El pelirrojo dormía plácidamente en aquella amplia cama, una larga playera la cual pertenecía a su amante era lo único que cubría su cuerpo y ocultaba los rastros de lo ocurrido durante horas en esa oscura habitación. Había sido una noche larga, entre besos y caricas una vez más ambos amantes se entregaron en cuerpo y alma demostrando aquel sentimiento que permanecía a flor de piel en ambos, el sentimiento de un amor verdadero pero que al formarse dejó múltiples heridas detrás así como el arrepentimiento de las personas que abandonaron en el camino.
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Por los pasillos de la gran Port Mafia avanzaba discreto y en silencio el rumor de lo ocurrido esa misma noche, Nakahara junto a otro individuo habían hecho el primer movimiento en búsqueda del libro que tenía gran poder sobre los usuarios de habilidad, todos los mafiosos hombres y mujeres hablaban a voces sobre el incierto propósito de Dostoievsky en utilizar a ese antiguo líder mafioso.
Tachihara aún molesto por lo ocurrido días atrás buscaba la manera de cambiar sus planes con el fin de recuperar a su superior, el problema era que no estaba seguro de como afectaría a su propósito de haber entrado a la mafia.
A esas alturas en las que la Port Mafia y la Agencia Armada de Detectives mantenían una relación de trabajo estrecha no podía perder la única oportunidad que le quedaba para tomar venganza de aquella mujer que ocasionó que su hermano muriera años atrás, por eso ahora sólo me quedaba tomar una decisión, utilizar sus medios para buscar a Nakahara o continuar con la investigación hacia la doctora Yosano.
Entro a la oficina de aquel Ejecutivo que los traicionó buscando algo que pudiera decirle donde se encontraba oculto, donde podía encontrarlo o como comunicarse con él, necesitaba verlo, necesitan a escuchar su voz una vez más, se odiaba por haberse enamorado de él y no poder hacer nada para alejarlo de Dazai.
Revisó entre los cajones del escritorio, cada libro del estante y no había nada solamente extrañas notas en el cual lo escrito ahí no tenía coherencia, aunque había llegado a la conclusión de que eran fragmentos de poesía de distintos autores y por la fecha que tenía estaba sorprendido que desde meses atrás tanto Dostoievsky y Chuuya habían comenzado su relación.
Finalmente en la ventila del lugar encontró lo que buscaba, una pequeña caja de madera que tenía grabado el nombre del pelirrojo
-Chuuya...- aquel mafioso repitió la palabra tallada en la tapa sentándose en el sofá para abrirla aunque estaba cerrada por un candado imposible de romper o al menos para alguien sin habilidad.
Nadie lo sabía, nisiquiera sus compañeros de black lizard, nadie podía saber que era capaz de manipular los metales y controlarlos a la manera que fuese más conveniente no por nada era el más hábil con el arma de fuego, manipulaba las balas para que llegarán a su objetivo.
Un pequeño click se escuchó en esa silenciosa habitación, el candado había sido roto dejando ver el contenido.
Cartas, palabras de amor dedicadas al pelirrojo, piezas de oro como cadenas y brazaletes, quedaba claro que el ruso tenía dinero para despilfarrar, quizás por eso el ex mafioso estaba con él pero no era una excusa creíble ya que por algo chuuya trabajaba tan arduamente en sus misiones dentro y fuera del país.
Leyó todo, su irá sólo podía ir en aumento, debía recuperarlo antes de que la mafia lo encontrará y ejecutará y que mejor encontrando un celular junto a todas esas pertenencias que mostraban una dirección y un número.
-Chuuya, iré por ti- sin más salió de ese lugar sin que nadie lo viera, lo que había descubierto debía permanecer oculto de la mafia obteniendo así una poca ventaja para poder hablar con su antiguo superior