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Intoxicación por Yae

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Notas del capitulo:

-

30.- Está bien

 

 

 

 

 

—Creo que estas confundido.

La expresión en Sasuke era bastante aterradora para alguien tan joven, el ceño fruncido y los labios presionados en una línea recta hicieron a Shisui prestarle más atención.

—Conozco a mi hermano y aunque es demasiado hábil para ocultar cosas, esta vez lo están sobrepasando. ¿Estas tomando los supresores?

 

Desde que Itachi había abandonado el hospital poco pudo hablar con él, sus padres y todos estaban de acuerdo en que su vínculo debía ser extinguido.

Por aquel nefasto lazo familiar.

Shisui quiso gritarles, asegurarles que aquel impedimento podía ser obviado, que podría hacer feliz a Itachi pese a ello.

¿Pero cómo hacerlo?

Si el mismo Itachi le había pedido que usase supresores, que ayudara para que su vínculo se rompiese.

¿Qué más podía hacer?

Seguro que escalando cuesta arriba sin el menor apoyo sería solo un suspiro, si contase con la certeza de que Itachi correspondía sus sentimientos.

Pero no era así.

Su primo le había repetido una y otra vez que amaba al Namikaze…

Lo había perdido.

Y solo los deseos de llorar lo plagaban, sintiéndose vacío por dentro, que todo su esfuerzo aplicado en aquellos años para presentarse frente a Itachi como alguien digno de su amor ya no importaban. La persona más importante en su vida había decidido entregar su corazón a alguien más.

Entonces, odió ser un Uchiha, Shisui renegó de su apellido, de aquel vínculo familiar que movió a su primo a olvidarlo en brazos de otro.

Era lamentable que aquel hecho jamás cambiaría. Así que solo pudo regresar y tratar de sonreírle, decirle que, si aquello era lo que deseaba, lo haría.

Porque no solo se trataba de aquella marca que de momento lo volvía su omega.

Itachi parecía en verdad aún roto.

Las secuelas del secuestro eran tan visibles que temía no pudiese recuperarse del todo.

Porque Shisui podría llegar a sentirse en un estado de ansiedad constante y una abstinencia que lo desesperaba hasta gritar por el dolor que sentía ante la ausencia de aquellos fármacos usados en él por esos meses. No obstante, no podía comparar ni por asomo aquel suplicio con el que seguramente su primo fue torturado cada día en su encierro.

Aun así…

Quiso volver con Naruto, con aquel alfa que tuvo la fortuna de conocerlo cuando Shisui no estaba.

Su lado racional entendía a la perfección.

Que no habría modo de recuperar aquellos vestigios de amor juvenil dejados de lado, pero era su lado alfa el que aún parecía aguardar una señal. Algo enterrado en las escasas palabras que Itachi le dedicaba cada día, algo que mantuviese su esperanza.

 

Y aunque debía visitar a su primo todos los días durante al menos cuatro horas, horas que todo el mundo estaba deseoso por reducir, Itachi guardaba silencio la mayor parte del tiempo, argumentando que tenía sueño.

Dándole la espalda reduciendo todo a mutismo.

Cuando lograba entablar una escasa conversación, Itachi hablaría lo menos posible, casi deambulando de un lado a otro en la habitación, nervioso y con eventuales cortes en las puntas de los dedos.

 

“No luces feliz, no aquí… si hay algo que no está bien, solo dímelo, voy a sacarte de aquí”

 

Aunque pudiese sentirse como un miserable después, Shisui trataba de recordarle siempre, que podía contar con él, que en el momento que decidiera podría…

Podrían cambiar su relación…

Que incluso estaba dispuesto a ser su amante.

Porque el amor que sentía por él no podía simplemente ser ahogado, para que dejara de existir solo porque “estorbaba”.

 

Itachi solo detenía su caminata en esos instantes, enfocándolo un par de segundos antes de soltar una sonrisa tan fugaz que siempre le era insuficiente.

“Estoy bien aquí”

 

¿En verdad lo estaba?

No.

Shisui lo veía mejorar tan poco que en más de una ocasión quiso reclamarle a Naruto.

Lo curioso era que Sasuke parecía adivinar sus intenciones, evadiendo con maestría cualquier dato que pudiese ayudarlo a encontrar a esa persona por fuera de esa enorme casa. Porque siempre lo echaban a la misma hora, como algún tipo de pestilencia que molestaba a Itachi.

Era entonces el momento en que sus pensamientos más turbios emergían, sintiéndose tan desesperado como para considerar convertir todo aquello en un asunto legal…

Uno en el que su estatus de “alfa de Itachi” tendría demasiado peso, porque ya no estaban en Japón.

Sin embargo, no se atrevería. Aunque desease a momentos incluso recurrir a sus contactos en la policía…

Donde aún no había sido reintegrado.

Requeriría demasiados exámenes para que volvieran a incorporarlo a su empleo.

Así que sumado a sentirse apartado de la persona que amaba y un temporal desempleado, el conversar con Sasuke no es que lograse ayudarlo en lo más mínimo.

 

—¿Estas tomando los supresores? —su joven primo repitió su pregunta, algo más serio esta vez.

—Lo hago —Shisui le sonrió incómodo, torciendo sus labios casi a fuerzas para que el gesto aflorara.

Sasuke asintió, quizá tratando de corroborarlo por sí mismo, fue sencillo considerar que él también estaba tomando supresores y eso dificultaría la acción.

Shisui quiso llamar a Itachi, tomar su celular y marcarle, escribirle al menos. 

Porque sin importar que incluso estuviese embarazado de Naruto… su alfa solo le murmuraba que podría aceptar a aquel cachorro como suyo.

Y lo haría…

Shisui haría lo que Itachi le pidiese sin cuestionar…

Era lamentable que su primo solo pidiese que se apartase cuanto antes.

Era demasiado doloroso no poder aspirar a nada…

 

[...]

 

 

—¿Se puede saber de dónde se conocen?

Naruto preguntó molesto, iba sentado al lado de Minato, en tanto este conducía el elegante automóvil negro.

—Mmm —su padre hizo amago de pensar sin verle, concentrado en exceso en el camino—, creo que yo tenía doce y él casi dieciocho.

—¿Que?

—¿Por qué la curiosidad?

—¿Por qué no lo dijiste antes? Tú sabías bien que Sasuke y Fugaku estaban tratando de hallar ayuda en la familia Uchiha.

Reclamó sin elevar la voz, Naruto se cruzó de brazos antes de bufar molesto.

—Simple, no volví a saber de Madara desde que lo conocí la primera vez. No tenía idea de donde hallarlo.

—¿Y entonces como te encontró?

Minato exhaló hondo antes de mirarle de soslayo—, casualidad.

—¿Casualidad? —repitió sin creerle en lo más mínimo.

—He pensado en involucrar a Madara Uchiha en algunos negocios, podría ser beneficioso para todos.

Naruto enarcó una ceja, entendía la necesidad de recuperar recursos e inversiones, sin embargo, podía suponer que las razones para que aquel lado de la familia Uchiha estuviera tan distanciado de Itachi y sus padres, debía ser consecuencia de alguna disputa.

¿Estarían de acuerdo entonces?

No es como si ahora necesitaran su ayuda.

Suspiró.

 

Una vez en su casa, Naruto afianzó con mayor fuerza el par de libros que había comprado. Y componiendo una de sus mejores sonrisas pasó entre los jardines, deteniéndose un instante cuando su entusiasta perro se abalanzó para tratar de jugar.

—¡Hey! ¿Cómo has estado? ¿Cuidaste de Ita? —preguntó animado, recibiendo ladridos y dándole caricias al canino.

Unos minutos después recompuso su marcha entrando en la casita a un lado de la piscina, el abrumador silencio siempre lograba que su sonrisa atenuara.

—¡He vuelto! —anunció casi olvidando dejar sus zapatos en el recibidor, curiosa costumbre que solo aplicaba estando en Japón, pero que debía recomponer por petición de su esposo.

Una vez listo subió las escaleras, algo extrañado porque Itachi no hubiese bajado a recibirlo.

—¿Ita? —preguntó al aire, considerando qué tal vez estuviese dormido, asomándose a la habitación de su esposo, sin hallar a nadie —¿Itachi? Ya llegué.

Dijo esta vez más alto, ingresando con cautela, pensando que podía estar dormido en el sofá o la alfombra.

Mordiéndose el labio inferior al no hallar nada.

—¿Dónde te metiste ahora? —se preguntó en voz alta, dispuesto a salir y buscarlo en la cocina.

Sin embargo, los pequeños trozos de cristal sobre la alfombra correspondientes a uno de los floreros que hace poco estaría sobre una repisa llamaron su atención, su respiración se fue acelerando al instante que las gotas carmesíes acapararon toda su atención.

Dejando caer los libros que sujetaba.

—¡Itachi! —gritó, abriendo de inmediato la puerta del baño que era la más cercana en la habitación.

Paró su impulso en cuanto vio a su esposo de pie frente al lavabo, con escasa agua cayendo por el grifo, intentando llevarse la sangre que caía desde sus manos.

Los oscuros ojos lo enfocaron.

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Estas bien?! —alarmado no dudó en tomarle de las manos para examinar el daño.

—El… florero cayó e intenté recoger los pedazos —le explicó con demasiada simpleza—regresaste pronto.

Naruto tragó pesado cuando Itachi le sonrió.

¿Cómo demonios un florero de cristal podría romperse en tantos pedazos al caer sobre la mullida alfombra de la habitación?

—Hoy no hubo mucho trabajo extra —se mordió la lengua al notar mayores cortes en las puntas de los dedos de Itachi.

No era la primera vez.

Ya había logrado verle raspones en las yemas, Itachi solo les restaba importancia argumentando algún vago intento por prepararse un bocadillo.

—Volvamos a la habitación —tomando una toalla envolvió ambas manos, antes de tirar con suavidad de ellas para guiar a Itachi.

—No es nada serio, solo un par de raspones.

—No me tomes por tonto, Itachi. 

Esta vez Naruto bufó algo molesto, dejando a su esposo sentado al borde de la cama antes de ir por el pequeño botiquín en el baño. Una vez de vuelta, sacó los implementos necesarios para atender las cortaduras, limpiando con algodones empapados en alcohol para terminar envolviendo las heridas con la blanca gasa.

—¿Lo tiraste, estabas enfadado? —probó a preguntar terminando sus atenciones.

No obstante, no obtuvo respuesta.

Resopló algo fastidiado.

—Ita-

Naruto calló cuando la sintió el ligerísimo tacto en su frente, Itachi se había acercado lo suficiente para colisionar, sujetándole de las manos de paso.

—Como te extraño…

Tragó pesado ante la confesión y más porque era la primera vez desde que Itachi regresó que podían estar tan cerca, la emoción repiqueteó en su pecho. Naruto sonrió tembloroso, ansiado porque aquel momento nunca terminase. Su fuero interno regocijándose por la cercanía de su pareja.

Entonces Naruto olvido todo lo que quisiera contarle y reclamarle, solo centrándose en el tibio roce de ambas frentes.

 

 

Sin embargo, aquella noche no pudo dormir.

Como si alguna pequeña alimaña estuviese picando todo su cuerpo se retorció entre las cobijas, revoloteando en pensamientos sobre lo hablado con su padre y lo sucedido después con Itachi. Tal vez debió hablarle de Madara, habían acordado reunirse al día siguiente y Fugaku le llamó pidiéndole que llevase a Itachi.

Aunque no debería haber ningún inconveniente.

 

 

.

 

 

 

Luego del minúsculo avance con su esposo, Itachi no pudo evitar sentirse feliz… algo del pesado nudo en pecho había menguado y el cosquilleo en su corazón esta vez no dolió como hace semanas.

Así que le resulto casi imposible dormir, girando entre las sábanas, hasta que terminaron como una bola a sus pies.

Itachi suspiró.

Aunque pudiese seguir oyendo a su fuero interno, reclamando una y otra vez, con cada día pasado era más fácil ignorarlo. Resoplando por su fatiga se incorporó, llevando su largo cabello hacia atrás, tirando un poco con intención.

Si.

Lo llevaba pensando desde hace tanto, desde el momento en que solo tiraron de sus hebras negras para hacerlo sentir miserable, para conseguir sumisión forzosa.

Ya no le gustaba.

A pasos lentos y en medio de la penumbra fue hacia la credenza, abriendo los cajones hasta hallar un par de tijeras que se iluminaron con la luz de luna colándose por la claraboya. Las tomó sin emitir sonido, dirigiéndose ahora al cuarto de baño.

Solo entonces encendió las luces, mordiéndose los labios ante su desagradable reflejo.

Nunca antes se había sentido tan insatisfecho al tener que verse en un espejo, quizá por ello posponía tanto la simple acción de peinarse. Cerró los ojos y abrió la boca, recordándose nuevamente que no había nada ahí presionando su paladar y legua. Inspiró hondo sujetando un largo mechón de cabello con su mano izquierda.

 

“—Me gusta tu cabello…”

 

Dijo una vez Shisui, cuando en medio de sus interminables gestos afectuosos jugase con las negras hebras, balanceándolas de un lado a otro, de arriba abajo.  Itachi cubrió su boca con la otra mano, dejando caer las tijeras al piso, ligeras nauseas acentuándose en el fondo de su estómago, haciéndole sentir cada vez más incómodo.

Tal vez… tal vez esa era la razón por la cual se dejó crecer el cabello, por aquella platónica admiración que jamás se molestó en evaluar antes de que se volviese en una posibilidad, que a Shisui también le gustaba. Que podrían haber iniciado un romance…

Tragó saliva, deslizándose hasta quedar sentado sobre la baldosa, tanteando el piso con las manos hasta sujetar las tijeras. Las sienes comenzaron a dolerle y sus dedos a temblar.

¿A Naruto también le gustaría?

Pese a jamás haber hecho un cumplido directo, parecía disfrutar acomodar los largos mechones tras las orejas y acariciarlos de tanto en tanto.

Soltó una respiración pesada, concentrándose en lo que deseaba en ese instante, antes de arrepentirse. Antes de que una nueva recapitulación volviese a turbar todas sus intenciones, fue entonces que el primer mechón oscuro cayó al piso, soltó un resoplido más alto esta vez y cayó otro.

Uno tras otro, el largo cabello fue cayendo sobre el frío piso, esparciéndose a su alrededor, cubriéndolo de negro, Itachi se mordió el labio inferior sin querer detenerse hasta terminar, sus manos temblando sin que pudiera evitarlo, sin darse cuenta estaba llorando de nuevo. No pudo contener un sollozo más alto cuando ya no hubo largos mechones que cortar.

Se había ido.

Su larga cabellera ahora se reducía a un corte precario que a duras penas alcanzaba sus hombros, sus nerviosos dedos repasaron su extensión una y otra vez. Como si estuviera confirmando que lo había hecho, fue entonces que un suspiro hondo soltó, sin embargo, las lágrimas no se detuvieron, resultó sencillo y aunque sintiese que un enorme peso había sido retirado de sus hombros, no era suficiente para decir que estaba bien…

Que estaría bien…

Que había dejado de doler…

Que podría comenzar a imaginar escenarios donde todo mejoraba, donde su marca desaparecía y regresaba a aquella efímera dicha que compartió con Naruto.

Esperaba al menos que aquello fuera suficiente para empezar.

Porque de lo contrario ya no tendría idea de que más hacer.

Quedó sentado por varios minutos, aun con las tijeras en manos, decidiendo si debería erguirse y verse en el espejo, admirar su obra… que al menos algo había arreglado de su quebrantado yo.

Suspiros queditos se le fueron escapando, quizá debido al frío que comenzaba a sentir, un temblor esporádico descendiendo por su espina dorsal. Itachi se sentía demasiado pesado como para moverse.

 

—¿Ita?

La voz de Naruto llegó a sus oídos, un tenue pánico aflorando en Itachi y más cuando pudo distinguir la consternación en los ojos azules.

No deseaba enfadarlo.

—Oh, cielos —espantado Naruto se inclinó para quedar a la altura de Itachi, arrebatándole las tijeras, la titilante mirada alternando entre los cabellos desparramados y su esposo­—. ¿Por qué hiciste esto? —no pudo evitar preguntar, mordiéndose el labio inferior.

—Necesitaba hacerlo… —musitó no muy seguro— solo-

—Está bien —Naruto interrumpió, componiendo una sonrisa tenue, demasiado tenue, en sus labios—, si es lo que quieres esta bien`dattebayo.

Itachi tragó pesado, tentando su resistencia extendió sus brazos para poder ser levantado por Naruto, su esposo lo sujetó con cautela para acomodarlo sobre el asiento del retrete cubierto.

—Sé que es tarde, pero creo que deberías tomar un baño, así… así no habrán pequeños cabellos que te piquen —otro amago de sonrisa soltó yendo a preparar la tina, llenándola de agua.
Ambos permanecieron en silencio en todo el tiempo que se necesitó para ello.

Cuando el agua estuvo lista, Naruto se dispuso a salir.

—Voy a estar afuera, si necesitas algo-

Esta vez fue Itachi quien lo interrumpió—, ¿podrías quedarte? —un ligero calor sintió aglomerarse en su rostro.

—¿Estás seguro? —tragó pesado, con las mejillas también tiñéndose de rojo.

Y aunque el bochorno solo se incrementó, Itachi ignoró su propia vergüenza por sentirse tan cohibido frente a quien era su esposo, para asentir.

 

 

 

El agua tibia lo hizo sentir más relajado, tanto que la herida de su marca había dejado de picar hacia rato. Ahora podía enfocarse en las burbujas sobre el agua y las volutas de vapor que iban ascendiendo a su alrededor.

Naruto se había acomodado bastante cerca, con el jabón y la esponja en manos, listo para frotar su espalda en cuanto Itachi lo solicitase.

—Mañana… puedo pedirle a mi tía que iguale un poco las puntas`ttebayo.

Itachi lo observó de soslayo, como los dedos de Naruto se estiraban casi hasta tocar la punta de sus ahora cortos cabellos.

—Esta bien.

—Itachi…

Le llamaron de nuevo, y el aludido esta vez se giró del todo.

—¿Si?

—Hoy Minato… —carraspeó— se puso en contacto con Uchiha Madara y quería… quería que tu familia hablase mañana con él.

Itachi quedó observándolo unos cuantos segundos, antes de volverse a concentrar en el agua jabonosa, tomando algo de la espuma entre sus manos para luego soplar.

—Si no quieres ir…

—No conozco a Madara, supongo que somos familiares lejanos nada más. No tendría por qué oponerme a ver a alguien así —resopló, era verdad. No conocía a aquella persona, ni siquiera el nombre le sonaba de algún lugar, era evidente que pertenecía a la casa principal del clan, aquella que se mantenía firme y poderosa después de tantos años.

Aquella parte de su familia que hubo expulsado a su padre por casarse con una beta… al menos hasta donde sabía.

—Bueno, entonces iremos mañana después de la comida.

Asintió girándose de nuevo, la expresión preocupada de su esposo hizo que un pequeño revoloteo picase en su corazón.

—Lo que resta de noche, me gustaría dormir a tu lado, Naruto.

Itachi no pudo evitar sonreír cuando las mejillas de su esposo se pintaron de rojo y una cálida sonrisa emergió de sus labios.

—¡Por supuesto!

 

 

Y aunque llegado el momento no consiguió acercase todo lo que quisiera, Itachi suspiró aliviado al poder al menos acurrucarse dándole la espalda, consciente de que la persona que amaba estaba a su lado, que el ruido producido por su exasperante otra naturaleza ya no estaba ahogándolo como antes.

Otro suspiro quedito soltó antes de cerrar los ojos, seguramente sería una buena noche.

 

 

[...]

 

 

Fugaku le dijo que con suerte en al menos dos meses más podría dejar de tomar tantos supresores, que Itachi poco a poco podría acostumbrarse de nuevo a su aroma. Naruto nunca fue muy paciente, pero se estaba esforzando, para que sus fosas nasales y su naturaleza alfa no picaran con desesperación por no poder aspirar la encantadora fragancia de Itachi.

Porque, aunque hubiesen cambiado la medicación de su esposo era demasiado doloroso saber que la razón principal era la mezcla desagradable que resultó producto de la insipiente peste salada que provenía de Shisui.

Así que sin medios para confirmar solo con un olfateo que Itachi estaba bien y lo suficientemente cerca, Naruto solía levantarse más de una vez durante de las noches, tan solo para asomarse por la puerta abierta de la habitación de su esposo y confirmar que estaba bien…

Aunque solía percibir su respiración apresurada en ocasiones, dudando antes de declinar en intervenir.

Porque de momento no ayudaba.

Solo acrecentaría su ansiedad.

Y quedaba sentado a un lado esperando a que lo suaves sollozos se detuvieran.

No era de extrañar que por ello aquel día se sintió eufórico cuando Itachi se acercó lo suficiente, casi como para compartir el mismo aire. Naruto presionó los puños para contener su emoción y no lanzarse a abrazarlo.

Para no besarlo.

Totalmente dichoso cuando Itachi le pidió quedarse mientras tomaba un baño… y dormir en la misma habitación… en la misma cama…

Pese a que fuese resultado de aquello…

La hermosa cortina negra de sus cabellos, esparcida por todas las baldosas, Itachi había cortado sus hermosas hebras sin compasión. Naruto sintió miedo en ese instante, dudoso de lo que quisiese hacer después, mordiéndose la lengua para decir que estaba bien.

No podría decir nada más, no podría cuestionar su acción cuando aquello pareció ayudarle a sostenerle la mirada, los negros ojos ya no lo rehuyeron al cabo de minutos. Mentiría si dijera que no extrañaba los bellos mechones, como se desparramaban cuando se recostaba y como complementaban las encantadoras facciones de Itachi.

Pero estaba bien.

—Itachi es muy apuesto, así que se ve bien de cualquier forma —Mito habló serena en tanto terminaba de cortar las puntas del cabello de Itachi, acomodándolas para que se vieran más prolijas después de osco trato.

—Hermoso, siempre se ve hermoso, dattebayo — algo abochornado Naruto observaba desde el fondo de la habitación a que su tía terminara, debía llevar a su esposo a esa reunión con los Uchiha y Madara.

Esperaba nadie hiciera una reacción exagerada al verlo con el cabello corto. Hasta donde sabía, Itachi lo llevaba largo desde que era un niño.

—Listo —la pelirroja dio por finalizada su labor, quitando el impermeable llevándose consigo los restos de pelo.

Itachi entonces se puso de pie, sacudiendo lo que pudiese quedar sobre su ropa, dedicándole una mirada expectante a Naruto.

Quien tragó pesado al verle, los negros mechones aun colgando a los lados de su rostro, algo más cortos, con todo lo demás desaparecido. Ahora podía verle casi por completo el blanco cuello envuelto en vendajes, las hebras negras con dificultad extendiéndose un poco aquí y allá.

Se veía hermoso, era verdad. Porque sin importar como pudiese llegase a lucir, Naruto siempre alabaría el encanto de su esposo.

—Magnífico… —murmuró acercándose, antes de que Itachi pudiese decir algo. Acortando la distancia que los separaba y arriesgándose a ser rechazado al tomar una de las manos de su pareja.

Naruto le sonrió amplio, y la persona que más amaba le devolvió el gesto.

Las suevas mejillas tiñéndose levemente.

 

 

Entonces llegaron juntos hasta la empresa de Minato, recibiendo un sinfín de miradas por parte de los empleados. Naruto no estaba seguro si se debía a la sola presencia de Itachi, puesto que era la primera vez que lo llevaba allí, si en cambio se debía a que ambos iban tomados de la mano, con una distancia cordial separándolos y aun así con los dedos entrelazados.

Presionó su agarre, sintiendo a la emoción burbujear en su pecho.

Sentimiento que no duró lo suficiente cuando llegaron a la sala de juntas, casi con todos esperándolos y un silencio sepulcral al verlos.

Itachi carraspeó algo inquieto, zafando su mano de la de Naruto—, sentimos el retraso.

El pesado mutismo permaneció durante unos segundos, hasta que Fugaku y Minato se aclararon la garganta para desviar la atención.

—Madara aún no ha llegado, en tanto vamos a sentarnos —dijo Fugaku.

Naruto no perdió detalle en como los presentes observaban de soslayo a su esposo, en especial Sasuke, que parecía del todo desconcertado por el cambio. Y cuando quiso guiar a su esposo para que se sentaran juntos fue el padre de Itachi quien de nuevo carraspeó.

—Itachi, siéntate aquí —señalo el espacio vacío entre él y Sasuke— Shisui no debe tardar —agregó.

Mordió su lengua nuevamente, para frenar que los celos y la rabia trepasen hasta su garganta. Para no soltar ningún comentario y poder asentir cuando Itachi viró en su dirección, solicitando su opinión, sentados él junto a Minato y al fin poder presionar sus puños sobre las rodillas.

Como detestaba tener que coincidir con esa persona.

—¿Y cuando llega Madara? Creí que ya estaría aquí`ttebayo.

—Ya debería estar por llegar.

Minato informó en el instante justo que su secretaria golpease la puerta dejando pasar a Uchiha Madara.

—El señor Uchiha está aquí —anunció.

El cambio en el ambiente fue claro para Naruto, pese a no poder olfatear ningún tipo de feromona de momento, solo tuvo que prestarle atención a Minato para ver cierta anticipación en su mirada, a Fugaku para notar como fruncía el ceño ya de por si arrugado… y a Mikoto, bajar la mirada ante el recién llegado.

 

—Sí que ha pasado el tiempo.

 

 

.

 

Notas finales:

 

 

Siento la demora, pero no tengo mucha inspiración para esta historia y se hace lo que se puede. Espero no demorar tanto con el siguiente capítulo, de todos modos, muchas gracias para quienes siguen aquí. No tengo más que decir, cualquier duda o sugerencia es bienvenida.

Mil disculpas por lo errores.

Espero les haya resultado interesante. Cuídense mucho y felices fiestas.


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