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MÁSCARAS EN RED por agnetasteam

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Atem se sentó en el piso de la nueva oficina vacía, un poco molesto por tener que ser quien se quedara. Por suerte tenía los auriculares en la mochila, para poder escuchar un programa deportivo radial. Los periodistas de Último al Arco, nombre del programa, debatían sobre cuál de los dos equipos más importantes de la liga de Dominó llegaba mejor al enfrentamiento clásico. Como era de esperarse para Atem, cada uno de los periodistas coincidió en que ambos equipos no habían tenido un buen rendimiento en lo que iba del campeonato, y estuvieron de acuerdo en que era un clásico y en los clásicos no había favoritos para ganar.

Pero para su sorpresa, uno de los comentaristas sostuvo que mientras el Atlético Dominó tenía un técnico dispuesto a un planteamiento extremadamente defensivo para ganar de contragolpe, el Dominó Fútbol Club tenía un coach que priorizaba el buen juego enfocado en el arco rival, incluso descuidando el suyo propio.

Atem se molestó y apagó la radio del celular. Estaba totalmente de acuerdo con lo que acababan de decir, era un detalle evidente. ¿En qué pensaban los directivos del D. F. C. cuando contrataron a ese tipo?

Miró detenidamente la pantalla de su móvil, desganado. Le había enviado un mensaje a Shizuka, aun sabiendo que a ella estaría en clase y no podría responder. También le mandó un mensaje de texto a su primo, que a esa hora estaría ayudando a su abuelo a atender la tienda de juegos. La misma no recibía muchos clientes, a menos que algún juego novedoso estuviera en su época de esplendor. Pero actualmente ese no era el caso y Atem consideraba ese trabajo como el más aburrido del mundo.

Sin embargo, comparando las situaciones presentes de ambos, al menos Yugi podía conversar con su abuelo, escuchar música, mirar televisión e incluso jugar juegos. Él apenas tenía su celular.

Decidió entrar en el chat, al menos hasta que su novia o su primo respondieran, si lo hacían. Entró al chat público y publicó el enlace a su sitio, como acostumbraba. Entonces se acordó de Seto y la charla de fútbol que habían tenido. Lo vio conectado en su lista de amigos, así que se animó a escribirle.

Dominócampeón: Hola amigo. Te escribo para hablar de fútbol porque estoy aburrido.

Se sorprendió gratamente cuando Seto le respondió de forma inmediata. ¿Por qué Shizuka no podía actuar así también? Si hacía un promedio de tiempo en que ella tardaba en responder cada mensaje, le daría unos veinte minutos. Y en momentos tan molestos como ese, era deprimente.

Setockr: ¿Qué haces?

Dominócampeón: Nada interesante, espero que traigan unas cosas para mi trabajo. ¡Por eso puse que estoy aburrido!

Atem revisó el resto de sus amigos. Estaba conectada también una chica de Dominó, de su edad, que siempre estaba insinuando que debían salir. En su momento lo había agregado y chateaban a menudo. Ella le había comentado que soñaba con ser policía como su hermano, su primo, su padre, su tío y su abuelo. Eso lo espantó.

Setockr: Yo también estoy aburrido. Tengo que hacer una cosa a la que me comprometí, aunque no termina de convencerme. ¿De qué trabajas?

Atem se preguntó por un instante cómo sería Seto. Alguien que se comprometía a hacer cosas que no quería sonaba como alguien dócil, sin carácter, que priorizaba los deseos u opiniones de los demás sobre las suyas propias. Esas personas no le gustaban.

Inmediatamente se dijo que estaba sacando conclusiones precipitadas.

Dominócampeón: Trabajo en una emisora radial. Soy operador. También tengo mi propio programa, aunque solo me limito a pasar buena música y algunos pedidos. No soy locutor.

No era locutor no porque no quisiera. En la radio lo consideraban muy joven aún para conducir un programa de interacción con público, información u opinión. Siempre le estaban diciendo que todavía estaba muy verde para eso.

Setockr: A tu edad eso suena genial. No entiendo cómo te aburres.

Era cierto, el trabajo era infinitamente mejor que trabajar en la tienda de juegos o en la pizzería de la madre de Shizuka. Pero el problema era justamente que ese día no estaba trabajando. Porque lo que hacía no lo podía considerar trabajo. Era holgazanear. Involuntariamente.

Dominócampeón: Sí, es que nos estamos mudando y me dejaron esperando en el local nuevo. Hasta que no vengan, descarguemos y acomodemos todo no me puedo ir. Y tengo para rato...

Estar cargando cosas en el camión de mudanzas era mil veces mejor que lo que le tocaba. Lo rescatable era que no se mudaban a menudo.

Setockr: ¿De qué equipo eres? Yo soy del Dominó Football Club.

La liga de dominó tenía unos ocho equipos. La población podía clasificarse como un cuarenta y cinco por ciento de hinchas del D.F.C, un cuarenta y cinco por ciento de hinchas del Club Atlético Dominó, un cinco por ciento de simpatizantes de los otros seis equipos –entre los que curiosamente podían distinguirse muchos periodistas deportivos; porque en Dominó no existían periodistas hinchas de los dos primeros– y un cinco por ciento de personas que no seguían a ninguno o simplemente no les gustaba el fútbol.

Algunos estudios estadísticos sostenían que la cantidad de hinchas del Club Atlético Dominó eran mayoría, pero Atem los consideraba inexactos y totalmente parcializados.

Dominócampeón: Del mismo. ¿Sabías que el clásico es en tres semanas?

De la treintena de amigos de Dominó que tenía, dos tercios eran hinchas del D.F.C. Y Atem aceptaba a todos, por lo que consideraba esa distribución objetiva de la realidad aunque inexacta. Lo importante era que los fanáticos del D.F.C. eran más.

Setockr: Claro que sé. ¿Qué clase de hincha crees que soy?

La selección local era muy seguida por los habitantes de Dominó que estaban en el exterior. Era una de las pocas cosas que los mantenía vinculados con su lugar de origen. Lo que Atem había comprobado era que con los equipos no siempre pasaba eso.

Dominócampeón: ¿Cómo lo ves?

Setockr: ¡Que ganamos! ¿O me tengo que poner el casete de periodista deportivo y decir que "es un clásico y en los clásicos no hay favoritos"?

Atem lanzó una carcajada que retumbó en el local vacío.

Dominócampeón: Es cierto, siempre dicen lo mismo y no se la juegan. Pero venimos mal y el Atlético también. Si bien yo soy el primero en querer ganar, nada me da certezas de que vamos a hacerlo. Jugamos horrible.

Atem opinaba objetivamente del juego. Quería que su equipo triunfara, sí. Pero no iba a hacerlo si no corregía lo que estaba mal; y a él no le gustaba ignorar lo que estaba mal. A primera lectura, Seto parecía un hincha incondicional. Esos hinchas ignoraban los errores del equipo y siempre eran optimistas. Atem creía que el golpe de una derrota tenía mayor impacto en ellos, ya que no la preveían.

Setockr: Uh... ¿Me escribiste para contarme lo horrendos que crees que somos? Eso sí que es aburridísimo...

Dominócampeón: Es que no estamos en nuestro mejor momento. No esperes mucho optimismo.

El torneo se disputaba de forma semestral, en una ronda de todos contra todos, local y visitante. En definitiva, los equipos se enfrentaban entre sí cuatro veces al año. Y los dos campeones se volvían a enfrentar en una finalísima para definir el campeón anual. Hasta el momento se habían jugado diez fechas del segundo semestre, en las que el Club Atlético Dominó había cosechado más puntos. Eso también influía en el pesimismo que Atem emanaba en cuanto al enfrentamiento próximo.

Setockr: Hemos estado peor. El último clásico al que fui, antes que me mudara, lo perdimos cuatro a uno. El siguiente tres a cero. El siguiente cuatro a dos. Peor no estamos...

Atem iba recordando cada uno de los partidos que Seto hacía mención a medida que leía, y cada vez se iba frustrando más. Tres derrotas consecutivas, y casi todas por goleada; aunque algunos expertos historiadores de fútbol creyeran que goleadas eran si y solo si la diferencia de goles era de cuatro o más. Si bien era un clásico y en los clásicos no había favoritos, la estadística reciente favorecía al C.A.D. Y Seto sosteniendo que no estaban peor...

Dominócampeón: ¡Tampoco es que estemos mejor! Aparte este técnico está obsesionado con jugar tocando, y a mí lo que me importa es ganar, ¡no jugar lindo! Él, con tal de que el equipo haga goles, nos deja sin golero para que vaya a hacer un taco en el área rival.

Ese punto era el que lo ponía más nervioso de todos: el coach nuevo. Siempre quería ser el protagonista.

Setockr: Deberías tenerle más paciencia. Desde que llegó está invicto, jaja...

Atem no comprendía de dónde Seto sacaba tanta esperanza...

Dominócampeón: Dos partidos.

Setockr: Ganados.

El primero lo ganó dos a uno de atrás, cuando el otro equipo había empezado ganando por un error de la defensa y el partido se estaba terminando. Los goles fueron de pelotas detenidas, los jugadores por suerte no habían obedecido al técnico y comenzaron a jugar "a los pelotazos". El segundo se ganó con un gol en offside que el árbitro convalidó erróneamente.

Dominócampeón: Apenas y con suerte.

Los clásicos no se ganaban con suerte.

Setockr: Valen tres puntos también.

"No me digas" pensó. Ya no sabía que era menos soportable: si los periodistas que aún repitiendo frases hechas, al menos coincidían con él o Seto, que parecía más fan del técnico que del cuadro.

Dominócampeón: Ya sé. Pero estás todo el partido con la sensación de que nos van a convertir en cualquier momento.

Tradicionalmente, el hincha del C.A.D. se identificaba más con un fútbol aguerrido, de mucha marca y presión. El equipo se armaba de atrás hacia adelante, priorizando el cero en el arco propio. Cuando el equipo ganaba de atrás y en la hora, se decía que había ganado fiel a su historia. En cambio, los hinchas del D.F.C. tenían un paladar más exquisito. Se podía decir que les gustaba ver buen fútbol, y los goles producto de triangulaciones, toques y lujos se festejaban mucho más que un gol de córner. Quizás eso explicara por qué Seto tenía tanto entusiasmo con este nuevo entrenador. Pero Atem quería ganar. Siempre. Y como fuera.

Setockr: Yo tengo la sensación de que vamos a anotar en CADA minuto. Parece que vemos partidos distintos. Jaja.

Ese era otro punto que lo perturbaba. El equipo marraba muchos goles. Y en el fútbol había una frase que siempre se cumplía: goles errados son goles en contra.

Dominócampeón: No, deja. Con todos los goles que erramos me quiero matar. Y más cada vez que el tipo se pasea por cuanto programa hay diciendo que "tuvimos más chances de gol", que "llegamos más veces al área"... Sí, pero si ellos te llegan tres veces y hacen dos goles y nosotros de quince solo convertimos uno, acepta que algo no anda bien.

Sin dudas era un técnico muy particular. Como jugador también había dado de qué hablar...

Setockr: No hay caso, ¿no? Vamos a salir campeones, te lo aseguro.

Las chances de salir campeones para el D.F.C. eran mínimas, y aun ganando los cuatro partidos restantes dependía de otros resultados. Seto era un iluso. Confirmadísimo.

Dominócampeón: ¡Ojalá! Yo soy el primero en querer ser campeón.

Setockr: ¿Escuchaste la versión del himno en rock?

Atem se sorprendió del repentino cambio de tema, y más porque no sabía de qué hablaba.

Dominócampeón: No, ni idea. Pásame el enlace.

¿Qué himno? ¿El de Japón?

Setockr: No lo subí acá. Pero lo descargo luego y lo subo. Está de más. Yo ya me voy a desconectar.

Dominócampeón: Dale me voy a ayudar a descargar las cosas.

Atem cerró el celular pensando que debería proponerle apostar sobre si este técnico terminaba el campeonato o se hacía despedir antes.

 


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