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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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Se conocieron por casualidad, en un choque frontal cuando el uno corría sin fijarse y cuando el otro salía de una práctica deportiva. No tenían la misma edad, pero tres años no eran la gran cosa. En primera instancia solo discutieron, al menos uno de ellos lo hizo, pero después, una jugada del destino los hizo reencontrarse por varias veces en situaciones semejantes.

“El golpe del destino”, solían decirlo en broma, pero algo de verdad tenía.

Aficiones diferentes, actitudes opuestas, sueños en realidad ajenos al otro, pero se llevaron bien. Tenían una afición en común, fue Squalo quien la planteó y Takeshi que la siguió por simple curiosidad, y tal vez fueron esas dos horas cada dos días las que iniciaron con la amistad más agitada que tuvieron en sus vidas.

 

—Me parece un delincuente —Gokudera desaprobaba la amistad del idiota aficionado al béisbol—. Ni creas que voy a permitir que lo acerques a Tsuna-san.

—Squalo no es un delincuente —reía divertido, porque muchos lo consideraban así al conocerlo—, solo es algo enérgico.

—¿Y a qué se dedica?

—Es entrenador —mordió su hamburguesa—, y es bueno.

 

Días normales, reuniones improvisadas, eran felices con esa disparatada relación.

No supieron cómo. Tal vez sus cabezas muy ocupadas en otras prioridades ni siquiera se dieron cuenta, pero el corazón fue otra cosa, y lo demostraron en una navidad. Squalo tenía una demostración como espadachín en uno de los festivales, Yamamoto fue solo en ese día pues sus amigos ya tenían citas pactadas, pero ese acto no fue lo importante, sino que solo fue algo con lo que iniciar esa espléndida noche.

Pasearon sin fijarse en la hora, recorrieron todos los puestos y hasta se desviaron hasta la ciudad donde todo estaba adornado por el rojo y el verde. Rieron por cosas sin importancia, platicaron sobre sus sueños a futuro, comieron hasta saciarse y esperaron a que el día cambiara de fecha como para separarse. O ese fue el plan, pero dos cervezas después y un poco de sinceridad, desencadenó en un beso. El primero de muchos, el roce simple más dulce de sus vidas.

Fue instintivo, algo que solo pasó, y aceptaban que su vida era así.

Se necesitaron después de eso, intrigados por la euforia que les causó el roce de sus bocas, felices por hallar ese “algo” que completaba su diaria rutina, cegados por el que sería su primer y único amor verdadero, real y palpable. Eran solo dos chicos sin interés en el romance que cayeron en esas redes invisibles sin desearlo siquiera.

 

—¡Los cortaré en pedacitos! ¡Voiiii!

 

Risas divertidas por esa actitud, dos para ser exactas, todo mientras Squalo desquitaba su mal ánimo de ese día contra el gran pez que iba a ser destajado para formar varios rollos de sushi. El movimiento del cuchillo era rápido y preciso, imitando algo que el dueño del restaurante —y padre de Takeshi— enseñó una sola vez, furia desmedida que terminó con aquel ser en menos de lo pensado. Jadeos opacados por maldiciones entre dientes y una sola afirmativa.

 

—Tu novio tiene mucha energía, Takeshi.

—Es genial, ¿verdad?

 

Felicidad reflejada en la forma ordenada en el que Tsuyoshi preparaba la orden, en la sonrisa de Squalo que ya se sentía mejor, y en la risita de Takeshi que se sentaba junto al albino para cederle una cerveza y agradecerle por la ayuda. Un aura muy agradable en el local, tres personas satisfechas con lo que el día les daba, y una vida tranquila que disfrutar.

Sonaría aburrido para muchos, pero no para ellos.

No podían pedir más.

Solo tal vez un beso, una caricia, un anuncio, pero eso quedaría para el siguiente año donde Squalo presumiera su nuevo departamento propio y casi exigiera que el niño sonrisitas viviera con él. Pero esa era otra historia.

 

—Amarse es algo muy raro —Takeshi mordisqueaba las galletitas de navidad, sentado en media sala aun en pijama, leyendo una revista de deportes.

—No me vengas con cursilerías, niño bonito.

—Solo digo que… no creí terminar así —dio vuelta a la página—, contigo.

—¿Te estás quejando?

—¡No! —sonrió animado—. Solo estoy agradecido.

 

Enfadado por ese ambiente cutre y cursi, Squalo solo bufó antes de sentarse junto al azabache y rodearle la cintura con sus brazos, acomodándose en la espada ajena para dormitar un rato. No eran personas de palabras, solo de acciones, era la única forma en la que podían expresar su alegría… su felicidad… su fortuna.

 

 

 

Notas finales:

 

Un S80 porque yolo~

Algo flojo, pero globalmente me gustó como quedó~

Krat los ama~


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