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Yo los declaro marido y Menma por shiki1221

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Notas del capitulo:

Holis :D Lamento mucho haberme tardado en actualizar, pero no quiero que piensen que me he olvidado de este fanfic n_n

 

Cap 2: Madrastra

Los niños no paraban de mirar insistentemente hacia la puerta. Charasuke no había regresado aun de la tienda. Una compra tan sencilla como la despensa no debería significar un gran problema para alguien de su experiencia. Incluso Uzumaki se encontraba extrañado por semejante tardanza. Estaba a tan sólo un paso de tomar su abrigo e ir personalmente a revisar la tienda. Esperaba llegar y encontrarse con el otro ligando con la cajera o alguna trabajadora del lugar. La otra opción era que se hubiera accidentado o sufrido algún tipo de altercado grave. Rogaba que fuera el primero para poder regañarlo y volver a respirar con liviandad. Sasuke se acercó a la ventana espiando hacia la calle si su familiar llegaba o no. Tenía las mejillas infladas y un gesto algo severo para un niño de su edad. Menma no necesito de mucho para entender que esa era su manera de mostrarse preocupado. Disimulado y discreto como él mismo estaba haciendo.

―¡Chara-nii regresó! ―gritó repentinamente Naruto corriendo hacia la puerta siendo seguido del menor de los azabaches.

―¡Tardaste mucho! ―reclamó el pequeño Uchiha alzando la cabeza para ver fijamente al adulto con una mirada de reproche y a la vez cierto alivio de verlo regresar con bien.

―Perdón, perdón ―se disculpó repetidamente mientras con una mano se rascaba la nuca y con la otra exhibía la bolsa con las compras―. Traje todo lo pedido, ¿qué les parece si van a la cocina y revisan lo que les toca a cada uno?

Ante aquel ofrecimiento, el joven de ojos azules sujetó enseguida la bolsa ofrecida y corrió hacia la cocina. Tras él iba Sasuke profiriendo gritos e insultos por no haberle esperado para hacer aquello. Menma estuvo a punto de objetar por aquella propuesta. Aún no habían cenado y tenía una estricta política de comer dulces sólo después de cenar. Era el postre después de todo. Mas, se detuvo al ver el gesto de Charasuke. Su rostro expresaba una inquietud un tanto evidente. Esa sonrisa forzada y una disculpa tan floja eran indicativo de que algo sucedió. Uchiha no tardó mucho en llevarlo a la sala, ―para no ser oídos por los niños―, y comenzar con el relato de lo sucedido en su travesía hacia la tienda.

El azabache caminaba por el parque rumbo al supermercado más cercano. Sin embargo, vio la figura de una hermosa mujer un poco más adelante suyo. Se apresuró a acercarse antes de perderla de vista. Sacó una de sus confiables rosas y la colocó cerca del rostro de ella.

―Bella dama, ¿me haría el honor de acompañarme en esta hermosa tarde? ―preguntó con su característica coquetería.

―Tiempo sin verte, Charasuke ―saludó la voz de la fémina sonando frívola y burlona.

―¡Hinata! ―exclamó el aludido mirándola sorprendido por no reconocerla antes.

―Veo que sigues igual que siempre ―mencionó la mujer cruzada de brazos mientras lo veía de arriba debajo de manera despectiva―. Siempre detrás de cualquier belleza a tu alrededor.

―Es verdad que voy tras la belleza, pero ya me di cuenta de mi error al hablarte. Mil disculpas ―respondió Uchiha con exageración en su voz acentuando más su sarcasmo y su falso arrepentimiento.

Charasuke hubiera deseado responderle con algún insulto o similares, pero no había sido educado así. Se le inculcó que debía ser respetuoso con las mujeres por un sentido de caballerosidad. Además no quería revivir viejas disputas entre ellos. Jamás se llevaron bien y dudaba que ese día llegara alguna vez, pero no dejaba de ser la ex de su mejor amigo y mínimo debía ser cordial. Comenzó a caminar dispuesto a pasar al lado de la Hyuga con intención de seguir su camino hacia la tienda. No quería armar una escena con ella en un sitio público, de hecho, ni quería seguir hablándole. Sin embargo, la mujer de ojos blancos tenía otra opinión, por lo cual le sujetó el brazo al moreno. Se aseguró de incrustar sus largas uñas en el antebrazo del otro para causarle el máximo dolor posible. Sin más remedio, Uchiha volteó a ver qué quería con él.

―Aún no hemos terminado de hablar ―afirmó ella acercando su rostro a la del otro de manera amenazante.

―Hey, hey, yo nunca me acosté contigo, no te debo nada ―dijo con prisas Charasuke. Hizo una mueca de dolor por las uñas rasgando su piel, pero mientras más intentaba apartarse más profundo las incrustaba―. Ya déjame ir. Me están esperando en casa ―pidió con una sonrisa forzada.

―¡Pero sí te andas revolcando con mi ex! ―reclamó ella intentando darle una cachetada que el otro detuvo sujetándola de la muñeca.

Ante tal afirmación, Uchiha se desconcertó por momentos sin saber qué decir. Primero que nada, él iba rumbo a comprar ingredientes para la cena. Sí, admitía que se equivocó al hablarle a Hinata, ¡pero de haber sabido con ella hasta hubiera cruzado la acera para no topársela! Le daba mala espina eso de que no terminaron de hablar. Él no tenía asuntos pendientes con esa mujer. Aunque físicamente le parecía atractiva, la conoció siendo novia de Menma y como su mejor amigo jamás se le insinuó a ella ni la trató descortésmente. Admitía haberla criticado por abandonar a Naruto, pero eso era en privado, cuando Menma y él estaban solos. Repasó velozmente en sus memorias algo que pudiera tener con ella para querer hablarle, pero no hallaba nada. Sólo rogaba no haberse acostado con ella estando tan borracho que ni la recordaba o se metería un balazo entre ceja y ceja. Momento. Proceso ese último grito antes de decidir hablar.

―¿Eres lesbiana? ―cuestionó genuinamente confundido.

―¿Eres idiota o te haces? ―interrogó ella sujetando el cuello de la camisa de Charasuke―. Estuve casada con Menma y tuvimos un hijo juntos. No puedo ser lesbiana.

―Lo siento, no me escraches por no reconocer tu bisexualidad ―pidió Uchiha antes de sacar una pequeña libreta de su bolsillo aprovechando que el agarre se había aflojado en su brazo―. Bien, ¿Es esta tu ex? ―preguntó mostrando un papelito con un número y un nombre―. Tendrás que ayudarme a buscar a tu ex, me he acostado con muchas y algunas no recuerdo ni sus nombres ―explicó encogiéndose de hombros.

―¡Ya te dije que no me acuesto con mujeres! ―gritó exasperada mientras arrojaba aquella libreta al suelo de un solo manotazo―. Mi ex, mi único ex, Menma ―aclaró ella sintiendo vergüenza de ser vista por los transeúntes de manera extraña.

A la Hyuga siempre le había molestado aquel moreno. Le parecía un idiota sin remedio y jamás entendió la razón de ser tan popular entre las mujeres. Aunque habiendo visto a las “citas” de ese tonto, no se sorprendía. Ante los ojos aperlados, ellas eran simples estúpidas con mucho cuerpo y poco cerebro. Charasuke sin dudas era el típico imbécil con el que te acuestas una noche y te lo olvidas al siguiente, así como él hacía con esas pobres tontas. A diferencia de ella que sí tenía cerebro. Se buscó a un hombre guapo, serio y responsable con el cual casarse. Menma cumplía todos sus estándares y desde que descubrió ese hecho no se detuvo hasta lograr que la despose. Las cosas no funcionaron, pero al principio todo era maravilloso para ella. Era la envidia de todos sus familiares, amigas y conocidas por tener a tan buen partido y no dudaba de que Menma despertaba el mismo sentimiento en sus conocidos. Menos en ese moreno que siempre la veía con recelo. Como si no le cayera bien y ahora al fin tenía las cosas claras.

―¿Tú único ex ha sido Menma? ―preguntó Charasuke viéndola con lástima―. Tú has tenido una vida muy poco activa. Eso explica lo amargada ―murmuró haciendo un puchero mientras se hacía el inocente mirando hacia otro lado.

―¡No te hagas el gracioso conmigo, gata rompe hogares! ―reclamó Hinata dando un fuerte pisotón en el suelo al ver la poca atención que le estaba dando.

―Wow, wow, wow cálmate ―pidió el moreno alzando las manos como si se rindiera―. Yo no he roto ningún hogar. Tú solita abandonaste a Menma y ambos están divorciados desde hace años, él tiene derecho a rehacer su vida así como tú seguiste con la tuya ―explicó intentando ser pragmático.

El de cabellos ébanos no tenía ningún prejuicio con que cada uno de ellos siguiera adelante con su vida. Si bien era cierto que era amigo de uno de ellos, y por lo tanto solía actuar en favor de su lazo más cercano, eso no quería decir que fuese a restringir o juzgar lo que la fémina decidiera hacer con su vida. Por empezar, porque no era nada suyo y en caso de serlo también le daría igual. Sus ex amantes seguían con sus vidas luego de una noche con él y nunca tuvo problema con ello. Su real problema en esos momentos era que Menma le comentó el deseo de la Hyuga de llevarse a Naruto y allí le daba igual no tener ni voz ni voto, iba a dar su opinión aunque no fuera bienvenida. No veía de buena manera que Hinata apareciera de la nada queriendo llevarse al pequeño rubio. Si quería formar parte de la vida de su hijo estaba en su derecho, pero para ello existían las visitas de fin de semana o lo que se hiciera en esos casos.

―Yo no lo abandoné, tuve que huir para escapar de la violencia que él ejercía sobre mí ―dijo la joven de ojos blanquecinos sujetándose el pecho como si le doliera.

―Por favor ―replicó Charasuke rodando los ojos con aburrimiento―. Estamos hablando de Menma. Él soporta todas mis tonterías a diario y si me golpeara por cada una, estaría más morado que un teletubbie. Me golpea lo normal ―agregó cerrando los ojos mientras asentía y se cruzaba de brazos.

―Lo normal sería que no te golpee ―remarcó ella torciendo una mueca de desagrado.

―A mí me gusta que lo haga.

―Masoquista.

―Yo no me meto con tu bisexualidad de clóset, tú no te metas con mis fetiches.

Hyuga frunció el ceño al no haber logrado ninguna reacción en el otro. Era cierto que debido a que ella abandonó su hogar se la podía acusar legalmente de ese hecho y hasta meterla en prisión por dicho delito. Por ese lado, su ex marido estuvo confiado y demasiado prepotente al decirle que ella ya no tenía lugar en su vida ni en la de su hijo. Le advirtió que se podía largar o lo que quisiera siempre y cuando no fastidiara, pero no pudo evitar volver. Quería saber cómo le iba en la vida a ellos tras su partida. Esperó verlos deprimidos, extrañándola y valorándola tras haberla perdido. Después de todo, dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pero grande fue su sorpresa al ver a Menma junto a Charasuke saliendo en sus tiempos libres. El detective privado que contrató le mostró fotos de esos dos yendo de compras, paseando por el parque con Naruto y hasta al Uchiha quedándose todo el fin de semana en la casa de su ex. La habían reemplazado por ese imbécil y no podía quedarse callada.

Pensó en sus opciones legales para recuperar su sitio en ese hogar. Uzumaki le había dejado claro que debía irse sin exigirle nada o no escarmentaría en represalias. Se había maldecido así misma por tomar la impulsiva decisión de irse de su hogar, pero había pensado que Uzumaki iría por ella en poco tiempo. Mas con el pasar de los días, supo con certeza que su marido no iría a buscarla. Regresar a esas alturas sería algo hiriente para su orgullo. ¿Con qué cara regresaría a pedir ser recibida nuevamente siendo ella la que se fue? Tendría que disculparse y pedir una nueva oportunidad que casi podía jurar no se le sería concedida. Pasaron los meses casi sin darse cuenta y para cuando recuperó la noción del tiempo, ya estaba firmando los papeles de divorcio. El rubio la dejó irse sin siquiera preguntarle si aún lo amaba, sólo le dejó en claro que si intentaba acercarse de nuevo la acusaría. No obstante, gracias a algunas amistades consiguió algunas buenas opciones para justificar su abandono de hogar. Cualquiera caería en su treta, menos el bastardo delante de ella. Ese ni siquiera titubeó al negar sus palabras.

―Veo que eres muy íntimo con mi ex marido ―siseó Hinata con molestia―, pero aunque me puedas quitar a Menma, a mi hijo no me lo quitarás ni tú, ni Menma, ni nadie ―advirtió.

―¡Tú no te llevarás a Naruto después de haberlo abandonado! ―exclamó Charasuke apretando los puños con molestia.

Tú no tienes voz ni voto ―recordó ella con aquella superioridad que siempre le fastidio al moreno―. No es tu hijo, es de Menma y mío ―recalcó con una sonrisa.

―Sí tengo opinión porque soy parte de la familia ahora ―afirmó Uchiha sin un ápice de duda.

―¡Eso es imposible! ―exclamó Hyuga con seguridad mientras colocaba las manos en su propia cintura.

Charasuke se sentía acorralado ante las palabras de ella. Ciertamente él no tenía nada que ver en un asunto familiar privado de su mejor amigo, pero le molestaba la manera altanera de dirigirse a su persona. Si bien, él no era nada biológico de Naruto, sí le importaba el pequeño rubio. Lo vio nacer, aprender a hablar y ahora lo veía crecer. La presencia de una madre era invaluable, no lo negaba, pero si sólo venía con intención de utilizar al menor en contra de Menma era mejor que se largara por las buenas. Pensó en sus opciones y vino a su cabeza lo explicado por Uzumaki hacía sólo unos momentos atrás.

“Tendría que conseguir una nueva pareja y darle el reconocimiento por complacencia”.

―Por la ley de complacencia yo tengo poder legal sobre Naruto ―recitó con renovada confianza viéndola con una sonrisa.

―¡¿Cómo?! ―gritó la fémina con un desconcierto tan grande que Charasuke se regocijo por dentro de provocarle eso.

―Así es, Menma me ofreció ser el apoderado legal de Naru-chan y lo acepté ―explicó el de cabellos oscuros cruzándose de brazos antes de pararse delante de la ex de su amigo para hacerle frente―. Por lo tanto todo lo relacionado a ellos me concierne tanto como a ti.

―¡No es posible! ―reclamó desconcertada y colérica―. Una zorra como tú que siempre se la pasa de cama en cama no es digno de estar con mi Menma ―dijo crujiendo los dientes, pero se esforzó por recuperar la compostura para atacar el orgullo del otro―. Veo que estás tan desesperado por mis sobras que te metiste con él cuando yo me fui aprovechándote de su despecho ―afirmó componiendo una expresión de burla―. Ahora todo cobra sentido, se conformó contigo, o mejor dicho, lo manipulaste para eso.

La fémina se sentía ganadora en esa batalla al menos de forma verbal. Después de todo, no había forma de justificar encamarse con alguien vulnerable por la ruptura. Y a pesar de haberlo dicho por el calor del momento, al pensarlo detenidamente, todo comenzaba a cobrar sentido. Aun cuando Menma y ella eran sólo novios, el moreno siempre había sido una constante. A menudo, se los veía juntos. Cuando no estaba ella con Uzumaki, éste estaba con su “mejor amigo”. Le habían estado viendo la cara. Siempre se había reído de lo ilusas que eran las mujeres en la ficción y en la realidad por no darse cuenta de que eran engañadas por sus parejas. Tal y como era el caso de las imbéciles de “secreto en la montaña”. Se había carcajeado de ellas por no ver sospechoso que sus esposos se fueran tan seguido a “acampar”, pero ahora caía en cuenta de que su ex esposo y el mejor amigo del susodicho se comportaban de la misma manera. Seguramente Charasuke era la causa de que no fuese a buscarla cuando ella “lo abandonó”.

―¡Hey! ―llamó el azabache con una sonrisa tranquila y un tono alegre en la voz―. Tú te fuiste y alguien debía llenar el vacío que dejaste, ¿qué se siente saber que una zorra como yo alcanzó para reemplazarte? ―cuestionó divertido.

Si llegaba a usar algún insulto en contra de ella se arriesgaba a que fuera sacado de contexto. Bien sabía que en el desafortunado caso de ser oído por algún tipo con complejo de caballero en armadura, quien terminaría pagando los platos rotos sería él. No culpaba a las personas con ese complejo heroico, pues él compartía dicha afición de meterse donde no lo llamaban. Si él viera a una mujer siendo insultada por algún tipo, sin dudas se metería primero y preguntaría después. Por ello, prefería no hacer uso de nada que pudiera dejarlo mal a él. Podía pegarle en el orgullo a la Hyuga sin recurrir a insultos de infantiles. Supo que la otra se quedó sin respuestas cuando apretó los dientes y lo miró con infinito odio.

―¡Recuperaré a mi hijo sin importar lo que hagan! ―amenazó antes de alejarse caminando deprisa.

―Uff, loca ―bufó cuando estuvo a solas finalmente―. Yo soy muy heterosexual. ¿Qué le pasa? ―preguntó con fastidio.

El moreno luego de respirar hondo un par de veces para calmar el enfado por la “charla”, se dio cuenta de algo importante. Él dijo que tenía derecho sobre Naruto. Era mentira. No llegó a desmentir que estuviera en una relación con Menma. Valía como mentira ¿no? Su mejor amigo y Hyuga estaban en una disputa legal donde todo lo que dijera podía, y más importante todavía, sería usado en su contra. Él no estaba metido en esa disputa legal, así que su palabra no influía, ¿cierto? ¡¿cierto?! Quiso jalarse el cabello por la impresión, ahora ¿cómo le explicaría a su amigo que Hinata creía que había algo entre ellos? Dios, necesitaba un abogado si es que sobrevivía a la ira de Menma. Fue deprisa al supermercado y terminó de comprar todo lo requerido para la cena. O al menos supuso hacerlo, ya que los nervios no lo dejaban en paz.

―Y eso fue lo que sucedió ―finalizó Charasuke el relato mientras veía a su mejor amigo fijamente.

Uzumaki tenía los brazos cruzados y los ojos cerrados meditando lo sucedido. Él estaba al tanto de que su ex esposa pretendía alegar que no abandono su hogar años atrás. Eso se lo había dicho cuando se reunieron con sus abogados. Fue por esa misma razón que se le aconsejó tener un guardián legal para Naruto. Si bien no se le dijo explícitamente que se consiguiera una pareja, sí se le preguntó por ello. Se le había explicado lo mismo que él le comentó a Charasuke. El único problema es que ese poder legal que pretendía concederle al moreno tenía como condición que fueran pareja. Era lo único con suficiente peso para equipararse a un padre biológico. Además de que también sabía que si su amigo fingiera como su pareja tenían ciertos amparos legales adicionales. No quería jugar sucio, pero con tal de conservar a su hijo, sí se le hizo tentador levantar cuantas defensas pudiera para no permitirse perder la custodia.

―Menma ―llamó Uchiha mientras su mano se movía delante del rostro de su amigo intentando captar su atención―. ¿Estás muy molesto conmigo? ―preguntó genuinamente preocupado―. Trataré de arreglarlo lo juro, pero dime qué hago. No quiero seguir arruinándolo ―expresó apretando con una mano el área de su propio pecho donde estaba el corazón.

Sabía que no debió meterse en ese asunto. Lo tenía claro desde el mismo momento en el cual se le ocurrió enfrascarse en aquella tonta discusión con Hinata. No obstante, insistía en su punto. Él testificaría o haría lo que fuera que se hace en esos casos para ayudar a su amigo. Es sólo que no tenía idea de cuáles eran los movimientos a realizar y el silencio del otro no era precisamente una respuesta. Le preocupaba que estuviera tan enojado con él que ni siquiera quisiera mirarlo a la cara. Sinceramente no tenía deseos de ir a retractarse con Hyuga. Le dolería demasiado en el orgullo tener que ir a reconocer sus mentiras ante ella, pero si así podía evitar más líos legales para su amigo, lo tendría que soportar.

―No estoy molesto ―habló finalmente dejando al otro totalmente desconcertado―. Yo ya te había ofrecido ser tutor de Naruto ante la ley y te expliqué que eso aplica a las parejas.

―¡¿O sea que estabas dispuesto a ser mi pareja?! ―exclamó Uchiha con sorpresa al recaer en ese detalle.

―¿No lo habías meditado cuando te lo expliqué? ―interrogó el de ojos azules viéndolo con cierta diversión.

―Me preocupaba más el destino de Naru-chan ―admitió en un susurro mientras miraba hacia el suelo avergonzado por su idiotez.

Debido a que tenía sus ojos en el piso no vio la sonrisa cálida que le estaba dedicando Menma. Sí, él sabía que su amigo era torpe y distraído en muchas ocasiones, pero su tendencia en velar por lo mejor para su hijo antes de preocuparse de sí mismo era por la razón de querer confiarle a su pequeño. Cualquiera lo primero que habría hecho sería quejarse por las consecuencias a su imagen. Alegar lo humillante que sería hacerse pasar por homosexual. Sin embargo, Uchiha estaba más asustado de no saber cuidar del pequeño rubio que de su imagen de galán posiblemente arruinada. Tampoco parecía estar demasiado afectado por haber sido acusado por su ex esposa de estar en una relación con él. Se le veía más al tanto de las posibles repercusiones en su batalla legal. Uzumaki sonrió para sí mismo con orgullo. No se había equivocado. La mejor persona para tener potestad sobre su hijo era él.

―Bueno, ya nada se puede hacer ―resolvió el dueño de la casa con un leve encogimiento de hombros―. Sólo debemos seguir con la mentira ante los juzgados y esperar a que pase la tormenta. Cuando mi ex pierda o acepte un trato conveniente para ambos, que no incluya tener la tenencia de Naruto, podemos terminar con la farsa.

―¡¿Estás demente?! ―interrogó el azabache mientras le sujetaba del cuello de la ropa al otro―. Una cosa sería mentirles a ellos y a nuestros conocidos, pero ¿qué sucederá con Naru-chan?

―¿Qué sucederá sobre qué? ―preguntó Menma con confusión mientras frunció el ceño al no entender las dudas del otro.

Charasuke quiso golpearlo allí mismo por idiota. Su mejor amigo estaba tan enfrascado en su batalla que estaba pasando algo por alto. Si ellos mentían tendrían que hacerlo a todo el mundo. En caso de descubrirse que ellos no eran pareja, lo que lograrían por su estupidez, sería ser metidos presos por perjurio. Cualquier mentira en algo legal era penalizada, de forma más o menos severa, pero nadie se escapaba. No era problema arriesgar su pellejo en eso. Con una buena actuación no tendrían problemas en hacer que se les creyera, pero había un niño metido allí. Si Naruto por un acto de inocencia, comentaba algo sospechoso o accidentalmente exponía su mentira se verían en problemas muy gordos. Por lo cual, la única forma viable de mantener su teatro sería mintiéndole al menor también. Y allí estaba la preocupación del moreno. Cuando la farsa acabara, ¿qué sería del niño? O peor aún, ¿cómo iniciarían esa conversación?

―¡¿Cómo le explicaremos a Naru-chan que legalmente seré su papá?! ―gritó sacudiendo al otro.

El moreno estaba alterado pensando en ese asunto y cómo su estúpido mejor amigo no estaba tomando en cuenta los sentimientos. Tal era su estado de nerviosismo que no reparó en la presencia de los dos menores. Ellos se habían acercado para preguntar si podían jugar los cuatro juntos cuando lo oyeron gritar aquello. El pequeño rubio corrió a su encuentro y abrazó con todas sus fuerzas al Uchiha mayor.

―¿Es en serio? ―interrogó con sus ojos azules viéndolo lleno de ilusión―. ¿También serás mi papá? ¡Eso es genial! Tendré dos papás ttebayo ―celebró el menor mientras cerraba los ojos restregando su rostro contra el otro.

Charasuke quiso morderse la lengua y arrancársela con sus propios dientes por haber metido la pata dos veces en tan poco tiempo. Correspondió el abrazo de Naruto y miró a su mejor amigo pidiéndole auxilio con la mirada. El mayor de los Uzumaki simplemente le sonrió y se encogió de hombros. “Maldito bastardo infeliz”. Pensó el moreno con ganas de estrangularlo por no estar alterado como él. Para el de ojos obsidianas ese pequeño desliz sólo estaba ayudando a Menma en lo que desde el inicio quería. Al parecer los libros de autoayuda tenían razón, porque el universo estaba conspirando a favor del Uzumaki y en contra de él. Tomó aire. Seguramente se arrepentiría por lo que haría a continuación, pero no tenía más opciones.

―Tu papá y yo queríamos preguntarte sobre tu opinión y explicarles algunas cosas a ti y a Sasu-chan ―mencionó algo nervioso al ver esos ojos parecidos a los suyos viéndolo seriamente.

“Joder, que para ser un niño de siete años, el mocoso tiene una mirada intimidante como la de Itachi. Malditos genes”. Pensó el mayor de los Uchiha a sabiendas de que si su primo sabía de esto, pronto el resto de su familia también. Ya se veía venir el interrogatorio… y las críticas. Nunca fue del todo bien visto por el resto de los Uchiha por su manera de ser. Él desentonaba mucho con el estilo de familia conservadora y tradicional típico de ellos. Era constantemente el blanco de críticas por su trabajo y por no sentar cabeza. Dos cosas extremadamente fundamentales para ser valorado eran tener un trabajo redituable y de prestigio junto a una pareja estable con la cual tener descendencia. Es sólo que dada su edad no quería llegar a eso tan pronto. Le gustaba su soltería. Como adulto independiente había mucho que podía hacer y costearse a base de su propio trabajo. Soltó un suspiro para concentrarse en lo inmediato. Luego vería como lidiar con los Uchiha, por ahora se concentraría en Naruto y luego de sacar a su mejor amigo del aprieto, recuperaría la normalidad.

―Ven, Sasuke ―pidió el mayor de los Uzumaki al ver al niño aun cruzado de brazos viéndolos a la distancia.

El más joven de los Uchiha se acercó a paso lento sin quitarles la vista a los adultos. Los observó entrecerrando los ojos con sospecha y algo de enojo. Se sentó junto a su mejor amigo, quien no tardó en abrazarlo como si fuera un oso de peluche.

―¡Eso significa que seremos familia, Teme! ―gritó emocionado Naruto sin dejar de restregar su rostro contra su mejor amigo.

―¡Hablen! ―ordenó Sasuke ignorando al otro niño, pero sin apartarlo de su cuerpo―. ¿Qué es eso de que serás papá de Naruto? Él ya tiene el suyo ―señaló a Menma con su dedo índice.

―Es de mala educación señalar con el dedo ―regañó Charasuke más que nada intentando retrasar lo inevitable―. Eso no se hace.

―Tú lo haces cada vez que ves una chica bonita y quieres que el Dobe y yo vayamos a fingir que estamos perdidos para que puedas hablarles ―le recordó con su pequeña ceja enarcada.

―¿Usas a mi hijo para qué? ―interrogó Menma mirando de mala manera a Charasuke.

―Dejemos eso de lado ―pidió el aludido sabiendo que entre esos dos lo terminarían matando si seguía dando vueltas―. De lo que debemos hablar es sobre…

―¡Nuestra familia! ―interrumpió un demasiado eufórico Uzumaki.

Naruto era demasiado inocente como para sospechar o verle el lado malo a las cosas. Él quería mucho a Charasuke. El mayor siempre estuvo a su lado desde que tenía memoria. Siempre iba para sus cumpleaños a llevarlo de paseo, le organizaba fiestas, se quedaba los fines de semana con su papá y él. Incluso hubo veces en las que su padre tuvo que hacer turnos nocturnos y Uchiha hacía de niñera. Estaba más que acostumbrado a su presencia allí y nada lo haría más feliz que saber que sería parte de su familia. Eso es lo único que tenía en mente y no alcanzaba a comprender aquello que ponía nerviosos a los adultos y de mal humor a Sasuke. Viendo los nervios de Charasuke, quien decidió tomar la palabra fue su amigo. No le agradaba mentirle a los niños, pero la caja de pandora ya estaba abierta y no podían volver a cerrarla, sólo les quedaba hacer control de daños como los bomberos que eran.

―Verán ―dijo Uzumaki sujetando la mano del mayor de los morenos―. Charasuke y yo somos novios ―habló en un tono tan calmado que hasta parecía indiferente.

El azabache lo vio algo sorprendido sin poder ocultarlo. Si así de bien mentía en los juzgados de menores, nadie dudaría de que fueran pareja. Se quiso dar un golpe en la cara a sí mismo por pensar con admiración un acto criminal. Él podía ser un idiota temerario, pero jamás había considerado quebrantar la ley y menos de esa manera. Necesitaría unos cien ave María para conseguir el perdón divino por aprovecharse de la ingenuidad de dos niños. “Es sólo para que Hinata no se lo lleve. Luego volvemos a ser amigos como siempre”. Pensó antes de apretar un poco la mano de Menma.

―Como dijo él, nosotros estamos saliendo. Quizás estén confundidos sobre lo que esto significa, pero intentaremos explicarles lo mejor po… ―habló Charasuke queriendo actuar como un adulto responsable y serio.

―Son como las mamás y papás de mis amigos, ¿no? ―preguntó el pequeño rubio alzando la mano―. Eso lo entiendo ttebayo.

―¿Nos querían ver la cara de tontos sólo porque somos niños? ―interrogó Sasuke con un porte de arrogancia que seguro le había copiado a Itachi―. Nos dimos cuenta hace mucho tiempo que estaban juntos.

Los adultos no supieron cómo responder a eso. Menma se mantuvo estoico por fuera mientras se quedaba con la mente en blanco. ¿Cómo que sabían desde hace mucho? Si hace mucho no había nada. Un fugaz pensamiento cruzó por la mente del adulto de ojos claros. “Con que así se siente tener la mente en blanco. Generalmente Chara es el de la cabeza hueca”. Observó a su amigo notando que parecía haber dejado de funcionar igual que el exe de una computadora. Uchiha tenía una sonrisa en el rostro, pero parecía paralizada, igual que una pantalla congelada. Realmente estaba intentando recuperar las conexiones de sus neuronas. No era capaz de entender ¡¿Qué parte de él se veía homosexual?! Se la pasaba cortejando mujeres y siendo un muy reconocido casanova, mujeriego y cualquier sinónimo, ―posiblemente despectivo, pero heterosexual―, conocido y esos mocosos decían que era obvio “lo suyo con Menma”. Quería una explicación.

―¿A qué se refieren con que se dieron cuenta? ―preguntó el mayor de los Uchiha con una sonrisa forzada intentando no perder la compostura―. Díganme cuáles fueron esas señales que no pudimos ocultar de ustedes.

Los ojos azules del adulto allí presente observaban todo con genuina curiosidad. Él había creído que sería difícil convencer a todos de que ellos eran una pareja para darle la tutoría a su mejor amigo. Sin embargo, ahora se topaba con la sorpresa de que algunos ya los veían cómo pareja y quería saber por qué. Cuando estuvo casado, hubo veces en las que su ex esposa y él no eran asociados a la imagen de un matrimonio. Aquello había causado que algunas féminas se le acercaran a él buscando una cita o sexo casual y algo similar le sucedía a su esposa, generando peleas. Especialmente porque ella era muy celosa y no dudaba en amenazar a quien se le insinuara. Y cuando su ex era abordada por hombres, le reclamaba no mostrarse celoso y posesivo con ella. Soltó un pequeño suspiro ante aquel recuerdo. Hinata debía saber cómo comportarse siendo una mujer casada, no veía sentido a intervenir si no era necesario, ―entiéndase casos en los que la violentaran―, si ella no les daba una negativa directa, poco y nada podía hacer él.

―Bueno, para empezar ―habló Sasuke atrayendo la atención de los mayores―. Mi primo pasa mucho tiempo aquí. Un hombre de su edad no estaría en la casa de un amigo todo el fin de semana.

―¿No pensaron que podría ser como una pijamada? Así como las que hacen ustedes ―tanteó Charasuke queriendo ver qué tenía de raro lo que hacía.

―Teniendo un montón de “konekos” ―remarcó el moreno más pequeño con sus dedos―. ¿Por qué querrías pasar todo tu fin de semana con el Dobe y su papá? ―preguntó Sasuke y al ver que iba a replicarle agregó―. Y no sería raro si lo hicieras una o dos veces cada ciertos meses, pero lo haces prácticamente cada fin de semana. Itachi nii-san dice que pasas más tiempo aquí que en tu departamento.

Bien, en eso tenía que darle un punto a Sasuke. Era cierto que él cancelaba o directamente apartaba su agenda para hacerle lugar a Menma y Naruto, pero nunca le prestó atención. Pensándolo detenidamente con o sin Sasuke, él iba a quedarse con ellos. Aunque en parte era porque no veía divertido quedarse en su departamento. Como soltero se aburría no teniendo a nadie con quien hablar y sus konekos tenían el defecto de ilusionarse fácilmente. Si les hablaba para algo más allá de tener sexo casual ya comenzaban a hablar de formalizar. Y no es que no le gustara hablar, es sólo que prefería evitar malos entendidos. Además había otra contra y es que, ―aunque le avergonzara admitirlo en voz alta y jamás se lo hubiera dicho a nadie―, le gustaba jugar como un niño pequeño. Le encantaba compartir con Naruto y Sasuke. Nuevamente la contra venía en que admitir que le gustaban los niños para algunas de sus conquistas se traducía a un “te haré la madre de mis hijos”. Y no, él era el tío genial que venía a jugar un rato y luego devolvía a los niños a sus padres. Tomar responsabilidad completa le asustaba.

―Además preparas la comida cuando te quedas, me lees cuentos antes de dormir y vienes a mis funciones escolares siempre que puedes ttebayo ―enumeró Naruto con una gran sonrisa.

―Esas son todas cosas que suelen hacer los padres con sus hijos ―secundó Sasuke cruzado de brazos―. Incluso cuando vamos de compras los cuatro, Menma-san carga las bolsas y tú nos llevas a nosotros. ¿No te has fijado que las mamás se encargan de los niños y le dejan las bolsas pesadas a sus esposos? ―cuestionó a su primo viéndolo fijamente.

―Era la manera más eficiente de llevar las cosas y yo soy muy hermoso para cargar bolsas pesadas ―dijo Charasuke haciendo aparecer una de sus infaltables rosas antes de molestar con los pétalos a su familiar sanguíneo.

―Entonces ―habló Menma mirando directamente a su hijo―. ¿Seguro que no te molesta que Charasuke se parte de nuestra familia? ―interrogó con sus ojos clavados en los del menor sin perder detalle.

―Para nada ―respondió negando con la cabeza―. Estoy muy feliz de que ahora pueda presumir que también es mi papá ttebayo.

Los ojos negros suavizaron la mirada y sus labios formaron una tenue sonrisa. Se le veía tan feliz con esa mentira. Ni siquiera habían comenzado el engaño y ya se sentía culpable. Intentaba consolarse diciéndose así mismo que nada tenía que cambiar en la relación entre ellos. Sólo cambiarían los títulos, pero no las dinámicas de sus relaciones. Menma seguiría siendo su amigo y Naruto su pequeño consentido. “Todo estará bien”. Repitió en su mente cual mantra intentando atraer buena suerte.

―¡Pero antes de que hagas nada tienes que firmar un contrato! ―dijo Sasuke con seriedad.

De un momento a otro se perdió de la vista de los adultos y se fue a buscar algo que ellos no entendían. Cuando regresó tenía algunos libros de cuentos de princesas en las manos, una hoja de papel, lápices de colores y tenía puestos los lentes de sol de Charasuke. Caminó de manera firme hasta los adultos y se colocó delante de ellos. Sin decir ni una palabra comenzó a escribir algo en el papel y luego volvió a pararse rectamente ante ellos.

―¿Qué es eso, Sasu-chan? ―preguntó su primo ladeando la cabeza.

―Esto es un contrato. ―Levantó la hoja de papel y en el encabezado se leía “contrato de adopción”―. En diversos cuentos cursis que le has regalado al Dobe aparecen madrastras malvadas. ―Mostró los cuentos “Blancanieves”, “Cenicienta” y algunos más―. ¿Es un señal? ¿Una advertencia? Viendo que ahora serás su madrastra debes comprometerte a ser bueno con él ―dijo señalando al mencionado.

―¿Eres abogado? ―preguntó el mayor de los Uzumaki viéndole con una sonrisa de ternura por lo adorable que se veía defendiendo a su hijo.

―Mi papá dice que algún día seré un gran abogado. Aprendí mucho en la televisión y comenzaré representando al Dobe ―explicó moviendo sus anteojos oscuros con el dedo índice dándose aires de intelectual―. Ahora tú, Uchiha Charasuke te comprometes a ser una buena madrastra ―dijo pasándole el lápiz―. Firma aquí ―señaló una esquina de la hoja―. Y aquí ―pidió señalando otra parte―. Llegas a hacer llorar al Usuratonkachi y llevaré esto a la policía para que te metan preso ―amenazó con el ceño fruncido.

―¿Meterías preso a tu propio, amado y adorable primo? ―preguntó Charasuke siguiéndole el juego intentando fingir seriedad para no ofender a su orgulloso familiar.

―Sin dudarlo ―aseguró el menor de los morenos.

―Sin dudas tiene alma de abogado ―comentó el mayor de los Uzumaki viendo a su “novio” firmando el contrato.

―Si tuviera alma no querría ser abogado ―bufó Charasuke viendo su firma en el pequeño contrato.

―No te preocupes, yo sé que serás bueno ―animó el pequeño rubio mientras le pagaba a Sasuke con caramelos por sus servicios legales―. Y si te portas mal iré a llevarte comida a la cárcel ttebayo.

“Vaya lío en el que me fui a meter”. Pensó el mayor de los Uchiha viendo que ahora hasta su primo intentaba meterlo preso ¡y tenía siete años el mocoso del demonio! No quería imaginarse como sería con abogados reales.

 

Continuará….

 


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