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Delicioso aroma por 1827kratSN

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Lo maldijo.

Maldijo a ese niño, porque el recuerdo de aquellos ojos fieros se combinó con el aroma de ese café frío que se tomó al final, mismo que le supo a gloria pues calmó su agitado estado para que pudiese levantarse y retirarse del local. Ahora no podía tolerar ni siquiera el café regular que servían en la cafetería en su empresa, ¡por dios! ¡El café era un asco! Y solo le generaba recuerdos que quiso borrar de raíz.

Dichosos los dueños de esa estúpida cafetería temática, porque la jugaron bien, manipulando los subconscientes de sus clientes para generarles la necesidad de ir por más. Combinaron la belleza exótica de sus empleados con un espléndido servicio y productos por sobre el nivel regular.

Ni siquiera él lo resistió.

Fue hacia aquel local en solitario, buscando ser atendido por aquel niño, pidiendo lo mismo que la vez pasada, suspirando al saber que el “exclusivo” —como denominaban al castaño—, solo trabajaba unas tres veces a la semana y que había que reservarlo con anticipación. De todas formas, Reborn se quedó ahí, buscando a un artista que sustituyera su recuerdo y le generara aquella fascinación, pero no la halló. Probó con una mujer y un hombre, dos ocasiones diferentes donde sonrió ante el espectáculo propio de un artista cirquero profesional, pero no llegó a emocionarse tanto como con aquel desconocido del que ni el nombre sabía.

No fue hasta dos meses después que pudo reservar un espectáculo, al que, como en ocasiones anteriores, fue solo, y que le generó un placer culposo dado desde que vio al castaño caminar hacia su mesa. Fue como la vez anterior, así que no fue solo una ilusión pasajera. La voz, la sutil seducción del cirquero, esa voz aterciopelada que combinaba con los movimientos de esos dedos, el aroma a vainilla, la actuación impecable que esta vez recurrió a las mazas, y finalmente esa mirada dominante que le dio. Hasta el café sabía mejor si el castaño estaba cerca. Supo mucho mejor cuando verificó que esas manos angelicales lo preparaban personalmente.

 

—¿Quieres saber el nombre del chico?

—Sí

—¿Por qué? —Colonello estaba más que sorprendido.

—Porque sí —Reborn no miró al rubio.

—Oh —sonrió con malicia—, no será que… ¿te gustó?

—Solo quiero saber su nombre —corrigió los pensamientos de su amigo, aunque en parte éste tuviera razón.

—Eso ya es mucho —rio bajito—, pero tranquilo. Lo averiguaré.

—Eso espero.

—Y ¿cuánto me pagarás por eso? —elevó una ceja.

—Nada —afiló su mirada, no estaba de humor—, porque tú fuiste el culpable, porque tú me llevaste a ese lugar.

—Oh —Colonello olvidó el dinero y lo suplantó por algo mejor—. ¿Eso significa que sí te interesó ese chico?

—¡Solo cállate y cumple con mi pedido!

—Sí, sí —rio divertido—. Averiguaré cuál es el nombre del chico de tus sueños más pervertidos-kora —iba a contárselo a Lal antes de eso.

 

En parte, Colonello no se equivocaba, porque muchas veces Reborn soñó con esos labios repasando su piel, con esos dedos intactos en su boca, con aquella piel perlada de sudor por su causa. Crueles fantasías que lo dejaban insatisfecho, y por eso necesitaba saber al menos un nombre, para darle algo de sentido a sus fantasías y susurrar algo coherente en medio de su autocomplacencia a través de memorias visuales, auditivas y olfativas.

¡Jodido mocoso! Porque estaba seguro de que ese castaño era menor a él.

 

Tengo una pésima noticia, Reborn —la voz de Colonello sonaba fastidiada, lo notó incluso a través de esa llamada telefónica—. La información es clasificada. El dueño de ese café no aceptó coimas, es un hombre recto y que cuida a sus empleados. Nadie sabe el nombre del chico, todos los trabajadores usan alias, y solo el dueño tiene la información que quieres.

—Chantajéalo con algo —no quiso sonar desesperado, pero pasó.

—No se puede. El hombre tiene poder y puede regresarnos la jugada.

—¡Maldición! —golpeó su escritorio.

 

Se desesperó, en realidad lo hizo, tanto fue el caos, que Reborn se tomó dos días libres porque no se aguantaba ni él mismo; a eso debía sumarle que su celo estaba próximo y que andaba más caliente de lo normal, así que era una bomba de feromonas que necesitaba aislamiento urgente.

¡Pero no!

Su estúpido lado omega decidió que un paseo por el parque sería mejor y por eso tomó su auto, viajó una hora a dónde diablos fuera, y se estacionó donde pudo para así dar una larga y callada caminata por un parque desolado a media tarde. Sí, eso le trajo un poco de ansiedad, y por eso terminó corriendo a través de senderos sin saber qué diablos hacer para quitarse toda esa frustración.

 

—¡Debe ser una maldita broma!

 

Siguió corriendo aun envuelto en su traje de oficinista, impecable tela que le cubría entero y que en ese preciso momento desacomodó mientras agarraba velocidad y maldecía al viento. No supo cuánto tiempo estuvo haciendo de loco, pero terminó jadeando y sudando en medio de un maldito parque que parecía no tener fin y que empezó a odiar. ¡Por eso arrancó las flores y las arrojó tan lejos como pudo!

¡Estaba frustrado!

Y maldijo, lo hizo durante largo rato hasta que sintió que un poco de su energía se fue. Tanto caos en su mente y su estado anímico alborotado. Ya le importaba un carajo, por eso encendió un cigarrillo y siguió caminando hasta que por fin halló la salida de ese espacio verde y pudo reunirse con las personas que caminaban por la calle comercial llena de locales. Suspiró antes de entrar a una cafetería, pedir un café y un pastel dulce, para al final sentirse insatisfecho porque el sabor de ese líquido no era como el que le daba ese niño de castaños cabellos.

Solo quería un maldito nombre.

Tal vez su número y una cita, pero por el momento solo quería saber su nombre.

Reborn decidió regresar a su casa, pero para eso debía buscar dónde carajos estacionó su auto, y eso le llevó a otra caminata densa que aumentó su malhumor hasta el punto en que discutió con un hombre que lo empujó por lo apurado que estaba. Ya le valía un carajo todo, por eso le insultó y se fue. Quería que todo el día terminara de una maldita vez, porque había sido uno de los peores de su muy equilibrada vida.

Maldijo a Colonello por llevarlo a esa cafetería del demonio.

 

—Cuando un día lluvioso está~ —esa voz detuvo los pasos de Reborn—. Lo que hay que hacer, es cantar~ —entonces giró sobre sí mismo tan rápido como pudo—. ¡Canten conmigo!

—Cando un día lluvoso etá~ —las voces agudas entonaban la misma secuencia que la primera voz—, hay que canta~

—Otra vez —rio suavemente—. Cuando un día lluvioso está~

 

Reborn buscó con desespero el eco de esas voces, una de esas era dueña de sus estremecimientos nocturnos, y las otras, una combinación infantil entre niñas y niños que ni siquiera sabían hablar bien. No le importó. Siguió aquel camino dado entre una canción dulcificada y las risas de los pequeños. Hasta sintió que estaba alucinando, pero fue real. Porque después de treparse en unas escaleras de emergencia y asomarse en una ventana, halló un mundo colorido que acunaba a su más grande delirio.

Era él.

En medio de al menos seis niños, entre un apartado lleno de colores, juguetes y mesitas pequeñas, se hallaba el castaño que le robó el sueño. Pero a la vez era solo un espejismo. Los cabellos eran los mismos, la piel, el rostro, la sonrisa y la mirada, era él…, pero a la vez no lo era. Porque esa persona usaba una sudadera, unos jeans simples, un mandil lleno de florecitas y aplaudía al ritmo de los niños que lo rodeaban. Era la imagen más irreal que había visto en años, pero esa ventana abierta que le trajo varios aromas, le certificó que la vainilla provenía de ese ser.

Era él.

Por eso se quedó ahí, escuchando la estúpida canción y ocultándose en la pared cercana para averiguar alguna cosa. Su espera dio frutos cuando los pequeños pronunciaron “Sawada-sensei” en medio de sus pedidos por atención o alguna cosa. Y quedarse ahí un rato más, le dio otra satisfacción, porque una voz femenina llamó al castaño por el nombre de pila, el real, el que usaba en la vida cotidiana, “Tsunayoshi-san”.

 

—Ya sé tu nombre, niño.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Me sorprende que no se hiciera revuelo por el hecho de que Colonello fuera el omega de Lal. Jajajaja, ustedes son increíbles.

Gracias por llegar hasta aquí~

Besitos~


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