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Nuestra Trágica Historia de Amor - Soukoku por Kurai Akuma

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-resiste Chuuya resiste- 

 

Esa voz se escuchaba tan lejana, por más que corriera no lograba alcanzarla, la oscuridad lo cubrió por completo haciéndole imposible saber donde pisaba al menos hasta que una brillante luz apareció produciendo en él una trata sensación de calidez. 

 

Presionó la mano del castaño de manera inconciente, aún bajo los efectos de la anestesia abrió lentamente sus ojos, intentando  reconocer la habitación además del lugar de donde provenían los llantos. 

 

- Dazai - apenas logró emitir sonido, su garganta estaba seca pero eso era lo de menos pues por más que intentaba reincorporarse su cuerpo no obedecía por culpa del dolor. 

 

La doctora rápidamente se acercó al pelirrojo aliviada de que haya despertado después de cuatro días 

 

- Chuuya, mi Chuuya aquí estoy tranquilo - acarició su cabellera revuelta sintiendo pequeñas lágrimas bajar por sus mejillas - gracias al cielo me tenías muy preocupado - 

 

- lo siento, no fue mi intención Dazai - quizo reír pero el esfuerzo y la opresión en su vientre cambiaron su expresión a una mueca de molestia e incomodidad- ¿puedo verlo? quisiera cargarlo

 

- claro que si mi Chuchu - lo soltó poniéndose de pie y tomar al cachorro entre sus brazos, un pequeño zorrito de cabello castaño y ojos que brillaban  cual hermosos zafiros - con cuidado 

 

Nakahara sintió su corazón latir de forma desmesurada, parecía que podía salirse de su pecho, sus orbes celestes se humedecieron al ver al pequeño que llevó en su vientre durante nueve largos meses 

 

- hola bebé, soy tu mamá - el recién nacido movia sus manitas como si intentara alcanzar el rostro del su madre, reconocía su voz pues no hubo día del embarazo que no le hablará - nuestro hermoso Fumiya se parece a ti Dazai- lo mecio con suavidad para intentar que dejara de llorar 

 

- Fumiya, me encanta- el castaño estaba totalmente enamorado de la escena delante suyo, lo sentía tan irreal  

 

- ¿cuando volveremos a casa? - alzó la mirada con los ánimos renovados - Oda san y Ango san querrán conocerlo 

 

- ellos estuvieron aquí, ya lo vieron - la puerta del cuarto se abrió observando a la joven rubia entrar con una bandeja con comida -debes comer hablare con Yosano san y veré cuando podemos volver 

 

- lo haré - 

 

Su recuperación fue lenta, permaneció todo un mes en el hogar de aquella mujer hasta que su herida cerrará y las tormentas terminarán, después de eso volvieron al templo del espíritu zorro. 

 

No hubo momento en que no se encontrará con su hijo, lo alimentaba, bañaba y cambiaba, jugaba con él e incluso le hablaba para hacerle ver cuanto lo amaba, era tan feliz que olvido el peligro que lo acechaba constantemente entre los árboles del páramo. 

 

〰”〰

 

El invierno término, la nieve se derritió dando lugar a las múltiples flores que llenaban de color el lugar, las aves entonaban su melodiosa canción y los animales se acercaban al templo para conocer al hijo del Dios que les brindaba su protección. 

 

El pelirrojo observaba a su pequeño dormir mientras tarareaba una vieja canción de cuna que escucho alguna vez cuando era niño, estaba tan perdido en la melodía al menos hasta que un par de manos tan conocidas se posaron en sus hombros 

 

-Dazai, no te escuche entrar - una sencilla sonrisa se formó en su rostro tras aquel beso sobre su mejilla 

 

-Chuuya ven, quiero mostrarte algo - tomó su mano haciendo que se levante y le siguiera fuera de la habitación 

 

- ¿que es Dazai? - no quería dejar a su cachorro solo pero tenía curiosidad sobre que había preparado el hombre que amaba 

 

- sorpresa - sobre la gran mesa de madera se encontraba un hermoso ramo de rosas blancas que fueron cortadas con total dedicación 

 

- son hermosas - las tomó aspirando su dulce aroma - gracias mi amor

 

- pero eso no es todo- de entre sus ropas saco un pequeño objeto redondo, un anillo de plata enviado a forjar especialmente para el de menor altura - pronto cumpliremos dos años así que quiero que seas mi esposo 

 

- no puede ser - estaba perplejo, no estaba seguro sobre que responder - o por los dioses - dejó el ramo a un lado para lanzarse por impulso entre sus brazos lleno de felicidad y dicha - te amo tanto Dazai 

 

- y yo a ti mi ángel - tomó su mano colocando el anillo sobre su dedo anular  - eres lo más importante en mi vida y te prometo que encontraré la manera para que estemos juntos durante toda la eternidad 

 

Entonces un silencio total los inundó. 

 

Sus labios fueron oprimidos por los del pelirrojo quien hasta ese momento no dejaba de pensar en su mayor temor, morir dejando atrás a su familia, saber que su vida llegaría tarde o temprano a su triste final pues continuaba siendo un simple humano mortal. 

 

〰’〰

 

Después de ese día se dedicaron a los preparativos de la boda, la emoción y nerviosismo se notaba en el ambiente cuando llegó el momento tan esperado. 

 

Los pocos invitados asistieron, al menos solo los más cercanos a ellos.

 

Odasaku por petición del zorro fue quien dirigió la ceremonia como sacerdote, él les otorgaría la bendición delante de los ancestros y los dioses quienes sin lugar a dudas habían otorgado su aprobación a su unión desde el primer momento en que sus miradas se entrecruzaron. 

 

Todo ocurrió antes del atardecer, Nakahara utilizaba un largo kimono de seda blanco, demostrando la pureza de su corazón mientras por su parte Dazai llevaba uno de color negro, escogido personalmente por su ahora prometido. 

 

Tomados de las manos escuchaban el discurso que su amigo había preparado con anticipación para la pareja. 

 

- te ves hermoso Chuchu- susurro al mismo tiempo que llevaba su diestra sobre su mejilla con delicadeza recibiendo únicamente como respuesta una sonrisa avergonzada por parte del mencionado 

 

- Este día se vuelven uno, los dioses los protegerán y bendecirán cada una de sus decisiones que tomen siempre y cuando sea para honrar a su esposo - el pelirrojo mayor colocó un lazo de flores alrededor de ambos como símbolo de la únion, tan delicado pero fuerte cuando el amor persiste. 

 

Los presentes aplaudieron pues estaba hecho el contrato y con un beso sellaron la promesa de amor eterno, nada ni nadie los separaría, estaban listos para afrontar y vencer cualquier tormenta que se avecinara por más dura que fuera, por ellos y por su hijo. 

 

O eso creían. 

 

 


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