Jonouchi se encontraba almorzando en una de las mesas de la pizzería de su madre, luego de una corta jornada de trabajo. Cómo al día siguiente se desarrollarían las elecciones presidenciales, muchos comercios ese sábado cerraban temprano. Su jefa votaba en Shibuya, por lo que tendría que viajar y en consecuencia le permitió a sus empleados retirarse al mediodía.
Lamentablemente Jonouchi estaba de pésimo humor, por lo que retirarse más tarde o más temprano no representaba ninguna diferencia.
Y para peor, de camino a su casa había recibido un mensaje de Essel diciendo que iría a verlo, cuando él no tenía la más mínima gana de cruzarse al desgraciado. Todavía no lograba entender cómo una salida cuyo propósito era celebrar que había aprobado sin exámenes se había convertido en una tortura donde todos tenían con quién divertirse menos él.
Su hermana se acercó hacia su mesa, seguida de su dichoso novio y la traidora de su madre.
"¿Y ahora qué?" pensó.
— Mi amor —comenzó a dialogar su madre mientras tomaba asiento frente a él. Su hermana y Atem se quedaron de pie a un lado, se notaban tensos y a Jonouchi no le gustaba el tono que Fugin estaba usando.
— ¿Qué pasa? —preguntó sonando más brusco de lo que pretendía.
Notó en el rostro de su madre que estaba pensando bien qué palabras usar. ¿Qué estaban planeando?
— Estuvimos hablando con los chicos sobre cómo vamos a organizarnos mañana. Atem me dijo que los festejos en el caso de que gane el Partido Democrático se van a realizar en la Plaza Central, a unos pasos de aquí.
Su madre hizo una pausa que le alcanzó a Jonouchi para imaginarse cuál era la cuestión. Pero no les daría el gusto.
— Sí, yo ya sé dónde van a ser los festejos. Mai me invitó a ir con ella y sus amigos si ganan.
Tanto su madre y su hermana se mostraron sorprendidas, y Atem frunció el ceño. Si desconfiaba era su problema. Fugin observó a los más jóvenes apenada.
— Pero si a ti no te interesa la política — protestó Shizuka.
— Ya me comprometí a ir. ¿ Acaso a ti te interesa? Apenas tienes dieciséis años.
— Más que a ti sin dudas — le respondió molesta y a punto de retirarse. Atem la tomó del hombro para que se quedara.
— Yo iba a pedirte que cubrieras a los chicos esa noche, pensando en que va a haber mucho movimiento por la zona —continuó su madre, tratando de convencerlo sin grandes esperanzas.
— Ya le dije a Mai que iría con ella — mintió. —Los domingos por la noche es su turno, yo cubriré la mañana. Pongan un televisor junto al mostrador para ver los festejos y asunto resuelto.
—¡Resuelto para ti! Yo también quiero ir a los festejos. ¿Por qué tú puedes divertirte y yo me tengo que quedar trabajando? No es justo.
—No vas a quedarte trabajando porque seguramente los clientes salgan del local a esa hora— aclaró su hermano mayor con paciencia—. En todo caso te quedarías mirando la tele.
Jonouchi la observó con una sonrisa, dando la discusión por ganada.
— Podríamos cerrar temprano —intervino Atem.
A Jonouchi no le hizo ninguna gracia que se entrometiera en estos asuntos. Aparte, a su hermana no le interesaban los festejos de este tipo. Seguramente había sido idea de este chico que Shizuka asistiera, y su hermana se había encaprichado.
A Fugin se le iluminó el rostro pensando que habían encontrado una solución.
— Jamás cerramos temprano. ¿Por qué lo haríamos ahora? ¿Por ti? No tienes que venir si no quieres.
Jonouchi se puso de pie mientras le respondía. ¿Por qué Atem tenía el descaro de opinar del negocio familiar como si le incumbiera?
— Mi amor, cálmate — intervino su madre conciliadora.
—Tú mismo dijiste que los clientes se retirarían del local a esa hora. Si no va a haber clientes, da igual que esté abierto o cerrado — argumentó el novio de Shizuka sin inmutarse por el lenguaje corporal de Jonouchi. No era justo que siempre fuera ella la que quedara relegada.
— Lo que da igual es que tú te aparezcas por aquí. Vete a los festejos tranquilo que nadie te necesita— Jonouchi se fue sin darle tiempo al resto de agregar algo más a la discusión.
Salió de la pizzería e ingresó a la casa. Había tenido un día terrible y no estaba de humor para soportar a Atem haciéndose el listo junto a su hermana ¡y su madre!
Tan pronto como estuvo en su dormitorio se arrojó sobre la cama. Ni siquiera había podido terminar su almuerzo.
Su celular sonó con una notificación, pero sabía que se trataba de Essel insistiendo en que se vieran, por lo que lo ignoró. No podía pasar por semejante bochorno y hacer como si nada hubiera pasado.
Cuando era evidente que Essel no se daría por vencido, tras seis o siete mensajes consecutivos, decidió responderle para que lo dejara en paz.
"Mañana hablamos, tengo jaqueca. No pases por la pizzería porque no estoy, quiero descansar."
Jonouchi entró al chat para distraerse. Tenía como de costumbre varias notificaciones de mensajes y comentarios, de los buenos y los malos, pero ninguno lo suficientemente interesante. Tenía incluso un mensaje de Mai consultándole por su "cita a ciegas" que, aunque ella estaba conectada, prefirió no responder. No era precisamente su tema de conversación favorito.
La próxima vez que tuviera una cita se aseguraría de que la otra persona al menos supiera que se trataba de una cita.
Y que no fuera heterosexual.
Era molesto que Essel no hubiera tenido ninguna consideración al respecto.
Se iba a retirar del chat cuando notó que el perfil de Seto apareció conectado de repente. Seto no le había respondido su último mensaje. Quizás estaba enojado, pero en aquél momento a Jonouchi le dio la sensación de que quería arruinarle la noche.
Dominó.sxc.boi: ¡Hola! ¿Cómo estás?
No sabía si le respondería o no. Que su cita hubiera salido mal no tenía nada que ver con que fuera "a ciegas", por lo que Seto no había estado en lo cierto con sus apreciaciones.
Pasaron unos minutos y Seto se desconectó sin haberle respondido. No se iba a molestar, bastantes problemas había tenido ese día como para sumarse otro más.
Dominó.sxc.boi: Bueno, si no quieres chatear hoy no hay problema. Espero que estés bien. Buenas noches.