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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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—El éxito está en los detalles —sonrió ante el par de ojitos que lo miraban.

—¿Y cuáles son los detalles? —el pequeño de cabellos rubios arqueó una ceja.

—Taiki, Isabella —les mostró una pequeña lista—, hay que preparar la sorpresa de su papá.

—¡Yo quiero ayudar! —sonrió la castañita.

 

Tsunayoshi estaba extrañado por el repentino interés de Fon y sus hijos por ir a la ciudad, y si bien era normal querer abastecerse, ya habían recolectado lo necesario para esa semana, así que ir de nuevo a la ciudad era innecesario, además… esos tres habían ido a la ciudad demasiadas veces desde hace un mes. Sabía que algo tramaban, pero, aun así, los dejó ser. Ellos tenían derecho a convivir en privacidad de vez en cuando, y él tenía derecho a tener tiempo para sí mismo y sus recuerdos.

Era feliz en su presente, pero también lo fue en el pasado.

Terminó en el estudio del segundo piso, sentado en medio de muchos álbumes familiares, sonriendo ante los recuerdos plasmado en fotografías, suspirando mientras deslizaba sus dedos por el rostro de la persona que le regaló los mejores días y después se centró en todas las memorias que acunó con su actual luz de vida. Solo salió de ahí cuando escuchó ruido en el primer piso en aviso de que sus tres amores regresaron, pero decidió darles tiempo para ocultar las evidencias de aquel pequeño secreto.

 

—Papá, debes acompañarme a la ciudad hoy —Taiki sostuvo la mano del castaño con dulzura—. Quiero hornear un pastel contigo y con Bella en la tarde, pero nos faltan algunos ingredientes.

—Estoy seguro de que había todo lo necesario —intentó sacarle la verdad a su hijo mayor.

—No —mostró un frasquito vacío de esencia de vainilla—. Ya no hay esta cosa, y tampoco hay huevos.

—Pero…

—Bella rompió los últimos cuando hacíamos el desayuno, así que debemos comprar más.

 

Tsuna sonrió ante el esfuerzo monumental que sus hijos y su pareja estaban haciendo, así que les siguió el juego. Esa tarde tomó sus cosas, abrigó bien a su hijo y a él mismo, se despidió con un beso de su hija menor y de Fon, para después respirar el aire de aquel pueblito mientras caminaban sin prisa.

Se entretuvo hablando con Taiki sobre sus sueños a futuro, sobre la familia que abandonaron, de su realidad fantasma que trataban de olvidar. Se perdió entre sus propias memorias mientras dejaba que su hijo lo distrajera por las horas necesarias. Hasta se compraron dos chocolates calientes para combatir el frío clima.

 

—¿Ya podemos volver?

—Papá —suspiró Taiki—, pudiste seguir fingiendo que no te dabas cuenta.

 

Tsuna rio bajito ante la mueca de reproche de su hijo, pero terminó acordando con Taiki que seguiría fingiendo al regresar a casa con la única condición que deberían hornear ese pastel más tarde, porque el antojo ya no se lo iba a quitar nadie. No preguntó más, no quiso arruinar el detalle.

 

—Ya estamos en casa —susurró al entrar.

—¡Bienvenido! —su hija lo recibió lanzándose a sus brazos.

—¿Me extrañaste?

—Sí —señaló hacia su espalda—, y mamá Fon también.

 

El azabache mencionado le sonrió con dulzura para darle la bienvenida, le ayudó a quitarse el abrigo, y todo fue como usualmente, incluso el besarse durante unos segundos como si fueran una vieja pareja casada. Tsuna no pudo evitar pasar su mirada con rapidez por la sala, donde se mostraba un árbol de navidad bien decorado, el sitio lleno de calcetines rojizos, y de luces, pero no notó algo raro. Al menos no a primera vista.

 

—¿Encontraron los ingredientes? —Fon se hizo el desentendido ante la mirada interrogante de Tsuna.

—Todos —habló Taiki antes de correr hacia la cocina seguido por Isabella.

—Aquí también está todo.

—¿Qué sucede? —Tsuna volvió a mirar hacia la sala, sin hallar nada más que un regalo más debajo del árbol.

—Ven conmigo —lo besó una vez más.

 

Fon le acarició la mejilla con delicadeza antes de guiarlo hacia el interior de la sala, Tsuna siguió con aquella ansiedad por saber lo que ocurría, y todo terminó cuando el azabache se detuvo en una esquina que no se podía ver desde la entrada. El castaño se dio cuenta que había algo nuevo en aquel lugar, y, aunque era algo bastante sencillo…, el detalle no lo era.

 

—¿Cuándo la tomaron?

 

Entre sus manos sujetó el cuadro que adornaba la pared, dentro del cual se hallaba una fotografía familiar donde sus antiguos guardianes, sus amigos de la familia Simon, los miembros de la que fue su familia, incluso los Varia, posaban para la cámara. Rio bajito al notar que todos llevaban un gorro navideño de color rojo, deslizó sus dedos por los rostros que más recordaba, y obviamente notó que la fotografía era reciente.

 

—Hay más.

 

Fon deslizó su mano por la pared para señalar otra fotografía, esta se hallaba pegada a la pared con cinta, para que así no fuera tan vistosa a simple vista. Tsuna no pudo evitar sonreír al observar a su madre y su padre posando…, y después se dio cuenta que había muchas fotografías más escondidas entre las luces o los adornos. Sin poder evitarlo sus ojos brillaron mientras descubría a cada miembro de la familia que abandonó hace años, a la que aún mantenía en su corazón porque eran importantes, pero a los que le dijo adiós por su propia salud mental.

No se arrepentía de sus decisiones, pero, aun así, nunca dejó de extrañarlos.

 

—Y falta una sorpresa —esa voz hizo que Tsuna dejara su escrutinio de lado y se girara con rapidez.

—¿Mamá? —jadeó sorprendido al ver esa figura posada a pocos pasos—. Qué… ¿Qué haces aquí?

—¡Feliz navidad! —la castaña rio antes de acercarse y abrazarse a su niño—. Mamá está feliz de verte de nuevo, Tsu-kun.

—Mamá —susurró antes de envolverla entre sus brazos.

—Y también trajimos al abuelo —sonrió Taiki mientras tiraba de la mano del mencionado para sacarlo de la cocina.

—Papá —Tsuna no pudo evitar reír cuando vio al rubio usando un disfraz de Santa Claus con barba y todo—, ¿qué estás usando?

—¡La sorpresa tenía que ser completa! —rio a carcajadas antes de abrazar a su hijo y elevarlo un poco en el aire—. ¡Me alegra tanto verte, atún!

 

Las risas de Tsunayoshi inundaron aquella sala, sus lágrimas se derramaron poco después, sus emociones estallaron a la par que sus disculpas por haber desaparecido durante esos años. Tenían tanto que decir, pero lo ahogaron todo para dar paso a las bromas y la felicidad de por fin reunirse como la familia que eran. Y así siguió durante los dos días previos al día veinticinco, donde celebrarían la navidad tal y como Tsuna recordaba se hacía en antaño.

 

—Hay un regalo más para ti —Iemitsu sacó el último paquete de la bolsa que trajo consigo.

—Ya no más —Tsuna sonrió.

 

Y es que, si bien solo sus padres habían sido contactados en secreto para esa bella sorpresa, eso no significaba que los demás no hubiesen sido tomados en cuenta. Iemitsu se aseguró de llevar consigo un regalo de parte de cada miembro de la familia; obsequios que cada guardián, amigo o aliado, había guardado como reliquia en algún momento de sus vidas porque jamás pudieron entregarlo. El rubio se convirtió en esa navidad, en un Santa Claus lleno de detalles perdidos en los pesares del tiempo.

 

—Es mamá —sonrió Isabella, señalando el cuadro que posaba en las manos de Tsuna.

—Es… su mamá —Tsuna deslizó sus dedos por el rostro de la que fue su difunta esposa, sonriendo entre lágrimas por los recuerdos.

—Es muy bonita —Taiki sonrió pegando su cabeza al hombro de su padre para mirar también.

—Siempre fue una mujer hermosa —Fon limpió el rostro del castaño con delicadeza, sonriendo enternecido por aquello—, y ahora puedes tenerla en un retrato junto a los demás.

 

Fon jamás reprochó que Dayane siguiera presente en la vida de Tsuna o de los niños, es más, siempre se encargó de mencionarla porque era y siempre sería parte del tesoro que él prometió cuidar. De él fue la idea de enmarcar aquella imagen y regalársela a Tsuna sin que nadie rebelara su autoría en ese detalle, lo hizo bajo completo secreto junto con Iemitsu, y fue la mejor decisión, porque nada era más hermoso que ver la sonrisa de Tsunayoshi al colocar el cuadro junto a muchos otros que reposaban en la repisa central de la sala.

Tenían un pasado.

Y ahora tenían un futuro.

Dulce fue la canción que entonó Nana mientras repartía el almuerzo, agradable fue la danza que Iemitsu guiaba para que sus dos nietos lo siguieran mientras los últimos detalles de la mesa eran colocados. Dulce navidad acunada por el frío de una nevada sutil. Amorosa familia reunida para esa ocasión.

 

—Gracias —Tsuna se sentía dichoso con lo que la vida le dio.

—Quise que esto fuera especial —deslizó sus dedos por la mejilla del castaño antes de sonreír—, porque te lo mereces.

—Algo me dice que aun tienes un detalle más —rio entre dientes.

—Entonces mira hacia arriba.

 

Se habían refugiado en la puerta trasera, bajo un pequeño techo que intentaba frenar la nieve, donde en verano se sentaban tomados de la mano para ver a los niños correr entre juegos, pero en ese preciso instante, con el frío haciendo que sus bocas brindaran un poco de vaho, aquel lugar solo estaba adornado por un muérdago.

Ambos rieron en susurros.

Fue Fon quien rodeó la cintura de Tsunayoshi con delicadeza, deslizando sus labios por aquella mejilla mientras dictaba un “te amo” claro y audible, besando aquella piel que se tornaba caliente por la vergüenza. Fue el castaño quien sujetó las mejillas del azabache para guiarlo hacia su rostro y unir sus labios en un toque dulce y amable, porque ese beso era tierno y sin malicia, así expresaba su amor por aquel ente que fue su salvación en el momento preciso.

 

—Yo te amo más, Fon —susurró antes de besarlo una vez más.

 

Entonces danzaron sin música debajo de aquel espacio, girando un poco entre sus risitas y susurros, compartiendo el calor nacido de sus corazones, celebrando una fiesta que culturalmente no les pertenecía, dejándose llevar por el amor que se profesaban.

 

Definitivamente, Tsuna adora las navidades junto a Fon, el amor de su vida.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Un F27 porque yoluamo~

Para quienes notaron la referencia, sí, esto está basado en el fic “Mi rojo cielo”, en un intermedio entre los dos capítulos finales. No sé, quise hacerle un homenaje, eso aprovechando que es una ship no tan conocida y bueno… salió así.

No sé.

Intenté que fuera romántico, pero ustedes dirán.

Bueno, señores, con esto doy por terminado el calendario adviento de este año. Muchas gracias por apoyarme~

Muchos besos~

Los ama: Krat!

¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!!


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