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MÁSCARAS EN RED por agnetasteam

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Shizuka observaba frustrada cómo ingresaban y salían clientes de la pizzería, no de manera masiva, pero de forma constante. Le dolían los pies de estar parada. Se suponía que ese domingo no trabajaría hasta las seis de la tarde, que podría aprovechar la mañana y tarde para lo que quisiera, aunque estaba condenada a perderse los festejos electorales en Ciudad Dominó.

Pero la situación había cambiado drásticamente a lo largo del día. El jefe de cocina se iba a ausentar esa tarde por las elecciones, ya que votaba en otro estado. Se habían organizado de forma tal que hasta el mediodía él supervisaría la cocina, y a partir de allí, Akiko, la auxiliar de cocina, se encargaría de esas tareas. En la mañana, Jonouchi atendería la caja, en la tarde su madre y Shizuka cubriría el último turno hasta la medianoche.

Esa tarde su madre la llamó para avisarle que los circuitos de votación estaban llenos y demorados, por lo que no llegaría en hora para cubrir la tarde. En consecuencia, precisaba que su hija cubriera su turno. A cambio, Fugin se encargaría desde el momento en que llegara.

Esa había sido una gran noticia: no solo porque se libraría de cubrir la noche y podría ir a los festejos con Atem, sino que si su madre arribaba antes de las seis, habría trabajado menos horas de las pactadas.

Pero toda la ilusión de ese momento se diluyó cuando horas después el que la llamó fue Jonouchi, para avisarle que su madre se había descompuesto y que estarían en el hospital. Aquello significaba que tendría que quedarse hasta el cierre.

Y eso era humillante, porque ya le había escrito a su novio que pasara por la pizzería porque irían al centro tras su salida.

Al llegar, Atem se enteró de las terribles noticias, y para su sorpresa, no lucía enojado ni desilusionado. Parecía como si él hubiera considerado esa posibilidad.

Atem se dirigió hacia la cocina, sin prestarle mucha atención a sus comentarios, y comenzó a ayudar a los empleados. Shizuka hubiera preferido que él se encargara de la caja, pero le dio la impresión de que plantearlo podía generar nuevas rispideces entre ellos.

Entonces siguió tomando pedidos y atendiendo la caja. Todo era de lo más rutinario, hasta que ingresaron en la pizzería un par de clientes que jamás había visto por allí: una joven de cabello por los hombros color castaño claro, no tan claro como el suyo, y un chico de cabello negro largo recogido en una cola e hipnóticos ojos verdes. Ambos se sentaron en una mesa en la esquina del local y apenas prestaron atención cuando hicieron el pedido. Aquello le dejó un sabor amargo, porque el joven era guapísimo y quería conocerlo. Quería que la notara e interactuar con él, por más mal que estuviera.

Akiko y Atem se acercaron a la caja murmurando cosas entre sí, lo cual era muy sospechoso. Fue Atem quien se decidió a hablar primero.

— Estuvimos conversando con los empleados — comenzó, aunque más que conversar, el término apropiado era complotar — y pensamos que lo mejor sería cerrar el local a la hora que finalice la votación. No van a haber muchos clientes en la vuelta, van a estar en los festejos...

— O velorios — interrumpió Akiko divertida.

— Y aparte tu hermano y tu madre no van a estar para oponerse — concluyó Atem.

"Qué descarados" pensó Shizuka. Como si un acto así no tuviera consecuencias para ella o el personal. Atem lo planteaba porque no era un empleado, no perdía nada con intentarlo, y Akiko era una sindicalista nata.

— Claro que no. Si mi hermano se entera me va a degollar, y a tí te va a prohibir acercarte a mi casa, si es que te deja las piernas sanas.

— Puedo cuidarme de él — aclaró Atem, observando de reojo cómo Akiko se moría de risa. Si usara parte de esa energía para ayudarlo a convencer a Shizuka... — Aparte, después de cerrar, podemos pasar a ver cómo está tu madre y aclarar todo con ella.

Shizuka no accedió, no estaba en su naturaleza tomar riesgos, y Atem regresó a la cocina sin comentarios. Era peor no saber lo que pensaba, y últimamente él se estaba guardando muchos de sus pensamientos para no discutir.

Akiko, antes de regresar a la cocina, se acercó a la mesa de los dos clientes que habían llamado la atención de Shizuka, y conversó con el chico de forma animada. Desde el mostrador no podía discernir nada de lo que decían.

Cuando la auxiliar de cocina regresaba a su puesto de trabajo, aprovechó para llamarla.

— ¿Quién es ese chico? — le preguntó.

— Ah... es un antiguo compañero de la secundaria. Hace un par de años que no lo veía. Se llama Otogi.

— ¿Y ella es su novia?

— No... es su prima — le aclaró Akiko entrecerrando los ojos —. No la conozco mucho.

— ¿Sabes si él tiene novia? — siguió interrogando en voz baja.

— La que tiene novio eres tú — le reprochó la otra joven.

— También tengo ojos — se defendió.

— Todos tenemos ojos — le dijo Akiko y se retiró a la cocina. Shizuka se quedó pensando qué quiso decir exactamente con eso.

Pasaron un par de horas y la idea de cerrar temprano era cada vez más tentadora. Pero recibió un mensaje de Jonouchi de que pasaría por la pizzería en unos minutos, lo que la dejó muy confundida, porque creyó que se quedaría en el hospital cuidando a su madre.

Jonouchi ingresó al comercio agitado, parecía haber venido con prisa. Ni bien se acercó al mostrador, Shizuka le reprochó:

— ¿Dejaste a mamá sola en el hospital?

— No — le aclaró su hermano, cuidando muy bien sus palabras — . El médico la acaba de ver, me dijo que seguramente le den el alta mañana.

— ¡Qué bueno!

Shizuka aguardó a que continuara.

— Necesito que me hagas un favor.

No era lo que se imaginaba, aunque quizás ella estaba muy distraída y era obvio que él venía a pedirle algo.

— Dime.

— Necesito que te quedes con mamá. Yo me encargaré de la pizzería.

Shizuka quedó con la boca abierta. Jonouchi era demasiado descarado. Luego de insistir e insistir en que cumpliera con su turno quería lo contrario porque a él le convenía.

— No. Yo me estoy encargando de la pizzería, y muy bien por cierto. Tú quédate con mamá.

— Te cubriré todos los domingos que restan del mes — insistió su hermano.

Aquello sonaba tentador pero no iba a acceder. Ella quería ir a los festejos y se los iba a perder de una forma u otra.

Aparte, ¿por qué tanto interés en estar en la pizzería? Lo más probable era que la cerraría temprano y se tomaría los vientos con Mai. Ni soñarlo. Él vivía entorpeciendo sus citas, ahora ella entorpecería la suya.

— No pienso moverme de aquí hasta la hora de cerrar. Puedes regresar con mamá.

Jonouchi golpeó el mostrador con los puños y avanzó hacia la salida. Tan furioso estaba que se llevó puesto el hombro del cliente que estaba ingresando.

No era la primera vez que actuaba así. Shizuka sabía de muchos clientes molestos con los berrinches de su hermano en el local.

Por eso, cuando vio que el cliente se daba media vuelta para largarse, corrió hacia la puerta y lo tomó del brazo.

— Por favor, no se retire. Le pido mil disculpas — fue lo primero que atinó a decir.

El cliente la observó, con sus ojos azules a través de su largo cerquillo, sorprendido. Miró hacia la calle y luego observó a su alrededor, con la cabeza inclinada, como si tratara de ocultar su rostro.

Shizuka se preguntó si estaba haciendo una escena patética ante los clientes, por lo que lo soltó y retrocedió un par de pasos.

— Aquí lo atenderemos como en ninguna otra pizzería. Por favor, tome asiento. La casa invita — trató de ser lo más profesional posible. Seguramente todos los clientes, en especial el de impactantes ojos verdes, la estaban observando.

El joven asintió y, para su sorpresa, tomó asiento junto a Otogi y su prima.

 

Notas finales:

N/A: El próximo capítulo será desde el POV de Atem. Aunque tampoco habrá chat, voy a intercalar algunos capítulos como este, sin chat de por medio. Atem es protagonista y no quiero que su punto de vista se pierda tanto.


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