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Porque en la adversidad, todavía puedo amarte. por Madam Septal

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Puede que Kakaroto sea lento para comprender ciertas cosas, a veces podía durar hasta meses para percatarse de un asunto en cuestión, pero a pesar de eso jamás se había sentido tan confundido y abrumado en su vida. Sin poder pegar un ojo en toda la noche, no dejaba de pensar en la actitud que tuvo Vegeta había él hace unas horas; no por el hecho de haber leído su información personal sin permiso, sino por la manera en la que se lo dijo. No era necesario estar tan cerca para explicar algo tan obvio, pero le pareció extraño que eso a Vegeta no le haya molestado en lo absoluto, ya que en el poco tiempo que lleva conociéndolo ya tiene muy en claro que el Príncipe es alguien que odia el contacto físico, además de despreciar de sobremanera que invadan su espacio personal, ¿entonces porque se acercó tanto a su rostro hasta casi llegar a besarlo, solo para decirle que Gina no era su verdadera madre y que los informes era algo en lo que no se podía confiar? Tal vez lo hizo con la intención de molestarlo, a él también le disgustaba que invadieran su espacio y que quizás por esa razón Vegeta hizo lo que hizo.

Kakaroto estaba en la cocina esperando a que el agua de la tetera comenzara a hervir, si bien el cocinar era algo en donde no se destacaba ni resaltaba, es más le aborrecía, y en más de una ocasión ha quemado la comida en un intento por querer ayudar a Gina, pero a pesar de aquellos incidentes podía prepararse algo tan simple como un café, de ahí en adelante no pensaba entrometerse. Continuaba pensando si las intenciones del Príncipe eran para sospechar o solo lo hizo en un afán por querer divertirse con su cerebro y con la situación, y provocar malos entendidos; recordó como apretó su propia almohada contra su cara con el propósito de borrar esos pensamientos que no lo dejaban conciliar el sueño, mientras que Vegeta dormía tranquilamente como si la acción que acabo de hacer fuera lo más normal del universo, no quería confundirse, no quería ocasionar molestia y mucho menos que el Príncipe le tratara de marica. ¿A Vegeta también se le debía tratar de marica? Cabe resaltar que él se acercó a su rostro al punto de que sus alientos chocaran, eso no era algo que una persona ‘’heterosexual’’ haría con alguien de su mismo sexo, ¿Acaso estaba afirmando que el Príncipe es heterosexual? Nunca lo escucho hablar de ninguna mujer, o de si tuvo alguna aventura con las chicas, ¿Entonces debía de estar al pendiente de que posiblemente Vegeta sea gay?

El chillido del humo saliendo del pico de la tetera lo saco de sus pensamientos, apagando el fuego y comenzando a derramar el agua caliente dentro de dos tazas. Las tomo con ambas manos y caminando hacia donde Vegeta estaba sentado con sus piernas cruzadas y las manos apoyadas sobre la mesa, una de ellas sostenía su mentón. Kakaroto se sentó justo frente a él y dejándole la taza de café negro a su lado, Vegeta la miro de reojo y sin agradecer la tomo entre sus manos y le dio el primer sorbo, antes de que el aroma de la cafeína penetrara sus fosas nasales. Tarble y Raditz se habían ido al centro de la aldea para mostrarle las instalaciones al Príncipe, y Bardock y Gina fueron llamados para cumplir una misión; así que, en teoría, estaban solos.

 

-¿Cómo durmió anoche? –Vegeta detuvo su acción de darle el segundo sorbo a su café, cuando poso sus ojos negros sobre la figura de Kakaroto, quien le hizo tal pregunta sin siquiera mirarlo. Vegeta bajo su taza, posicionándola sobre la mesa.

-¿Me estas preguntando que como dormí? –dijo en un tono que podría rosarse a lo seductor, arqueo una ceja sin poder creer tal pregunta, desde que llevaba viviendo con los Son, esta era la primera vez que Kakaroto le preguntaba sobre su bienestar. Sonrió de medio lado, ya tenía una idea de hacia dónde iba esa pregunta, y estaba totalmente seguro de que el Son algo intentaba decirle, pero no tenía las agallas para preguntar de forma directa. –Bien, si se puede decir. Pero veo que tú no pudiste pegar un ojo. –dijo observando las ojeras que Kakaroto tenía bajo sus ojos. -¿Tienes alguna explicación para eso? –Kakaroto se estremeció en su lugar, tuvo intenciones de decir que la razón por la cual no pudo dormir fue porque él cometió una acción que pudo malinterpretarse, pero opto por directamente buscar una excusa lo suficientemente valida como para no hacer creer al Príncipe que lo que hizo ayer ocasiono algo en su interior, pero que jamás lo confesaría.

-No pude pegar un ojo porque sus ronquidos no me dejaron dormir. –dijo echando una mirada fulminante hacia Vegeta. El mencionado frunció el ceño, sonrojándose levemente ante esa aclaración.

-M-Maldito insolente, ¿Cómo te atreves?

-Oh, ¿le molesta que le digan la verdad, Alteza? –dijo en un tono burlesco, Vegeta apretó los dientes pero automáticamente emitió una media sonrisa que descoloco a Kakaroto, en el sentido de que jamás entendería los repentinos cambios de humor del Príncipe; primero le miraba con ganas de matarlo y tirar su cuerpo a los animales salvajes, y repentinamente se lo ve sonriendo como si nada hubiera pasado.

-Cállate y prepárame el baño. –dijo dejando su café a medio tomar, la única forma de hacer enfadar a alguien como Kakaroto era tratándolo como uno más de sus sirvientes.

-¡Prepáratelo tú, no estás en tu Palacio!

-¡Pero qué mal educado, ¿tú crees que estoy aquí por conveniencia?! –grito golpeando la mesa con sus puños, milagrosamente sin romperla, Kakaroto no se intimido ante esa reacción y solo con su ceño fruncido fue suficiente como para incitar al Príncipe a pelear. -Al menos asegúrate de que mi estadía obligatoria aquí sea placentera, o de lo contrario no me molestaría en dejar que esos sujetos vengan y destruyeran tu…humilde morada. –dijo dando un vistazo general a toda la vivienda. –Ojala estuviera en mi Palacio; mis sirvientes me prepararían una ducha digna y me humectaría, me refrescaría, me…

 

Repentinamente, Vegeta corto su monologo luego de posar su vista en la ventana abierta que daba vista al exterior. Kakaroto no tenía idea porque el Príncipe se quedó callado tan abruptamente; al principio estaba plenamente preparado para pelear con Vegeta allí mismo, pero cuando empezó a decir todas esas palabras, el Son perdió el total interés en él y ni siquiera estaba escuchando su relato, solo se limitaba a mirar otras cosas que consideraba más interesantes e importantes que las locuras que emanaba la boca del Príncipe, fue cuando Vegeta guardo silencio como para entender que algo no estaba bien. El Son dirigió su vista hacia la misma dirección donde estaba mirando Vegeta, observando como una nave descendía de los cielos a la lejanía, tenía forma de arácnido y desde el lugar en donde estaban se veía muy pequeña.

 

-¿Qué es eso? –pregunto Kakaroto sin quitarle la vista a la nave que seguía aterrizando hasta que la perdieron de vista entre los árboles.

-Allí está mi Palacio. –dijo Vegeta, considerando que quizás Bardock tenía razón en hacerlos venir a él y a su hermano a una aldea como esta, aunque en el fondo desearía haber estado ahí como para estar al tanto de esa situación, ¿serian acaso los sujetos que menciono Kakaroto que vendrían? –Tengo que  volver.

-¡¿Está loco?! ¡No lo dejare irse! –decía el Son tomando de la muñeca a Vegeta, quien ya se había puesto de pie para emprender su marcha al Palacio. Vegeta apretó los dientes y de un solo movimiento se zafó del agarre de Kakaroto y sin decir nada tomo vuelo saliendo por la ventana, provocando que las dos tazas con medio café y unas cuantas sillas salieran volando por el lugar por el repentino cambio de aire. Kakaroto se cubrió el rostro con sus antebrazos para evitar que el repentino poder le impactara en la cara, y así evitar que no saliera volando él también junto a todas las demás cosas.

 

… …

 

-Rey Vegeta, es un honor conocerlo. –decía Freezer parado frente al patriarca de la familia Saiyan y líder de todo el planeta Vegita, acompañado a sus lados de sus dos soldados de confianza: Zaabon y Dodoria. El Rey solo se limitó a hacer una reverencia en presencia de tal ser que emanaban gran cantidad de poder.

-El honor es mío, Gran Freezer. –Vegeta también estaba acompañado de otros soldados Saiyajines a sus costados, dispuestos a protegerlo ante cualquier intento de levantamiento por parte de ese desconocido ser; y aunque tuviera deseos de romperle la cara, no podía negar que se sujeto era uno de los herederos de la Organización Planetaria de Comercio, además de ser hijo del Rey Cold. Lo llamaron de una misión que aún no fue llevada a cabo solo porque ese tipo venía al Planeta para quien sabe qué cosa.

-No necesito tantas formalidades. Eh venido aquí por un solo propósito. –eso hizo que el Rey Vegeta se enderezara y pusiera sus ojos en Freezer. –Quiero que tú y tu raza trabajen para mí.  –todos los presentes se quedaron perplejos ante tales palabras, murmurando entre ellos sin saber que decir. Mientras ellos debatían, Freezer volteaba sus ojos de un lado a otro, como intentando buscar algo entre la multitud, ¿Dónde están los Príncipes?, pensó. –Y a cambio, les daré estos aditamentos. –un soldado salió de la nave bajando de la plataforma con una caja entre sus manos, esperando el momento adecuado para hacer acto de presencia una vez que Freezer se lo ordenara. Los saiyajines, e incluso el Rey Vegeta, veían como Freezer metía la mano dentro de esa caja y sacaba a la vista una especie de artefacto tecnológico. –Esto es un rastreador, sirve para detectar el nivel de ki y la distancia del oponente, además de también servir como comunicador. Se coloca justo en la oreja. –dijo mientras mostraba como colocárselo en su propia oreja. –Aprietan un botón y la información saldrá desde esta pantalla cristalina. –luego de dar esa pequeña clase, volvió a guardar el rastreador en la caja, hizo una señal y el soldado entrego a cada Saiyajin.

-Es algo impresionante, Gran Freezer. –dijo el Rey Vegeta tomando el misterioso objeto entre sus manos; aunque no estaba muy convencido de las verdaderas intenciones de ese tirano, no sería buena idea provocarlo. –Imagino que está cansado por el viaje, ¿desea comer algo?

-Oh por supuesto.

 

Y dando una señal, comenzaron a caminar hacia el interior del Palacio. Vegeta iba acompañado de dos soldados de confianza, Nappa y Paragus, mientras que Freezer les seguía de atrás junto a Zaabon y Dodoria. Caminando por un pasillo largo y estrecho, de noventa centímetros de ancho, muy poco iluminado, se dirigían hacia el comedor Real. Las grandes puertas dobles fueron abiertas de par a par, donde los cocineros al ver entrar a la eminencia más grande no hicieron más que apresurarse en su labor de preparar los aperitivos, chocándose unos con otros debido a la desesperación de hacer todo lo más rápido posible si es que no querían hacer enfadar al Rey. Los presentes tomaron sus asientos, ignorando olímpicamente a los torpes sirvientes que no dejaban de balbucear y tropezarse entre ellos en un afán por querer complacer al Rey y no demorar en la comida. La mesa era larga y solo poseía seis sillas, en donde el Rey y Freezer estaban enfrentados en las puntas, los demás a sus costados.

 

-Debo decir, que este es un Planeta muy bonito. –decía Freezer observando todo y cada detalle que contenía el comedor, pasando levemente su vista hacia la ventana que daba la vista a un sector donde se encontraban unas naves esféricas, recibiendo mantenimiento y cuidado luego de ser utilizadas para misiones.

-Es usted muy amable, Gran Freezer.

-Solo hay una pequeña cosa que me está inquietando. –dijo mientras su mentón era sostenido por sus manos entrelazadas y mirando fijamente al Rey. -¿Dónde están los Príncipes, Vegeta y Tarble? –el Rey se sorprendió ante aquella pregunta, ni él estaba al tanto de donde estaban sus hijos, cuando llego al Planeta no los vio por ningún lado y estaba seguro que lo recibirían, pero tanta fue la repentina sorpresa de la llegada de Freezer que descaradamente se olvidó de ellos.

-¿Mis hijos? ¿Por qué le interesan? –Vegeta le miro desconfiado y lleno de intriga.

-¡Suéltame! –de repente se escuchó tal grito detrás de las grandes puertas, que Freezer y los soldados debieron voltear hacia dónde provino aquella misteriosa voz que los interrumpió, sorprendidos. -¡¿Quién te crees para negarme la entrada a mi propio Palacio?! –el Rey Vegeta arrugo la nariz, esa voz y la manera de expresarse no cabía duda que era la de uno de sus hijos

-¡No sabes lo que hay detrás de esa puerta, no te dejare hacerlo! –se escuchó otra voz que ninguno supo distinguir, ni siquiera el Rey Vegeta sabía muy bien a quien le pertenecía, dudaba mucho que fuera alguno de sus súbditos, ninguno se atrevería a desafiar a sus hijos, mucho menos a Vegeta, su hijo mayor.

-¡Soy un adulto y puedo tomar mis propias decisiones! 

-¡Qué no vas a entrar!

-¡Quítame las manos de encima! –luego un fuerte golpe se escuchó del otro lado, seguido de las puertas siendo abiertas bruscamente y entrando al comedor Real el Príncipe Vegeta hecho una furia, gracias a Kakaroto que no tuvo mejor idea que seguirlo y comenzar a forcejear, tuvo que darle una bofetada para que sus sucias manos no siguieran tocando su piel. -¡Padre!

 

Se sorprendió al percatarse que su padre había vuelto de la misión, ya que el tiempo límite en donde el Rey haría acto de presencia era dentro de un mes, le pareció extraño verlo ahí sentado antes de tiempo. Al desviar su vista hacia el otro sujeto, no hizo más que arrugar el ceño tratando de descifrar de quien se trataba. Freezer quedó maravillado por la imponente presencia del Príncipe en la sala, se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia Vegeta con una sonrisa en sus labios; Vegeta apretó los dientes y sus puños, preparado por si aquel sujeto se dedicaría a emprender una pelea, además de que le traía muy mala espina. Esa mirada y esa sonrisa eran muy extrañas, estaban muy lejos de parecer que eran signos de amabilidad o de querer entablar alguna amistad. No, esos signos significaban otra cosa para Vegeta, y no iba a bajar la guardia ante nadie.

 

-Príncipe Vegeta, que gusto verte. –dijo Freezer poniendo sus manos sobre los hombros del Príncipe para luego comenzar a masajearlos. Vegeta se removió en su sitio, por alguna razón ese toque le genero asco e infinitas náuseas y el Rey notó eso, levantándose de su asiento, algo extraño estaba pasando y no dudaría ni un segundo en llamar a sus guardias y hacer que sacaran a ese ser tan extraño de su Palacio y de su planeta. En eso nuevamente las puertas volvieron a abrirse violentamente y las miradas de los presentes fueron hacía las mismas, chocando contra las paredes y dejando ver a un Saiyajin desconocido de cabellos negros y alborotados que tenía una mano sobre su mejilla que aparentemente estaba roja y con la marca de una mano encima.

-Maldito principito mimado y grosero. –susurro para sí mismo Kakaroto apretando los dientes tratando de callar inútilmente una sarta de vulgaridades, entrando al lugar y deteniéndose en seco al presenciar tal escena, automáticamente su expresión de enojo cambio a una de asombro. El Príncipe Vegeta siendo sujetado por los hombros, manoseándolos por un sujeto que parecía una especia de lagartija con cuernos y una cola larga. En la cara de ese tipo se veía satisfacción y lujuria, y más fue un asombro cuando veía como Vegeta no hacía nada para defenderse, simplemente se quedaba allí, estático, vulnerable, débil. Por un instante, Kakaroto sintió algo en su interior que le incito a moverse, se sintió incómodo y furioso al ver como tocaban así al Príncipe, se olvidó de su mejilla adolorida y a pasos largos y apresurados, seguidos de una mirada enfrascada de ira, llego hacia aquel par y de un manotazo retiro las garras de ese desconocido del Príncipe Saiyajin seguido de un fuerte empujón que hizo que Freezer casi callera de espaldas, no se la vio venir. -¡Quita tus sucias manos del Príncipe, ¿oíste?! ¡No tienes derecho a tocarlo!–Zaabon y Dodoria se levantaron de su asiento, tirando al suelo la silla debido al movimiento tan brusco y fueron hacia Kakaroto para darle una buena paliza por poner sus manos sobre el Gran Freezer, mucho más por atreverse a tocarlo. Sorpresivamente se detuvieron cuando Freezer alzo su mano en signo de que no siguieran avanzando.

-¿Y se puede saber quién eres tú? –pregunto Freezer con el ceño fruncido, molesto por la repentina interrupción. El Rey Vegeta quedo sorprendido, ese chico debía ser hijo de Bardock, de lo contrario quien explicaría esa apariencia tan idéntica de ambos. Lo que no le quedaba en claro era por qué alguien de tan baja categoría estaba repentinamente relacionado con alguien de tan elevada elite como lo era Vegeta.

-No tengo porque decirle mi nombre a sujetos como tú, osaste tocar al Príncipe Vegeta y eso no te lo perdonare. –dijo colocándose frente a Vegeta, quien aún estaba asombrado y en shock, primero ese sujeto viene y empieza a tocarlo, y luego aparece Kakaroto a protegerlo de la nada después del golpe que le dio hace unos minutos. Más grande fue su nerviosismo cuando vio como el Son se ponía en posición de combate, tenía planeado pelear contra él, le pareció absurdo.

-¿Vas a pelear? ¿Contra mí? –pregunto Freezer son una sonrisa irónica y señalándolo descaradamente con un dedo. Fue en ese momento que el Rey Vegeta hizo acto de presencia y se colocó frente a ambos sujetos, observando principalmente a Kakaroto. No iba a permitir un altercado en su Palacio, mucho menos si proviene de alguien de tan bajo nivel de pelea.

-No sé exactamente quién eres. –hablo el Rey. –Tampoco me importa saberlo, lo que me interesa saber es por qué un guerrero de clase baja está mezclado con un miembro de mi Corte. –Kakaroto se quedó estático, no cabía duda que el Rey Vegeta era alguien intimidante e imponente, quizás mucho más que el mismo Príncipe Vegeta. Era un hombre grande de cabello negro y de la misma forma que su hijo, lo único que los diferenciaba era una barba de candado. –Di realmente tus intenciones con mi hijo, o de lo contrario serás destruido.

-Majestad, la vida de los Príncipes Vegeta y Tarble está…-de pronto sintió como una mano se posaba sobre su hombro, volteo la vista y era el Príncipe Vegeta quien le había cortado su explicación abruptamente. Sin decir nada, Vegeta avanzo hacia su padre, dejando a Kakaroto detrás esta vez.

-Él es Kakaroto. –comenzó a hablar, primero presentándolo apropiadamente. –Es mi guarda-espaldas personal, está aquí por cuestiones de seguridad y la razón por la cual está influenciado conmigo es porque yo pedí que me lo asignaran, él no tiene otras intenciones más que las de protegerme. –finalizo el Príncipe sin titubear, el Rey le miro estupefacto para luego posar su vista en el Son, era raro que Vegeta necesitara protección, pero no podía creer que de todos los soldados confiables en los que su hijo podía elegir, que eligiera a uno de clase baja le resultaba extraño, había algo que no concordaba. –Y no solo eso, Tarble también tiene un guarda-espaldas, que resulta ser hermano mayor de Kakaroto. Ambos estamos en muy buenas manos. –dijo enviando una mirada fulminante a Freezer, quien no hizo más que solo sonreír ante aquella provocación, si eso era un llamado a la guerra, entonces guerra tendrán.

-Me resulta extraño que mis hijos necesiten protección, ¿acaso se olvidan que son pertenecientes a la Realeza Saiyajin? ¿Qué son los guerreros de elite más poderosos de todo el universo? –pregunto su padre con el ceño fruncido, resultándole humillante que sus hijos no supieran defenderse como era debido sino que necesitaban de alguien de bajos niveles para protegerlos, irónico que alguien poderoso dependa de alguien tan débil. Vegeta apretó los dientes y los puños ante eso, por supuesto que era el Saiyajin más fuerte del universo y de eso no habría nunca que dudar, solo que por culpa del impertinente de Bardock fue que termino metido en el lío de estar con alguien como Kakaroto, pero eso era algo que su padre jamás debía saber, no quería que él tuviera  un pensamiento sobre él que no era capaz de contradecir a los demás cuando no está de acuerdo con algo, y que no tenía la suficiente autoridad como para oponerse.

-Padre, esto lo hablaremos en otra ocasión. –dándole una última mirada a Freezer, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida. –Kakaroto, muévete. –ordeno de manera seca mientras seguía caminando, Kakaroto dio una última mirada al Rey, una desafiante y llena de ira hacia Freezer y luego siguió al Príncipe sin decir una palabra.

-Gran Freezer, lamento el inconveniente que pasó. No tengo idea de quien sea ese Kakaroto y le prometo que si vuelve a repetirlo será severamente castigado.

-No te preocupes, al fin y al cabo me gustan los desafíos. –dijo viendo como ambos Saiyajines desaparecían doblando en una esquina. Sonrió de medio lado y el Rey le miro sospechoso, verdaderamente algo malo sucedería, y estaría al tanto de la situación. Estuvo interesado en seguir escuchando lo que ese tal Kakaroto iba a decir, por un momento creyó que sabía algo de su invasión, pero eso lo averiguaría tarde o temprano.

 

… …

 

Vegeta camino por los pasillos del Palacio, siendo seguido por Kakaroto, quien ninguno había sido capaz de decir una palabra. Doblando por distintas esquinas, seguidos de otros pasillos aún más largos que el anterior le dio la sensación a Kakaroto de que estaban caminando sin sentido y sin tener un rumbo definido. A Vegeta se le veía afectado, lo podía presenciar en su manera de apretar los puños y en su forma tan apresurada de caminar, parecía que quisiera escapar lo antes posible de algo, alejarse. Vio como el Príncipe abría bruscamente la puerta de alguna habitación hasta el punto de hacerla chocar con la pared, y caminando hasta posicionarse delante de una ventana y apoyar sus manos en las paredes, viendo cómo se quedaba viendo el paisaje con su frente en el vidrio de la ventana. Kakaroto se quedó parado en la puerta, sin atreverse a entrar o siquiera a decir algo; se tomó la libertad de inspeccionar la habitación mientras Vegeta estaba en su mundo: las paredes estaban pintadas de color celeste, a la izquierda había un espejo estilo veneciano con un marco ámbar alrededor con vidrios de Murano, frente al espejo una cama para dos personas de madera maciza con algunos detalles en oro, el colchón era alto y estaba cubierto por un acolchado de color oro, con dos almohadones blancos y a sus costados dos muebles en donde posaba un velador en cada uno, y obviamente la ventana al lado derecho de la cama con unas cortinas blancas colgando de ella. Kakaroto se quedó maravillado ante la semejanza de un dormitorio que solo era para una persona, aunque no le sorprendía ya que él era el Príncipe Saiyajin y merecía tener esos lujos.

 

-¿Qué haces ahí parado? –pregunto Vegeta sin voltearse a mirarlo, solo continuo deslumbrando lo que había del otro lado de su ventana. Kakaroto brinco en su sitio ante la repentina voz que se hizo presente después de un rato de silencio.

-No me diste la orden de pasar. –arqueo una ceja al escuchar cierta risa por parte de Vegeta, quien aún seguía sin voltearse a mirarlo.

-Entra, insecto.  –Kakaroto trago saliva, y con pasos firmes y decididos se abrió lugar hacia la habitación del Príncipe Vegeta. El mencionado cerró las cortinas y volteándose sobre sus talones camino hacia el Son quien todavía no salía de su asombro ante tantos lujos de un dormitorio. -¿Cómo lograste infiltrarte a mi Palacio? –pregunto ya que al irse tan repentinamente de la casa de Kakaroto, había jurado que le sacó varios kilómetros de ventaja, que luego el Son se las haya ingeniado para poder entrar y detenerlo estando a un paso del comedor Real, era algo que tenía que saber.

-¿Eh? –pregunto el Son saliendo de su ensoñación, y fijando sus ojos negros hacia Vegeta, quien arrugo el ceño ante esa muestra de irrespeto en no escucharlo. –Ah, pues me colé.

-Qué respuesta tan absurda, ¿Burlaste a mis guardias solo con el propósito de detenerme?

-Por supuesto, es mi deber como su guarda-espaldas velar por su seguridad. –en eso Kakaroto guardo silencio, viendo como la expresión de Vegeta cambiaba a una realmente sorprendida y cohibida, y eso le trajo un recuerdo que tuvo que confesarlo al Príncipe. –Y hablando de eso, ¿es cierto que fue su decisión que yo lo custodiara? –Vegeta arqueo una ceja y volvió a darse la vuelta, dando la espalda a Kakaroto quien no entendía el porqué de esa acción. Se quedó callado como si estuviera pensando una respuesta correcta para no dañar la integridad del Son, pero eso era algo que el Príncipe no podía controlar, ya que él encantaba dañar a los demás psicológicamente, no solo en forma física.

-No seas tan ingenuo, solo lo dije porque fue lo más conveniente. Si mi padre llegara a saber que el tuyo fue el responsable de asignar guerreros de clase baja como protectores de los Príncipes, y no por algo que salió de mi boca, créeme que no será nada bonito su reacción y deberán abstenerse a las consecuencias. –Vegeta se sintió orgulloso de su respuesta, elevando su ego al percatarse que Kakaroto no dijo nada ante eso, ni siquiera un insulto o una respuesta mecánica, respuesta que daba a veces cuando no le interesaba nada de lo que Vegeta decía, y por eso pudo intuir que sus palabras le afecto. Volvió a voltearse, y se acercó al oído de Kakaroto para susurrarle algo. –No te hagas tantas ilusiones.  –y con eso último paso por al lado del Son, empujando su hombro como él lo hizo la primera vez, y sin dedicarle una disculpa. Se acercó a la puerta y tomando el pomo, lo que significaba que ya era hora de que Kakaroto se fuera, y que por una sola vez en estos últimos días, Vegeta quería dormir bajo el manto de su linaje Real.

-Usted tampoco se haga muchas ilusiones, Majestad. –dijo Kakaroto con una sonrisa de medio lado, si él quería jugar, ya sabía perfectamente cómo hacerlo, incluso jugaba hasta mejor que el Príncipe. Viendo cómo Vegeta ponía una cara de total desconcierto–Sólo me importa el trabajo.

-¿Disculpa? –dijo Vegeta con una ceja levantada y con el pomo de la puerta aún entre su mano. Su rostro, aparte de emitir confusión y desconcierto, también tenía una tremenda pizca de ironía y una sonrisa burlesca, sin entender absolutamente nada a lo que el Son se refería. Era casi imposible que un guerrero de clase baja se le plantara al Príncipe, era absurdo y descabellado;  pero en el caso de Kakaroto, aquella muestra de irrespeto y de total negligencia hacia su propia vida le llamaba la atención, quería seguir indagando hasta qué punto sería capaz aquel Son de desafiarlo, sintió intriga y muchísima curiosidad.

-No te hagas el que no sabe. –dijo Kakaroto con sus manos apoyadas en su cintura, viendo aún más convencido y divertido la expresión de Vegeta. –Ya vi cómo te me quedas viendo cuando estoy distraído, y de cómo te dedicas a provocar y huir; eso no es divertido, ¿sabes? –y ahí fue cuando a Vegeta se le borro la sonrisa del rostro, ahora si caía en cuenta hacia donde iba el tema y Kakaroto pudo notar esa repentina incomodidad. –Eres igual a esas niñas patéticas que les gusta calentar la leche para después no tomársela.

-¡¿Q-Qué has dicho?! –y ahí fue cuando Vegeta finalmente soltó el pomo de la puerta y a pasos firmes y apresurados llego a Kakaroto y lo tomó del cuello de la armadura, levantándolo por los aires. Estaba con el ceño fruncido y su agarre era tan fuerte que sintió la armadura crujir. -¡No permitiré que me faltes al respeto! ¡Ya tuve suficiente de ti y de tu insolencia! –cerró su mano libre en un puño, llevándolo hacia atrás para darle un certero golpe en la cara, si el Son debía respetarlo, lo haría claramente por las malas. Nadie había sido capaz de desafiarlo e insultarlo en los campos de entrenamiento, nadie había sido capaz de empujarlo, golpearlo o irrespetarlo, y lo peor de todo es que nadie había sido capaz de insinuarse y de lanzar esos comentarios tan sexistas hacia su persona; Kakaroto ahora si era hombre muerto.

-¡Admite entonces que te atraigo! –grito Kakaroto, lo que hizo que la trayectoria de su puño se detuviera rotundamente. El puño de Vegeta quedó a medio camino de no ser por esas palabras tan repentinas. –Al igual que tú a mí.

-¡Patético! –y fue ahí cuando finalmente el puño fue directo a su destino y el cuerpo de Kakaroto fue estrellado violentamente contra la pared hasta hacer que aparecieran algunas grietas. Volvió a caminar hacia la ventana como si fijar su vista al paisaje podría así quitar todo su malestar del cuerpo y de paso aclararle algunas cosas. Kakaroto se levantó con dificultad, apoyándose de la pared y moviendo su mandíbula de izquierda a derecha, le dolía, el Príncipe le golpeo con todas las ganas pero algo le indicaba que esa no era toda la fuerza que utilizo. Un golpe de Vegeta en la mandíbula era equivalente a una cabeza desprendida de su espina dorsal, por eso no estaba seguro de que si Vegeta realmente le golpeo con toda su ira y fuerza. -¡Yo…jamás me enamoraría de un clase baja como tú! –Vegeta se volteó a mirarlo con fiereza. -¡Así como tú nunca estarías con alguien como yo! ¡Yo soy un ser superior, el Príncipe Saiyajin, nunca me rebajaría al nivel de un clase baja!

-Yo nunca dije que estuviera enamorado. –Vegeta se sonrojo ante eso, por un momento pensó en algo más, que hablaba de amor o de un enamoramiento, pero solamente era una simple atracción física. Se sintió avergonzado ante ese error y volvió a mirar hacia la ventana. Kakaroto camino hacia Vegeta, quien estaba de espaldas, y logro acercarse lo suficiente, inclinándose hasta quedar a la altura de su oreja. –Usted me atrae, Alteza, pero lamentablemente es un idiota sin agallas que no quiere admitir que yo genero algo en usted.

-¿Yo? ¿Un idiota sin agallas? –dijo volteándose bruscamente hasta quedar ambos frente a frente, la diferencia de altura era significativa, por ende no se sorprendía que el Príncipe solo llegara hasta el pecho del Son, por lo que tuvo que levantar un poco la cabeza para encararlo. -¿Quieres que te diga que generas en mí? –Kakaroto sin decir nada solo asintió con la cabeza. -¡Me generas asco y nauseas!

-¿Eso es todo?

-¡Y un total y profundo desprecio!

-¿Algo más?

-Y también….-Kakaroto puso ambas manos en la pared, acorralando al Príncipe para que no pudiera escaparse. Ese gesto descoloco a Vegeta, ambas miradas negras se conectaron y permanecieron así por un momento; Vegeta estaba sonrojado por la vergüenza y no paraba de mover sus ojos por todas las facciones de Kakaroto, incluyendo sus apetitosos y carnosos labios, se relamió los suyos de forma inconsciente al imaginar besarlo. Volvió a fijar su vista hacia los ojos de Kakaroto. -…con que un idiota sin agallas.

-Eso fue lo que dije.

-¿Un idiota sin agallas entonces haría esto?

 

 Y sin más, Vegeta tomo a Kakaroto de la nuca y atrajo su boca a la suya. Sus labios se movían en sincronía como si ambas bocas hubieran sido destinadas a estar juntas, los labios de Kakaroto eran carnosos y suaves, y los de Vegeta calientes y finos. Kakaroto dirigió sus manos hacia la cintura del Príncipe y comenzó a masajearla y apretarla, como si estuviera reprimiendo su deseo de llevar esas grandes manos hacia algún otro lugar mucho menos decente. Fue cuando el Son mordió levemente el labio inferior de Vegeta, lo que ocasiono que éste se quejara abriendo aún más la boca y Kakaroto aprovecho esa acción para meter su lengua. Vegeta se aferró aún más fuerte a sus hombro  ante esa intromisión sin saber cómo drenar ese placer que iba recorriendo cada ápice de su cuerpo; suspirando eróticamente no hizo más que pegar más su cuerpo al de Kakaroto, buscando más de ese calor que le hacía retorcer. Sus miembros se contactaron por accidente, pero fue la descarga eléctrica más placentera que pudieron sentir y quisieron seguir experimentando, frotándose el uno con el otro sus pelvis hasta sentir una ligera humedad en sus pantalones, estaban muy excitados y muy en el fondo de sus corazones querían llegar lo más lejos que podían. Vegeta se separó de él, todo era muy lindo que desgraciadamente aún dependían de oxígeno y tuvo que tomar algo de aire, pero Kakaroto todavía estaba enfrascado con seguir besando los labios del Príncipe e inclino su cabeza de nuevo hacia adelante para poder volver a capturarlos, pero Vegeta hecho su cabeza hacia atrás buscando alejarse. Vegeta no podía creer lo que acabo de hacer, lo había hecho por simple impulso y con una pizca de enojo, no permitiría que se burlaran de él, un Príncipe de su clase besando a un guerrero de clase baja no era algo que se viera todos los días, le propino una bofetada en la mejilla del Son que hizo resonar por toda la habitación en cuanto éste tuvo el descaro de continuar besándolo. Kakaroto le vio con cara de confusión mientras se tomaba la otra mejilla golpeada, ya eran dos bofetadas en un día.

 

-¡¿Cómo te atreves?! –dijo sonrojado con los ojos bien abiertos mientras con su mano se cubría los labios. Avergonzado por su accionar tan impulsivo e inmaduro de demostrar lo contrario a alguien que, según él, no valía la pena rebajarse. -¡Esto…esto jamás tuvo que haber pasado!

-Majestad…-Kakaroto quiso acercarse más al Príncipe para tratar de calmar su repentino ataque de histeria, pero una mano fue depositada en su pecho a modo de límite para que las distancias no siguieran acortándose.

-¡Lárgate! ¡Te ordeno que te vayas! –fue lo último que pronuncio Vegeta, no quería verlo, ni siquiera tenerlo cerca, ya suficiente humillación tuvo en un día. Primero el hecho de que ese ser desconocido le manoseara con intensiones poco sanas delante de su padre, y ahora el haber caído tan bajo en besar a un guerrero de clase baja por caer en los impulsos infantiles y poco profesionales. Estaba cuestionándose mentalmente en si era sano volver a la casa Son en cuanto se le pasara su nerviosismo, o si sería correcto estar un tiempo en su Palacio, alejado de todo, hasta de el mismo Kakaroto. 


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