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Sweetie por 1827kratSN

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Al fin se habían sentado a hablar, mirándose de frente, analizando la situación, prestos a una charla adulta porque ambos lo eran.

 

—Entonces no se acuerda de mucho.

—Nop —Japón bebió de su tecito.

—Es como si fuera un niño de nuevo —aclaró México por décima vez.

—Sip.

—Y no se acuerda de que el aceptó mi...

—Nop.

—¡Ahora sí me los voy a chingar!

 

Japón salió corriendo mientras gritaba agudamente, hasta se le olvidó que hasta hace poco actuaba como un maduro hombre de ciencia. Sintió el verdadero terror. Y es que el enojo del mexicano era aceptable, porque esa mañana era un country feliz porque al fin pudo tener los huevos para pedirle una cita a su amor platónico de años, con posibilidades de que se volviera su lindo novio, y con el que se casaría dentro de tres meses —si todo salía según sus planes—.

Pero no.

Ahora resultaba que era solo un recuerdo —o tal vez ni eso—, en la cabecita de un niño que aparentemente no tenía más de cinco años. Debía aclarar que ese niño le parecía la criatura más adorable del mundo, pero el asunto en ese instante no estaba centrado la pequeña versión de Canadá.

¡¡¡¡La culpa era de ese par de pendejos hijos de la...!!!!

 

—Ame, quiedo leche.

 

Canadá volvía de la mano de su hermano mayor, porque confiar en su hermano era de lo único de lo que estaba seguro desde que abrió sus ojos después de una larga siesta, eso, aunque USA estuviera mucho más grande de lo que se acordaba. Pero era su Ame, y reconocería a su Ame en cualquier parte.

 

—Recuérdame que hicimos un desastre en ese baño.

—¡No fue mi culpa!

 

El pequeño apretó los labios de modo que sus mejillas se acentuaron, todo mientras esa piel agarraba un tono intenso de rojizo. USA rio, sin poder evitarlo soltó carcajadas, porque lo que decía su hermanito era verdad. Pero bueno. Ya arreglaría ese asunto después. Además, ya estaba pensando en cambiar el lavamanos y las baldosas por algo más vivo y con colores.

 

—Sabes. No es tan malo —dijo encaminándose a la cocina, sin soltar la manito de su hermano—. Sigues siendo mi algodón de azúcar.

—¿Tienes eso? —sus ojos brillaron y miró expectante a su hermano— ¿Algodón de azúcar?

—No.

—Oh —sus mejillas de inflaron e hizo un puchero.

—Pero te lo conseguiré, sweetie.

—¡Sí! —festejó elevando sus manos al aire.

 

A USA le iba a dar una sobredosis de amor porque su hermano era la cosa más bonita. Era un niño tranquilo y tierno al que iba a cumplirle cualquier capricho. Era abrazable, adorable y su risita de conejo era contagiosa. Era tal y como lo recordaba, estaba feliz de poder verlo de ese tamaño al menos por un tiempo.

 

—Me haces cosquillas, Ame —Canadá reía intentando alejarse de su hermano que restregaba sus mejillas.

—Sweetie~ —lo abrazó y levantó en sus brazos.

 

Tal vez lo que más le gustaba de su hermanito en ese estado, eran las cálidas manos que se aferraban a su hombro o su espalda cuando lo cargaba o abrazaba, porque a esa edad Canadá era sumamente calientito. Francia solía decir que era porque su desarrollo estaba iniciando y todo se centraba en su corazón, de modo que bombeaba mucho amor cálido para proveer a su gente. Fuera lo que fuera, un Canadá calientito era lo mejor que podía pasarle.

 

—¡Quiero que me devuelvan a mi maplecito!

—¡Ya te dije que no sé cómo!

—¡A ver si a putazos te iluminas!                

 

USA ignoró esos gritos, él tenía la misión de llenarle la pancita al pequeño Canadá, ya después pensaría en las consecuencias de ese fallido experimento. Porque si mal no recordaba, hubo algo parecido a una sobrecarga y Canadá salió afectado, quedando como un niño por tiempo indefinido, porque no sabían cuánto durarían los efectos de la dichosa máquina.

 

—Ame —Canadá no pudo evitar centrarse en esos dos chicos que corrían en la sala, persiguiéndose y gritando—. Están peleando —señaló a esos dos—. Se latimadán.

 

Era sumamente adorable el hecho de que el pequeño Canadá no lograra pronunciar bien las letras “r”, situación algo rara porque él no recordaba que su hermanito tuviera esa dificultad de pequeño. Tal vez era un efecto segundario del experimento, ya después lo evaluaría, por el momento había algo más que hacer. Algo sumamente importante y que corregiría muchas cosas.

 

—Oye, Sweetie —USA sonrió, iba a eliminar un error—. Ese de ahí —señaló a México— es un chico malo... —negó—. Y ya sabes lo que dice mamá sobre los chicos malos.

—Sí —asintió dos veces antes de hacer una mueca y entrecerrar sus ojos—. ¿Qué dijo?

 

USA rio porque su hermanito era muy tierno, se iba a morir de diabetes si seguían así. ¡No podía esperar por ver la reacción de Francia cuando lo viera! Pero por ahora ese placer era solo suyo.

 

—Ella dijo que no hay que juntarse con los chicos malos. ¿Está bien?

—Sí —sonrió, porque era un niño obediente.

 

No solo bebieron leche con un poco de chocolate, comieron papitas y un poco de galletas porque se les antojó. A más de eso, se quedaron hablando de ellos dos en la cocina, siendo USA quien explicó en simples palabras la situación…, o algo así, porque le dijo a Canadá que había bebido un suero mágico que le hizo crecer más rápido de lo normal.

Obviamente Canadá se lo creyó.

Y pidió un poquito del suero, pero fue una pena que se acabara.

 

—Sweetie, no derrames la leche —se quejó al ver la mesa adornada por gotitas blancas.

—Peshdón —susurró intentando limpiarse con su manga.

—No, no —rio suavecito—, deja te limpio.

 

Mientras usaba una servilleta para quitar el bigote blanco y las migajas restantes en esas mejillas, un estruendo se escuchó en la entrada de la cocina. Dos voces discutían en dos idiomas diferentes, y poco después USA sintió sobre sí una mirada pesada. Qué pereza le daba lidiar con eso, pero debía.

 

—¿Se te ofrece algo, frijolero? —le miró feo.

—Déjate de mamadas y dime porqué chinga’os le hicieron eso a mi maplecito.

—En primera, no es nada tuyo —USA rodó los ojos—, en segunda, qué te importa.

—¡Me importa porque ante mí, veo al amor de mi vida en su versión ilegal!

—Tú… —USA jadeó y abrazó a su hermanito—, ¡quita tu sucia mirada de mi bebé!

 

Hubiesen seguido peleando de no ser porque escucharon un sorbo muy fuerte. Bajaron la mirada hacia el pequeño que elevaba su vaso vacío de leche e intentaba sorber las pocas gotitas que quedaban en este. El gorrito de mapache se cayó al suelo, los suaves rizos sobresalieron, las pequeñas manos del niño dejaron de lado su vaso, escucharon un largo suspiro satisfecho y finalmente Canadá, haciendo una mueca, elevó su mirada hacia su hermano.

 

—Quiedo más.

—¿Más?

—Pod favod —sonrió.

—No puedo decirle que no a esa sonrisa.

 

Dicen que algunas sonrisas pueden salvar el mundo, que otras detienen guerras, y que muy pocas son las culpables de desastres.

Tal vez la sonrisa del pequeño Canadá era una extraña combinación de todo eso.

USA dejó de pelear con México y se enfocó en colocarle correctamente el gorrito a su hermano, eso mientras Japón se disputaba el derecho de ser quien le sirviera la leche al niño, pero obviamente México no se iba a perder ese regalo de la vida, no si le dedicarían una de esas sonrisas.

 

—Ten maplecito —dejó el vaso lleno hasta la mitad frente al pequeño que se hallaba sentado en piernas de USA, así alcanzaba perfectamente a la mesa.

—Gacias —sonrió mostrando sus dientes delanteros antes de tomar el vaso.

—Sweetie —USA se quejó infantilmente—, ¿qué te dije?

—Oh —el pequeño volvió a mirar al tricolor de escudo con un pajarito—. Gacias, chico malo —sentenció antes de seguir bebiendo su leche.

—No sé qué entendiste por no juntarse con chicos malos —USA no pudo evitar reírse—, pero lo estás haciendo mal.

—¿Hum? —ni así dejó de beber su leche.

—¡Es tan bonito! —Japón se tocó el pecho.

—Este escuincle sí me agrada —sonrió el mexicano, obviando el apodo que le dieron.

—¿No lo podemos dejar así un año o dos? —sonrió el japonés.

 

De poder se podía, pero no era correcto, y eso se los gritó el mexicano para que ese par de pendejos reaccionaran. ¡Es que no estaba bien! Se suponía que Canadá era un país de primer mundo y tenía muchas obligaciones que cumplir, en donde destacaban las citas programadas que el mexicano tenía pactadas, las de los demás ni le interesaban.

Y estaba ONU.

Se iba a armar la grande cuando la organización se enterara de lo que le sucedió a Canadá. Porque se suponía que el chico maple estaba ayudando a ONU con parte de su papeleo y cuestiones alternas, porque era un ángel y como tal siempre ayudaba a todos, y ahora ese trabajo tendría que ser distribuido sobre hombros de alguien más.

 

—Ame —era un niño, obvio no les seguía el hilo de la plática—, ¿y mami?

—Pues… —no había pensado en eso—. Francia no está aquí —pero decidió ser honesto.

—¿No? —hizo una mueca—. ¿Me dejó?

—¿Eh? —todos presenciaron tristeza en esos ojitos, y eso era imperdonable—. ¡No! ¡No! —USA acarició la mejilla de su hermanito—. Ella solo… pues…

—Tenía que viajar —añadió el tricolor latino—, pero volverá en chinga si la llamas.

—¿Qué es chinga? —arqueó una ceja.

—¡Deja de enseñarle cosas a mi bebé! —el estadounidense le lanzó una galleta a la cara al idiota de las palabras groseras.

—Sí, México, deja de enseñarle eso al pequeñito —Japón se rio después de lanzarle una servilleta.

—Ustedes le están jugando al vergas —les susurró en amenaza antes de mirar al pequeño—. No es nada, es una palabra de mis tierras.

—¿Y cuáles son tus tiedas?

—Pues…

—¡Vamos a llamar a mamá, Cannie! —USA se levantó de un salto con Canadá entre sus brazos, porque quería mínima interacción entre su hermano y el mexicano.

—¡Sí! ¡Mami! —festejó mirando a su hermano—. ¡Vamos, vamos!

—¡Oye!

—Obviamente no va a dejar que te le acerques —se compadeció Japón—, resígnate, México-kun.

—Me desquitaré contigo entonces.

—¡Pensé que ya me perdonaste! —se levantó de un salto.

—¡Obvio que no!

 

Otra persecución inició, y un nuevo viaje se planificó. Porque poco a poco tenían que acoplarse a tener a un niño entre sus filas, al menos hasta que hallaran una forma de recomponer ese fallo y dar una fecha exacta en la cual Canadá recuperara su edad original.

 

 

 

Notas finales:

 

Quiero que sea muy dulce y siento que no me sale aaaaahhhhh.

Bueno, se le está intentando~

Krat los ama~

Besos~


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