Igual que Winston Churchill
Le daba vueltas a su nuevo anillo en el dedo tumbado en la cama, pensando en cómo sería su vida a partir de ahora. Antes escuchó parte de la conversación de Pepper con Morgan y todos le habían dado ya la enhorabuena por el compromiso con Thor. Éste repasaba los deditos de Lyse una y otra vez allí al lado, como si de pronto no fuese a tener diez en las manos y otros tantos en los pies. Strange había insistido en que Peter y la niña tenían que descansar y consiguió darles algo de intimidad al meterlos en una habitación de la enfermería. Sólo él y May podrían entrar a verles, los demás deberían esperar fuera.
- ¿Quieres dejar de hacer eso? - Regañó a su prometido. - Es normal, ha brillado un buen rato cuando nació pero mi madre me contó que yo también brillé en la sala de partos al venir al mundo.
- Celestiales... - Murmuró Thor dejando a la niña en la pequeña cuna de metacrilato junto a la cama y sentándose al lado de su enfurruñado amorcito. - Espero que no saque tu carácter y sea tan dulce como lo era mi madre. ¿Sabes que es clavada a ella?
- ¿De veras? - Peter se incorporó para echarle un vistazo y añadir con una sonrisa. - Pues yo creo que es igual que Winston Churchill.
- ¿Quién es ése? - Preguntó frunciendo el ceño. - ¿Le conozco?
- Ah, déjalo estar. - Contestó desganado, apoyando la cabeza en su hombro sin apartar la vista del bebé. - Es preciosa y punto. Una preciosa princesita asgardiana.
- Sí, mi pueblo se volverá loco con ella. Brunhilda me ha escrito un mensaje, mira. - Thor sacó su teléfono del bolsillo para enseñarle la pantalla. - Le envié una fotografía de Lyse, me encanta la tecnología de este cacharro. Dice que es lo más bonito que ha visto nunca y que ya están preparando una fiesta de bienvenida. De la boda no le he comentado nada aún.
- ¿Quieres que nos casemos allí, en Nuevo Asgard? - Dijo apartando el teléfono de su cara, Thor se lo había acercado demasiado.
- A un asgardiano solamente lo puede casar otro asgardiano y ella... - El rubio no dejaba de sonreír, el tema del que hablaba le llenaba el corazón de gozo. - Como alcaldesa puede hacerlo, ¿qué opinas? ¿Le pido que oficie la ceremonia?
- No sé... igual tu hermano se ofende si lo haces, puede que se haya hecho ilusiones. - Dijo con cinismo para acto seguido echarse a reír con una sonora carcajada. Lyse se estremeció en su cuna iniciando un llanto que los dos detuvieron de inmediato acariciándole la espalda.
- Shhh... Peter. - Le reprendió el dios. - No asustes a mi bebé.
- Perdón. - Se disculpó Quill. - Tendré más cuidado, lo prometo.
- Creo que mi hermano sentirá un verdadero alivio si le libramos de ser el maestro de ceremonias en nuestra boda. - Comentó entre risas. - A Loki las muestras de cariño le provocan nauseas. Le pasa desde pequeño, no sé por qué motivo, la verdad.
- En el fondo te quiere una barbaridad. - Dijo Peter besando la cuidada barba de su prometido. - Como tú veas, a Brunhilda le encantaría casarnos ya que no ha podido dejar su trabajo en el ayuntamiento para venir hasta aquí.
- Será ella entonces. - Resumió Thor. - Los enlaces del Dios del Trueno y Star Lord serán celebrados en Nuevo Asgard por todo lo alto, y después...
- ¿Después qué? - Preguntó Peter.
- Ni idea, ya veremos dónde pasar la luna de miel, mi amor. - Respondió él besando sus labios con una pasión anticipada.
Peter pensaba en un futuro más a largo plazo, la verdad, pero la posibilidad de una luna de miel idílica en algún paraíso perdido le hizo olvidar por un momento todas sus preocupaciones.