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Recuérdame por Na Na

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Después de haber salido juntos por San Valentín, JinKi le había propuesto a JongHyun otras salidas "casuales", con la intención de que pudiera familiarizarse con los lugares y recordar, pero el menor bien sabía que esas eran citas. Fue así como ellos empezaron a salir. El mayor lo llevó al teatro, al cine, a caminar por la orilla del río Han, a la torre Namsan y a Gwanghwamun; a restaurantes que habían ido, galerías que habían visitado, e incluso, un día que JinKi se tomó libre, lo llevó a la universidad para mostrarle el lugar donde se conocieron. En todos esos lugares el alto lo llenó de atenciones y detalles, le tomó fotografías y le compró cosas, lo hizo reír y, lo más importante, lo hizo sentir cómodo. JongHyun había recuperado parte de sus recuerdos en cada sitio al que había ido, y en todos ellos aparecía JinKi. Sin embargo, no sentía nada. No había una sensación diferente al recordarlo, ni al tocarlo, ni cuando se le acercaba más de lo que le gustaría. Se divertía con él, no lo iba a negar, pero su corazón no se ponía nervioso.

No hasta cierta noche.

JinKi lo había llevado al teatro nuevamente. Había un musical del Rey León y el mayor sabía que a JongHyun le gustaba. Al salir, iban comentando acerca de la actuación, cada uno envuelto en sus propios abrigos. A pesar de que el invierno estaba por terminar, las noches continuaban siendo frías. Esa era una especialmente helada.

—En las noticias no dijeron que haría tanto frío —comentó JongHyun, sacando sus manos de los bolsillos de su abrigo y frotándolas entre sí para generar calor y soplándolas un poco.

—¿Tienes mucho frío? —quiso saber JinKi, deteniéndose. JongHyun también se detuvo y asintió—. Ven aquí —pidió, acercándose él en realidad, en lo que se sacaba la bufanda.

—¿Qué haces? —murmuró el menor al ver cómo le envolvía la bufanda en el cuello.

—Te mantengo caliente —susurró, acomodando la prenda.

JongHyun, que se había quedado estático, solo pudo ver como el mayor apresaba sus manos con las de él. Estaban calientes. El bajo se sorprendió de eso, el frío se colaba hasta los huesos, pero no le duró mucho la sorpresa porque sintió sus manos elevarse hacia los labios de JinKi y el aire cálido de su aliento. JongHyun dejó de respirar.

El alto frotó sus manos sobre las del menor y lo miró con una sonrisa tierna.

—¿Mejor?

JongHyun seguía sorprendido por la acción de JinKi que tan solo pudo asentir. Había leído esas escenas en los libros, la había visto en algún drama, pero nunca se imaginó que él sería parte de ella, que le sucedería a él.

JinKi, al ver que el menor no reaccionaba, se sintió satisfecho, y aunque tuvo muchas ganas de besar sus manos no lo hizo. Debía ir paso a paso.

—Allá hay una cafetería —comentó, soltando solo una de las manos del escritor y tomando la otra, metiéndola en el bolsillo de su abrigo, para caminar hacia el lugar.

JongHyun se hundió en la bufanda para que JinKi no pudiera ver cómo se sonrojaba furiosamente, y esperando que no pudiera escuchar el violento latir de su corazón.

 

***

 

Ya que conocía la contraseña de su computador se dispuso a revisar los documentos que tenía en ella. Sabía acerca del libro que había estado escribiendo, y esperaba poder hallarlo, pero se llevó la sorpresa de encontrar más documentos, muchos de ellos con historias cortas.

Revisó cada carpeta que tenía y, escondida entre muchas otras, halló una con el nombre "Vida mía".

La curiosidad que lo embargó fue grande y la abrió, pero lo hizo más impulsado por el presentimiento que le llenaba el pecho. Intuía que encontraría algo que lo ayudaría a recordar, y que tenía que estar relacionado con JinKi porque los documentos databan de fechas de hacía seis meses atrás. Estaba por abrir uno que tenía por título "cómo lo conocí" cuando el sonido de la puerta desbloqueada lo alertó y cerró todos los documentos abiertos, el pánico en cada uno de sus movimientos. Casi baja la tapa, pero creyó que lo mejor sería no hacerlo así que tan solo se giró en el taburete y miró a JinKi.

—Bienvenido —saludó pretendiendo lucir casual y tomando el vaso que tenía al lado del portátil.

JinKi se detuvo por un instante en lo que podía sentir la familiaridad del recibimiento. JongHyun lo saludaba de esa forma antes del accidente, siempre con una sonrisa contagiosa. Solía abrazarlo, o bien lanzársele encima, o solo darle un beso tierno en los labios. El publicista extrañaba todo eso, incluso el raro hábito de golpearle la nariz con el índice cada que llegaba. JinKi detestaba que lo hiciera, y siempre le pedía que se detuviera, pero amaría que JongHyun lo hiciera de nuevo.

Cuando se recuperó del momento, dejó sus cosas en el sofá y caminó hacia el menor con la mano derecha oculta tras su espalda. No pudo evitar comprarle algo, y estaba tan emocionado por regalárselo, y por ver su reacción, que la sonrisa alegre que tenía contagió al escritor.

—¿Qué ocurre? —quiso saber JongHyun, tratando de reprimir la sonrisa.

 —Tengo algo para ti.

El rubio levantó una ceja, ya rindiéndose a la mueca en sus labios.

—¿Qué es?

JinKi sonrió todavía más y sacó su mano. Un pequeño ramo de rosas rojas hizo acto de presencia, inundando el espacio entre ellos con su olor.

JongHyun bufó divertido.

—¿Flores? —El castaño asintió repetidas veces, sin borrar su sonrisa. JongHyun se levantó del taburete, dejando el vaso a un lado—. ¿En serio?

—Son lindas, ¿no?

El escritor no pudo evitar reír ante la situación y se acercó para tomarlas.

—¿Con flores fue como me conquistaste? —bromeó adentrándose en la cocina.

—No, no precisamente. —JinKi lo siguió—. No te agradaba mucho cuando te las regalaba, pero con el tiempo te acostumbraste.

El rubio sonrió y sacó una jarra de vidrio de la alacena. La llenó de agua y colocó las flores, sacándolas del papel decorativo en el que se hallaban.

—Espero que no se dañen pronto —murmuró JongHyun mirándolas, sin percatarse que JinKi lo miraba a él con la misma fascinación con la que él miraba las plantas.

 

***

 

—¡JongHyun, apresúrate! —JinKi gritó desde el recibidor, poniéndose los zapatos.

—¿Tienes las entradas? —preguntó el menor caminando hacia la sala y tomando su teléfono móvil.

El alto respondió con una afirmación y se fijó en Jong cuando se le acercó. El menor estaba usando una camiseta blanca, un pantalón rasgado en los muslos y las rodillas y llevaba un saco, con muchos botones dorados. El menor estaba doblando una de sus mangas cuando levantó la mirada hacia él y le sonrió.

—Te ves bien —comentó el rubio.

El castaño usaba un pantalón negro de gabardina, una camisa de seda color coral y un saco, también de color negro.

—Gracias. También te ves bien —replicó. Aunque, JongHyun siempre se veía precioso a sus ojos.

—Me pongo las botas y nos vamos —dijo el menor, tomando las Harley Davidson.

Iban a un desfile de moda en el cual KiBum participaba. El menor les había pasado unas invitaciones con asientos en primera fila. JongHyun estaba emocionado por ir. Tomaron un taxi y fueron hacia el centro de la ciudad. El desfile sería en el salón de un hotel. El rubio no lograba recordar el nombre, pero el publicista le dio la dirección al taxista y fueron llevados hacia allá.

Había varios autos estaciones por el lugar, por lo que tuvieron que quedarse a un par de cuadras de ahí. Caminaron hacia la entrada, viendo algunos fotógrafos en la parte de afuera, tomando imágenes de cada persona que entraba, y ellos, por supuesto, no fueron la excepción.

JinKi entregó las entradas e ingresaron tras verificar que fueron las correctas. JongHyun vio una pasarela en el centro del salón, con sillas a los lados. Había varias personas caminando con copas en las manos y en grupos. El rubio se estaba sintiendo un poco fuera de lugar, pero JinKi le puso una mano en la espalda, como recordatorio de que no estaba solo.

—Tranquilo, no es la primera vez que vienes a algo como esto —murmuró.

El mayor tomó dos copas de una charola que una camarera llevaba y le pasó una a JongHyun.

—¿Es la segunda vez que vengo?

JinKi asintió con la cabeza antes de darle un sorbo a su bebida.

—Conoces a algunas personas —dijo.

Algunas personas se acercaron a ellos, entre esas algunas modelos. El escritor se sorprendió de ver lo altas que eran. Después de unos veinte minutos de charla insustancial, pero amena, MinHo se les acercó portando una sonrisa encantadora. JongHyun quiso borrársela, pero le sería imposible. El alto los saludó con una reverencia corta a cada uno, y tras unas palabras intercambiadas las modelos se fueron.

—Agradezco que vinieran —dijo el menor.

JongHyun luchó por no hacer una mueca de desagrado.

—No nos lo perderíamos —replicó JinKi con una sonrisa.

Tan pronto terminó de hablar fueron llamados a sentarse ya que el desfile empezaría en pocos minutos. JinKi y JongHyun se sentaron al lado de MinHo. La semana de la moda en Seúl era uno de los eventos más importantes de la industria de la moda, y que KiBum estuviera entre los diseñadores era un gran honor y una gran oportunidad.

Cinco diseñadores fueron los escogidos esa noche para presentar sus colecciones. Algunos solo alta costura para mujeres, otros tanto para hombres como para mujeres. Al final de cada pasarela el diseñador iba tras la última modelo. Estaba ya aburriéndose, cuando vio salir a KiBum, en medio de loa aplausos. El diseñador agradeció la presencia de todos, sobre todo el de MinHo y sus padres, y permitió que las modelos desfilaran. JongHyun reconoció algunas prendas de las que había visto las veces que había estado en el taller de KiBum.

Abrigos, vestidos, pantalones, chaquetas, sombreros y bufandas, había una amplia variedad de prendas y el escritor disfrutó de todas ellas. Las modelos salieron nuevamente, todas en una sola hilera, y, al final, KiBum, quién hizo una reverencia ante el público y regresó tras bambalinas. En el camino por la pasarela, sin embargo, miró hacia donde estaba JongHyun, con la diferencia de que en realidad observaba a MinHo. Le lanzó un beso al alto hombre y el corazón de JongHyun se resquebrajó al ver aquello. Había veces en las que olvidaba que nada de ese cariño era para él.

El desfile acabó y hubo un cóctel después. JongHyun y JinKi acordaron quedarse para poder felicitar personalmente a KiBum. Perdieron a MinHo en algún punto de la reunión, y ellos charlaron con algunos editores de revistas que conocían, o que eso decían, el escritor no podía decirlo a ciencia cierta. Necesitaba algo de beber, y lo comentó en el grupo con el que charlaba, pero JinKi se ofreció a ir por las bebidas. JongHyun no tuvo más remedio que quedarse, pero unos minutos después sus acompañantes se excusaron de él para ir a saludar a otras personas y él se quedó solo. No sabía si él era mala compañía, o ellos de verdad iban a saludar a alguien más, pero tampoco le prestó mucha atención. Se concentró, más bien, en ver si había algún otro conocido con el que pudiera charlar y saber más sobre ese mundo, cuando vio a KiBum, acercándose a él con una sonrisa llena de felicidad.

—¡JongHyun! —Hizo una venia formal, pero sin quitar la sonrisa.

—¡KiBummie! —La sonrisa de idiota no podía dejar el rostro de JongHyun—. Fue un desfile excepcional.

Sonrió ampliamente, en lo que veía cómo el rostro del hombre frente a él se llenaba de felicidad y gratitud.

—¿JinKi hyung también vino?

JongHyun asintió.

—Dijo que iría por unas bebidas. —Con disimulo se había acercado al menor—. Ya regresará.

JinKi se había acercado a la barra a pedir alguna bebida distinta a la champaña que los meseros llevaban en las charolas. En lo que esperaba que las bebidas fueran preparadas se dio la vuelta ubicando a JongHyun, conversando con KiBum, y sonrió. No se sentía preocupado por ello. En sus salidas con el menor lo había notado nervioso y animado. Aunque no era recíproco con él, al menos no apartaba sus acercamientos, aunque se esquivaba de aquellos que creía que eran demasiado. Sin perder la sonrisa, se giró cuando la chica tras la barra le entregó sus bebidas ya listas. JinKi las tomó y se giró despacio, vigilando que no se le regaran. A veces, su torpeza salía a flote en los momentos y lugares menos indicados. Al ver que todo estaba en orden, miró hacia JongHyun, dando un paso, pero deteniéndose debido a la sorpresa de lo que veía. Tal vez no era sorpresa, tal vez era decepción, o frustración.

JongHyun estaba bastante cerca de KiBum, más de lo que debía ser considerado normal para dos amigos, y le estaba coqueteando, estaba seguro. Estaba haciendo lo mismo que había hecho con él los primeros días de conocerse.

La realidad cayó sobre él con todo su peso, haciéndolo sentir estúpido e ingenuo. JongHyun no se estaba enamorando de él, continuaba amando a KiBum. Su pecho empezó a doler hasta el punto de faltarle el aire. No importaba cuánto inhalara, el aire no parecía llegar a sus pulmones. Tenía que calmarse, no podía llegar alterado hacia ellos porque no sabía de qué podía ser capaz y no era un buen lugar como para armar un escándalo, por más pequeño que fuera.

Abrió la boca, tomando una gran bocanada de aire que lo ayudó a tranquilizarse un poco. Ignoró a las demás personas que lo veían raro debido a ello, y avanzó hacia los menores. En el trayecto vio a MinHo también acercarse hacia JongHyun y KiBum, tomando de la cintura a este último y mirando con dureza al primero. Eso le indicaba que también había visto el comportamiento de JongHyun.

Suspiró, y fingió su mejor sonrisa.

—¡KiBummie! —dijo, lo más alegre que pudo.

—¡Hyung! —El menor hizo una venia que JinKi correspondió cuando le entregó su bebida a JongHyun—. Me alegra mucho que vinieran.

—No nos perderíamos este desfile, Bum.

JinKi se tensó después de ese comentario por parte de JongHyun, y miró a MinHo, quien lucía serio, pero, sobre todo, molesto. No se sorprendió pues él estaría igual de estar en su situación. Miró al escritor, y la sonrisa amplia y brillante que dirigía hacia KiBum lo hizo rabiar por dentro, mas, inconscientemente, apretó el cuerpo de la copa. JongHyun no le había sonreído de esa forma desde el accidente.

Algo en su pecho dolió.

No sabía si KiBum había notado el comportamiento de JongHyun y lo estaba dejando pasar, o la emoción debido al desfile le estaban nublando la capacidad de notar lo que ocurría a su alrededor. Sea como fuere, el publicista se estaba empezando a molestar.

Hablaron unos pocos minutos más, antes de que KiBum se excusara con que debía saludar a más gente y se retirara, junto con MinHo, quien tan solo hizo una venia y se fue al lado de su pareja, tomándolo de la cintura.

JinKi terminó su bebida y tomó otra copa de champaña de las camareras cuando escuchó hablar a JongHyun.

—¿Viste cómo me miró MinHo? —preguntó indignado, dándole un sorbo a su bebida.

El mayor inhaló profundo, tratando de tragarse algo del coraje que estaba queriendo escapar de su ser. Sin embargo, no pudo evitar una pregunta cargada con una pequeña dosis de veneno.

—¿Y por qué crees que fue?

JongHyun lo miró con una ceja levantada.

—¿Acaso hice algo malo? —JongHyun no le hallaba una razón al tono de reproche que había usado el mayor.

JinKi se mordió la lengua queriendo evitar decir una grosería. No podía alterarse en ese momento y tener una discusión con el menor, porque no era el lugar ni el momento adecuado. Tan solo dejó escapar un suspiro pesado pasando una mano por su cabello.

—En casa hablamos —fue todo lo que dijo, justo a tiempo de saludar a una pareja que se les había acercado, no dándole tiempo a JongHyun de que comentara algo al respecto.

Después de media hora, y de hablar con varias personas, JinKi y JongHyun tomaron un taxi para regresar al departamento. Durante todo el viaje estuvieron sumidos en un silencio incómodo que estaba destrozando a JinKi. Había tenido esperanza de que el menor estuviera olvidando a KiBum, pero tal parecía no era así; además, estaba el hecho de que, con el escritor, nunca hubo un silencio incómodo. Estar a su lado era más que suficiente para hacerlo feliz.

El ese momento, necesitaba de más.

El ambiente se puso tenso e incómodo en el ascensor, y fue insufrible para JinKi una vez entraron al departamento.

—¿Qué tanto le hacías a KiBum?

JongHyun, que se estaba sacando las botas, miró a JinKi tras él.

—¿De qué hablas?

JinKi lo observó y notó que la curiosidad era honesta, por lo que se rindió. Rio entre dientes, cansado, molesto, frustrado y se quitó los zapatos, sin mirarlo.

—Olvídalo.

Pasó por su lado, en dirección hacia la habitación, pero el menor lo detuvo del brazo.

—Dime, JinKi.

No había escuchado un hyung de nuevo, y eso solo lo lastimaba cada día un poquito más. Al menos, ya no usaba honoríficos, lo que hacía las cosas un poco más fáciles para él. No obstante, en ese momento, hubiera deseado que se le escapara uno, al menos para aplacar un poco la creciente tristeza que habitaba en su pecho.

—En que coqueteabas con KiBum —soltó de una vez en un tono monótono, no queriendo darle más vueltas al asunto.

Estaba cansado, tanto física como mentalmente, y deseaba tanto poder dormir en su cama en ese momento. Le bastaba con que JongHyun dijera que lo sentía, y él podría irse tranquilo por el futón, pero las cosas no salían como él quería. El menor levantó una ceja, indignado, y soltó al mayor para ir hacia la cocina.

—No sé de qué hablas —dijo con dureza, dando zancadas fuertes.

JinKi parpadeó, sorprendido.

—¿Qué no sabes de qué hablo? —Frunció el ceño en lo que seguía al menor—. ¿De verdad esperas que crea eso?

—Esa es la verdad. —JongHyun se giró y encaró al mayor —. No estaba coqueteando con KiBum.

JinKi rio, amargo, con las manos en su cadera. Pasó las manos por su rostro, frustrado, y se sacó la americana, dejándolo en el respaldo del sofá.

—Por favor, JongHyun, era bastante obvio que lo hacías.

—Eso no es cier…

—Le acomodaste el cabello —interrumpió, enumerando con su dedo lo que decía—, le acariciaste el brazo, le sonreíste coqueto, y eso por decir algunas.

El escritor frunció la frente, con la respiración acelerada.

—Me ofendes, JinKi.

—Por Dios, JongHyun, deja de cambiar el tema. Admítelo, coqueteabas.

Necesitaba escucharlo decirlo, por más masoquista que eso fuera. Necesitaba que le confirmara lo obvio para que su corazón dejara de crear excusas, negando una vez más la verdad que venía comprobando desde hacía semanas.

—¡No es cierto!

—Ah, por favor. —JinKi levantó las manos, frustrado, y rodó los ojos—. Claro, lo estabas tratando como tratas a tus amigos, ¿verdad? Porque así los tratas a todos, ajá.

JongHyun suspiró, queriendo conservar algo de calma. JinKi, al parecer, estaba teniendo un berrinche, y él no tenía cabeza para lidiar con sus problemas. Bastante tenía ya con los suyos.

—Esto es ridículo.

Se dio la vuelta, todavía en su camino hacia la cocina. Tenía hambre, y tal vez eso era lo que tenía a JinKi en ese humor. Quizá y podía cocinarle algo rápido y esperar que se tranquilizara.

—¡Admítelo, JongHyun!

El grito provocó un respingo en el menor, quien encaró a JinKi, también molesto.

—No tienes por qué levantar la voz, hyung. A lo mejor lo hice, pero no fue mi intención.

La sangre de JinKi hirvió, porque JongHyun siempre hacía cosas en el momento menos oportuno, o las decía sin darse cuenta, causando estragos en él, haciendo que su mente fuera un desastre. Además de las malas excusas que siempre inventaba, como la de esa noche.

—¿Qué no fue tu intención? —repitió con retintín—. Nunca lo es, ¿verdad? —Veneno, JinKi estaba tan molesto que sabía que cada una de sus palabras tendría una buena cantidad de veneno en ellas, y no podía sentirse peor con aquello.

Nunca había sido así con el menor, pero las cosas estaban llegando a un punto que ni él mismo podía ya soportar. Cada día se cansaba más de toda esa situación, y aunque tuviera paciencia, aunque se esforzara para que el menor recordara su amor por él, nada parecía funcionar como debía.

Lo que JinKi había dicho había tomado por sorpresa a JongHyun. No esperaba una respuesta amable, pero tampoco una como aquella. El enojo que tenía acumulado pujaba por salir, y sin quererlo lo dejó, como si fuera un puñal directo al corazón de JinKi.

—Y si hubiera sido así, ¿qué? ¿Cuál es el problema?

—¡En que tú eres mi pareja, JongHyun! —gritó, ya perdiendo los estribos debido a la altanería en la voz del menor, a la ira acumulada, a la frustración constante, al cansancio, a todo lo que lo estaba matando de a poco—. ¡Tú eres mi novio, no el de KiBum!

Retrocedió unos pasos mientras hablaba con la furia bullendo en su interior, saliendo con cada palabra pronunciada.

JongHyun se asustó porque no había visto a JinKi así de molesto. Podía ver como sus ojos eran fuego debido a la ira que emanaba, con sus manos en puños y todo su cuerpo tenso. No tenía la menor idea de cómo proseguir, y si el mayor lo lastimaría. Aunque hubieran sido pareja, él no conocía a JinKi.

—No le estaba coqueteando a KiBum, hyung —llamó suave, esperando calmar al mayor, sin saber que estaba causando lo contrario.

—¡Basta! —pidió, no por la explicación, sino por el sobrenombre—. Sabes que es mentira, MinHo te vio hacerlo, ¡todos los vieron, JongHyun!

El menor parpadeó, sorprendido. Eso aclaraba el porqué de la mirada dura del doctor. En verdad no había notado lo que estaba haciendo, porque lo sentía tan natural.

—Hyung…

El silencio que JongHyun había dejado entre ellos antes de llamarlo sirvió para calmarlo un poco. Ya había dejado salir parte de su frustración, y aunque sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, no podía controlarse. Estaba soportando demasiado, y quería que el menor también pusiera de parte, porque JinKi sentía que solo él estaba luchando por ello. Y tal vez sí era así, pero él continuaba mintiéndose para poder tener algo de calma, algo de esperanza, algo por lo cual despertarse cada día y pensar que las cosas saldrían bien.

Sin embargo, estaba llegando al límite.

—¿Por qué te es tan difícil pensar en mí por un momento? —preguntó JinKi mirándolo a los ojos.

JongHyun se congeló en su lugar. No había ira o veneno en las palabras del mayor; había dolor. Un dolor tan palpable que lo atravesó como si de una flecha se tratara. No estaba consciente de lo que provoca con sus acciones, de cuánto le afectaban al mayor.

El publicista respiró profundo, antes de elevar la cabeza para mirar al techo, esperando que las lágrimas que se le acumulaban en los ojos no salieran porque no quería humillarse, quebrarse frente a JongHyun, y saber que el menor no lo ayudaría.

Eso solo dolió más.

—JinKi…

JongHyun quiso acercarse, pero el mayor habló, deteniéndolo.

—KiBum ya tiene pareja —dijo más calmado y entonces lo miró a los ojos: el dolor continuaba en ellos—, al igual que tú. Aunque no te guste, aunque pienses que todavía lo amas, estás conmigo. Lo único que yo te pido, JongHyun, es respeto. No te estoy pidiendo que me correspondas, solo pido respeto.

Y sin añadir nada más, tomó el saco y se dirigió a la habitación, con el cuerpo tan pesado debido a todas las emociones que lo estaban embargando.

JongHyun solo lo dejó ir porque sabía que podría empeorar las cosas, al parecer eso era todo lo que hacía. Pasó las manos por su cara, sintiéndose cada vez peor al saber que era el causante del dolor de JinKi, y que era incapaz de hacer algo para aliviarlo.

—Esto es horrible —murmuró, antes de dejarse caer en el sofá.

Quería que todo fuera una pesadilla, pero, al igual que las veces anteriores, no sería así.

 

***

 

JongHyun y su madre vieron cómo JunPyo se perdía entre la multitud, con la excusa de ir al baño.

Pocos días después de su regreso a América, la mujer regresó a Corea junto con su esposo para que el escritor pudiera conocerlo. Se quedaron tan solo dos días, pero durante ese tiempo el menor fue bastante educado y atento con el hombre, aunque al inicio sí fue algo receloso. Con el pasar de las horas fue entendiendo que el hombre hacía feliz a su madre, y que eso estaba bien.

Y algo de las palabras que le dijo JinKi también influyó en eso.

El publicista continuaba molesto con él por lo que había ocurrido en el desfile, por lo que no le habló mucho y cuando lo hizo fue para reprenderlo, con algo de dureza, por cómo estaba reaccionando ante el hombre que era el amor de su madre.

Eso lo hizo bajar la guardia.

JongHyun vio a la gente a su alrededor, algunas personas hablando entre ellas, otras corriendo, supuso para no perder su vuelo, y otras, al igual que ellos, sentados con tranquilidad esperando su pedido de la cafetería. Suspiró antes de ver a su madre. La mujer le regresó la mirada con una sonrisa casi imperceptible.

—Han discutido fuerte, ¿no es así?

JongHyun miró a JinKi, haciendo fila en la de los pedidos, y asintió junto con un suspiro. Era bastante fácil darse cuenta de que entre ellos había ocurrido algo puesto que tan solo se decían lo estrictamente necesario, y el ambiente entre ellos era pesado.

Después de la pelea, JongHyun esperaba que JinKi continuara como siempre, pero el mayor estaba reacio de palabras, y siendo cuidadoso en sus acciones. No importaba cuánto intentaba aligerar las cosas, no funcionaba.

—No tengo la menor idea de cómo arreglarlo, ¿sabes? —Miró a la mujer, y tomó la mano que ella había estirado en su dirección—. Siento que, no importa cuánto haga, siempre termino empeorando todo.

La mujer le sonrió, triste, y palmeó su mano con suavidad.

—Las relaciones tienen altibajos, tesoro. No puedes esperar que las cosas siempre estén bien.

—Pero las cosas entre nosotros siempre están mal —murmuró, mirando hacia la mano de la mujer.

Ella, al escuchar la culpa y la tristeza en la voz ajena, subió la mano hacia el rostro de JongHyun para acunarlo. El hombre, entonces, la miró a los ojos.

—Sé que tu mente no lo recuerda, pero tu corazón debe hacerlo. Ustedes se amaban tanto, que me parece imposible que todo se haya borrado de ti.

JongHyun se sorprendía de la seguridad en las palabras de la mujer y deseaba tanto que se la pudiera transmitir, pero cada que parecía que todo marchaba bien, él siempre hacía algo que mandaba todo por la borda. Sabía que no podía continuar lastimando a JinKi, pero a veces no se daba cuenta de qué lo hacía. ¿Cómo podía detenerse, entonces, de herirlo?

Ni siquiera podía confiar en el amor que todo el mundo decía que le tenía porque no lo sentía.

Suspiró abatido.

Estuvo por decir algo, pero JinKi apareció con sus órdenes en una bandeja y JunPyo poco después.

La conversación entre los cuatro era claramente tensa, y por más que la mujer quisiera aligerar el ambiente, no era posible. Tras media hora, el anuncio de su vuelo los obligó a moverse, y despidieron a la pareja de esposos antes de que ingresaran por la puerta correspondiente. JunPyo se despidió primero, y dijo que se adelantaría, dándole espacio a su esposa para que se despidiera tranquila. Ella le dio un beso a la pareja de novios, les pidió que se cuidaran, tanto ellos mismos como el uno del otro. No pasó por alto las miradas de ambos; sonrió con algo de pesar. Le hubiera encantado quedarse, poder ayudar a su hijo a resolver el problema que tenía, pero JongHyun ya era un hombre, y no había mucho que ella pudiera hacer, de todas formas.

—Sabes que cuentas conmigo para lo que sea que necesites, cariño. —JongHyun asintió, y tras recibir un beso en la frente, abrazó a la menuda mujer, apretándola fuerte. La mujer luego se acercó a JinKi, y lo tomó de las mejillas—. Tenle paciencia —pidió, señalando con la cabeza al menor, que carraspeó algo incómodo—. No es el JongHyun que conociste, pero sigue siendo el hombre del que te enamoraste.

JinKi sintió el temblor en su labio inferior, y no detuvo el impulso de abrazar a aquella mujer que también se había convertido en su madre.

—Gracias. Sabes que siempre eres bienvenida, regresa cuando quieras —afirmó tras separarse.

La mujer asintió, y tras un último abrazo, caminó hacia la puerta correcta, para luego desaparecer de la vista de ambos hombres.

JongHyun no sabía qué decir, o cómo actuar. Estuvo por sugerirle ir a alguna cafetería, charlar un poco, pero el mayor dijo estar cansado y que quería ir a casa.

—¿Por qué no vamos a cenar? —indagó JongHyun, con algo de esperanza—. Hay un restaurante de ramyun que…

—No tengo hambre —respondió secamente y se dio la vuelta, caminando hacia la salida.

JongHyun no hizo más que seguirlo, sabiendo que nada de lo que hiciera solucionaría las cosas.

Notas finales:

Gracias por leer! Nos vemos el domingo :3


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