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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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Reborn estaba de un humor tan asqueroso que todos intentaban alejarse por lo menos cinco metros de él. Nadie entendía lo que le pasó al asesino de un día a otro…, bueno, sí había alguien enterado, pero no era como si Tsunayoshi fuera a gritarlo a los cuatro vientos, pues era algo muy personal del hitman… y de la pareja de este. Pareja que, por supuesto, no había sido revelada, eso para no ocasionar que las decenas de admiradoras del aparentemente adolescente de dieciocho años se lanzaran encima del pobre “afortunado”.

 

—Esto ya llegó demasiado lejos —el castaño suspiró cuando se halló frente al desdichado—, ¿por qué simplemente no vas y le pides disculpas?

—No necesito consejos, dame-Tsuna.

—¡Quiero que se reconcilien! —elevó su voz—. Tu estado es deplorable y el de… —apretó los labios y bufó sonoramente porque no podía decir ese nombre en la mansión todavía—. ¡Él también debe estar muy deprimido!

—No hay posibilidad de una reconciliación hasta que él admita su error.

—¡Pero tú eres el del error! ¡Maldita sea! —arrojó un cojín para al menos exteriorizar su frustración.

—No sabes nada.

—¡Lo sé todo! —respiró agitado—. Y si no vas a cooperar…, pierdo el tiempo —empezó a alejarse a paso calmo y lento—. Solo arreglen las cosas pronto, por favor.

—Mi culpa —bufó el azabache—, sí, claro.

—¡Y deja de amenazar a todos con tu arma! ¡El personal está asustado!

 

No era palabrería de Tsunayoshi, en verdad todos estaban muy asustados, es que Reborn había agarrado la manía de sentarse en medio del salón y jugar con su glock de modo que, si alguien pasaba cerca o por el pasillo contiguo, era usado como blanco. Muchos ya habían salido corriendo después de un amague de disparo, muchos otros habían optado por darle vuelta a la mansión con tal de no pasar por ese sector, ninguna de las sirvientas quería limpiar el lugar mientras Reborn estuviera despierto, y por supuesto…, dos ya fueron víctimas de la furia de Reborn.

¡Quería que eso se detuviera!

Pero Reborn no parecía muy dispuesto a ayudar.

¿Cómo pasó eso?

Pues sucedió hace exactamente quince días, cuando todo era paz y tranquilidad —más o menos— en la mansión de los Vongola, puesto que cierto hitman había tomado la rutina de desaparecer al menos mediodía durante tres o cuatro días a la semana. Esto liberó un poco de estrés en todos, porque sí, así podían pelearse sin recibir entrenamiento forzado como castigo. Hasta Tsuna estaba disfrutando de eso, más porque era amigo de la pareja de Reborn y el encargado de pasar mensajes secretos de vez en cuando. Era divertido en parte.

Pero en ese maldito día, algo pasó, algo que Reborn no pudo tolerar, y que fue el inicio del caos. Ese día salió como siempre, sonriendo y jugando con su fedora en su mano derecha, eligiendo un auto deportivo negro por puro capricho, y hasta compró un ramo de flores blancas porque eran las favoritas de su pelirrojo pedazo de cielo. Había que aceptar que cuando el hitman se enamoraba, lo hacía en serio.

Llegó a la mansión respectiva como siempre, sonriendo de lado, planificando cómo molestar a su querido tontito y hacer que esas mejillas tomaran un rojo adorable. Pero en vez de hallar solamente a Enma en su despacho, se encontró con un intruso que estaba abrazando confianzudamente a su pequeño… ¡Todo se fue a la mierda en ese preciso momento! ¡Desgraciado infiel! Pero bien que se las cobró de buena forma y alivianó un poco del peso sobre sus hombros.

Sin embargo… Enma no lo tomó muy bien.

 

¡Detente! —la presión sobre su cuerpo lo hizo caer de rodillas—. ¿Por qué lo haces?

—Él estaba…

—¡Nada! —la voz de Enma sonaba dolida, furiosa—. Skull solo vino a visitarme. Es mi amigo.

—Ese lacayo no tiene derecho… a tocarte… Ni tú de ver abrazar a alguien que no sea… —pero no pudo hablar porque sintió aún más presión y tuvo que usar sus manos para no estamparse por completo en el suelo.

—No sé si es desconfianza, celos o algo así —Enma estaba llorando—, pero no acepto tu comportamiento —su voz tembló—. Quiero que te vayas ahora.

 

Y en ese momento estaba ahí, pensando en cómo carajos hacerle para arreglar eso, porque ya después de tantos días aceptaba que actuó un poco desubicado y exageró todo. Pero también estaba su completo orgullo destrozado porque en ese día de la pelea con Skull, Enma prefirió echarlo a él y no a Skull quien fue tratado y cuidado por los Simon hasta que se recuperara de las heridas por la pelea.

Pero…

Es que…

¡Demonios!

Reborn sabía que él tenía que disculparse y terminar con esa estupidez de la ley del hielo que mantenían, pero le pesaba su actitud prepotente y ególatra. Aun así, tenía en cuenta que habían sido las dos semanas más asquerosas de su vida y que no quería seguir así. Pero… ¿cómo disculparse sin que sonara forzado o estúpido? Lo había estado meditando durante días, y no hallaba la respuesta correcta. No sabía qué hacer.

 

—Si te pesa más el orgullo que tu amor por Enma —Tsuna lo miró con seriedad—, es mejor que terminen con esa relación que tenían.

—No bromees con eso —chistó.

—No lo hago —dictó firme—. Si no te disculpas en las próximas setenta y dos horas, yo mismo haré que Enma termine contigo y después acepte el traslado a Rusia.

—Estás jugando con fuego, Tsunayoshi —advirtió casi siseando como una serpiente molesta.

—Estoy cuidando del bienestar mental de mi mejor amigo, Reborn.

 

Reborn aceptaba que fue el empujón que necesitó, pero no lo dijo en voz alta, solo dio media vuelta y se retiró del despacho del décimo Vongola. No se quedó en esas instalaciones, incluso dejó su auto usual de lado y salió caminando, a paso constante, sin mirar a nadie, ocultando su expresión facial bajo la sombra de su fedora, y meditando qué carajos iba a hacer ahora.

 

 

Otra…

 

 

—Adelheid —Enma miró a su escolta para esa reunión—, ¿no crees que estás siendo muy paranoica?

—No —dijo mientras daba la señal para que partieran y los dos autos que los escoltaban, arrancaran al mismo tiempo—, es seguridad básica.

—Me gusta la discreción —susurró agotado.

 

No dijo más porque sabía que Adelheid no iba a cambiar de opinión, solo se recargó en su asiento y empezó a jugar con su corbata por mera distracción mientras se encaminaban de regreso a casa. Pero le dieron galletas, y Enma solo sonrió ante el gesto silente de su guardiana del glaciar. Sabía que todos habían estado intentando animarlo desde el incidente con Skull y Reborn, hasta el propio Skull le envió un oso gigante en forma de pulpo como para hacerlo sentir mejor… y decirle que debería dejar al maniaco de su senpai.

Eran todos muy amables, pero su tristeza seguía ahí.

No pensó que le afectaría tanto la rota relación que en un inicio no creyó aceptar, porque ¡vamos! Fue Reborn el que empezó a acercarse y Enma creyó que era solo un juego, pero resultaba que no. Aún recordaba cada coqueteo de aquel antiguo arcobaleno, de las risitas y lo divertido que le pareció los pequeños esfuerzos del ajeno por captar su atención…, se vio encantado por esos detalles y después todo pasó sin que se diera cuenta.

Maldito fuera el antiguo arcobaleno del sol que ahora le dejó el corazón herido.

 

—Idiota —susurró antes de recostarse totalmente en la parte posterior del auto.

—¿Aun no le informas que quieres terminar con él? —Adelheid no se perdía de absolutamente nada, claro que escuchó a Enma quejarse.

—No —suspiró por la idea—. Adel… ¿en verdad crees que…?

—Sí, absolutamente —frunció el ceño—. Ese niño no te…

 

Dos cosas pasaron en ese instante. La primera fue que Adelheid vio claramente cómo la llanta posterior del vehículo que encabezaba su ruta, explotó y, por ende, derrapó e intentó no bloquear su paso. La segunda fue que Enma no llevaba cinturón y, por ende, cuando Adelheid dio un giro brusco para esquivar al auto delantero, él se deslizó hacia adelante y golpeó su nariz. Ni bien pasó eso, sucedió una cosa más, se escuchó una leve explosión y el chirrido de las llantas, Enma vio que su escolta posterior también se quedó sin un neumático.

 

—¡Leónidas! —Adelheid elevó su voz mientras aceleraba.

—¡Sí, señorita! —su copiloto desde hace rato preparaba su arma, y en ese punto maniobró para pasarse a la parte posterior y defender a su jefe.

—Maldita sea —la azabache no podía ver a sus atacantes, dedujo entonces que se trataba de un francotirador o algo así.

—¡Adelheid! —Enma elevó su voz mientras encendía sus llamas—. ¡Detén el auto! Lo enfrentaremos directamente.

—Pero…

—Nos atacan desde el sur —dictó, ordenando a Leónidas que usara la mirilla de su arma para certificarlo.

—¡Lo veo!

 

Adelheid estaba lista para una pelea frontal, Enma tenía la llama respectiva en su frente, Leónidas dio los primeros disparos contra el enemigo…, pero mucho más allá no hicieron. Porque ante sus ojos, uno a uno, los enemigos fueron cayendo. Fue raro, muy raro. Hasta se quedaron con las ganas de una pelea decente, pero después solo se elevaron de hombros en espera de una explicación.

 

—Fue él —uno de los miembros del auto que estalló al final, se les acercó con prisa—, fue él quien derribó a todos.

—¿Quién? —Enma elevó una ceja.

—Yo…

 

Esa voz grave hizo que Enma sintiera un escalofrío, pero después solo pudo reírse divertido por la rara situación en la que estaba. Reborn apareció de la nada, haciendo uso de su extremo sigilo en cuanto a desplazarse, manteniendo su traje intacto y su fedora en la mano que no sostenía la glock verdosa que era Leon. El azabache simplemente sonrió de lado y volteó por unos segundos ante la escena que armó, la consideró una obra de arte.

 

—No lo planeé, pero me gusta como salió —Reborn dejó que Leon se subiera a su hombro y luego simplemente sacudió el polvo de su traje.

—Gracias por eso —Adelheid se puso frente a su jefe—, pero ahora vete.

—Qué grosera eres.

—Adel —añadió Enma tocándole el hombro—, creo que se merece que lo dejes hablar.

—Antes de que empieces un sermón, niña —Reborn elevó su mirada hacia la de Enma—, solo vine a disculparme —los ánimos elevados ayudaron a que no le fuera difícil decirlo—, por lo de Skull… Yo me excedí.

—Vaya, lo dijo —Adel sonrió de lado—, bien… ¿qué quieres hacer, Enma?

—¿No vas a volver a hacer algo así? —ante la negativa de Reborn, sonrió—. Bien.

—¿Ni un besito merezco? —Reborn sonrió divertido ante la risita de Enma.

—No, porque aún sigo molesto —se encogió de hombros—, pero vas por buen camino.

—Tal vez deba salvarte un par de veces más para que dejes de estar enfadado.

—Tal vez —Enma rio—, o tal vez podrías hacerte cargo de la cena de navidad y olvidaré todo.

—Bien.

 

Para algunos sonaría algo muy simple, pero no lo era, menos siendo que la cena de la que hablaban era una dada para todas las familias aliadas, incluyendo a Varia y a los Vindice —amigos de Tsuna—, así que Reborn tendría mucho trabajo que hacer.

Pero valdría la pena, Reborn lo admitía, porque no quería más que ver la sonrisa de Enma y tal vez besarlo un rato… Un poco de privacidad tampoco le vendría mal, pero ya negociaría eso o haría algo para despistar a los muy celosos guardianes de su pelirrojo. Sin embargo, esa era otra historia.

 

—Qué rara reconciliación —opinó Leónidas y sus compañeros asintieron.

—Así es esto —suspiró Adelheid a su lado, observando a Enma hablando con el azabache—, pero bueno —entonces lanzó una piedrecilla en dirección de Reborn—. ¡Oye!

—¿Y ahora qué?

—Manos lejos de él —advirtió, porque no era tonta y sabía que ese abracito iría más allá—, todavía no estás completamente perdonado.

 

Sí, era un noviazgo un poco complicado…, pero feliz.

 

 

 

Notas finales:

 

Un Reborn x Enma porque yolo~

Espero haya salido medio decente. Krat no enfrenta muy bien estas fechas, por eso sus fics pueden perder calidad, lamento eso.

Intentaré igualarme rápido~

Muchos besos~

Los ama: Krat~


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