Día 2: Pirata
Estaba hundido. Literal y figurativamente, pues estaba ahogándose. Todo por culpa de aquel maldito pirata. Era escurridizo y hábil con la espada. Lo había subestimado estúpidamente por ser un simple bribón. Después de todo, siempre se jactó de ser el mejor marine de toda la armada. Era humillante. La idea de dejarse arrastrar hasta donde su vergüenza jamás fuera conocida lo seducía momento a momento.
―Creía que los marines al menos sabían nadar ―dijo aquella risueña y molesta voz―. Ya estás a salvo, kitsune-chan ―agregó aquel pirata.
Menma abrió los ojos lo más que pudo, notando las sogas alrededor de su cuerpo. Estaba atado y frente a él Charasuke, el pirata más buscado de los siete mares. Cualquier miembro de la armada que se respetaba ansiaba ser quien lo atrapé y lo condené a la horca. El moreno estaba vestido con aquella blusa blanca y pantalones anchos. Todo combinado con su infaltable sombrero de capitán.
―¿Por qué me salvaste? ―preguntó enojado. Estaba sintiendo su orgullo herido gracias a ese sujeto.
―Te estoy dando las gracias por dejarme escapar aquella vez ―respondió tranquilamente―. Vamos, ¿no lo recuerdas? El baile del rey Jiraiya ―aclaró―. Bailaste conmigo toda la noche ―afirmó acercando su rostro hasta prácticamente rozar los labios del otro.
Menma no entendió esas palabras. Intentó recordar aquel baile mencionado y ubicar a la persona con quien estuvo toda la noche.
Estaba junto a otros efectivos de la marina custodiando el baile de su majestad para evitar la llegada de los indeseados piratas. Pues al estar todo el pueblo invitado les sería fácil infiltrarse a robar. La fama de mujeriego del pirata Uchiha le dio la idea de tenderle una trampa. Habló con algunas muchachas dispuestas a colaborar con su causa. A cambio de dinero claramente. El baile transcurrió sin ninguna anomalía. Incluso tuvo tiempo de conocer a una bella dama de cabellera y ojos oscuros.
―¿Usted es de la marina? ―preguntó “ella” cubriendo la mitad de su rostro con su abanico.
―Estoy aquí para protegerla y a sus pertenencias de cualquier rata ―respondió más por educación que por querer.
―Qué valiente ―halagó ella tomando su mano―. Comparta la siguiente pieza conmigo, por favor. Se lo merece luego de una noche trabajando tan duro.
Quiso negarse, pero algo en ella lo atrajo de inmediato. Compartió una, dos, tres piezas y pronto se vio deseando que la noche fuera más larga. Sin embargo, cuando oyó a sus hombres avisando el avistamiento de los piratas de Charasuke no dudó en sacarla del castillo junto a los demás evacuados. Pronto inició la lucha contra los piratas. Mas no duró demasiado tiempo. Cosa que lo extrañó y no entendió hasta horas después, cuando se reportó el robo. De alguna manera faltaban todas las joyas de los invitados.
―Tú eres… ―susurró enojado y sorprendido Menma.
―Fuiste mi valiente caballero aquella noche ―se burló Charasuke con una gran sonrisa antes de subirse a su barco y dejarlo en el puerto.
―¡Maldito! Me engañaste ―reclamó avergonzado mientras se removía en su sitio en un inútil intento por liberarse―. ¡Te atraparé! ―advirtió con un grito lleno de furia viéndolo escapar a mar abierto mientras le sonreía de aquella manera petulante.
“Estoy esperando eso. Quiero que me persigas, me acoses y no dejes de pensar en mí. Surcaré todos los mares y te los mostraré mientras me sigues, Menma. Nunca te aburrirás conmigo, ni yo contigo”