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El regalo perfecto. por 1827kratSN

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La actitud de Lambo había sido demasiado sospechosa, por eso se lo comentó a su hermanito, y ahora ambos estaban interesados en la razón de aquel hecho… Porque Lambo huía siempre de sus obligaciones y ahora resultaba que estaba ayudando en el bufet que dispondrían para la fiesta organizada como inicio de las festividades, era algo así como la inauguración de la época de nieve y canciones pegajosas sobre la navidad.

 

—¿Crees que deberíamos seguir vigilándolo? —Dino miró a su acompañante, quien estaba tan intrigado como él.

—La verdad no —elevó sus hombros—, de seguro no planea nada extremadamente peligroso.

—Suena a como si te hubieses acostumbrado a las travesuras de tus guardianes.

—Pues… —Tsuna rodó los ojos y rio nerviosamente—, digamos que… a veces no es tan malo.

—Pero ¡¿qué dices?! —le sujetó de los hombros—. ¿Qué te han hecho, Tsuna?

—Dino-nii tranquilo —sonrió—, mejor olvidemos esto y sigamos colocando el árbol de navidad.

 

Tal vez solo estaba algo paranoico, así que le hizo caso a Tsuna, olvidó el asunto y se concentró en desenredar las lucecitas de colores mientras tarareaba un villancico navideño.

Se enredó dos veces, rompió dos bombillos rojos, se tropezó con una serpentina, y casi derriba el arbolito sintético que siempre armaban para esas fechas, pero salió bien. Con una sonrisa admiraba el gran árbol lleno de adornos que reposaba en la sala, dándole unas pequeñas indicaciones al castaño quien ayudado por un Byakuran —que estaba en modo “paloma”— colocaban la estrella en la punta.

Todo era muy perfecto.

Todos amaban esas fechas.

Se juntaban en familia, jugaban un rato, comían juntos, compartían anécdotas y chistes, endurecían sus lazos de amistad, evitaban que se mataran cuando un par se ponía competitivo o muy salvaje. Todo era lo normal, hasta por un momento se olvidaron que formaban parte de la mafia y que hasta hace apenas dos semanas sufrieron de un atentado donde Dino fue herido en el hombro por una bala y Tsuna se dislocó un brazo —como consecuencia sus enemigos fueron mordidos hasta la muerte o torturados hasta que perdieran corduras, pero eran detalles—.

En ese día la familia era lo más importante.

Entonces…

¿Cómo llegaron a “eso”?

 

—No entiendo nada —Dino hizo una mueca.

—Sabía que todo estaba yendo demasiado bien —suspiró Tsuna antes de colocarse sus guantes—, voy a detenerlos antes de que se maten.

 

Y es que era preocupante y gracioso al mismo tiempo, porque, por más que todos conocieran perfectamente la tensión sexual entre Gokudera con Yamamoto y Gamma, no pensaron que eso terminara con una riña entre la calmada lluvia —ahora no tan calmada—, y el chico rubio sonrisas casanova —que extrañamente parecía fuera de su analítica personalidad—. Era muy raro y Dino esperaba que fuera el único incidente de la noche, pero claro, estaban en un mundo de cabeza.

 

—No es por molestarte pequeño fiestero —la sonrisa ladina de Mukuro le extrañó un poco, pero aun así decidió no juzgar antes de tiempo y lo dejó terminar—, pero me gustaría tocarte ese hermoso trasero.

—¿Eh? —Mala idea. Logró forzar una sonrisa temblorosa y claramente incómoda.

—Lo que escuchaste, haneuma. Kufufu.

 

Dino dio un paso hacia atrás pero casi al instante tuvo ese rostro a pocos centímetros del suyo… y le dio escalofríos. Sintió claramente las manos de aquel ilusionista deslizarse por su cintura para aprisionarlo en un abrazo firme, a la par que se centró en esos ojos de diferente color —muy bonitos por supuesto—, que lo analizaban como si adivinara su sabor. Era algo muy incómodo, no solo porque Mukuro obviamente intentaba coquetearle —o algo así—, sino que estaban en media fiesta y…

 

—Quítale las manos de encima, piña herbívora.

—Ah, Kyoya —se giró hacia esa persona de ojos azules brillantes y peligrosos—, gracias por venir a ayu…

—¡El potro salvaje es mío! —el sonido parecido a un silbido resonó cerca y poco después Mukuro soltó al rubio quien cayó de sentón.

—Pero qué… —Dino hizo una mueca de dolor antes de elevar su mirada hacia esos dos.

—Jefe ¿está bien? —Romario intentó acercarse, pero una tonfa lo obligó a retroceder.

—Dije que ese idiota es mío.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —Dino por fin estalló.

 

Todos los presentes observaron impresionados como nube y niebla —mayor— de Vongola se batían a duelo en medio del jardín mientras cada uno daba un argumento distinto por el cual declaraban al jefe de los Cavallone como suyo. Muchos estaban al igual que Dino, quien no entendía nada de lo que estaba pasando y, peor aún, no podía salir del rango de observación de esos dos sin que lo amenazara un tridente o una tonfa. Obviamente nadie podía ingresar al campo de batalla tampoco.

Algunos rieron, otros sonaron incómodos, y otros tenían sus propios problemas

¡Porque todos habían perdido la razón!

¡Todos peleaban o se declaraban!

¡Sacaron a relucir sus secretos y…!

 

—Lambo —corearon dos personas ubicadas en dos puntos distintos del jardín.

 

Tsuna —quien extrañamente se vio envuelto entre la pelea de Xanxus y Reborn— y Dino entendieron casi al mismo tiempo que el comportamiento tan curioso que vieron en el guardián del rayo más temprano, fue la respuesta que requerían. Era hasta obvio, porque lo vieron asomarse por entre la mesa de los bocadillos junto a Fuuta, I-pin y Chrome antes de volver a desaparecer como si no hubieran estado ahí.

Las cosas se ponían más tensas.

Dino pudo escapar de esa pelea para ayudar a Tsuna a huir de esas dos bestias que se disparaban entre sí, para hacerse la única pregunta que tenía importancia en medio de esa noche loca de diciembre.

 

—Pero ¿qué hizo?

—Debe ser la comida —Dino no dudó en trasladarse hasta la mesa y empezar a revisar.

—No, no es eso —Tsuna apartó a Dino quien empezó a lanzar todo lo que encontraba—, yo consumí un poco de todo y estoy bien.

—¡Pero ellos no! —señaló hacia Kyoya quien empezaba a ponerse más serio y a usar sus llamas.

—Debe ser algo que no consumimos ni tu ni yo.

—¡Maldición! —murmuró al ver que Mukuro bloqueaba una patada de Kyoya, le estaban preocupando esos dos.

—No, no —Tsuna empezó a hacer memoria y apuntar a los bocadillos.

—Tampoco este —y Dino ayudaba con lo que él también probó.

 

Tardaron alrededor de veinte minutos entre memorias y gritos lejanos que ignorar, para darse cuenta que ambos evitaron una cosa en particular porque tenían cierto rechazo por el sabor extraño de eso…, y porque tenían la obligación de permanecer sobrios para controlar todo. Ellos no probaron el ponche de frutas dispuestos a media mesa, cosa que otros sí hicieron, la clara evidencia era que el gran recipiente de cristal estaba casi vacío y varios vasos con ponche consumido estaban alrededor.

Tsuna probó un poco y notó un sabor extraño como a licor, pero Dino dijo que no era solo alcohol, que era otra cosa, porque también notó un aroma un tanto dulce como si fuera un perfume de flores. Ambos jefes se dieron una mirada antes de asentir, porque debían hallar a los culpables y descubrir la travesura para ponerle fin a las numerosas peleas que se estaban dando al jardín.

 

—Que sea torpe es lindo, kufufu —lamentablemente el brazo de Dino fue sujeto antes de que pudiese escapar.

—Que sea fuerte es más atractivo —Kyoya esbozó una sutil sonrisa y sujetó el brazo libre del rubio.

—No, no, alondra —Mukuro sonrió de lado antes de tirar suavemente de Dino—, él es mío.

—Jamás —dictó jalando también.

—Tsuna —el rubio sintió escalofríos, pero sabía lo que tenía que hacer—, ¡encuéntralos rápido!

—¡Sí!

 

Dino suspiró cuando se vio en medio de esa disputa, se quejó y peleó por ser liberado también, pero no había como razonar con esas bestias embobecidas por alguna poción, así que al final terminó por resignarse a estar en medio de esa pelea verbal que solo hacía que sus mejillas se calentaran un poco más. No sabía lo que Lambo le hizo a ese ponche, pero le daba algo de mérito, porque logró que el caos se desatara sin que nadie se diera cuenta.

Lástima que las cosas se pusieron más raras poco después.

Dino fue la primera víctima, porque se vio preso entre dos pares de brazos, sintiendo su piel erizarse ante el toque irrespetuosos de dos salvajes adictos a la pelea, y fue testigo que un beso de tres sí se podía realizar. Pudo morirse de vergüenza, pero en vez de eso se concentró solo en intentar respirar y luchar porque las cosas no pasaran de ese simple besito… aunque…

 

—Entonces es un pacto, kufufu.

—Hum… Bien.

—Ay no —susurró Dino.

—Lo vamos a compartir —corearon esos dos.

—¡Siquiera escuchen lo que les digo! —pero una vez más, fue ignorado.

 

Sí. Fue una fiesta memorable.

Muchos secretos salieron a la luz.

Muchos sentimientos fueron expresados.

Muchos problemas tomaron su punto más fuerte.

Y muchos castigos fueron impartidos después.

Porque añadirle una mezcla extraña entre pociones de amor, suero de la verdad y alcohol, al ponche… ¡Eso si fue pasarse mucho de la raya!

 

 

 

Notas finales:

 

Un D1869 porque yolo~

Un trío porque YOLO~

Jajajaja

Ok ya. Debo especificar que no me gustan los tríos, no sé, soy mala para eso, me cuesta mucho, pero este salió de la nada, aparte me lo pidieron y cumplo mientras se pueda cumplir.

Krat intentará igualarse con este calendario.

Muchos besos~

 


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