Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Blood lovers por Verde Lima

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +


Aún estoy en shock, mi compañero, mi vida ya no existe. Veo como su cuerpo, ese que hasta el momento había sostenido su copia gemela, su yo que jamás sería, le suelta.


Inerte.


Aún estoy sostenido por los mismos vampiros, pero ya no forcejeo, más parece que son ellos los que sujetan para no caer.


Daven está en el suelo, como un saco de nada, de esa misma nada que siento en mi interior.


Miro a Aren y veo en su gesto, en su mirada tanto vacío como encuentro en el mío. Héctor, que no es más que su amo, le llama, le agarra por un brazo. Aquello no era lo que estaba planeado, lo sé, Héctor parece que quiere desmembrarlo allí delante de todos.


Me da igual, solo me importa el cuerpo vacío tendido en suelo.


—¿Qué hacemos con aquel?—Si me hubiera importado, si me importara, sabría que mi vida corría peligro.


—Llevároslo.—La voz de Héctor hablaba, y los vampiros que me sostenían ejecutaban. Así es cómo funciona esto.


Descendemos varios niveles, hasta que me meten en una celda, no es otra cosa más que lo que serían las mazmorras de un castillo medieval.


Supongo que es lo que esta mansión fue en su día, sinceramente, ahora no puede importarme menos.


No puedo calcular el tiempo, tampoco necesito hacerlo. ¿Qué necesito del tiempo ahora?


Siento que no sé nada, que no conozco nada del nuevo mundo que Daven me mostró. Me siento solo, le quiero, le necesito y él ya no está. Él siempre fue mi motivo, empiezo a pensar que por eso me eligió. Que él sabía que yo viviría solo para él.


¿Qué será ahora de mi vida? ¿Me matarán?


Creo que es la mejor idea, que en el fondo es lo que deseo. Solo y encerrado en este lugar oscuro son sus rizos dorados, sus ojos llenos de vida y de sangre, el sabor de su piel en lo único que pienso, ¿dónde está mi instinto de supervivencia?


Creo que ha muerto con él.


No calculo el tiempo porque no hay con qué hacerlo, no hay sol ni luna, no hay rondas de carceleros, no hay más que oscuridad y soledad.


Y yo, solo estoy yo. Y yo, ya no soy nada.


Vivo de su sangre, de la sangre que he bebido a lo largo de los años. Vivo de su recuerdo, de la nostalgia y el dolor. Vivo, porque no puedo morir.


Cuando alguien baja solo me doy la vuelta en mi extraña postura, ¿has venido a matarme?


Pero no, nadie va a matarme, peor, van a arrojarme a la calle, como un despojo.


Miro la mole ante mí, en la oscuridad de la noche, no sé dónde estoy, pero me alejo de allí. No quiero nada de ellos, lo único que quería ellos lo han destruido.


Camino, camino y camino hasta que encuentro a un pastor, bebo de él sin tan siquiera plantármelo. Sin darme cuenta de lo sediento que me encuentro.


He debido estar mucho tiempo encerrado.


No lo mato, no quiero matarlo.


Lo dejo acostado, descansando, sus ovejas me miran pero no se acercan. Ellas sí han notado que no soy alguien de fiar. Pero no la mato, y eso debería de contar.


Descubro que estoy en algún lugar de Alemania, no quiero entrar a ninguna ciudad. No quiero camuflarme entre humanos, no quiero volver a ser uno de ellos.


Recorro Europa, no necesito más que beber de vez en cuando, en realidad, sé que tampoco lo necesito. Pero la sangre es deliciosa y es lo único que me aporta un poco de felicidad; momentánea, volátil, pero ese mínimo contacto con otro ser vivo me calienta.


No los mato, no quiero volver a matar a nadie.


Daven, te veo en cada pensamiento.


Mis pasos, como si las células tuvieran algún tipo de memoria me llevan al único lugar que para mí significa algo. Solo que aún no lo sé.


Han pasado mucho años, sin duda.


Al principio no lo reconozco, no es más que un anciano. Sin embargo, mis pasos me han llevado hasta él.


Está en una residencia, en una cama lleno de cables conectado a su cuerpo. No es más que un cascarón vacío a punto de morir.


Ni siquiera sus ojos me dicen algo, vidriosos, viejos y gastados.


Pero él sí me reconoce.


—Papá.


¿Qué macabra jugada del destino es esta de llevarme al lecho de muerte de mi propio hijo?


Pero por primera vez desde que vi caer a Daven entre los brazos de su hermano, vacío, seco, muerto. Siento algo, y es dolor, y es paz. Es mi hijo Alexander y siento la dicha que él siente al verme por última vez.


Lo veo morir, le sostengo la mano, tan marchita y arrugada, pero se va con paz. Esto no es natural, pero yo he dejado de serlo hace mucho, mucho tiempo.


Michael, murió hace tiempo. No necesito mucho para saber que tengo nietos, y biznietos, que algo de mi sangre, la no corrompida, corre por el mundo.


Ellos no me conocen, y no van a conocerme nunca. Evitaré sus caminos, pero sé que están vivos, y para alguien que se supone no debería gozar con la vida de los vivos, lo hago.


No soy más que una sombra solitaria, pero saber que una parte de mí, casi minúscula, vive, me emociona.


He sentido a otros inmortales, les he visto mirarme con sus ojos únicos, rojos, verdes, marrones, pero ninguno gris hielo. Ninguno es mi hermano.


Algunos han sentido curiosidad para acercarse a mí, pero yo los he rechazado, aunque luego me arrepienta.


Solo estamos nosotros, todo lo demás es demasiado efímero.


Hasta que él se deja ver, cuando le veo, sé que no es una casualidad.


Las pequeñas satisfacciones que me dan mis descendientes humanos no son comparable a lo que siento al verle.


Sé que no es Daven, sé que jamás será Daven.


Pero Aren me ha buscado y por primera vez en década no huyo de otro inmortal.


Sus ojos bicolor, su doloroso parecido con Daven me hace daño. Es el asesino de mi amor, de mi padre, de mi hijo.


Él mató a su hermano, él le desangró para engullir toda su sangre.


—Te he estado buscando.—No necesita decirlo.


—¿Vienes a matarme?—Noto el sarcasmo en mi voz, la noto seca, pocas veces la uso.—¿Te manda tu amo?


—Ya no pertenezco a Héctor.


Su voz, sus gestos, es tan malditamente doloroso ver a Daven en él, y aún así que no sea él. Que nunca vaya a poder ser él.


Si le mato, si bebo su sangre, le tendré de vuelta conmigo, algo. Le echo tanto de menos.


—No dejaré que lo hagas, no dejaré que tengas la vida que él tuvo.—Mis intenciones son demasiado evidentes.


Sigo mi camino, pero no lo hago solo. Me molesta y a la vez veo a su fantasma, veo a mi antiguo compañero, a mi pequeño Daven. Él lo sabe, tiene que saberlo.


Me mira beber, me mira dormir, me mira constantemente, con el rabillo de mi ojo veo lo que ya no es, y siento que puedo alcanzarle con mis dedos, solo un poco.


Pasamos así tanto tiempo que se vuelve nuestra normalidad, nuestra rutina andar juntos pero separados.


Por el día, en casas vacías, en cualquier cama que encontremos nos echamos, nos miramos y dormimos.


No somos compañeros.


—Nunca voy a ser mi hermano—dice, los dos lo sabemos, no puede sustituirle, no puede hacerlo aunque me mire con sus mismos ojos.


Yo solo asiento. Él no es mi compañero, y yo no soy el suyo.


—¿Quieres que me vaya?—Andamos en paralelo, desde que nos hemos encontrando, desde que dio conmigo. Paralelos, nunca en la misma línea.


¿Quiero que se vaya? No, no quiero que se vaya, aunque nunca sea Daven, aunque sea Aren, aunque sea su asesino.


Tan en paralelo, que cuando rompo la línea se siente extraño. Cuando lamo su cuello se siente extraño. He mordido, he besado y he follado otros cuerpos después de mi compañero. Pero este es diferente, este es tan parecido, que creo conocerlo. Pero no, es nuevo.


Lamo su pulso, clavo mis dientes y bebo de él. Hace tanto que no bebo sangre inmortal que se siente dura y pesada. Es demasiado buena, no me ha apartado, de hecho me está abrazando contra su cuerpo, me mece mientras me da de beber.


Me aparto saciado, lleno de su sangre, sus ojos bicolor son tan extraños, es como si dos personas me estuvieran mirando.


“Lo siento” sé que él no me escucha, que él ya no existe. Extiendo mi cuello, Daven no me ha soltado, y toma lo que le estoy ofreciendo.


Se deshace de mi ropa, estoy completamente duro, el deseo es abrumador. Me abre las piernas, y siento como entra en mi interior sin sacar sus colmillos de mi vena.


Toma mi sangre, toma mi cuerpo, y me toma como compañero.


Aren no es Daven, no es caprichoso, no es cruel, no es tierno entre mis manos.


Aren no exige que lo cuide, y por primera vez siento que está bien. Que lo quiero como mi compañero, aunque mis razones para odiarle deberían ser más fuertes.


Caminamos juntos, con el paso del tiempo sin muesca es nuestros cuerpos. Con una unión que no está exenta de necesidad, con encuentros con otros inmortales.


No sé si esta unión es duradera, si los inmortales llevamos nuestras relaciones hasta su última expresión. Juntos para siempre.


Pero voy a descubrirlo.


 


 


 


 

Notas finales:

Me parece que hace una vida desde que escribí el último capítulo de esta historia. Y en cierto modo, han pasado cosas que nunca íbamos a poder creer que pasarían.

 

Me pongo súper intensa con esta historia.

Estoy pensando si escribirle un último capítulo más, o dejarlo aquí.

¿Qué os parece?

Besos.

Sara

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).