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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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¿Qué había más varonil que tener un don con los pasteles?

Nada.

Al menos Tsuna pensaba así, porque para él, ver a un maestro en ese arte era simplemente increíble. La forma en que su senpai partía los huevos con una sola mano, mezclaba con habilidad las claras hasta el punto de nieve, la forma en que medía los ingredientes casi mentalmente y usaba la balanza solo para corroborar, la maestría con que formaba la blanda mezcla, el hecho de que adornara los pasteles con tanto entusiasmo y las obras de arte que generaba… era… hermoso.

 

—Yo creo que también puedes hacerlo, Tsuna —esa sonrisa amable y esos ojos de miel.

—No, no —rio nervioso—, yo no podría hacer lo mismo que usted, Dino-senpai.

—Vamos, yo te enseño.

—Pero…

—Saldrá bien, te lo prometo.

 

Tsuna admitía que no se podía negar a esa sonrisa llena de dulzura que se le era dedicaba por aquel rubio de ascendencia italiana, por eso es que había terminado por trabajar en esa cafetería. A fin de cuentas, solo por la petición de aquel chico con el que se tropezó en medio del local, su vida dio un giro completo. En el fondo admitía que esa casualidad en su vida, fue la mejor.

Tal vez, si ese día no hubiese seguido su intuición, habría obviado esa cafetería y lo demás hubiese quedado solo en una posibilidad de un universo alterno al suyo. Adoraba que no fuera el caso y que en ese instante estuviera siguiendo los pasos precisos que Dino le dictaba para la mezcla. Sonreía por mera felicidad mientras recibía palabras de aliento, y encogía sus hombros cuando lograba avanzar cada vez más.

 

—Para hacer un pastel lo primero que necesitas es de tu corazón, Tsuna —dictaba Dino con convicción—, por eso eres perfecto.

—Gra-gracias —solía avergonzarse seguido, porque el que lo halagaba era su crush.

—Sé que me superarás —despeinaba los cabellos castaños y al final deslizaba sus dedos hasta esa mejilla para acariciarla con delicadeza—. Ahora sigamos.

 

Cuantos días Tsuna había suspirado después de esas tutorías y de su muy animado trabajo en la cafetería, ya ni sabía. Pero era tan bonito que simplemente olvidaba el resto y canturreaba de regreso a casa. Definitivamente su senpai era lo mejor que le había pasado.

Tal vez por eso no quería arruinarlo

Pero era difícil seguir manteniendo su crush en silencio, más cuando las mentiras no se le daban bien, incluso su otra compañera de turno ya se había dado cuenta, así que solo restaba un pequeño tropiezo para que su verdad fuera descubierta. Y le temía a eso. Porque no sabía cómo iba a reaccionar Dino.

 

—Vamos a hacer la prueba final, Tsuna —sonreía confiado—, por eso te hice venir en este día sábado con el permiso del jefe.

—¿Qué va a suceder?

—Vas a hacer un pastel de tu invención. Ninguna de las recetas que te enseñé es válida, así que contará tu habilidad para decidir.

—Pero no creo estar listo.

—Lo estás, lo estás —agitó su mano antes de sonreír—. Sé que puedes y después añadiremos tu creación al menú de navidad.

—¿Y si no lo logro?

—Lo harás.

—¿Por qué confía tanto en mí?

—Porque he visto tu talento, tu amor por la pastelería, tu sonrisa cuando adornas los pasteles.

—Bueno —Tsuna quiso morir de vergüenza, porque si sonreía era de felicidad ya que su senpai solía estar a su lado.

—Vas a crear el pastel perfecto… y yo te recompensaré por ello.

—¿Recompensa?

—Sí, te voy a recompensar, así que tómalo como motivación.

 

Tsuna no sabía qué iba a pasar, pero simplemente se rindió ante esa ansiedad de saber qué podría ganar si su pastel salía bien, así que hizo todo lo posible… por eso escogió las fresas —favoritas de Dino—, la canela, el chocolate, nueces, moras, y otras cosas que creía iban a funcionar.

Ante la atenta mirada de su senpai, creó el pastel que contenía sus sentimientos.

Soportó la respiración cuando Dino tomó un pedazo y lo saboreó sin prisa, casi se le sale el corazón al escucharlo gemir en gusto por el sabor, y, por supuesto, casi se desmaya al verlo sonreír con las mejillas teñidas de un rosa suave. Carajo, ni se había dado cuenta que se mordía el labio inferior.

 

—Esto es lo más rico que he probado.

—Yo… solo… —intentó explicar su hazaña—. No lo sé, senpai, solo… mezclé.

—Has aprobado entonces —rio bajito antes de dejar su cuchara de lado—, esta delicia entrará en el menú navideño.

—¿Pero el jefe no debería…?

 

Entonces Tsuna se quedó callado cuando los dedos de su senpai tocaron su mejilla, se perdió en la intensidad de esos ojos, y enrojeció cuando sintió la respiración ajena sobre la suya. Glorioso fue el momento cuando sintió los labios de aquel rubio italiano sobre los suyos, en un toque cálido y dulce, en la privacidad de esa cocina que consideraba un tesoro para ambos.

Sí.

Dino le correspondía.

Y mejor que eso, se lo susurró sobre los labios que tenían aun el sabor de las fresas y la crema.

Nada pudo ser mejor que eso.

 

 

 

Notas finales:

 

Un D27 porque yolo~

Krat los ama a todos~

Besitos~


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