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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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Se habían tomado la mano desde que reconocieron en el otro al amor de su vida. Se habían observado con atención para memorizar los detalles más simples de su comportamiento. Se habían besado bajo cada estrella visible en el cielo. Se habían adorado con tal fuerza que muchos envidiaron su existir.

 

—Cada suspiro tuyo, suena como un arpa triste —acarició la mejilla de su castaña adoración—, ¿qué sucede?

—No es nada —deslizó su mejilla para que esa mano lo acariciara—, solo estoy cansado.

—¿Quieres escapar del mundo un rato?

—¿Contigo? —rio entre dientes—. Siempre.

 

El mayor de ellos era rubio, de ojos azules, de porte serio, pero en realidad era un algodón de azúcar que gustaba de desleírse en labios de su alma gemela. Era quien despertaba cada mañana solo para observar durante unos minutos a su amante, amigo, su familia. Fue siempre una pareja devota porque creía firmemente que Tsunayoshi se merecía todos esos detalles y algunos más.

 

—Deja de reírte —pero ni siquiera sus propias risitas podía controlar.

—Es que eres demasiado para mí.

—Solo… Solo me cayó nieve de la rama de un árbol.

—Pero fue lo más adorable que he visto en el día.

—Ya basta, Giotto.

 

Tomados de las manos, con sus dedos enguantados enredándose, compartiendo una bufanda para parejas, caminando uno junto al otro en medio de ese clima tan intenso. ¿Qué les importaba el frío si su amor podía brindarles el calor que necesitaban? Bastaba con que se besaran unos segundos como para obviar las bajas temperaturas.

 

—¿Quieres que le llevemos un regalo a G? —Giotto miraba la botella de coñac que Tsuna sostenía.

—Te ha ayudado mucho, así que es correcto —sonrió al poner el licor en el carrito de las compras.

—Entonces deberíamos llevarle un gran obsequio a Hayato también —besó la frente del castaño antes de abrazarlo por la espalda y dejar que éste guiara el carrito.

—Le compré una camisa.

—No es suficiente —hizo ruiditos con su boca hasta que pensó en algo genial—, ¡hay que darle un gato!

—¿Por qué?

—Para que ya no esté solito y amargado.

 

Risas y empujones entre un juego de enfado, reclamos y recuerdos sobre sus vidas y sus allegados. Podían convertir esa simple salida en una cita muy animada. No importaba si debían centrarse en los regalos de navidad, podían olvidarse de eso y creer que estaban en medio de sus planes de boda… o que celebrarían un aniversario.

Para ellos, cada día debía ser festejado.

Era su sentimiento tan grande que sobrepasó siempre a la envidia, las dudas de terceros, el dolor de una pérdida, y cualquier enfermedad. Fue tanta su dedicación por mantener aquello tan hermoso que construyeron, que ya no había duda alguna de que fueron hechos el uno para el otro.

No era costumbre, no era una ilusión, era solo su amor.

 

—Entonces, ¿me dicen por qué tuve que venir por ustedes? —G tenía un tic en la ceja derecha, se frotaba el entrecejo e intentaba no gritar.

—G, ¡por eso te adoro! —Giotto se pegó a los barrotes de su celda.

—¡Contesta!

—Esta… —Tsuna se acercó también—. Esta vez es mi culpa, G —se rascó la mejilla de forma nerviosa.

—¡¿Qué les dije de salir sin sus guardaespaldas?! —su voz resonó en las celdas y los dos subordinados que traía detrás de él también se encogieron por el miedo.

—Pero era nuestro día libre y teníamos que aprovechar —Giotto hizo un puchero mientras jugaba con la corbata de su mejor amigo.

—Fui el de la idea —Tsuna suspiró—, y por favor… no le digas a Hayato.

—¡Cuántas veces tengo que repetirles que son herederos de dos familias mafiosas poderosas! —golpeó la mano del rubio—. ¡Que no son personas normales y por lo tanto hay riesgos!

—Pero… —corearon los dos regañados.

—¡Pero nada! —jadeó antes de mostrar unas llaves y empezar a adivinar cuál era la correcta.

 

G seguía intentando sacarlos de ahí mientras Giotto se defendía por aquella situación, y es que, sin desearlo habían llamado la atención de uno de los novatos enemigos quien los terminó siguiendo y… lo demás solo era resumido en una pelea a golpes, muchas cosas rotas en su escape, una riña con un oficial y un arresto rápido. Sí, era cosa de todos los días. Más o menos.

 

—Nos vamos a meter en muchos problemas por sus estupideces —suspiró G mientras los guiaba a la salida—. Dormir a tres oficiales, hackear las cámaras de seguridad, llamar a Verde para que nos de unos sueros de pérdida de memoria y… —señaló al enemigo que capturaron en el proceso—. ¿Cómo creen que lo voy a devolver así porque sí?

—¿Y si solo lo cedemos a Varia y que ellos se encarguen? —sonrió Tsuna.

—Mi pequeño tesoro siempre tiene buenas ideas —sonrió Giotto antes de abrazarse a Tsuna.

—No sé si son sádicos… o simplemente idiotas —murmuró G mientras daba la orden de retirada.

 

Así de raro era su amor, así de rara esa su vida.

 

 

 

Notas finales:

 

Un G27 porque yolo~


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