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Nuestra Trágica Historia de Amor - Soukoku por Kurai Akuma

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Al salir el sol Nakahara despertó. 

 

Se había estabilizado, con solo verle se podía saber que el dolor había desaparecido, su color había vuelto incluso al parecer tenía apetito pues no rechazo los alimentos que la azabache le entregó, había mejorado por completo

 

Yosano le explicó con sumo cuidado cada detalle de su estado actual, lo que implicaba y las posibles complicaciones, los cuidados constantes que debía tener pues al ser su cuerpo débil y no estar preparado físicamente para lo que conllevaba traer un hijo al mundo el embarazo era de alto riesgo, ambos podrían morir. 

 

- no puedo creerlo, tendremos un bebé - dirigió la mirada al castaño sonriendo ligeramente y aún así su rostro mostraba el nerviosismo asi como el miedo pues jamás creyó formar una familia con Dazai. 

 

- exacto Chuuya, tendremos un bebé - tomó su mano para llevarla a la altura de sus labios y depositar un delicado beso sobre sus nudillos - lamento no haberme dado cuenta antes, pude haberte evitado todo ese dolor 

 

- no es tu culpa jamás lo hubiéramos imaginado - lo rodeó con ambos brazos ocultándose sobre su pecho - estoy bien también el bebé  y nos aseguraremos que todo salga bien, seremos una familia 

 

Sus labios se unieron como muestra del amor que crecía en sus corazones y no sólo eso pues ese cachorro era la prueba de que tenían la bendición de los dioses. 

 

Ese día así como su noche permaneció con la doctora para asegurarse que no tuviese recaídas, que la medicina no tuviera efectos secundarios en su cuerpo, que el dolor no le provocara un aborto espontáneo pero nada de eso ocurrió. 

 

〰🍂〰 

 

 

Con el pasar de los días las cosas volvieron a la normalidad, el castaño se dedicaba a cuidarlo en todo momento no quería dejarlo sólo, le cumplía cualquier capricho o antojo sin importar lo minúsculo que fuera, lo consentía más que antes volviéndose bastante sobreprotector. 

 

Al pelirrojo le gustaba tener largas caminatas por la mañana, cuando la brisa era fresca y el sol no sofocaba, amaba ir al río que separaba su antiguo pueblo y las tierras de los espíritus aunque cada vez que se encontraban en ese lugar veía al padre de su hijo a la defensiva.

 

Las últimas semanas hombres habían llegado a invadir el bosque, dejaban rastros de destrucción a su paso aunque no llegaban al templo del zorro, siendo este el lugar más seguro de ahí el problema era que aún así Nakahara prefería salir a explorar, a hablar con su bebé sobre lo que vería una vez lo tuviese en brazos. 

 

Al menos hasta que los vio. 

 

Recogía flores a los pies de la montaña cuando los pasos de caballos se escucharon acercarse a toda velocidad al mismo tiempo que aplastaban las hojas secas del suelo, Dazai lo tomó por la muñeca ocultandolo entre los árboles para que no los vieran 

 

- no hay nada aquí, hay que volver- su voz era profunda además de que se notaba molesta pero eso no importó al menos hasta que lo nombro - te voy a encontrar Chuuya aún eres mío- 

 

Tras el relinchar de los caballos se alejaron Dazai fue el primero en salir para asegurarse que estaban a salvo 

 

- no puede ser... él era - se dejó caer al césped de rodillas abrazando su ahora abultado vientre de siete meses - él me encontró 

 

- ¿sabes quien es? Chuuya- la criatura se inclinó para cargarlo entre sus brazos y llevarlo de regreso a casa lo más pronto posible

 

- no recuerdo su nombre pero él es con quien mi padre decidió que iba a casarme después de esa noche- se aferró a sus prendas para que no le suelte 

 

- Chuuya, él no va a encontrarte, estas seguro - lo recosto en la cama que compartían - te prometí que no dejaría que te lastimaran así que a partir de ahora no podrás salir de aquí, permaneceras cerca del templo y estarás bajo observación las 24 horas 

 

- si, lo haré - tomó sus manos sintiendo como estas se encontraban temblorosas - estaremos seguros aquí - llevo su diestra sobre su vientre para que su amado pudiera sentir al pequeño cachorro moverse en su interior 

 

- descansa- depósito un suave beso sobre su frente cubriendo su cuerpo con una delgada sabana - te traere un té y la medicina 

 

Dicho esto salio de la habitación, estaba más que preocupado, aquella noche creyó asesinar a todos los que suponía eran una amenaza para el menor sin embargo había fallado y ahora estaba en riesgo por segunda vez. 

 

〰❄〰

 

El otoño concluyo, a pesar de encontrarse confinado en casa la emoción de tener a su bebé no desaparecía. 

 

Con la llegada del invierno el peligro disminuyó, el frío llevó a los cazadores a detener su búsqueda pues las tormentas de nieve volvían el bosque un lugar lleno de riesgos. 

 

Y una noche el día del parto llegó. 

 

La oscuridad cubría el sendero, las fuertes ventiscas complicaba la visibilidad del camino haciendo al castaño más difícil llegar donde se encontraba Yosano. 

 

- resiste Chuuya casi llegamos - observo a su pelirrojo quien ocultaba su rostro sobre su pecho, lo mantenía cubierto con gruesas telas de piel para mantener su temperatura 

 

- no puedo... Dazai lo siento - estaba a punto de desmayarse, estaba perdiendo demasiada sangre 

 

- ya estamos aqui Chuuya -

 

La azabache los estaba esperando, tenía todo listo para llevar el procedimiento quirúrgico, así que todo sucedió como la primera vez que lo tuvo ahí. 

 

Osamu lo dejó en la mesa, le dio medicamento que fungía como anestesia y una vez el menor cayó profundamente dormido hizo la primera incisión. 

 

Los minutos pasaban de forma lenta, debía apresurarse pues no quería ser la culpable de su muerte, no estaba sola pues una joven de cabellos rubios la ayudaba. 

 

La situación se salió de control, los latidos del pelirrojo comenzaron a disminuir así como su respiración, iba a morir junto a su pequeño 

 

- resiste Chuuya por favor no me dejes - sostuvo su mano con algo de fuerza suplicando, rezando a los dioses que no se lo arrebataran de su lado - no me dejes mi amor. 

 

Cada segundo fue una tortura pero al final y como si se tratara de un milagro un fuerte llanto de un recién nacido hizo eco dentro de esas cuatro paredes. 

 

 


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