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Buscando la belleza por OldBear

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Capítulo 24: En una fiesta pueden pasar demasiadas cosas.

Decir que diciembre era uno de los meses más difíciles en el trabajo era quedarse corto y ser muy impreciso. Entre adornos de navidad y papeleo llegó la bendita cena de navidad de la empresa. Para Tony, esa fue quizás la semana más rápida desde que había empezado a trabajar en Shield; pero aunque rápida, no menos estresante. El trabajo seguía igual, llamadas, reuniones y planeaciones. Aunque para ser justos las cosas buenas también debían ser dichas, y por lo menos se libraron de la presencia de T'Challa, quien se dignó a no aparecer después del ridículo que hizo intentando hacer parecer que Tony traicionaba la confianza de Steve.

Para Steve y Sharon fue una semana espinosa—por decirlo de una forma amable— ya que se habían peleado casi a mitad de la semana porque Sharon le recriminó a su prometido —en una pelea bastante fuerte— que después de haber obtenido la presidencia de la empresa ya no le prestaba la suficiente atención que ella se merecía. Incluso le echó en cara que le prestaba más atención a su "feo" asistente que a su propia novia; y hasta lo dijo delante de Tony. Steve intentó explicarle que solo estaba concentrado debido a la inminente cercanía de su primera colección de ropa siendo el presidente, pero ella no quiso entender razones. Y ni siquiera un día antes del intercambio de regalos, donde incluso estarían Nébula, Thanos y T'Challa, ella quiso ceder.

Para Bucky y Sam fue una semana larga, muy larga, tediosa y casi ridícula donde ambos intentaban aparentar que el incidente que había ocurrido entre ellos no significaba nada, y donde intentaban hacerse creer a sí mismos que podían controlar sus sentimientos hacia el otro. Bucky quiso distraer su mente teniendo algún encuentro casual para olvidarse de Sam, pero ni siquiera tenía ganas de salir de su departamento, así que podía decir que aquella fue la semana más tranquila—en esos términos— que jamás había tenido. Ni siquiera quería salir con Wanda, quien se la pasó recriminándole que debía prestarle más atención y que casi no salían. Tuvo que ceder una noche ante sus demandas y llevarla a pasear y dormir con ella, porque se había puesto más insoportable de la cuenta. Sam escuchó esas demandas, ya que la pelirroja no se cohibía de hablarle a Bucky de esos temas aunque su asistente estuviese presente, pero a Wilson solo le tocaba respirar hondo y aceptar que después de una sola noche, él no tenía derecho a exigir nada.

Bruce Banner pasó una semana de expectación. En el juego de los regalos le había tocado regalarle a una de las modelos, pero decidió que también le daría una sorpresa especial a Natasha. Había estado ahorrando para comprarle algo bastante bonito en navidad y decidió pedirle ayuda a Yelena Belova, la mejor amiga de la recepcionista, para que le ayudara a elegir qué debía regalarle. Yelena deseaba con toda su alma que su amiga dejara de buscar el irreal príncipe salvador y se diera cuenta que correspondía los sentimientos de Bruce, así que con gusto lo ayudó. Belova le dijo que había un vestido por el cual su amiga suspiraba desde que lo vio en el taller de la empresa y luego en un escaparate, era algo costoso y no se lo iba a permitir ya que tenía obligaciones con su hijo, así que sería el regalo perfecto para sorprenderla.

Con Thor, bueno, Thor no entendía del todo qué le sucedía. Desde la noche en que tuvo que ir al departamento de Loki a terminar unos arreglos y lo vio con el vestido, se sentía diferente cuando estaba a su alrededor. No de una forma mala, pero sí de una forma extraña. No le molestaba estar con Loki, al contrario, aun siendo el jefe mandón que era le agradaba estar con él, y en cierta forma tenían una amistad y una manera de llevarse que sus amigos no comprendían, pero ahora estaba teniendo unos extraños sentimientos que solo había tenido... con Jane. Y eso era imposible, por supuesto que no podía ser. Él seguía enamorado de Jane, incluso aun guardaba ciertas esperanzas de que ella volviera, además, era Loki Laufeyson, no podía estar sintiendo nada de ese tipo de cosas por Loki ¿o sí?

Para Clint fue una semana aún más que estresante. Laura había decidido aparecer en su casa para saludar a los niños y llevarle algo del dinero que correspondía, pero fue lo suficientemente descarada para aparecerse con su joven novio agarrada de las manos. A Clint casi le explota la cabeza de la rabia, pero no podía hacer demasiado cuando ella era la madre de sus hijos y siendo como era, aún tenía el derecho de verlos. Después de que ella se fuera estuvo un rato pensando en su situación, ciertamente no era nada fácil tener que cuidar de sus hijos solo, y hasta sentía envidia por su ex-esposa y su nuevo novio, porque en ese sentido y aunque no lo quisiera admitir en voz alta, ellos se veían felices juntos, y ahora él... él se encontraba solo

En el caso de Tony, además de presenciar la pelea de sus jefes, tuvo dos cosas remarcables en esa semana.

La primera: Peter Parker, el primo de Hammer, le escribió la misma noche que le pidió su número. Al principio fue una conversación cliché con el rutinario "hola, ¿cómo estás?" y no le dio importancia, pero el chico comenzó a escribirle cada noche y debía admitir que mantener una conversación con él no era nada difícil ni aburrido, todo lo contrario. Por lo menos en esa primera semana.

La segunda: encontrar un regalo para Steve fue difícil, demasiado difícil. Tenía el infantil deseo de regalarle algo con significado, que no fuera la primera cosa que viera en algún escaparate. Quería que su regalo significara algo. Podía ser arriesgado, pero había un punto bueno en el juego, aun después del intercambio de regalos, nadie sabía quién regaló a quién, pues los regalos debían ponerse en una mesa con el nombre del destinatario y nadie se enteraba quien lo compró. Era algo bastante entretenido intentar averiguar después quien regaló a quien y, en un ataque de valentía, Tony decidió que ya que Steve no se enteraría quién le había dado el regalo, podría —medio— declararse. Terminó pidiéndole consejo a Bucky para comprarle algo especial, ya que era el amigo de Steve, y no entendió del todo la extraña mirada que le dedicó cuando le preguntó. Además de eso, le agregó una nota donde puso las cosas que le habría encantado decirle de frente.

—Te has vuelto loco. —Sentenció Strange de forma tajante al tiempo que se recostaba sobre la cama de Tony, viendo como su amigo terminaba de envolver el regalo y le colocaba la nota doblada encima—. Toda tu inteligencia se ha esfumado, tus neuronas han muerto.

—Gracias por tu apoyo Strange, siempre es bueno contar con el cariño y la comprensión de un mejor amigo. —Tony chasqueó la lengua, cansado de los inútiles intentos de su amigo por hacerlo desistir de aquella nota.

Strange lo miró elevando una ceja, si Tony pensaba que lo iba a apoyar en esa estupidez estaba más que equivocado.

—Es que es sencillo Tony, te has vuelto loco, no hay otra explicación. ¿Cómo vas a ponerle una nota declarándote en el regalo?

Stark hizo una pausa para mirarlo fijamente, luego volvió a mirar la nota sobre el envoltorio del regalo que había fijado con cinta adhesiva.

—No me estoy declarando—terminó diciendo a la defensiva—. Simplemente es una forma de halagarlo.

Su amigo no pudo aguantar una carcajada al escuchar aquello, lo cual hizo enfurecer aún más a Tony.

— ¡Te estas declarando! Leí la maldita nota, hablas de que amas sus ojos azules y mueres por besarlo.

—No dice eso...

—No con esas palabras, —admitió encogiéndose de hombros, había que hacer honor a la verdad—. Pero está muy claro lo que dice. ¿Qué pasa si se da cuenta quien le envió el regalo?

—Imposible, nadie sabe que me toca regalarle a él. —Terminó de envolverlo y se sintió completamente feliz—. Y son varios los que participan: los que trabajan en mi piso, mis compañeros del club de los Raros, incluso los modelos que son fijos. Nadie lo adivinará así por así.

— ¿Y de que te va a servir eso? —Strange quería que entendiera el punto de todo aquello, y parecía que su amigo no quería entrar en razón—. No te sirve de absolutamente nada. Olvídate de él ya. Deberías intentar salir con alguien más.

Tony hizo una mueca de desagrado, como si no pudiese pensar en nadie más por el momento.

»Esta semana has estado hablando con un chico ¿no? —preguntó recordando al tal Peter

— ¿Peter? —asintió, le había comentado a Strange acerca del chico, eran pocas cosas las que no le decía a su amigo—. Hemos hablado un par de veces.

—Según me has dicho es agradable, ¿Por qué no le invitas a salir o algo?

—Vamos Strange, es solo un niño. Además ya te dije que solo hemos hablado un par de veces.

Stephen se frotó la cara con desesperación. No veía nada sano que su amigo se obsesionara con su jefe heterosexual, comprometido, y que no se fijaba en nadie que no fuera un 10 de 10 en la escala de belleza. No iba a negar que a él le atraía Wanda, pero lo de Tony estaba yendo a escalas superiores.

Suspiró y cuando se fijó en que pasaban de las 10 de la noche, decidió irse a su casa, el día siguiente era el intercambio de regalos en la empresa de su amigo y no deseaba matarlo antes de que le diera el regalo al estúpido de su jefe.

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Al día siguiente, cuando el día del intercambio llegó, T'Challa decidió ir por Sharon para llevarla hasta Shield, después de todo se había enterado de la discusión que esta había tenido con Steve y estaba decidido a echar más leña al fuego. Fue casi todo el camino escuchando las quejas de su hermana hacia su novio —que si bien sabía que T'Challa lo odiaba, quería desahogarse— y el moreno aprovechó para decirle lo estúpido e inadecuado que era Rogers y que no se la merecía. Llegaron al estacionamiento de la empresa justo cuando Thanos y Nébula se estacionaban por igual, y fue por eso que Sharon salió del auto con una cara de muerte —por estar quejándose de Steve— y Nébula la vio.

— Sharon, ¿sucede algo malo? —preguntó la madre de Steve a su nuera en cuanto se acercaron a saludarlos.

La rubia adoraba a Nébula, la veía como una madre mucho más que a una suegra, pero en ese momento no podía controlarse.

—Tu maldito hijo, —dijo con furia sorprendiendo a los otros tres— eso es lo que me pasa.

Sharon dio media vuelta y dejó a los otros tres atrás, ella se adelantó con su regalo en mano a ver si Wanda ya había llegado para seguirse quejando de su novio, pero esta vez con su amiga.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Nébula nuevamente, pero esta vez a T'Challa. Steve le había contado mínimamente que él y Sharon tenían una discusión, pero claramente era más grande de lo que había imaginado.

—Te lo contaré en el ascensor—suspiró el moreno. Y obviamente les contaría la historia en favor de su hermana.

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La fiesta era en el cuarto piso, donde estaba la pasarela para el lanzamiento de las colecciones y fiestas de la empresa —como la que se hizo el día que Steve anunció su dichoso y ahora nefasto compromiso—, y además de las acostumbradas decoraciones navideñas, habían puesto unos maniquíes disfrazados de santa claus, cosa que Loki veía con gran disgusto por parecerle hortero y de mal gusto.

Las mesas tenían comida y bebida y, como años anteriores, colocaban una mesa en una esquina alejada tras unas columnas y oculta por unas mamparas que servían de cambiador, donde todos podían colocar sus regalos sin que nadie los viera.

Después de un rato de hablar con uno de sus modelos recordándole que no debía subir ni un gramo para la colección que se avecinaba, Loki se acercó a la mesa de regalos vigilando que nadie le prestara atención, por suerte todo el mundo parecía estar más distraído en el absurdo chiste que Thanos y Quill intentaban contar. Revisó rápidamente los regalos que había y, aunque eran muchos, no pudo encontrar el que buscaba.

Estaba buscando el regalo destinado para su asistente.

— ¿Dónde mierda está el de Thor? —se preguntó en voz baja. Traía su regalo entre las manos, listos para hacer el cambio.

Increíble pero cierto, Loki Laufeyson había tenido la imperiosa necesidad, el inentendible deseo de regalarle algo a alguien. Y ese alguien era Thor Odinson. Podía escucharse hasta ridículo, pero cuando algo se le metía a Loki en la cabeza debía de hacerlo sí o sí. Loki le regalaba a Peter Quill, así que decidió buscar en la mesa de los regalos el que estaba destinado para Thor, tachar el nombre con marcador y poner el de Quill. Y en su regalo él pondría el nombre del rubio.

Un plan sencillo y sin muchas trabas.

El problema es que ya deberían estar todos los regalos, y sin embargo no lo encontraba. Estuvo a punto de decir un par de maldiciones en voz alta, aun corriendo el riesgo de ser descubierto, has que sintió pasos acercarse y se escondió rápidamente detrás de una mampara que servía de cambiador para ver quien se acercaba. Resultó ser la recepcionista de la entrada: Natasha Romanoff.

Natasha se acercó a la mesa de regalos para colocar junto a los demás el que traía entre manos, pero una voz la sobresaltó.

— ¿Tu eres quien le regala a Thor? —si Thor le pertenecía a ella no podría simplemente cambiarlos. Si ella se daba cuenta armaría tremendo escándalo, Loki sabia como era la chica, así que tendría que convencerla.

Natasha se giró y se sorprendió al encontrarse con el genio creativo de la empresa mirándola detenidamente. El hombre llevaba el regalo que le tocaba dar entre las manos—era una pequeña caja— y tenía una mirada que intentaba ser atemorizante.

Aunque con ella no estaba funcionando.

—Sí, me toca regalarle a Thor—respondió ante la sorpresiva pregunta— ¿Por qué quieres saber?

—Ya no lo harás, —advirtió con autoridad, haciendo que Romanoff alzara ambas cejas—. Cambia el nombre por el de Quill.

Natasha no entendía lo que quería decir Loki. ¿Se estaba volviendo loco entre tantas telas?

— ¿Cómo por qué yo haría eso? —preguntó cruzándose de brazos, en ese momento Loki supo que tendría problemas.

—Yo le regalo a Quill—intentaba mantener un tono de indiferencia, como si aquello que estaba haciendo no le importaba en lo absoluto—me dio flojera comprar algo para el gordo ese y le compré algo a Thor.

—Regálaselo a Quill, —Natasha arrugó el entrecejo, aquella excusa era absurda y lógicamente no le funcionaria— ambos son hombres, no variará mucho el resultado.

— ¿Me estás diciendo que no? —alzó una ceja, furioso por la negativa de ella.

— ¿Acaso no entiendes el idioma?

Loki maldijo su surte, tuvo muy mala suerte de que fuera Natasha Romanoff quien tenía el nombre del rubio grandote. Ella era de las pocas que no se dejaba intimidar y hasta había aceptado —mentalmente— que aquello le agradaba. Aunque jamás lo admitiría, Natasha pertenecía al Club de los Raros. Pero en aquel momento, el que fuera ella a quien tenía que pedírselo era un castigo divino.

Necesitaba pensar en algo bueno, no diría por favor ¡jamás! Eso sería rebajarse.

Romanoff seguía mirándolo expectante, con una expresión de superioridad al saber que ella tenía algo que Loki quería. La mente de Natasha estaba a mil por hora, intentando entender las acciones del genio creativo. Si algo la caracterizaba era su suspicacia, y el mismo sexto sentido que provocó que descubriera los sentimientos de Sam hacia Bucky, estaban funcionando ahora.

¿Qué estaba motivando a Laufeyson el querer regalarle a Thor con tantas ganas? Estaba segura de que no pondría algo de broma, Loki no era del tipo que perdiera su tiempo haciendo ese tipo de bromas ¿entonces qué significaba aquello?

—Cámbiame el nombre, —dijo severo, no había otra excusa qué poner, quizás si lucia amenazante...— no veo que importancia tenga para ti.

—Pero se nota que para ti tiene mucha importancia ¿O no? —Romanoff le sonrió, sintiendo que podría aprovecharse un poco de la situación.

—Solo hazlo—gruñó con los dientes apretados, debía resolver aquello antes de que alguien más se acercara.

Ella aumento aún más su sonrisa antes de preguntar:

— ¿Y yo que gano con eso?

Ahhh pensó Loki puedo comprarla con algo.

— ¿Qué quieres?

Natasha lo pensó por un momento, había un vestido que le encantaba y sabía que Loki tenía el modelo original en el taller, era precioso, pero bastante costoso en las tiendas.

—Hay un vestido en tu taller de la última colección, con un hermoso escote.

—El negro no. —Dijo tajante, comprendiendo inmediatamente cual vestido quería la "arpía" de la recepcionista, no le daría el modelo original de aquella obra de arte. No es que no pudiera repetirlo, pero no se podía permitir darle el original de una de sus obras a alguien del Club de los Raros — Cómpralo.

—Bueno, —Romanoff sonrió con superioridad y elevó los hombros— espero que Thor disfrute lo que le compré.

Loki la vio casi como si la quisiera matar, y quizás lo haría si hubiese podido; Romanoff no se dejaría vencer. ¿Para él era tan importante darle un regalo a Thor? Si, y no quería admitirlo, pero así era.

Vio a la chica con algo más que odio en la mirada, aunque tuvo que admitir —solo en su cabeza— que ella era una digna rival. Romanoff casi saltó de alegría cuando Laufeyson dijo un escueto "bien", pero mantuvo la compostura y la seriedad, había conseguido un hermoso vestido y bastante información.

Arrancó la pequeña nota de su regalo y con el marcador que Loki le tendía escribió el nombre de Peter Quill, por suerte su regalo era más bien genérico y no exclusivo para Thor. Vio como Loki colocó su propio regalo en la mesa, donde ya venía escrito el nombre del rubio, y sonrío.

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Después de colocar su regalo en la mesa cuando llegó, Tony se unió a la conversación que tenían Gamora, Quill y Bruce. Cuando Peter ofreció buscar más bebida para él y su novia, la chica amante del verde se fijó más en sus compañeros, y sorprendió a Banner con una pregunta.

— ¿Por qué estás tan feliz?

— ¿De qué hablas? —preguntó Bruce intentando de forma infructuosa esconder su gran sonrisa— Esto es una fiesta, se supone que hay que estar feliz.

—Gamora tiene razón—apoyó Tony bebiendo de su trago, tenía que tener cuidado, casi todo ahí tenia alcohol— . Estas demasiado feliz, te ves hasta radiante.

Bruce apretó los labios para dejar de sonreír, pero era incapaz de ocultar su felicidad.

—Bueno, les diré, pero guarden el secreto—cuando los otros dos hicieron un asentimiento, prosiguió. —Conseguí un regalo muy especial para Natasha.

— ¿Te tocó Natasha en el intercambio? — preguntó Tony asombrado por tantas coincidencias.

Bruce negó al tiempo que terminaba su bebida—sin alcohol— de un trago.

—No, me tocó una de las modelos. Pero yo quería comprar algo para Natasha de todas formas. Así que compre para la modelo lo primero que vi que fuera bonito y rosa, realmente espero que le guste el rosa, — agregó sintiéndose ligeramente culpable por no poner demasiado esfuerzo en el regalo de esa modelo—, y para Natasha me dediqué a hacer una investigación exhaustiva.

— ¿Investigación?

—Sí, una de sus amigas me ayudó. Resultó que lo que más le hacía ilusión era uno de los vestidos de la última colección de aquí, de Shield.

—Tuvo que salirte caro—puntuó Gamora, recordando los precios de la compañía.

—Algo, pero sé que le encantará. Al parecer cada vez que va a al Centro Comercial se le queda viendo, pero ya sabes, tiene a Leonid, no se puede dar esos gustos. Lo tengo guardado en el compartimiento de mi moto, será una sorpresa para cuando salgamos.

Tony sonrió ante la expresión de felicidad de Bruce, era casi lo mismo que le estaba sucediendo a él, la ansiedad y la felicidad de entregar un regalo a quien ellos querían. La diferencia era que Bruce podía entregarlo en persona y él tendría que conformarse con ser un anónimo.

Vieron a Natasha acercarse con una enorme sonrisa en el rostro y Bruce les pidió que cambiaran el tema.

—Bruce ¿Qué estas bebiendo? —preguntó Natasha al tiempo que le quitaba el vaso y lo examinaba con el ceño fruncido.

—Solo jugo, bella dama, lo prometo. —La tranquilizó con un guiño de ojo—. Te lo prometí, recuerda que soy un hombre de palabra.

—Más te vale. —Le advirtió con mirada entre seria y divertida. Tony pudo ver que en verdad ambos se notaban enamorados el uno del otro, los ojos de Natasha no mentían. Era una lástima que ella no quisiera aceptar a Bruce como algo más que su amigo.

— ¿En dónde estabas? —le preguntó Gamora a Romanoff recordando que se había perdido un largo rato.

—Hablando con Loki. —contestó sencillamente.

— ¿Loki Laufeyson? —Gamora la miró con una ceja alzada, y ante el asentimiento de su compañera, preguntó entre risas— ¿Te usó para insultarte y descargar su frustración?

—Solo estábamos hablando—respondió simplemente, no les diría acerca de su conversación, esa información se la guardaría para sí misma.

— ¿De que hablaban? —preguntó Bruce esta vez con curiosidad.

—Cosa de chicas, mi querido. —dijo con una sonrisa y, por suerte, Quill volvió con las bebidas y cambió el tema de conversación.

En una esquina del salón, James Barnes le dio un trago a su bebida. Solía ser moderado con el alcohol cuando había gente de su trabajo presente, pero esa semana se le había hecho tan pesada que lo necesitaba. Vio el grupo donde estaba Tony al otro extremo del salón, y recorrió con su mirada hasta encontrar su objetivo: Sam. Lo vio hablar con Thor y luego dirigirse solo hasta la mesa de las bebidas, se acercó a él sabiendo que lo correcto era dejarlo en paz. En aquella semana habían logrado llevarse igual que antes del "incidente", o por lo menos lo estaban intentando. ¿Por qué acercarse a riesgo de hacerlo sentir incómodo y arruinarlo todo? No quería, pero se le hacía casi imposible detener sus pasos.

— ¿Un brindis? — propuso levantando su vaso hacia el otro en cuanto estuvo a su lado, llamando su atención.

¿Cómo podía Bucky no acercarse de esa forma al otro si lo único que quería hacer era volver a tenerlo entre sus brazos? ¿Era tan malo volver a quererlo en su cama? Incluso quería volver a despertar abrazado a él, cosa que jamás había pensado desear de ninguno de sus amantes

Sam le vio sin saber verdaderamente como sentirse ante aquella situación. Tener a Bucky prestándole atención lo hacía sentir feliz, pero si tenía que estar controlando sus sentimientos, entonces era como acercar un pedazo de pan a alguien hambriento, para al final quitárselo. ¿Y cómo sentirse ante aquello? De todas formas, levantó su vaso en dirección al otro, e hicieron un discreto brindis donde sin necesidad de palabras, parecían expresarlo todo a través de su mirada.

—Sam, yo...

— ¡Bucky! —Wanda llegó donde ambos con una sonrisa forzada, durante toda la fiesta había recibido un cero por ciento de atención por parte de su supuesto novio. Y ahora estaba desperdiciando su tiempo con su insulso asistente—necesito hablar contigo un segundo.

— ¿No puede ser en otro momento, Wanda? —Dijo con verdadero fastidio ante la interrupción de la pelirroja— estoy ocupado en este momento.

—No, Bucky. — Negó con mala cara— Tiene que ser en este mismo instante.

Bucky suspiró y pidió a cualquier deidad que le escuchara que maldijera el día en que decidió acostarse con Wanda, aquello solo le había traído más problemas que felicidad.

Sam resolvió la incertidumbre de Bucky, quien parecía no querer hablar con Maximoff, así que con un asentimiento y una corta mirada a su jefe se alejó después de decir: —Los dejo solos.

Bucky volvió a maldecir por su mente, y fue arrastrado por Wanda hacia una esquina antes de que ella comenzara a recriminarle.

 

 


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