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El Sirviente del General. por Keiko Midori 0018

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El alba llegó y todos los sirvientes procedieron a hacer su trabajo correspondiente. Inuyasha espero a que Koga terminara sus deberes para poder hablar con él con tranquilidad.

Esa misma noche, Hojo había llegado pasada la media noche y en sigilo, parecía que no quería que se enteraran de su arribo tan tarde y eso aumentaba sus dudas pero con la salida del general, había estado ignorandolas.

—Inuyasha, no seas holgazán y ve a preparar a Ah-Un, el general está por llegar.

—De acuerdo, Koga. Solo hay que ensillarlo y estará disponible para el general.

Ambos partieron hacia la caballeriza acompañados por Hojo que mantenía una sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. Inuyasha ignoró ese gesto y se enfocó en que todo saliera en orden para que aquel hombre se marchará de una buena vez.

Al llegar vieron a varios soldados y al general dando órdenes al teniente general. Inuyasha evitó todo contacto visual con el hijo del duque y entró acompañado de Koga. Se había despertado con un mal presentimiento

Mientras Koga se encontraba preparando a Entei, él se dedicó a preparar a Ah-Un que ya había golpeado a los demás sirvientes que habían tratado de prepararlo. Tomó la silla de montar, se sentía extraña. La montura se sentía más pesada de lo que recordaba pero intuía que tal vez la habían hecho así intencionalmente, la habían reforzado para mayor seguridad. Después de todo, el caballo iba a luchar junto a su jinete. Se la colocó al caballo que de inmediato relinchó incómodo, lo ignoró. Quería que ya se marcharán. 

Terminó de colocarle todo lo necesario y lo guió al exterior, tendría que acercarse al general pero pararse frente a él por unos segundos no lo mataría, o al menos, eso pensaba. Se acercó a él y éste solo lo miró con molestia para después tomar las riendas de su caballo.

El teniente general ya estaba montando a Entei y estaba esperando a su superior para irse junto a los soldados que ya los esperaban.

El general notó a su caballo inquieto pero lo ignoró, quería alejarse de ese sirviente que tenía a un lado y estar alejado por una temporada prometía alejar esos raros pensamientos que lo azotaban por las noches. Subió el primer pie al estribo y de un impulsó subió completamente al corcel.

Todos vieron lo que pasó después de que el general subiera a su caballo, el caballo enloqueció.

Inuyasha al igual que todos vieron como el caballo relinchaba con ira y se alzaba, sacudía con violencia tratando de tirar al jinete que luchaba por mantenerse arriba y controlar al caballo. El animal corría en círculos, se alzaba en dos patas y se sacudía con violencia. Todos trataban de apaciguar su ira pero era imposible acercarse sin recibir algún golpe. Inuyasha trataba de ayudar pero Koga se lo impedía, sabía lo que pasaría con el caballo si seguía actuando de esa forma y no lo quería.

Cuando pensaron que todo había acabado vieron como de un movimiento brusco el caballo tiraba al suelo a su jinete. El general había caído al suelo y vieron como un charco de sangre empezaba a formarse bajo él, se acercaron de inmediato para auxiliarlo. Inuyasha se acercó de inmediato al caballo sin entender el porqué de sus acciones, Ah-Un había sido entrenado para nunca atentar contra su jinete desde que era un potro. No logró acercarse ya que las riendas se habían vuelto látigos al moverse con velocidad por las sacudidas del caballo.

Nadie podía controlarlo y era extraño ese comportamiento. El caballo estaba en perfecto estado cuando lo vio entrando a su establo, se comportó cuando le colocó la silla y demás accesorios, se desenvolvió de forma correcta al guiarlo hacia el general. Había enloquecido cuando el hombre lo montó, se había puesto fúrico cuando el general estaba sobre él y apunto de marcharse.

Llegó a la conclusión de que algo andaba mal con la montura, su silla debía tener algo que le molestara. 

—¡La silla! ¡Quítenle la silla!. —Gritó pero nadie obedeció, nadie escucharía a un sirviente menor y menos a un niño. Todos sabían sobre el carácter del caballo y no se les hacía raro que llegará a atacar incluso a su jinete.

El general se había repuesto, su hombro se había dislocado y su cabeza sangraba por el golpe, dolía pero se había forzado a no emitir ni un sonido para evitar mancillar su orgullo. Además, el dolor físico no era lo que le importaba en ese momento. No le gustaba ver al caballo embravecido, no quería sacrificarlo pero ni siquiera él tenía el poder para evitar romper esa ley. Lo que más le sorprendió fue ver a ese niño tratar de acercarse y ver como el otro guardián tratando de alejarlo del caballo.  

Inuyasha logró soltarse de Koga, se acercó al caballo pero éste lo embistió haciendo que acabará en el suelo, todos fueron a auxiliarlo incluído el teniente general. Lo alzaron para llevarlo a la enfermería al ver como de un lado de su cabeza brotaba sangre. 

—La... Silla... Silla... Quítenle... Silla... —Murmuró antes de caer en la inconsciencia gracias al golpe en la cabeza.

El general sintió un poco de pena por él, se veía que también quería ayudar al caballo pero era imposible. 

Nadie notó que a una distancia prudente un hombre veía complacido al caballo enfurecido y al general herido, había esperado verlo morir pero el hombre era fuerte y una caída de un caballo no lo mataría. Tendría que esperar e idear otro plan para ese hombre, al menos le había quitado algo que amaba y eso ya era ganancia.

...

...

Inuyasha estaba en la enfermería, los médicos trataban de parar el sangrado con ungüentos y demás medicinas herbales. Lo primordial era parar el sangrado y esa herida pequeña pero profunda debía ser suturada. Después de adormecerlo con alcohol, entraron en proceso de suturar esa herida antes de que empeorará. Por suerte lo más grave había sido eso, su cuerpo estaba magullado y lleno de raspones que sanarían en pocos días, sobreviviría. Siempre y cuando la herida en su cabeza no se infectara pero era improbable, le dirían al mayordomo que lo dejará descansar un par de días antes de volver a cuidar de los animales.

Mientras en la mansión, el hijo del duque era atendido por los mejores médicos que habían y era atendido con las mejores medicinas que el dinero podía comprar. Su hombro había sido acomodado y se había reprimido para evitar gritar al sentir como lo acomodaban por la fuerza. Su cabeza había sido vendada y dado un par de suturas por la herida. Había tenido que desistir de su viaje y enviado al teniente general a cargo para no hacer perder territorio al imperio y decepcionar a su majestad. Se excusaría después con él.

...

...

El caballo había cedido ante el cansancio y lo habían logrado atar a un poste, también habían logrado inmovilizarlo con cepos en sus patas. No habían logrado quitarle la silla y ponerle los cepos había sido una tarea suicida ya que había luchado para evitarlo y golpeado a los sirvientes. 

Koga sabía que sacrificarían al caballo, cuando el general estuviera fuera de peligro se decidiría el día en que debían sacrificar al equino. Sabía que Inuyasha sufriría por él pero era necesario, ese peligroso animal había atentado en contra de su amigo y eso no pasaría desapercibido. Solo un milagro salvaría al animal de ser sacrificado.

—Inuyasha estará bien, no te preocupes. Es un niño muy enérgico y tenaz. Solo él sería capaz de acercarse a un caballo tan bronco y enfrentarlo. Al menos sabemos que lo matarán pronto y ya no dañará a nadie más. —Hojo se había acercado a Koga al verlo tan desolado. Al hombre de coleta le había molestado la gran sonrisa del contrario al mencionar el sacrificio del equino ya que sabía lo mucho que Inuyasha apreciaba al animal pero no dijo nada al respecto, no le apetecía pelear con él por pequeñeces.

—Sé que Inuyasha estará bien, es demasiado terco como para dejarse vencer por un accidente. Aunque, le dolerá saber que Ah-Un será sacrificado.

Decidió ir a ver a Inuyasha y contarle sobre la decisión acerca del animal. Esperaría noticias del menor y desearía que no resultará herido de gravedad.

Inuyasha aun dormía producto del alcohol, su herida ya había sido tratada y vendada para evitar daños externos. Todos lo escuchaban murmurar entre sueños algo referente a una silla pero nadie le hacía caso, no lo veían importante.

—Silla... No... Silla... Quítenla...

Koga ya estaba a su lado, no sabía porque ese joven murmuraba incoherencias. Esperaba que no haya sido a causa del golpe que se dio. El médico le había informado que su espalda había recibido el impacto y que tendría dificultad para caminar por algunos días pero estaría bien.

—Niño testarudo, solo tú serías capaz de enfrentarte a un caballo como lo es Ah-Un. Sin duda tú aún no maduras.

Lo miró removerse en la cama mientras murmuraba palabras inentendibles, esperaba que tanto el general como ese joven que era lo equivalente a un hermano menor, salieran con bien. 

Continuará...

 


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