. No tenía la menor idea de cómo contactarme contigo que incluso usé a JinKi para que me diera información de ti.

Esa confesión hizo que el escritor miraba al aludido, quién sonrió incómodo. Sí, recordaba que JinKi le había dicho que se hablaban a sus espaldas, pero no entendía la magnitud del asunto. El mayor había sido el buen hijo que su madre necesitaba cuando él era tan solo un idiota.

—Después de algunos meses, mi boda con JunPyo fue un hecho, y te invité. Estaba herida por tu rechazo, pero no creía que serías capaz de faltar a mi boda. Sabía que JunPyo no te agradaba, pero que, al menos, asistirías porque era mi boda... —Su rostro se descompuso, pero logró sosegarse en seguida. JinKi apretó su muñeca de nuevo, y ella posó una mano cariñosa sobre la de él—. Tú nunca fuiste.

Eso quebró algo dentro de JongHyun. Las cosas que le estaba diciendo le parecían tan inverosímiles, porque él no había podido ser así de cruel y egoísta con su mamá. Era factible que se enojara con ella por haber dejado a su padre, pero la felicidad de ellos era importante, lo que más le importaba, y aunque no estuvieran juntos él debía velar por ello. Sin embargo, había hecho lo contrario.

—¿Cómo...?

— JinKi me entregó ese día —mencionó, mirando al hombre—. Y mintió diciendo que habías enfermado —sonrió triste, pero no perdió la compostura—. Después de eso, dejé de insistir en contactarme contigo. Y tú no me buscaste. —Ella lo miró, y dio un sorbo a su bebida, tratando de ganar más valor para lo que iba a decir—. Durante todo este tiempo no te dije nada porque quería tenerte como antes, como si todo esto no hubiera pasado, pero no podría mantener esta mentira por mucho más tiempo.

—¿Y papá? —Fue todo lo que pudo decir.

La mujer parpadeó, sorprendida, y miró al publicista. Nunca había esperado esa reacción de su parte.

—Él... Él vive en Japón. —Fue el turno de JongHyun de sorprenderse—. Después del divorcio, buscó maneras de mantenerse ocupado, y aprendió japonés. Se fue de vacaciones, pero consiguió trabajo de profesor de coreano y se quedó allá.

—Y tú... — El escritor desvió la mirada, nervioso—, ¿tú vives en Manhattan con... JunPyo?

La mujer asintió, y no hubo más charla.

Terminaron sus postres en silencio, pero uno tan solo incómodo. No necesitaban estar en guardia entre ellos, así que solo comieron.

JongHyun aprovechó ese tiempo para pensar.

No podía creer la manera en la que había reaccionado ante lo de su madre. No sabía la clase de hombre que era, cómo podía haber reaccionado de esa forma ante algo tan natural como lo era el amor. Además de que él no era un chiquillo que no pudiera sobrellevar una situación como aquella. Porque sabía que debía manejarlo, y hacerlo bien. Poco antes de que les llevaran la cuenta, habló.

—Yo... Lamento mucho la forma en la que me comporté antes, mamá. —La mujer lo miraba emocionada—. Yo... Fui muy insensible, y yo fui el egoísta. Estoy feliz de que seas feliz, aunque no sea con mi papá. —La miró a los ojos llenos de lágrimas—. Pero, por favor, no te alejes de mí de nuevo.

La mujer no pudo más con el llanto, y lo dejó salir en lo que se acercaba a su hijo y lo abrazaba con fuerza.

JinKi se limpió una traicionera lágrima en lo que veía la escena, orgulloso del hombre que era su pareja.

 

***

 

JongHyun había ido a la editorial nuevamente. Fue a hablar con JiEun (no podía llamarla IU) sobre su contrato. Ella le explicó todo con una paciencia que él admiró, y cuando entendió todo, almorzaron juntos. Después de una corta entremesa, el rubio se despidió de ella y dio un paseo. El día estaba fresco, y pensó que no sería mala idea aprovecharlo. Caminó por algunos parques que ya conocía en lo que pensaba en su vida, en cómo estaba siendo.

El día anterior había contactado con su padre, y él le preguntó si ya sabía todo. JongHyun le había confirmado aquello, y luego se pusieron al día. El escritor se sintió tremendamente ligero tras hablar con el hombre mayor, como si con tan solo escuchar su voz hubiera sido suficiente para acabar con la tensión en su cuerpo.

Días después de la cena, su madre había regresado a Estados Unidos con la promesa de regresar acompañada de su esposo. JongHyun lo había propuesto, aunque no le entusiasmaba mucho. Sin embargo, se había prometido continuar su relación con su madre, y debía aceptar su nueva vida.

Incluso, las cosas con JinKi estaban yendo bien. Ya no se sentían incómodos el uno con el otro, y JongHyun tenía menos incomodidad al momento de dirigirse a él. Hubo momentos en los que la palabra “hyung” casi se le escapaba de los labios al dirigirse a él, pero siempre se controló. Seguía pensando que no era correcto, pero en algunas ocasiones solo quería decirlo.

Sonrió al pensar en el publicista y en lo atento que siempre era. Pensó que podría cocinar él algo esa noche, así que con algunas ideas en la cabeza regresó al departamento. Anunció su llegada, y al mirar dentro del departamento vio a JinKi sentado en la sala. Lo escuchó sorber, y pudo notar cómo parecía limpiar su rostro. Se preocupó al notar aquello, y una sensación de intranquilidad se apoderó de su pecho en lo que caminaba hacia el mayor.

—¿Estás bien? —preguntó acercándosele.

El mayor sorbió la nariz y asintió sin mirarlo.

—Estoy bien.

JongHyun lo miró. Su nariz estaba roja, al igual que sus ojos que también estaban hinchados.

—¿Por qué llorabas? —Quiso saber, sentándose en el sofá de al lado. JinKi negó con la cabeza.

—Por nada—replicó con una sonrisa chueca. El rubio lo miró afligido.

—JinKi, ¿qué sucedió?

El mayor miró hacia el techo esperando que las nuevas lágrimas no salieran de sus ojos, y suspiró. No esperaba que JongHyun llegara antes de las ocho al departamento, por ello dejó fluir su frustración y tristeza. Había visto el libro de poemas del menor sobre la mesita ratona y quiso leerlo. Debía admitir que le encantaba la manera en la que su novio escribía, así que se dejó llevar y leyó sus favoritos. Todo iba bien hasta que llegó a uno en especial, uno que amaba más que cualquier otro. No pudo evitar el dolor que sintió al leerlo y se desmoronó. Durante todas esas semanas desde el accidente de JongHyun se había mantenido fuerte, tratando de guardar la calma, pero le había sido difícil, sobre todo porque JongHyun se alejaba. JinKi no sabía qué hacer, desconocía la manera correcta de acercarse al menor porque cada intento suyo se veía frustrado. Estaba perdiendo los estribos, y no sabía cuánto tiempo más soportaría todo ello. Estaba perdiendo al hombre que amaba, y no hallaba forma de recuperarlo.

Limpió su nariz con el dorso de su mano y se acomodó el cabello, respirando profundo.

—Estuve leyendo algo de tu libro—respondió con voz nasal.

Se negó a mirarlo, todavía enfocado en el techo. No tenía cara para hacerlo porque se sentía avergonzado y ridículo.

JongHyun, por su parte, miró su libro sobre la mesa. Al igual que todo lo demás, no lo recordaba, pero ya lo había leído y había encontrado poemas que él había escrito en secundaria baja.

—¿Y fue triste lo que leías? —preguntó tomando el libro y pasando el dedo por sus hojas. Esperaba hallar un separador o algún papel que le diera una pista sobre el llanto del mayor y al hacerlo abrió en las páginas que estaba. Había un poema distinto en cada una de ellas. Arrugó los labios y miró al mayor a punto de preguntarle cuál había sido, pero JinKi se le adelantó. 

—La ciento veintiuno —murmuró JinKi.

El título del poema era "Todo eso*".

 

Seré la magia que jamás verás

Siempre puedes confiar en mí

Para ayudarte hacer lo que quieras hacer

Quiero ser lo mejor que hayas conocido

 

Seré tu faro cuando estés perdido para ver

Mantendré mi luz encendida, siempre puedes venir a mí

Quiero ser el lugar al que llames tu hogar

 

Cuando me necesites

No te dejaré caer

Cuando me necesites

Seré tu vela en la oscuridad

Cuando necesites a alguien

Déjame serlo

El único

 

Muéstrame si me quieres

Si soy todo eso

 

JongHyun se sintió conmovido ante lo que había leído, no podía negar el sentimiento impregnado en cada palabra, pero no lo veía lo bastante poderoso como para provocar lágrimas.

—Es encantador. Ahora entiendo por qué llorabas —mintió.

JinKi rio entre dientes, irónico, porque no era así. JongHyun no podría nunca entender todas las emociones que estaba sintiendo ese momento, ni por qué ese poema le causaba llanto en ese momento.

—En realidad no —dijo más calmado—. Eso... — Dio una trémula respiración antes de mirarlo—. Ese poema lo escribiste para mí —informó, su cara desfigurándose por el llanto. Miró hacia su regazo y se mordió el labio para no dejar salir los sollozos porque no quería sentirse más avergonzado.

La nueva información dejó helado e inmóvil a JongHyun. Lo había leído antes, y siempre le había gustado, incluso había tenido un extraño sentimiento cuando lo había leído, pero jamás se le había ocurrido pensar que se lo había escrito al mayor. Cuando se recuperó de la impresión, boqueó pensando en algo que decir porque sabía que debía hacerlo, pero nada le llegaba a la mente.

—Yo... he estado muy enamorado de ti —musitó, acariciando las letras en la hoja, la culpa y la pena recorriendo sus venas. Se había dicho que haría lo posible para no lastimar al mayor, pero ahí estaba, haciéndolo llorar indirectamente.

JinKi suspiró terminando de enjugar su rostro y se puso de pie con la mayor entereza que pudo reunir en ese momento.

—¿Ya cenaste? —preguntó caminando hacia la cocina.

JongHyun lo miró culpable y se levantó para seguirlo.

—JinKi...

—Compré comida, ¿quieres? —Lo miró y le sonrió con ligereza. JongHyun podía ver el rastro de lágrimas y su voz todavía era nasal, pero se veía calmado. Eso solo aumentó su culpa.

No podía negar el hecho de que estaba intentando recordar su pasado, esos siete años que se habían esfumado de su cabeza con tan solo un golpe, no tanto por él, sino por las personas a su alrededor. JinKi era el más afectado, y le dolía ver cómo lo lastimaba con cosas tan pequeñas como usar un simple honorífico. Y le era tan molesto no recordar nada, ni el hecho de haber sido escritor, de haber hecho nuevos amigos o de haber amado al gran hombre frente a él.

Asintió ante la pregunta del mayor y lo vio ampliar el gesto en sus labios. Se sorprendía cuando hacía eso, cuando encaraba la situación con una sonrisa. Le mostraba lo fuerte que era, la valentía con la que se enfrentaba a la vida. Y, a pesar de que le dolía, JinKi estaba a su lado, brindándole su apoyo y podía entender por qué: JinKi lo amaba.

Y JongHyun lo había amado de vuelta.

Dejó escapar aire por la boca y pasó las manos por su cara. Se estaba frustrando de nuevo. Miró al mayor sacando recipientes pequeños de una bolsa y colocándolos en la barra. Había algunos acompañamientos y JongHyun notó, gracias al olor, que era del restaurante que quedaba al doblar la esquina. Le gustaba la comida de ese lugar, y no pudo evitar la pequeña sonrisa al pensar que el mayor la había comprado para él. Sacudió la cabeza, queriendo borrar esa idea y avanzó hacia la barra sentándose en un taburete en lo que veía al mayor servir el arroz.

—Quiero ensalada —masculló JinKi, caminando hacia el refrigerador.

JongHyun se mordió el labio mientras lo veía. Sus movimientos eran lentos, ya no sonreía y sus ojos lucían apagados, y no tenía la menor idea de qué hacer para animarlo.

—¿Puede hacerte un interrogatorio? —se aventuró a preguntar, sin siquiera proponérselo, realmente. Sin embargo, llevaba algunos días queriendo preguntarle cosas y no lo había hecho porque nunca había encontrado el momento adecuado.

JinKi, que ya picaba algunos vegetales en una tabla, lo miró. No lucía triste, ni abatido, sino curioso y eso le dio algo de valentía al menor para continuar.

—¿Qué clase de interrogatorio? ¿Sobre nosotros?

JongHyun parpadeó.

—No —respondió serio—, sobre el asesinato en el Expreso de Oriente.

JinKi lo miró, con una impasibilidad que casi hace sonreír a JongHyun.

—El caso ya ha sido resuelto, creo que ha llegado muy tarde para el interrogatorio, detective Kim.

JongHyun rio divertido, el sonido proviniendo del fondo de su garganta, haciendo sonreír al alto.

—Hyung, el interrogatorio es sobre nosotros.

No reparó en lo que dijo, ni en cómo el alto se había congelado. JinKi parpadeó y evitó mirarlo porque no quería que viera lo sorprendido que estaba y se retractara. Sin embargo, había extrañado tanto ser llamado de esa forma por el menor que algo en su pecho se regocijó y lo llenó de una felicidad que no había sentido desde hacía semanas. Las ganas de llorar regresaron, pero se mordió el labio e hizo un sonido de afirmación en lo que regresaba a cortar los vegetales.

JongHyun entrelazó sus manos y asintió, moviendo algunos platos para poder poner los brazos sobre la barra. JinKi notó que estaba siendo grosero y le indicó que podía empezar a comer si lo deseaba. JongHyun negó, alegando que lo esperaría, y respiró profundo antes de hablar sobre lo que quería.

—¿Las responderás todas? —El castaño hizo un sonido de afirmación—. ¿Incluso si son incómodas?

JinKi sonrió divertido. Tal vez serían más incómodas para JongHyun que para él, pero asintió de todas formas.

—Incluso si son incómodas—afirmó.

—De acuerdo. —El menor se acomodó en el taburete y se acomodó el cabello—. Antes de empezar, espero me disculpes si con alguna pregunta te hago sentir... Ah... mal —indicó con cautela.

Notó como JinKi sonreía triste y lo escuchó murmurar un no hay problema. Evitó suspirar, sintiendo que la culpa de antes crecía.

—Estuve preguntando sobre mis libros a JiEun ssi —empezó—, y me dijo que el primero lo publiqué hace un año, en febrero. —JinKi asintió—. Y en la dedicatoria está tu nombre. Eso significa que tenemos más tiempo juntos, ¿no es así? —El mayor asintió de nuevo—. ¿Desde cuándo nos conocemos? ¿Cuánto tiempo llevamos juntos?

—Pues... —JinKi dejó de picar en lo que pensaba en la respuesta—. De pareja oficial, en un par de meses serán tres años, y de conocernos, tres años y unos meses más.

Las cejas de JongHyun se elevaron debido a la sorpresa. No creía tener mucho tiempo al lado de JinKi.

—¿Y cómo nos conocimos?

JinKi tomó uno de los platos hondos de la alacena.

—Escribiste sobre ello, o eso me dijiste —respondió poniendo todo en el plato—. ¿No has revisado los documentos de tu computadora? —Lo miró.

JongHyun desvió la mirada y rascó su nuca.

—Yo, bueno... —Suspiró rendido—. Tiene contraseña, y pues, no la recuerdo.

El castaño lo miró enternecido al ver el puchero que el bajo tenía.

—Es el mes en que nos conocimos —respondió con una sonrisa alegre y amorosa, que hizo sentir peor a JongHyun—. Es noviembre, todo en minúsculas.

Desvió la mirada sintiéndose incómodo porque, tal parecía, era muy romántico con JinKi. No recordaba haber sido así con KiBum, haber tenido tantos detalles como esos, y se preguntó, por una fracción de segundo, si en verdad había amado al menor tanto como decía.

—¿Alguna otra pregunta?

Miró al mayor, todavía ensimismado en sus pensamientos. Parpadeó y tartamudeó antes de seguir con las preguntas.

—¿Cuándo es nuestro aniversario?

—25 de mayo.

El rubio pensó, trató de recordar, de sentir algo por la mención de la fecha, pero no hubo nada. Ni un solo latido perdido, ni un solo pensamiento por su mente.

JinKi terminó de poner las cosas en el plato y lo llevó hacia la barra. Acomodó el taburete que iba a usar y se sentó frente al menor. JongHyun lo miró con una suave sonrisa, y cuando JinKi le indicó que podía comer, lo hizo. Pasaron unos minutos en silencio, con solo el sonido de los palillos chocando con los platos.

—¿Quién se declaró primero?

—Tú.

—¿Yo? —JongHyun se señaló a sí mismo. El mayor asintió con una sonrisa divertida y rio entre dientes al verlo con los ojos completamente abiertos.  

—¿Te cuento la historia? —El bajo asintió varias veces, con un rostro curioso. JinKi sonrió enternecido de nuevo, porque le recordó a un cachorro. Miró su plato en lo que recordaba cómo había sido—. Fuimos a una exposición de arte a la que tú querías ir. Me hablaste de ello durante toda una semana, supongo que esperando que yo te acompañara. Y así lo hice. No recuerdo el nombre de la galería, porque la cerraron hace ya un tiempo, pero era una exposición de pinturas y fotografías. Nos quedamos viendo una y estuvimos comentando sobre ella de manera divertida al inicio, pero ya luego nos pusimos serios. Dijiste que estabas sintiendo algo y que necesitabas decirlo.

JinKi cortó su relato para ir por un par de cervezas al refrigerador y solo cuando las hubo abierto, y le hubo dado un sorbo a la suya continuó.  

—Me dijiste que te gustaba alguien y yo intenté adivinar, a pesar de que eso me rompió el corazón —confesó, riendo entre dientes—. Me dijiste que era alguien a quien yo conocía, y nombré a todos aquellos amigos tuyos a los que yo saludaba o los había visto alguna vez, aun si no recordara su nombre. Cuando terminé, habías negado a todos, y me dijiste que me había faltado nombrar a alguien. Fue entonces cuando lo supe, porque a la única persona a la que no había nombrado era a mí. —JinKi lo miró a los ojos, con una mezcla de melancolía y añoranza.  

Su voz había sonado más baja de lo normal y JongHyun pudo sentir la tristeza de cada palabra, la añoranza de regresar a ese momento y vivirlo con la misma intensidad con la que ocurrió. Se sintió culpable de no poder ofrecerle eso a JinKi, de tan solo ser el causante de un dolor que no sabía cómo eliminar sin causarle, y causarse, más problemas.

En serio lo intentaba, pero no podía amar a JinKi.

—¿Y qué pasó después? —murmuró.

JinKi había regresado su mirada al plato y al ver al menor de nuevo a los ojos fue testigo de la preocupación en ellos. No había querido incomodarlo, mucho menos causarle problemas con cosas que solo le afectaban a él, así que se dijo que debía cambiar ello. Sonrió divertido y mintió.

—Me besaste ahí —respondió casual.

JongHyun lo miró alarmado.

—¡¿Qué?! —Apoyó las manos en la barra y se elevó ligeramente para ver más de cerca al mayor.

JinKi soltó una carcajada, dejando los palillos en su plato y apoyándose en el pequeño espaldar del taburete. JongHyun podía ver el brillo risueño en la mirada del alto, pero no dejó que ello le hiciera perder la idea.

—¿Te parece divertido que haya hecho eso, JinKi? —El aludido negó—. ¿Entonces?

—Me parece divertida tu reacción.

El menor rodó los ojos y se cruzó de brazos, enfurruñado. El alto rio un poco más, porque extrañaba esas reacciones por parte de JongHyun, y por tan solo unos segundos se había olvidado que las cosas entre ellos eran raras, y tensas, y a veces incómodas. Disfrutó de ese momento solo un poco más.

—¿Quieres que te siga contando lo que sucedió?

—Ya no quiero nada —recalcó el escritor, llenando de comida su boca y mirándolo con un rencor que realmente no sentía.

JinKi rio entre dientes y se cruzó de brazos.

—¿Estás seguro? —preguntó, levantando las cejas continuamente.

JinKi tenía una sonrisa amplia en la que su perfecta dentadura era visible, y sus ojos casi se perdían. JongHyun debía admitir que era encantador, y que disfrutaba de ver sonreír a JinKi. Disfrutaba todavía más cuando reía, el sonido de su risa inundando el lugar de alegría y sus ojos perdiéndose por completo. Aunque se lo negara repetidas veces, aunque creyera que era un simple gusto que tendría por cualquier otra persona, el adoraba ver a JinKi feliz. 

—¿Qué pasó después? —indagó en lo que intentaba reprimir una sonrisa.

—Bueno, te me confesaste después de eso —sonrió con suavidad en lo que continuaba con su comida. Trató de controlar sus expresiones porque no quería ser obvio e incomodar al menor—. Fuimos por un café, conversamos y fuimos al paradero en el que pasaba el bus de cada uno para nuestras casas. Fue así.

—¿Alguna vez te conté por qué dejé la medicina por la literatura?

JinKi lo pensó un poco antes de negar con la cabeza. JongHyun suspiró.

—¿Y el por qué te puse en la dedicatoria?

—Eso es bastante obvio, ¿no lo crees? Sobre todo, por lo escrito.

Tenía razón. Un gracias, JinKi, por tu amor y tu apoyo no podía ser confundido con algo más. Miró el mesón y se entretuvo con una raya en él. Había sido insensible, pero ¿cuándo no lo era?

—Quiero aguacate, ¿tú no?

JinKi se levantó, sin esperar una respuesta y sacó un par de la fruta del refrigerador. Fue hacia la mesada al lado de la cocina y empezó a partirlos y pelarlos.

—¿Otra pregunta?

JongHyun levantó la mirada hacia el rostro de JinKi, apreciando nuevamente su perfil. Se veía concentrado en cortar en cuadrados los aguacates, y el menor se concentró en analizar cada parte de su cara. Se veía atractivo, más de lo que ya era, en realidad. JongHyun no podía negar lo que era obvio, incluso a sus ojos. Y esos brazos... En ese momento, JinKi usaba una camiseta y la manga se estiraba un poco en donde estaba su bícep. JongHyun podía notar la fuerza de esos brazos, como sus venas sobresalían. Debía admitir que eso lo atraía, y mucho. Al igual que su manzana de Adán. Cuando se había hallado a sí mismo mirando a JinKi, la había visto subir y bajar mientras hablaba, o mientras bebía agua. No había podido evitar pensar en cómo sería besar esa parte del cuello del castaño.

JinKi no era su tipo de hombre. A él le gustaban los que se veían pasivos. En cambio, JinKi era varonil. Varonilmente sexi.

Reaccionó cuando el mayor lo miró directo a los ojos.

—Sí —habló con la voz entrecortada. Carraspeó un poco y se acomodó el cabello—. ¿Alguna vez tú y yo...?

Dejó la pregunta incompleta, acompañada de ademanes, esperando que el mayor entendiera. No lo hizo porque repitió la pregunta con ingenuidad e inocencia que JongHyun no sabía que tenía.

—¿Si tú y yo alguna vez...? —Hizo una expresión obvia esperando que entendiera.

—Oh... — JinKi elevó las cejas, entre divertido y sorprendido, pensando en ser sutil al preguntar al respecto y lo miró—. ¿Si intimamos?

JongHyun contuvo el aliento porque que el mayor hiciera la pregunta con las palabras correctas hacía que la situación fuera más real, y asintió despacio. Se había hecho esa pregunta desde hacía días, y sentía la necesidad de saber si había ocurrido o no.

—Vivimos juntos desde hace dos años —sonrió divertido—, ¿tú qué crees?

JongHyun pasó saliva por su garganta de manera audible y desvió la mirada, sintiendo su cara caliente, pensando que había sido un poco ridículo al hacer esa pregunta. ¡Era obvio! Se abstuvo de preguntar quién iba abajo, aunque estaba casi seguro que era él quien tenía las rodillas raspadas.

Notas finales:

*Eso en realidad no es un poema, es la letra de una canción: All that, de Carly Rae Jepsen. escrita por Carly Rae Jepsen, Ariel Rechtshaid y Dev Hynes.

 

Gracias por leer! :D

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).