Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dilema por 1827kratSN

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Sinceramente estaba en pánico cuando le dijeron que debía conocer al señor URSS, mucho peor fue porque en esa época aún estaba sintiendo el peso de la pérdida de su soulmate, pero debía hacerlo. Ese encuentro era una formalidad para pactar sus negocios e intercambios, era importante. Se tragó todo el pacheco que sintió en el aeropuerto y se armó de valor para dar el primer paso.

Ecuador jamás se había sentido tan enano como cuando estuvo frente a aquel hombre de rojo intenso frente a él. Casi le da algo, incluso sintió que debía conseguirse un banquito para así poder —al menos— mirarlo más cerca de los ojos, pero se limitó solo a cerrar el pico y dejar que los traductores hicieran lo suyo…, aunque grande fue su sorpresa cuando, después de un rato, ambos descubrieron que podían entenderse lo suficiente usando un lenguaje neutro y sencillo.

 

—No sabía que entendía español… o inglés, señor.

—To have allies, I need to communicate with them personally —(Para tener aliados, necesito comunicarme con ellos personalmente).

—Is it easier for you to I speak in English? —(¿Es más sencillo para usted que yo le hable en inglés?), su pronunciación no era la mejor, pero había estado practicando al menos.

—Yo te entiendo —forjó una sutil sonrisa.

—Wow —hizo un leve puchero antes de ponerse serio—. Usted me cae bien —sonrió.

 

Fue una visita corta, pero las siguientes fueron más extendidas pues no solo él iba de visita oficial, sino sus hermanos y otros países que había conocido solo de mirada. En ese punto no se imaginó que el señor URSS sería quien le daría el mejor consejo de la vida, aunque para eso tuviera que pasar una pequeña vergüenza que haría a ese hombre reír y mostrar esos afilados dientes distintivos.

 

—Wow… tiene dientes de tiburón —no quiso comentarlo, pero a veces su mente no paraba su boca—. Están bien bonitos —aclaró.

—A veces, pareces un niño pequeño.

—Pff —se encogió de hombros—. Quien deja su alma de niño a un lado, es un aburrido.

—Y quien no logra controlar ese niño interno, es un inmaduro.

—Pues sí —se rascó la nuca.

 

Tal vez la suerte le sonrió un poco en ese día donde se limpiaba la salsa de los cabellos, porque por mushpo tiró una bandeja destinada a los comensales, además de que no sabía cómo carajos llegó a la cocina… o el comedor, no sabía. Fue ahí cuando supo que el señor URSS no era tan aterrador como parecía, pero obviamente esa forma estricta y ruda de ser sí era natural. El soviético no lo regañó, solo se burló y le encaminó a una habitación para que se limpiara, todo mientras seguían charlando de algo sin importancia, hasta que llegaron a eso.

 

—¿Por eso estabas tan triste?

—Sí —suspiró—. Ella era joven —dejó de secarse el cabello—, y yo… no pude siquiera despedirme de ella.

—Pudo ser peor —con disimulo, URSS deslizó su pulgar por su palma—, pudiste conocerla y saber que no era lo que imaginabas.

—¿Usted también charla con su destinado?

—Ya no.

—Lamento eso —sonrió—, supongo que nosotros no tenemos derecho a ser felices como los humanos normales.

—No resientas de eso, solo… disfrútalo. Mientras puedas, dile a esa persona que te parece interesante, que deseas saber que es feliz, explícale que no puedes corresponderle pero que esperas encuentre a alguien que sí lo haga. Hazla sentir especial y no te arrepientas de nada.

—Pero al final, dolerá.

—Aun así, vivirás sin arrepentimientos.

—Sabe, señor URSS —Ecuador sintió sus ojos aguarse—, yo… jamás le dije que deseaba escucharla cantar alguna vez…, y tampoco pude decirle que le dediqué muchos poemas que a veces se trasformaron en canciones —rio para ahogar su sollozo—. Qué tonto fui.

—Cuando vuelvas a tener un alma gemela…, no te calles nada otra vez.

 

Esa fue la última vez que habló con aquel hombre de esa forma, y también fue el inicio de lo que serían años de guerra. Ecuador intentó protegerse mucho en esas épocas, porque era un país pequeño que no quería poner en peligro a su gente. Su estrategia fue bien recibida por mucho tiempo y el señor URSS la respetó como tal, pero llegó el día en que ya nada se podía evitar.

Ecuador creía que diosito lo odiaba a veces.

No estuvo seguro de cuándo fue, si en medio de la guerra, o tal vez al finalizarla, incluso creyó que pasaron un par de años después de eso, pero un día simplemente apareció. En su muñeca izquierda podía ver una larga línea de donde un líquido se regaba, y en su piel se formó un tatuaje representativo de una herida. A pesar de que su propia piel era roja… la sangre se volvía oscura cuando se secaba y esa era la forma de reconocer la herida en su soulmante.

Sintió terror.

No sabía si su soulmate fue herido justo cuando formaron la conexión, o si era una cortada de autoflagelación, no sabía nada del alma al que fue atado, y su mente maquinó mil formas de interpretar aquella herida que en el otro cuerpo sería muy grave. Entonces, con las manos temblorosas tomó un marcador y con rapidez dibujó algo en el espacio limpio de su brazo.

 

—Debes ser pequeño, unos cinco años —susurró mientras trazaba con rapidez la figura de un conejito—, ni siquiera debes saber lo que pasa —se esforzó en que el dibujito fuera lindo—. Pero mira, mira… Aquí estoy…, no estás solo.

 

Cinco o seis años era la edad máxima donde las almas resonaban, si no lo hacían en esa fecha significaban que estaban solos, pero aquel desconocido no era parte de esa estadística. Ecuador se encargaría de reconfortar a aquel pequeño ser, le dibujaría flores, caritas, autos, conejitos, osos, lo que deseara hasta descubrir si era una niña o un niño y sus preferencias. Él lo acompañaría día a día con un mensaje lleno de cariño, eso a pesar de que no podría conocerlo jamás.

No se iba a arrepentir esta vez.

Con desesperación se quedó viendo su brazo descubierto, observando que de poco a poco la marca de sangre se iba borrando y su piel volvía al color original, pero la herida seguía ahí… y seguiría hasta que cicatrizara. Entonces decidió probar suerte y con letra legible se escribió un claro “hola”. Lamentablemente no recibió respuesta alguna, ni en ese día ni en los siguientes, pero aun así cada mañana siguió dejando un dibujito en su antebrazo, y lo borraba a medio día.

 

—No quiero que te comuniques con ese chino —Colombia sujetó los hombros de su hermano menor con firmeza—. No quiero verte llorar cuando lo pierdas.

—Él requiere de mí —le sonrió—, pero tranquilo, no pasará nada.

—¡Siempre pasa! —suspiró pesadamente antes de abrazar a Ecuador—. Parce, deja de encariñarte con tu soulmate.

 

Ecuador pasaba por eso siempre, y como era común, ignoraba la advertencia y seguía con lo suyo, pintando su brazo, esperando una señal más que unas rayitas que representaban leves cortadas de vez en cuando. Tenía la esperanza de que su soulmate entendiera que podía confiar en él, que se atreviera a conectarse para aliviar sus pesares, y con el tempo formaran una linda amistad.

Como fue con ella.

Guardó esperanzas de un día ver alguna palabra tatuada temporalmente en su piel, pero hasta que ese momento llegara, decidió no presionar y calmó sus mensajes para que fueran cada dos días. Solía dibujar algo pequeño en su piel, sonriendo al pensar que la niña o niño del otro lado se sorprendería por el detalle o lo presumiría con alguien… tal vez.

 

—Al menos… ya no hay una herida grave —suspiró mirando al cielo—. Eso es bueno.

 

Fue una mañana fría, donde llovía a cántaros, las ventanas se empañaban y él no quería salir, cuando se fijó que su brazo derecho tenía algo particular. No era una palabra, no era una frase, era solamente la figurita de una flor con cinco pétalos. Ecuador se emocionó tanto ese día que saltó por su sala y sobre sus sillones mientras gritaba una victoria y reía animado. Era la primera respuesta de su nueva alma gemela, era la prueba de que fue aceptado, era una nueva ilusión que cultivar para que en un futuro floreciera en un platónico muy bonito.

 

—Tal vez aun no sabes escribir… o leer —sonrió mientras subía sus escaleras—, así que dibujitos serán.

 

Ecuador no podía decir que era un artista gráfico o algo así, sin embargo, al menos podía hacer algo bonito. En ese día eligió una rosa blanca, incluso la pintó cuidadosamente, y la cuidó hasta que el dibujo se secara. No sabía si su alma gemela gustaba de esas cosas, pero al menos así le transmitía que estaba dispuesto a platicar si deseaba.

Era feliz así.

Y no se arrepentiría esa vez.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).