Yugi entro a su habitación seguido por Atem y bien por Yami el cual se quedó afuera ya que antes de poder entrar el moreno le cerró la puerta en las narices.
-“Sabes que eso no me impedirá estar cercas”-Atem lo ignoro por completo. Yugi no entendía nada, el ex-faraon apareció, tuvo al parecer una batalla de miradas con Yami para al final tomarlo de la muñeca y llevarlo dentro de la tienda.
-Atem, ¿Qué sucede? ¿Por qué volviste?- el ojiamatista no podía más con su curiosidad sentándose en su cama, el moreno lo imito.
-Yugi….yo volví, porque necesitaba saber que estabas bien……..no debes confiar en Yami- Atem tomo firmemente las del contrario. Ambos dormían en la misma cama, por insistencia del moreno, cuando, en sus sueños se presentaban flashazos de dos espadas chocando, nuevamente sentía miedo, durante un instante se percató que el sostenía una de las espadas, después sucedió el mismo escenario de los sueños anteriores, la espada clavada en su pecho. Despertó exaltado siendo abrazado por Atem.
-Tranquilo, fue un mal sueño- Atem acaricio su nuca sonriendo.
-Yo soñé…..con espadas y……y…
-No pienses más en ello, vuelve a dormir.
-Yami dijo que no volvería a tener este tipo de sueños
-No debes confiar en él.
Se acomodó disponiéndose a volver a dormir, Atem continuo despierto acurrucándolo contra su pecho.
-“Él ya está recordando”- frunció al recordar las palabras del ojicarmin.
Yugi bajo acompañado de Atem a desayunar, el cual vigilaba constantemente a Yami , a él no parecía importarle, al contrario, parecía divertirle.
-Yugi, ¿no te parece curiosa la cicatriz que tiene Atem en su brazo derecho?-Atem casi se ahogaba con jugo de naranja mientras Yugi observo confundido la reacción de Atem.
-No se la he visto-respondió haciendo memoria tratando de recordar si la había visto.
-Por algo se ponía los brazaletes de oro-dijo burlón levantándose del sofá para dirigirse arriba.
El ojiamatista se preparó por si posiblemente Atem perseguía a Yami, pero no paso, el moreno movió su brazo derecho debajo de la mesa, cabe mencionar que desde que llego el faraón a vestido una camisa blanca cuyas mangas llegaban hasta arriba de la muñeca, al terminar de desayunar Yugi ayudaba a acomodar la mercancía de la tienda, Atem abría las cajas pasándole las cosas.
-Atem, ¿puedo ver tu cicatriz?-se quedó congelado, alzando la vista.
-Es solo una cicatriz de batalla, no es gran cosa- excuso dudoso escondiendo instintivamente el brazo.
-¿Por qué no puedo verla?- le pareció extraña la actitud del contrario, inseguro alzo la manga de su camisa, a unos centímetros debajo del codo se hallaba una cicatriz en horizontal, después la volvió a cubrir, Yugi mejor no volvió a tocar el tema al notar el estado de animo de Atem, distraído y con el humor bajo, esto le hizo recordar, la ausencia de Yami. Subio entrado a su cuarto, al abrir la puerta esperaba encontrarlo en cama, sin embargo, no fue así.
-“¿Dónde estará?"- camino hasta el centro de la habitación, suspiro dando media dispuesto a volver abajo, se detuvo en seco, un profundo dolor en el pecho lo obligo a caer de rodillas, casi no podía respirar, las piernas no le respondían.
-“Ayuda”-no podía gritar, trato de arrastrarse a la puerta cayendo por completo en el piso percatándose de una mancha roja extendiéndose en su pecho.
-“Eres un cobarde”- una voz cruzo por su cabeza, sonaba distorsionada, irreconocible.
-“Deja de llorar, te odio”- el dolor se duplico, trataba de moverse, de gritar, lloraba con la vista nublándose.
-Yugi….Yugi- Atem lo sacudía de los hombros, había subido a buscar a Yugi encontrándolo parado, sin moverse, a pesar de llamarlo incontables veces no le respondía.
-Yugi- por fin pareció reaccionar, aturdido al ver a Atem le soltó un fuerte manotazo.
-Atem, lo siento, no quería- volvió en sí, mirando su pecho, sorprendiéndose y aliviándose, nada de eso paso, a pesar de haberse sentido tan real.
-No te preocupes, ¿Qué te sucedió?-pregunto sobándose la mejilla.
-No lo sé vine a buscar a Yami y……fue como en mi sueño….solo…..que….
-¿Qué?
-Alguien me llamaba cobarde y que me odiaba….
-¿Solo eso?
Yugi asintió dándose cuenta de la expresión de Atem, pensativo, sombrío, incluso triste, lo abrazo con todas sus fuerzas.
-Vamos a dar un paseo ¿sí?- se separaron saliendo del cuarto, al caminar enfrente de la tienda, Yugi alzo la mirada encontrándolo, Yami le sonreía desde el techo de la tienda sentado, abrazando sus rodillas.
-“¿Cómo llego hay?”-saco su celular decidiendo llamar a sus amigos, con Atem devuelta quería compartir la ocasión.
Quedaron de verse en el parque, al llegar Jonouchi y Honda saltaron hacia el faraón rodeando sus hombros por ambos lados, había felicidad en el ambiente, Jonouchi y Honda ponían al día al moreno y Ryu junto con Yugi platicaban.
-¿Y Yami?-pregunto el peliblanco ante la usencia del ojicarmin.
-El y Atem no parecen llevarse bien- recordó lo sucedido tocándose el pecho, se sentía preocupado y ansioso.
-“Solo te diré una cosa, esas pesadillas son importantes”-es la única respuesta sus preguntas hasta el momento.
-“¿Por qué no me dicen que es lo que sucede?”-se molestó por un momento, tanto con Atem como con Yami, quien decía quererlo sin darle ninguna respuesta.
-Yugi, quita esa cara, Atem volvió festejemos-ahora el rubio lo abrazaba removiéndole el cabello, sonrió asintiendo, era verdad, le había dolido cuando se separaron después de vivir tanto juntos, en este momento lo tenía de regreso, no sabía por cuanto y por ello debía disfrutar todo el tiempo posible juntos.
-Aibou- Atem lo miraba con ternura el ojiamastita fue con él para caminar juntos hombro con hombro.
-“Me alegro de tenerte de vuelta”- pensó rodeado de sus amigos dirigiéndose a comer hamburguesas.