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MÁSCARAS EN RED por agnetasteam

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Atem se encontraba en la cocina de la pizzería, colocando de la mejor manera posible la salsa en las masas que Akiko había estirado. Generalmente el personal, al que había conocido en profundidad los días que había estado acompañando a Shizuka en su trabajo,, se oponían a que se involucrara en tareas de la cocina. Pero esa tarde el jefe no estaba y Akiko había logrado mitigar la resistencia del resto; por lo que aparte de tomar pedidos colaboraba con agilizar la elaboración.

Curiosamente, luego del fallido intento de convencer a Shizuka de cerrar el local temprano, la auxiliar de cocina había estado entrando y saliendo de la misma con frecuencia. En una de esas veces que regresó, dio un puñetazo en la masa leudada.

— No puede ser que todo el mundo se vaya al centro y nosotros nos quedemos aquí.

Aunque la comparación le parecía exagerada, Atem optó por reprocharle otra cosa.

— Si te hubieras molestado en ayudarme a convencer a Shizuka de cerrar no estarías aquí presa.

La joven lo observó de hito en hito, sorprendida por su comentario.

— ¿Qué querías que yo hiciera? Si tú, a quien se supone que ella ama y adora, no pudiste siquiera hacerla considerar la posibilidad, menos voy a lograrlo yo.

Atem dejó la salsa a un lado, tomó la libreta de pedidos y se fue de la cocina. Quería enojarse con Akiko pero no lo lograba porque sus palabras eran ciertas. Llevaba tiempo de novio con Shizuka, y la cantidad de veces que había logrado convencerla de algo podía contarla con los dedos de la mano. Y le sobraban dedos.

Se había convencido, muy a su pesar, de seguir el consejo que Yugi le había dado, con la esperanza de que su relación mejorará. Pero había sido un error, porque su primo lo había aconsejado en función de que su problema era la familia de Shizuka. Pero aunque le doliera admitirlo, ella era parte del problema también. Y estaba cansado de intentarlo solo.

Al estar en frente, notó que no habían ingresado nuevos clientes, por lo que no tenía a quien tomarle el pedido.

Su novia estaba en el mostrador, con los codos apoyados sobre el mismo, sosteniendo su rostro entre ambas manos. Tenía la mirada fija en un grupo de clientes que estaban en la otra punta del local, dos de ellos conversando animadamente, mientras el tercero observaba la superficie de la mesa en silencio. Atem no podía ver su expresión porque el largo cerquillo le cubría gran parte del rostro agachado.

Se aproximó al mostrador para tantear las aguas. Tenía claro lo que iba a hacer, pero quería medir las posibles consecuencias.

— Parece que no vienen más clientes — comentó.

Shizuka lo observó confundida, como si saliera de un trance.

— Parece que no… - coincidió al fin y volvió a fijar la mirada en los clientes, esta vez con el ceño fruncido.

Atem también miró en esa dirección, curioso de qué podía generarle tanto interés. Fue entonces que vio a Akiko aproximarse a la mesa de los tres clientes y conversar con ellos. Entonces comprendió por qué la chica entraba y salía a cada rato de la cocina. Aquellos debían ser amigos suyos esperándola para asistir a los festejos. Eso también explicaba su frustración unos minutos antes.

— Akiko está más preocupada en socializar que en trabajar — escuchó que Shizuka se quejaba.

— ¿Y? — se encogió de hombros — No es como si hubiera mucho para hacer. Tenemos pizzas como para veinte clientes y hace una hora que no viene ninguno.

La expresión de furia del rostro de su novia tras su comentario no era algo que se esperaba. Tenía la sospecha de que desconocía parte de la historia. ¿No eran amigas acaso?

— Cuando mamá se recupere tendré que comentarle— concluyó la joven.

Atem se preguntó si acaso ambas chicas habrían discutido. La molestia de Shizuka le resultaba sin sentido.

— ¿Comentarle qué exactamente?

— Que has estado haciendo su trabajo mientras ella está de fiesta con sus amiguitos en nuestra cara — le reprochó.

—¿Qué trabajo si no hay nada para hacer? — insistió Atem que todavía no podía creer que esa discusión siquiera tuviera lugar. Tampoco le gustaba la actitud buchonezca de Shizuka, cuando lo cierto era que esa noche nadie, ella incluida, tenía ganas de quedarse trabajando.

— Con más razón, tendría que estar en la cocina, no aquí donde no hay más pedidos que tomar y aparte para eso estás tú.

— Oigan, chicos. Quiero presentarles unos amigos — les gritó Akiko desde el otro extremo del negocio.

El repentino cambio en la expresión de Shizuka dejó a su novio anonadado. Se veía como la persona más simpática que se pudiera cruzar esa noche, cuando segundos atrás había estado furiosa. Se acercó a la mesa sin prestarle más atención y Atem la siguió sin librarse de su confusión.

— Me llamo Shizuka — dijo muy animada al llegar junto a la auxiliar de cocina.

— Él es Otogi, un viejo amigo del secundario — comenzó a presentarlos Akiko—. Su prima Anzu y su…

— Shizuka, ¿podemos pedirte que dejen salir a nuestra amiga un rato antes? — la interrumpió bruscamente el joven de ojos verdes. — Queremos ir a los festejos y su horario de trabajo nos está retrasando.

El tipo hablaba con una pésimamente disimulada prepotencia que a Atem le dio mala espina.

— Lo siento, no estoy autorizada a tomar esas decisiones — se disculpó Shizuka.

—¿ Y quién lo está? — preguntó la otra joven, Anzu.

— Mi hermano es quien no quiere cerrar el local aunque esté vacío. Lo siento.

— ¿Dónde está tu hermano? — preguntó el otro muchacho, por primera vez apartando su mirada azul de la superficie de la mesa.

— Sí, dile a tu hermano que venga. Yo hablaré con él.

"¿Dile a tu hermano que venga?" Atem consideró intervenir para pedirle que no le hablara en ese tono, como si fuera el gerente del local, pero Shizuka habló primero.

— Él salió a divertirse. Tengo entendido que iría a los festejos con… su novia. Y va a estar muy ocupado — rió.

Atem no entendió por qué Shizuka hacía esos comentarios. Jonouchi le caía mal, pero estaba cuidando a su madre, no divirtiéndose por ahí. ¿Qué ganaba Shizuka con esto? No es como si pudiera humillarlo con su vida privada, si estos chicos seguramente ni lo conocían. Le resultaba demasiado infantil.

— ¿Qué hacemos? — preguntó Otogi a los otros dos. Anzu se encogió de hombros y el otro chico no respondió, parecía tener la mente ocupada en otras cosas.

— Pero no se preocupen, cerraremos temprano.- dijo Shizuka sorprendiendo a todos—. Akiko, puedes ir con tus amigos, yo lidiaré con el ogro de mi hermanos… cuando vuelva de su luna de miel — volvió a reír.

— Wow, ¡muchas gracias! — exclamó la auxiliar de cocina, exultante de alegría.

— Muchas gracias, Shizuka — dijo Otogi por compromiso, mientras se ponía de pie. — Si precisas ayuda con tu hermano, nos avisas.

— Lo tendré en cuenta — dijo muy sonriente.

Cuando los otros se habían retirado, Atem se animó a hacer lo que tenía pensado.

— Yo también me voy — dijo quitándose el gorro y delantal de cocina.

— Pero… ¿no íbamos a ir a las celebraciones si cerraba temprano? — preguntó su novia extrañada.

— Estoy cansado — "de hacer el trabajo de Akiko" iba a agregar , pero prefirió no hacerlo. No tenía ánimos de discutir. — Nos vemos — le dió un beso en la mejilla a la joven que quedó atónita y salió del local sin mirar atrás.

Una pequeña parte de él quería entender qué diablos había pasado esos últimos minutos, pero a la mayor parte a esa altura le daba lo mismo.

 


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