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Nuestra Trágica Historia de Amor - Soukoku por Kurai Akuma

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 No podía alejarlos, por cada movimiento sentía como si su cuerpo fuera a partirse en dos, intento gritar, pedir ayuda pero los sonidos no salían de su boca, solo podía llorar mientras rogaba que todo terminara. 

 

Entonces despertó. 

 

Un fuerte grito aterrador hizo eco entre esas cuatro paredes, su respiración era agitada, estaba teniendo un ataque de ansiedad tras intentar ponerse de pie para huir de aquel lugar sin embargo sus piernas no respondían, su cadera y espalda baja dolía. 

 

Una puerta se abrió observando al castaño con una expresión de terror 

 

- Dazai... -sus ojos se humedecieron, creía que todo era un sueño, tras la tortura que vivió la noche anterior esperaba morir y jamás volver a ver al zorro 

 

- Chuuya tranquilo- se acercó de inmediato al mencionado rodeandolo con ambos brazos con fuerza - estoy aquí, todo está bien, estas a salvo. 

 

Con esas palabras finalmente el pelirrojo se deshizo en lágrimas, estaba vivo y junto al hombre que amaba 

 

- lo siento Dazai lo siento debí quedarme contigo - se aferró a sus ropas sintiendo las manos de su amado sobre su cadera 

 

- no Chuuya, nada es tu culpa, no lo sabíamos - se separó lentamente tomando su rostro con ambas manos y remover las pequeñas gotas saladas que bajaban por sus mejillas con ayuda de sus pulgares - yo no llegue a tiempo... yo debí... 

 

- no - lo interrumpió esbozando una pequeña sonrisa algo temblorosa - no es tu culpa, ya lo dijiste no podíamos saber que mi padre planeaba esto 

 

El más alto solo asintió ejerciendo un poco de presión en su abrazo, podía sentir su corazón latir con fuerza, ambos tenían miedo, estaban llenos de arrepentimiento y les tomaría un largo tiempo superar lo ocurrido. 

 

Permanecieron juntos durante horas, Nakahara necesitaba descansar así que solo lo observaba dormir entre sus brazos como muchas otras noches, tendrían visitas pero en ese momento lo más importante era recuperar su tranquilidad emocional. 

 

El motivo por el que se levantó fue cuando dos amigos suyos llegaron, los únicos en quien podía confiar en ese momento

 

- Odasaku, Ango adelante - se hizo a un lado para darles el paso cerrando detrás de ellos la puerta de caoba 

 

-Dazai ¿como esta él? - pregunto el pelirrojo mayor dejando una canasta con medicamentos sobre la mesa del comedor 

 

- un poco mejor Odasaku, esta dormido - se sentó en una silla de madera dando un largo suspiro de cansancio 

 

- no has dormido ¿cierto? también necesitas descansar- le regaño la segunda criatura que entró, este tenía lentes y su semblante era como de una madre que regañaba a su cachorro 

 

- cada noche a sido más difícil que la anterior, tiene pesadillas pero es evidente si fue tan solo hace tres días que sucedió el hecho- estaba tan preocupado, que despertara después de tres eternos días y de inmediato decidiera volver a dormir le hacia temer lo peor, había tenido hemorragia por la violación, golpes y moretones en todo el cuerpo, incluso una grave contusión en la cabeza, ni siquiera podía imaginar lo que le hicieron. 

 

- él va estar bien la medicina esta funcionando pero si tu no te cuidas y lo preocupas tendrá recaídas - el mayor de los tres lo tomó por el hombro intentando animarlo, lo peor ha había terminado y debían darle la vuelta a la página para continuar con sus vidas. 

 

De pronto el ruido de algo cayendo llamó su atención, el zorro solo corrió a toda prisa encontrando al joven de iris celestes de rodillas en el suelo 

 

- Chuuya ¿que haces de pie? debes descansar- lo cargo entre sus brazos ayudándolo a sentarse en la cama revisando que se encontrará bien 

 

- te fuiste, quería ir contigo - bajo la mirada tomando su mano y entrelazar sus dedos 

 

- esta bien, además quiero que conozcas a unos amigos - se puso de pie sosteniendolo para que caminara lentamente fuera del cuarto - Chuuya ellos son Odasaku y Ango 

 

- hola - eso fue lo único que respondió, eran dos espíritus del bosque diferentes al castaño y aún así nunca creyó ver algún otro además de su pareja 

 

- es un placer Chuuya kun, Dazai nos a hablado mucho de ti - el primero en hablar fue Sakunosuke acercándose para extender su mano - lamento lo que ocurrió pero aquí estarás a salvo 

 

- lo se- desvío el rostro con notorio nerviosismo respondiendo a su saludo con un apretón de manos -y gracias 

 

Por otro lado, Ango el espíritu tanuki o perro mapache, se dedicaba a acomodar los alimentos que habían llevado, prepararía algo de comer para ellos que les ayudará a sanar más rapido, pues era evidente que en su estado ni el castaño o el joven pelirrojo se alimentarian de manera correcta ahora que había una leve mejoría. 

 

La conversación se volvió bastante agradable, conocer a los más cercanos del zorro le hizo sentirse parte de una verdadera familia, comer juntos le ayudó a distraerse y los remedios naturales le quitaron por completo el dolor. 

 

Así fue durante cada día de la semana, de cada mes que transcurría, esa rutina se repetía, en ocasiones caminaban por el bosque evitando el río, recogía las hermosas flores silvestres que crecían a los alrededores pero todo siempre con Dazaia su lado, cuidandolo, descansando sobre su suave regazo. 

 

Poco a poco las muestras de afecto volvieron a su vida juntos a los besos, ya no tenía miedo de que lo tocarán, ya no se sentía asqueado de su cuerpo, intentarlo de nuevo era parte de superar su oscuro pasado, abriendo su corazón y entregandose como si fuese su primera vez. 

 

En la oscura noche, con la luz de la luna llena entrando por la ventana sintió lo que era el amor de verdad. 

 

Las manos del castaño le arrebataron aquellas prendas de seda que le habían obsequiado, las caricias eran suaves y le hacían estremecer mientras recorría los rincones más íntimos de su cuerpo, sus jadeos y gemidos demostraban cuanto lo disfrutaban al mismo tiempo que las lágrimas de placer bajaban por sus niveas mejillas ahora teñidas de un ligero toque carmesí. 

 

Osamu se dedicaba a borrar cada una de las marcas que llevaban a esos terribles recuerdos reemplazandolas una a una por el mayor sentimiento que los unía. 

 

En la expresión de Chuuya no había ni un solo rastro de arrepentimiento, pues sin duda había sido como siempre lo deseo. 

 

Al terminar cayeron profundamente dormidos. 

 

 


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