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Recuérdame por Na Na

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Decir que no se sentía solo era una mentira, una que no tenía que decirle a nadie más que no fuera la persona en el espejo. Nadie le había preguntado cómo se sentía, no sabía si porque lo creían culpable y solo culpa podría sentir, o porque no querían ser insensibles. Cualquiera que fuera la razón, lo agradecía en parte.

Había ido a casa de TaeYeon todos los días durante una semana, la primera desde que JinKi se había marchado.

El mayor no había regresado al departamento, ni lo había llamado, ni escrito ni nada. Cuando TaeMin fue por sus cosas, dejaron unas pocas que se encargó de llevar después. JongHyun no vio a JinKi ni un solo día después de que lo dejara de lado y quisiera continuar con su vida, molesto por una estupidez que casi hace con KiBum.

Rodó los ojos ante lo infantil que estaba siendo y se puso el brazo en los ojos, cubriéndolos de la claridad de la ventana. El día estaba como para disfrutarlo con un paseo, o salir a comer en la terraza de algún lugar bonito, o simplemente ir al parque a alimentar aves, pero JongHyun no quería nada de eso. Lo que en realidad quería era poder hablar con JinKi. Tenía ganas de poder aclararle las cosas, de explicarle por qué hizo lo que hizo y por qué quería que lo disculpara. Quería al mayor de regreso porque se había acostumbrado a él, porque le hacía falta, y tal vez porque estaba empezando a sentir cosas por él.

Rió amargo al darse cuenta que tuvo que perderlo para notar sus sentimientos.

—Soy un estúpido —murmuró pasando las manos por su cara, cansado.

No había dormido mucho porque se había quedado gran parte de la noche escribiendo, y todavía tenía esa costumbre de despertarse a la misma hora. Era una cosa terrible cuando trasnochaba. No es que escribiera mucho, en realidad, pero necesitaba sentir que estaba avanzando, terminar el libro que había dejado inconcluso antes del accidente, aunque no tuviera ni la menor idea de si esa era su idea original o de si tenía algo de sentido con lo ya escrito.

Solo necesitaba concentrarse en otra cosa para no continuar pensando en que era un egoísta insensible.

Se levantó de la cama, rindiéndose a la idea de que no dormiría más, y fue hacia el baño. Una vez que salió y caminó a la cocina, una idea iba naciendo en su mente. Durante toda esa semana él tampoco le había escrito o llamado al mayor. Le daba miedo, miedo de que nadie le respondiera y saber que sería ignorado por la única persona que no lo había hecho, antes de que fuera un impulsivo y mandara todo por la borda. Le daba miedo comprobar que, definitivamente, había perdido al mayor. Sin embargo, se dijo que lo llamaría, aunque muriera de vergüenza por hacerlo después de varios días, o de que no lo merecía en lo absoluto. Y si el mayor preguntaba por qué recién lo hacía, le respondería que quería darle su espacio. Era creíble, o al menos eso pensaba.

Tomó su teléfono y marcó el número de JinKi. Se mordió el dedo pulgar en lo que caminaba por la sala esperando que le contestara. Por supuesto que no se enojaría si el otro no lo hacía, JinKi debía de continuar molesto con él, pero tenía la esperanza de que sí lo hiciera. Al cuarto tono alguien respondió del otro lado.

¿Hyung?

JongHyun parpadeó confuso porque JinKi no tendría que llamarlo así. Aunque, si lo pensaba bien, esa no era su voz.

—¿TaeMin—ah?

Sí, hyung, soy yo. —JongHyun fue capaz de escuchar la sonrisa en la voz del menor.

—Hola, TaeMin, ¿cómo has estado? —El menor respondió alegre, y el escritor escuchó paciente su respuesta—. Me alegro por ti, Min. Dime… ¿JinKi hyung está por ahí?

No. —JongHyun se sorprendió por ello­—. Salió temprano a hacer compras, dijo que no estoy comiendo bien ­—replicó el menor entre dientes, molesto—. Dijo que no quería saber nada de nadie y dejó su móvil.

El escritor suspiró quedo, esperando que el hombre al otro lado no lo escuchara. Era comprensible que JinKi no quisiera saber nada de nadie, pero no dejó que eso lo desanimara. Le preguntó a TaeMin si creía posible que los tres almorzaran esa tarde, porque desayuno no lo creía prudente. El menor lo dudó un momento, pero luego respondió que no estaba seguro porque creía que JinKi no querría. JongHyun, por supuesto, estaba consciente de eso.

—Pero JinKi no tiene por qué saberlo —aclaró de prisa, como si quisiera excusarse.

Se quedaron en silencio por algunos segundos, JongHyun llegó a pensar que casi un minuto, y en ese tiempo caminó por la sala de un lado a otro, mordiendo su pulgar, pensando que el menor no le contestaría o, peor aún, que le daría una respuesta negativa. Sin embargo, lo escuchó suspirar rendido y preguntar dónde almorzarían.

La sonrisa que brotó de sus labios amenazó con salírsele de la cara de lo amplia que era.

—Hay un restaurante cerca de la casa de tu mamá, TaeMin ah. Uno donde venden tteokbokki. Veámonos ahí.

De acuerdo.

 

 

 

***

 

 

 

JinKi se sintió algo aliviado de no tener que cocinar esa tarde. Ya lo había hecho en el desayuno, y no tenía ganas de hacerlo también para el almuerzo, por eso aceptó feliz la propuesta de TaeMin. Además, algo más de distracción no le caería mal.

Desde que se había ido del departamento se había enfrascado en el trabajo. Las ideas para las campañas publicitarias, las reuniones con sus clientes y con sus colegas, las presentaciones que debía hacer, los sets que debía visitar para que todo saliera bien… Su mente ocupada y llena de trabajo era la excusa perfecta para llegar a la habitación prestada en el departamento de TaeMin y tan solo lanzarse a dormir, cansado del ajetreado día. Y se levantaba solo para ducharse, comer, y salir de nuevo al trabajo. Así pasó toda la semana, hasta que el sábado llegó y no pudo con más trabajo.

Se encargó de llenar la despensa, retando a TaeMin de que solo tuviera comida instantánea, e hizo el desayuno. Limpió un poco, y ordenó algo de las cosas que le habían llevado ChangSeon junto con su hermano. Y cuando estar sin hacer nada amenazaba con llenar su cabeza de pensamientos de JongHyun y su rompimiento, TaeMin le ofreció comer fuera.

No creyó que sería un complot para ver al escritor.

El primer fin de semana lejos de él fue difícil. Sabía que TaeMin le haría preguntas, por lo que fue a casa de su madre. Ella lo recibiría y atendería con amor, y le daría su espacio, tal como hizo esos dos días. Aunque lo obligó a comer y a salir de la cama, al menos el domingo por la mañana para que la acompañara en su paseo dominical matutino, y no hizo preguntas que JinKi no contestaría.

—Sé que las cosas con JongHyunnie no han ido bien, hijo, pero si estás aquí es porque ya no hay nada para solucionar—afirmó la mujer con tono calmado, doblando la esquina para llegar a la calle donde estaba su casa, después de media hora de caminata. JinKi, al escuchar eso, pudo sentir las lágrimas en sus ojos, y se mordió el labio para retenerlas—. No puedo decirte qué hacer, sobre todo porque sé que ya lo sabes. Te crié para que no te ahogaras en un vaso de agua y pudieras enfrentar la vida con la cara en alto.

Eso lo debilitó un poco más, dejando que un par de gruesas lágrimas cayeran por sus mejillas, porque hubo veces en que fue un cobarde, cegándose a la realidad de no saberse correspondido, de haber huido de conversaciones dolorosas solo para quedarse al lado de JongHyun un poco más, agachando la cabeza ante cada golpe que la vida le daba.

—Sin embargo, está bien tomarse un tiempo para sanar las heridas, o al menos cerrarlas para que ya no sangren. También está bien llorar de ser necesario porque el dolor debe salir de alguna forma, y la mejor y más rápida son las lágrimas. Lo que no está bien, mi cielo, es revolcarse en el dolor y querer seguir ahí para no enfrentar lo que sigue. —Se detuvo y entonces lo miró, una expresión seria, pero unos ojos cálidos y comprensivos—. No sé por todo lo que tuviste que pasar estas semanas, pero si te quedas en el dolor que ellas te provocaron, no avanzarás.

JinKi se enjugó el rostro y asintió decidido, como si en verdad hubiera optado por hacer algo más que no fuera llorar en la calle.

La mujer le sonrió cálida, se enroscó en su brazo y caminaron el tramo que faltaba. No lo culpó ni le molestó por quedarse en su antigua habitación, tan solo le hizo la comida, y le dijo que estaría ahí, por cualquier cosa que necesitara. JinKi la necesitó como pañuelo de lágrimas y soporte para los días que se le venían encima.

En la noche, mientras sacaba uno de sus trajes y lo dejaba listo para el siguiente día, decidió que dejaría a JongHyun atrás, que lo olvidaría. JongHyun ya amaba a alguien, él hizo todo lo que pudo para reconquistarlo y no funcionó, no podía continuar en esa mentira que fabricó para tener estabilidad emocional y una razón para luchar por el escritor, aunque se fuera perdiendo de a poco.

No lo llamaría, o escribiría, o pensaría en él. No nada. Pero ahí estaba JongHyun, en el mismo restaurante que él, sonriéndole tímido.

JinKi amaba verlo de esa forma.

—¡Hola, hyung! —saludó TaeMin al rubio más efusivo de lo normal una vez que se acercaron—. Una sorpresa verte aquí.

Por la sonrisa extraña que le dio el escritor, JinKi no estuvo muy seguro de que fuera una sorpresa.

—Una verdadera coincidencia —respondió, asintiendo con la cabeza a modo de saludo.

TaeMin no pidió permiso y se sentó, obligando a JinKi a hacer lo mismo, porque sería muy descortés de su parte pedirle que se retiraran a otra mesa, o peor aún solo irse. A pesar de que no quería ver al menor, no podía ser descortés. Sobre todo, porque, aunque quisiera continuar negándoselo, le gustaba verlo. Llevaba una camisa blanca, con los primeros botones abiertos, y JinKi era espectador directo de su lunar. Cómo amaba ese lunar, tal vez por la zona en la que estaba, tal vez porque era de JongHyun.

—Hola —dijo finalmente, sonando más frío de lo que quería, pero no se molestó por ello porque se dijo que lo dejaría de lado—. Realmente es una sorpresa verte aquí.

JinKi pudo sentir a TaeMin tensarse, y a JongHyun sonreír más naturalmente, por lo que verdaderamente no supo si todo eso había sido planeado por alguno de los dos, o tan solo era una mala jugada de la vida. Al fin y al cabo, eso había hecho antes. Sin embargo, una de las meseras llegó con la orden de JongHyun, y los atendió a ellos, anotando rápido sus órdenes y saliendo con la misma rapidez para atenderlos.

—Esperaré a que les sirvan —indicó JongHyun, removiéndose en su asiento sin quitar su sonrisa.

—No te preocupes —dijo el mayor, haciendo un ademán—, puedes empezar.

—No tengo problema —sonrió leve.

Los hermanos Lee asintieron. Entonces, un silencio incómodo se instaló en medio de ellos. TaeMin era el más incómodo de los tres. Cuando aceptó esa idea, no se le ocurrió que JinKi y JongHyun podrían hablar de la discusión que tuvieron antes de que todo terminara, y se sintió tonto en ese momento, porque si eso ocurría él estaría en medio del desastre. Casi se golpea la frente por lo ingenuo y estúpido que había sido, cuando el mayor habló.

—¿Qué haces por el barrio? Estás lejos del departamento.

JinKi sintió a TaeMin tensarse de nuevo, y vio a JongHyun removerse incómodo en su silla, y se confundió de nuevo. No sabía si creer que de verdad era una coincidencia, pero se negaba a pensar en la posibilidad de que el escritor hubiera planeado algo como eso. A JongHyun no le interesaba él, no tendría por qué hacerlo. Y, si hubiera querido explicarse por la discusión, o alguna otra cosa, había tenido bastante tiempo para hacerlo. Debería tener una muy buena explicación, no tan solo un pasaba por aquí.

—Recordé que solíamos comer aquí —replicó encogiéndose de hombros, sorprendiendo al mayor—. Quise venir a ver si el lugar todavía existía y probar de nuevo su comida.

—¡Oh, ya estás recordando todo de nuevo! —La emoción en la voz de su hermano lo hizo sonreír agrio.

—Desde hace algunas semanas —murmuró, siendo consciente del rencor en sus palabras.

Y es que le molestaba que recordara cosas tan insustanciales como ese pequeño restaurante y no su amor por él. Eso lo hizo sentir peor, porque un edificio que servía comida era más importante que sus sentimientos, y se preguntó de nuevo si JongHyun en verdad lo había amado.

TaeMin fue consciente de la incomodidad de sus dos hyung por lo que se decidió a actuar antes de que las cosas se le salieran de control.

—Y… Ah, ¿qué más recuerdas? —El ánimo en su voz hizo sonreír al rubio.

JongHyun estuvo por hablar cuando la mesera llegó con las órdenes de los dos restantes. Ella les comunicó que, si necesitaban algo más la llamaran y se retiró. El escritor entonces habló, diciendo que recordaba haber estado en la graduación del instituto de TaeMin, y de la universidad, en el caso de JinKi. Les contó con detalle todo lo que recordaba, hablando de una que otra cosa divertida de esos dos eventos sacándole risas a TaeMin y sonrisas a JinKi.

El mayor, aunque le alegraba que todos los recuerdos de JongHyun estuvieran regresando, estaba incómodo de tener que escucharlo. Las heridas de la última discusión seguían abiertas, al igual que las muchas otras hechas con anterioridad y tenerlo frente a él, hablando como dos viejos amigos le molestaba. Era como una espina hincando en su mente que le pedía que huyera, que saliera corriendo y dejara todo atrás sin importarle parecer un maleducado. Por supuesto, no lo hizo, porque él ya era un hombre y debía enfrentar la situación como tal.

Además, se sentía incómodo por el estúpido latir rápido de su corazón, emocionado porque el menor recordaba su graduación. Quiso golpearse contra la mesa para dejar de ser tan iluso.

— ¡En verdad lo recuerda todo! —expresó entusiasmado TaeMin, mirando a JinKi—. ¿No estás contento por JongHyun hyung?

El mayor de todos quiso reír amargo, porque sí lo estaba y a la vez no. Que el otro empezara a recordar cosas era un buen avance, porque podría retomar su vida sin tener todas esas complicaciones anteriores por no saber quién era y qué había olvidado. Pero, por otro lado, le dolía que pudiera recordar todo lo demás, pero no a él, no al amor que había jurado tenerle, no a todos los sentimientos que le tenía. Le dolía tanto, que sus ojos ya empezaban a picar ante la idea de que había sido borrado de la memoria ajena.

—Lo estoy —dijo, levantándose con la mirada gacha y parpadeando un par de veces para aplacar sus lágrimas—, pero debo irme.

—¿Adónde? —TaeMin frunció el ceño.

JinKi lo miró, notando que lucía ligeramente alarmado.

—Quedé de verme con LeeJoon para terminar una campaña publicitaria para la alcaldía.

No era del todo una mentira. Sí se vería con LeeJoon, habían quedado la tarde anterior, pero era para hablar un poco de todo lo que había pasado. El mayor lo había visto cabizbajo, y cada que le preguntaba JinKi respondía con que le diría después, y ese después había llegado. Y no le caería mal, sobre todo por cómo se sentía en ese momento. Debía hablarlo con alguien, y su mejor amigo era la mejor opción.

Sacó su billetera, dejando unos billetes en la mesa y mirando al escritor.

—Permite que te invite la comida, JongHyun—ah.

El aludido hizo ademanes, negando.

—Soy yo quién debería.

JinKi sonrió de medio lado.

—En otra ocasión será. Provecho. —Hizo una reverencia hacia el escritor y se acercó a TaeMin, dejando un beso en sus cabellos y diciéndole que lo vería en la noche. No le dedicó una última mirada a JongHyun, solo se fue. Necesitaba huir del menor, aunque de lo que verdaderamente huía era de sí mismo y sus pensamientos.

 

 

 

***

 

 

 

JongHyun llegó al departamento poco antes de las cuatro de la tarde.

Tras la ida de JinKi del restaurante, JongHyun conversó un poco con TaeMin. El menor se disculpó, alegando que no sabía que JinKi se vería con ChangSeon. El rubio le dijo qué no se preocupara, que no era su culpa, después de todo. Terminaron de comer y luego se despidieron, cada uno tomando su rumbo. El escritor caminó un poco por la ciudad, pensando.

El JinKi del almuerzo había sido distante y reservado. Si TaeMin no lo llamaba, el publicista ni hubiera participado de la conversación, y cuando lo hacía era con monosílabos y algo cortante. Podía entender por qué reaccionaba de esa forma, de hecho, JongHyun estaba seguro de que si estuviera en su lugar reaccionaría peor, pero le parecía injusto. Estaba acostumbrado a que JinKi fuera atento, a que lo escuchara, a que lo mirara, a que le sonriera. Estaba acostumbrado al JinKi cálido, no al JinKi cortante y serio, y estaba consciente de que no tenía derecho a reclamar o sentirse mal porque él había causado esa reacción.

Ni siquiera pudo pedirle un poco de tiempo para hablar. Quería explicarle las cosas, aclarar la situación y hacer el intento para que todo regresara a cómo era antes, o al menos que fuera menos frío.

Cuando se hubo cansado de caminar, con la mente más clara y el corazón más calmado, regresó al departamento. En el camino decidió que continuaría escribiendo. El libro que había dejado inconcluso estaba avanzando, y le gustaba lo que llevaba en ese momento, quizá podría avanzar un poco más.

Tomó su portátil y la llevó a la barra, esperando que encendiera y sirviéndose algo de jugo. Su nevera se estaba vaciando, algo que no pasaba cuando JinKi vivía ahí. El mayor se encargaba de llenarla, y le gustaba no tener que preocuparse por ese tipo de cosas, algo que ya tendría que empezar a hacer. Se sentó en el taburete y abrió el documento que tenía por título "Libro nuevo". Continuaba pensando que era lo menos ingenioso que se le podía haber ocurrido, pero tampoco tenía un título para el manuscrito. Leyó lo último que tenía, abriendo otro documento en el que llevaba la historia escrita a grandes rasgos.

Estuvo leyendo eso, añadiendo un par de escenas que creyó correctas, y luego bloqueó la computadora. No sentía ánimos de escribir, si era honesto consigo mismo, por lo que fue a ver una película. Buscó alguna buena en la televisión, pero todas le parecían aburridas o ya las había visto, por lo que poco después se rindió. Fue hacia la cocina, queriendo comer unas galletas cuando vio su laptop, descansando a un lado. Quería escribir, podía sentir la ansiedad de querer hacerlo, la picazón en sus dedos por rozar las teclas. Tenía que hacerlo, debía hacerle caso a la vocecita en su cabeza.

Levantó la tapa del aparato y abrió un nuevo documento. Una idea había rodeado su cabeza desde hacía unos días, sobre todo cuando finalmente pudo leer el documento "cómo lo conocí". Mentía si decía que no le había gustado, y sintió que su manera de conocer a JinKi había sido como sacada de un libro. Sin embargo, bien podría hacerla parte de uno.

Suspiró profundo, asustado por la página en blanco a su frente, pero tan pronto sus dedos tocaron el teclado, se movieron sobre él con agilidad, escribiendo una frase.

Cuando lo vio entrar por la puerta lo primero en lo que reparó fue en su sonrisa.

 

 

 

***

 

 

 

Hablar con ChangSeon siempre era de ayuda, pero hacerlo con MiYoun lo era aún más. La mujer podía escuchar sin interrumpir, a diferencia de su novio, que cada que escuchaba algo que no le gustaba salir de la boca de JinKi abría la suya para refutar, pero MiYoun le golpeaba el brazo o lo codeaba en las costillas y el hombre desistía.

Tal como les dijo a TaeMin y a JongHyun, fue al departamento de Lee Joon. MiYoun lo recibió alegre, contenta de verlo después de algún tiempo. Lo hizo pasar, y una vez que se acomodó en la sala, la mujer apareció desde la cocina con galletas y té. El hombre adoraba esas galletas, y Lee Joon le dijo que él tenía el placer de comerlas cada que quería. JinKi sabía que no era del todo cierto, porque la castaña las hacía cada que él iba al departamento, pero no dijo nada, consciente de que todos lo sabían.

—Bien —habló ChangSeon, una vez que todos tenían una taza de té, una galleta, y haber intercambiado palabras cordiales—, te escuchamos.

JinKi suspiró y dijo todo. Ellos ya sabían que estaba dolido por toda la situación de JongHyun no correspondiendo sus sentimientos, por lo que no tuvo que contarles de eso. Sin embargo, les hizo un pequeño resumen, y les explicó la verdadera razón por la que se había ido del departamento. El ceño de Lee Joon se fruncía y cada que quería hablar su novia no lo dejaba. JinKi se lo agradeció mentalmente, porque quería soltar todo lo que lo atormentaba. Les contó lo que su madre le dijo, lo horrible que fue esa semana, cómo tampoco le había dicho nada a TaeMin, y cómo lo había encontrado cuando fue a almorzar. Les contó que no sabía si de verdad era una coincidencia, o lo había planeado junto con Tae porque el menor fue el de la idea de comer fuera.

Cuando sacó todo de su sistema, respiró profundo, sintiéndose más ligero.

—Tal vez sí fue una coincidencia —habló MiYoun después de unos segundos en silencio—. Digo, todavía sigue recordando cosas, recordó el lugar y lo fue a probar. —Se encogió de hombros.

Realmente eso no era lo que JinKi quería escuchar.

—¿Y si no?

—Entonces se dio cuenta de que fue un bastardo y que hizo mal en lastimarte —confesó Lee Joon.

Eso era algo que tampoco quería escuchar.

ChangSeon se quejó cuando su novia lo golpeó en la cabeza y miró a JinKi en busca de ayuda, pero por la cara de pocos amigos que tenía, supo que no la tendría.

Aunque estaba separado de JongHyun, no le gustaba que hablaran mal de él, aún lo amaba. Suspiró y se apoyó en el espaldar del sofá, dejando la cabeza caer y mirando el techo. No sabía qué pensar. JongHyun no lo había llamado ni escrito en toda la semana y de pronto aparecía el sábado, como si nada, como si no lo hubiese lastimado.

Bufó exasperado y pasó las manos por su cara.

—No sé qué hacer —murmuró lo bastante alto para que los otros dos lo escucharan.

MiYoun lo pensó un poco.

—Yo creo que deberías hablar con él, ¿sabes? —sugirió, tomando una galleta del plato en la mesita de café.

—¿Hablar de qué cosa? —preguntó con un gesto molesto.

—De lo que pasó —replicó obvio Lee Joon.

JinKi bufó y tomó la taza de la mesita llevándola a sus labios.

—Es bastante obvio lo que pasó —gruñó antes de beber té.

—Eso es cierto —continuó la mujer—, pero no le diste tiempo a JongHyun de explicarse.

El publicista levantó una ceja.

—No quería, ni quiero, escuchar más de sus excusas mal inventadas.

—¿Pero no pensaste que, tal vez, todo tiene otra explicación?

JinKi endureció la mirada.

—¿Cómo cuál? ¿Que fue KiBum quién lo engatusó?

—JinKi —advirtió Lee Joon con tono severo y una expresión seria debido al modo altanero con el que le había respondido a MiYoun. La mujer le puso una mano en el brazo a ChangSeon, acariciándolo con el pulgar para tranquilizarlo.

—¿De verdad piensas que JongHyun te diría eso? —indagó la mujer.

JinKi se cruzó de brazos, desviando la mirada con el ceño y los labios fruncidos.

—No.

—Entonces estás siendo injusto con él.

—¡Él también lo fue conmigo! —se quejó berrinchudo.

—Y yo no lo estoy negando —sonrió divertida al ver a JinKi de esa forma—, pero no por eso lo serás tú también.

—¿Por qué no? —quiso saber Lee Joon. Su novia lo miró con la ceja levantada—. ¡Se lo merece!

—Me sorprende que ahora ataques a JongHyun. Hasta hace poco lo defendías —comentó algo indiferente la mujer tomando una galleta.

—Eso fue antes de saber lo que hizo.

JinKi suspiró de nuevo.

Cuando, esa misma tarde, le dijo del beso que casi ocurre entre KiBum y JongHyun, ChangSeon se indignó. Siempre le había dicho a JinKi que luchara por JongHyun, porque lo amaba, que el menor lo recordaría. Incluso cuando fue por sus cosas al departamento le preguntó si estaba seguro de irse. Cuando supo la verdad, Lee Joon le dijo que había hecho bien.

—Pero también creo que debes hablar con JongHyun —acotó su amigo.

JinKi parpadeó.

—¿Por qué?

—El departamento.

JinKi cayó en cuenta de eso. Claro que lo había hecho antes, pero con el pasar de los días, y todas las cosas en las que se estaba enfocando, lo olvidó por completo.

—También es tuyo, ¿no? —indagó MiYoun. JinKi asintió—. ¿Se lo dejarás?

—Sería un estúpido si lo hace —masculló Lee Joon de mal humor, ganándose un nuevo golpe por parte de su novia.

JinKi rió entre dientes al ver la cara arrugada de su amigo, y se acercó a tomar otra galleta.

—Creo que le venderé mi parte —respondió, queriendo cortar la pequeña discusión de la pareja.

—Debiste echarlo a él y no irte tú —dijo el hombre, molesto y cruzándose de brazos.

JinKi sonrió, triste, porque tenía razón. Él no había cometido falta alguna, no tenía por qué dejar el lugar que consideraba un hogar, pero no había tenido corazón para botar a JongHyun.

—Él no tenía a dónde ir.

—¿Y la casa de su mamá? —quiso saber ChangSeon levantando una ceja.

—Le trae malos recuerdos —replicó JinKi.

—Vaya, eso sí recuerda. —Rodó los ojos, recibiendo un manotazo en el muslo por parte de la mujer. Se quejó por eso, haciendo reír entre dientes de nuevo a JinKi.

—Me gusta cómo lo maltratas —comentó. MiYoun sonrió encantadora y su novio rodó los ojos y bufó.

—Tengo un amigo que es agente inmobiliario. Él podría ver el departamento y decirte cuánto cuesta y entonces se lo vendes a JongHyun. Y no te lo estoy sugiriendo, JinKi, es lo que harás —afirmó, cruzando las piernas.

—¿Acaso eres su madre? —sonrió divertida MiYoun.

—No, pero él es muy blando —confesó señalando a JinKi con la cabeza y dándole una mirada rápida—. Es muy capaz de vendérselo a la mitad de lo que les costó. Que JongHyun al menos pague con dinero el daño que ha hecho.

JinKi se mordió el labio. Estaba conmovido por la preocupación de su amigo, pero debía admitir que le dolió un poco su comentario, aunque tenía razón. Era muy blando.

Tal vez, por eso JongHyun se aprovechó.

Tomó otra galleta y desvió la mirada, esperando que la conversación terminara ahí. MiYoun pareció entenderlo, porque cambió el tema, diciendo que necesitaba hacer compras. Lee Joon se quejó y recibió otro golpe, haciendo reír a JinKi.

 

 

 

***

 

 

 

JongHyun se levantó de prisa, su cuello doliendo al instante. Pasó su mano por él, sobándolo un poco. Revisó a su alrededor notando que se había quedado dormido en la barra, con su computadora a unos centímetros más allá de él. A lo mejor estaba sin batería. Parpadeó despacio, en lo que bostezaba y estiraba los brazos y la espalda.

No había parado de escribir desde que se había sentado ahí, y podía sentir el dolor en sus hombros y muñecas. Cuando se tomó un descanso era de madrugada y apoyó la cabeza en la encimera diciendo que descansaría los ojos por unos minutos. Tal parecía, habían sido horas.

Se estiró una vez más y cuando se cubría la boca de un bostezo su teléfono móvil empezó a sonar. Trató de ubicarlo, pero no lo veía en la encimera. Se enfocó en el sonido y corrió hacia la habitación esperando no perder la llamada. Sin embargo, se quedó unos segundos mirando el remitente antes de responder.

—¿KiBum?

Hyung... Hola. —El menor sonaba inseguro—. ¿Cómo... cómo estás?

El escritor abrió la boca, sin saber qué decir y haciendo ademanes con su mano libre. Se sentó en la cama antes de responder.

—Sorprendido por tu llamada, si te soy honesto.

No habían hablado desde el incidente del casi beso en la casa de KiBum. JongHyun creyó que el otro hombre ya no querría saber más de él por lo que se abstuvo de llamarlo. También quería pedirle disculpas por su comportamiento aquel día, porque había sido atrevido y estúpido, lo sabía. Había abusado de la confianza del otro hombre y había perdido una gran amistad.

Oh, yo... Bueno... —JongHyun lo escuchó suspirar pesado seguido de algo de ruido—.  Quería saber cómo estabas —dijo tímido—. Supe que JinKi hyung se fue del departamento.

El escritor dejó escapar aire por la nariz. Pasó las manos por su cara, restregándose un ojo y luego se lanzó al colchón. Le sorprendió la rapidez con la que las noticias viajaban, pero le sorprendió más que el diseñador lo supiera.

—¿Quién te lo dijo?

Fue hyung. Lo llamé ayer y me explicó lo que pasó. —Hubo un silencio que fue llenado solo por sus respiraciones. JongHyun no sabía si debía aprovechar ese tiempo para disculparse, pero KiBum se le adelantó—. ¿En verdad estás bien?

Había cautela en su voz, y el escritor no sabía por qué. Quizá era para no lastimarlo, o para no decir algo indebido.

—No, en realidad —confesó en un murmullo—. Hice todo mal y al final terminé lastimando a JinKi. Más me duele eso, que lastimé y decepcioné a muchos a mí alrededor.

JongHyun...

—Te debo una disculpa, KiBum.

Se quedaron en silencio un momento. JongHyun fue consciente del aire entrando en su sistema, de cómo sus pulmones se llenaban y se vaciaban, de cómo su nariz se expandía, y todo mientras se daba valor para continuar hablando.

—Lamento haber sido un idiota contigo.

Se sentía bien tras haber dicho aquello, y aunque lo más correcto hubiera sido decírselo a la cara, haberlo hecho le era suficiente.

Gracias, hyung.

Rió entre dientes, porque realmente esperaba otra cosa, pero no podía esperar más. Todos habían notado que era un idiota.

Yo también fui algo grosero —confesó el diseñador.

JongHyun negó con la cabeza, diciéndole que había sido un buen amigo y dicho lo que debía decirse. Ambos rieron, y el silencio los llenó de nuevo. Sin embargo, era un silencio cómodo, uno en el que el escritor no tenía deseos de decirle al otro que eran una pareja y que debían amarse, porque ya no lo creía así.

Sonrió de lado, irónico. Tuvo que perder a JinKi para notar su amor.

KiBum le invitó el desayuno y JongHyun no se negó. No desperdiciaría la oportunidad de disculparse adecuadamente, y tampoco una comida gratis.

Notas finales:

Lamento la demora! He tenido problemas técnicos (?)

Nos vemos el domingo!


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