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Draco's Plan por JennVilla

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Era la mañana de la primera prueba, y Draco se sentía súper nervioso.

Iba con Pansy y Blaise camino a las gradas del improvisado escenario que habían hechizado en el campo de Quidditch para ver a los campeones en esa mañana.

—Draco, deja de retorcer las manos. Te ves patético.

—Yo hago lo que se me dé la gana, Zabini.

— ¡Draco, contrólate! No tenemos por qué aguantar tus groserías, eso sí que no. Dinos de una vez si quieres que te acompañemos. —le reprendió Pansy.

Draco suspiró derrotado. Era cierto. Su frustración por el tema de Harry no tenía nada que ver con sus amigos. Y él no quería quedarse completamente solo. Vincent y Greg no contaban, ellos estarían con él hasta en el mismísimo infierno sólo por la buena relación de sus padres.

—Lo sé chicos. Olviden mis tonterías, hay una competencia que ver. —dijo Draco, alzando sus manos y sonriendo a sus amigos. Por suerte, ellos dejaron pasar su grosería.

—Y dragones. —aportó Blaise con mofa, sabiendo el terror que Draco les tenía.

—Cincuenta galeones a que me quedo toda la competición, sin correr de huida por verlos.

—Hecho. —aceptó el italiano.

—Yo también juego —dijo Pansy—, necesito dinero extra para mi chico.

— ¿Quién? —preguntó Draco, curioso.

—Déjala, Draco —Blaise sonrió—. Ella está embelesada con ese Ravenclaw —y en voz baja, agregó: —. Lo que ella no sabe es que él está embelesado por una de Beauxbatons.

Pobre chica. Draco pensó, mirando con lástima a la espalda de su amiga. Y él que pensaba que era el único desafortunado. Draco podía decir que ahora mismo se sentía con los ánimos de formar un club de Slytherin rechazados y no correspondidos en su amor. Su idea podía ser un poco dramática, pero viendo la situación…

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la persona que no salía de su mente en los últimos días. Y la culpable de su desdicha.

— ¡Hola, Draco! —le saludó Harry con una sonrisa. Luego miró en dirección a sus amigos e inclinó un poco la cabeza.

— ¡Potter! —Draco trató de pensar en un buen nombre para su club, mientras trataba a Harry con la mayor frialdad posible— ¿Qué te trae por aquí?

Harry hizo una mueca al escuchar su apellido.

— ¿Podemos hablar un momento? —titubeó.

—Claro —mirando a los dos Slytherin, dijo: —. Busquen los mejores lugares y tengan el mejor puesto para mí. —ordenó.

—A la orden, su Majestad. —ironizó Blaise, antes de pasar por un lado de ellos. Pansy le sonrió socarronamente a Draco, y siguió a Blaise. Sobre su hombro, dijo:

—Cuida de Draco, Potter.

Draco levantó una ceja en advertencia y dedicó toda su atención en Harry cuando ellos ya se habían ido.

—Draco... ¿Estás enojado conmigo?

—Para nada.

—Estás muy cortante —Harry le miró, tratando de resolver un misterio—. Anoche te fuiste y no me diste tiempo a hablar más y-

—Todo quedó dicho —Draco se cruzó de hombros y le miró fijamente—. ¿Algo más?

—Draco, ¿qué hice? —preguntó Harry, con los ojos brillantes.

Ah, ¿por qué era tan atractivo? ¿Por qué tenía que mirarle así? Eso no era justo para Draco, claro que no.

—Nada. Anda, vete y reúnete con Weasley y Granger. Despídete de ellos antes de que te incineren en el campo.

—Si eso pasa, antes quiero despedirme de ti. —Harry dijo firmemente.

El corazón de Draco se saltó un latido. ¿Por qué Harry tenía que decir esas cosas?

—Bueno, pues adiós. Te deseo una buena vida donde sea que vayas, después de morir.

Harry sonrió ampliamente y se abalanzó sobre Draco, apretándolo en un abrazo que Draco no demoró en corresponder y en disfrutar. No era su culpa ser tan débil. Y vaya que era afortunado al abrazar a un chico tan atractivo como Harry, quien con ese uniforme negro y rojo, estaba listo para enfrentar dragones.

—Deséame suerte, Draco. —dijo Harry en voz baja. Una voz íntima y cálida que estremeció a Draco.

—Buena suerte, Harry. Sé que no la necesitas pues eres un imbécil que suele salir bien parado de todo —Draco no pudo controlarse antes de darle un pequeño beso en el pelo a Harry. Un amigo no hacía eso, lo sabía. Pero es que se trataba de Harry, se excusó a sí mismo—. Concéntrate en lo que te enseñé y patéale el culo a ese dragón.

—Lo haré. —prometió Harry, separándose y un poco, y mirándole como le miraba en sus sueños. Draco se asustó.

No, seguramente eran alucinaciones.


Draco estaba seguro de que muy pronto iba a perder cincuenta Galeones.

Después de haber subido por las gradas al encuentro de sus amigos, se sentó junto a ellos e imploró a Salazar que le diera si no era valor, algo de dignidad para no salir corriendo en cuanto viera al primer dragón.

Pero luego tuvo que enorgullecerse de sí mismo. Krum, Delacour y Diggory ya habían competido, y aunque Draco estaba tan blanco como la nieve al ver a los dragones, se había mantenido en su puesto lo más dignamente que pudo, con las risas de Blaise y Pansy de fondo. Irónicamente, Vincent y Greg resultaron ser mejores amigos y llevaron mucho chocolate francés -los favoritos de Draco- para darle al rubio constantemente, como muestra de apoyo.

Y anunciaron a Harry.

Y Draco dejó de respirar.

— ¡Draco, Draco! ¡Sigue Potter! ¡Mira! Le toca con ese que tiene espinas. ¡Por las barbas de Merlín! ¡Draco!

—Maldita sea, cállate niña. —gritó Theo desde atrás.

—Tú no la callas. —se enfadó Blaise.

— ¡Draco, mira!

Draco no necesitaba que se lo dijeran pues sólo tenía ojos para Harry. Al pobre se le veía muy asustado, pero la mirada del Gryffindor enseguida cambió a una de fiereza y determinación. Harry dio un paso adelante y empezó a correr. El dragón no perdió el tiempo y lanzó una llamarada y Harry se salvó por los pelos al esconderse detrás de una roca.

Draco quería vomitar y se cubrió los ojos. ¡A la mierda la entereza de un Malfoy! Él no podía ver más.

— ¿Pansy, sientes ese delicioso olor a oro? ¡Tendremos cincuenta Galeones! —canturreó Blaise.

—Ni lo sueñes, Blaise. Aún no me he ido —Draco tuvo la suficiente entereza para hablar—. Ese era el trato. Y no me iré.

—Pero tienes que ver lo que pasa.

—Nunca acordamos nada de eso.

Los rugidos del dragón hacían encoger las entrañas de Draco. Luego de un rato, un grito se escuchó:

— ¡Accio Saeta de Fuego!

Draco soltó el aire y empezó a implorar piedad a Salazar.

—Sé que es un insufrible Gryffindor, pero no lo abandones, por favor...

La carcajada de Theo se dejó escuchar.

—Eres patético. —sentenció.

—Tú cállate, enclenque. —siseó Pansy defendiéndolo.

—Cállate tú, mocosa.

Draco seguía implorando, pero ahora a Merlín y a Circe.

Una algarabía se dejó escuchar. La mirada de Draco salió de su escondite y se encontró con un Harry Potter volando en una escoba y esquivando las llamas del dragón. Draco volvió a cubrirse.

—Draco, te estás perdiendo todo.

Él no supo quién le habló. Un ruido de cadenas y una ventisca y el dragón alzó el vuelo en pos de Harry. Y Draco se arrepintió de haber mirado.

—Potter es hombre muerto.

—Pobre chico.

Draco quería callarlos a todos con Imperdonables.

Silencio.

El campeón y el dragón no estaban en el campo. La tribuna de los Gryffindor estaba desesperada. Draco volvió a cubrirse.

Más silencio.

Un rugido ensordecedor. Gritos.

Harry venía volando con un enorme huevo dorado en su regazo. Draco no pudo dejar de ver cómo la punta de su uniforme ardía. Todos los espectadores gritaron pero Draco no tenía fuerzas para hacerles eco. Quería vomitar. Harry aterrizó y fue recibido por Pomfrey, Crouch y Dumbledore. El dragón sobrevoló el campo, furioso y Draco no aguantó más.

—Me voy.

—Espero mis cincuenta Galeones encima de mi baúl. —dijo Blaise en voz comedida.

—Ni lo sueñes, la competencia ya acabó. —sin decir más, Draco bajó las gradas en busca de Harry.


Lo encontró en una camilla. Estaba vivo, al menos. Granger y Weasley estaban a su lado. Weasley le gritaba totalmente emocionado y Granger lloraba mientras le acariciaba el pelo.

Y Harry miró en su dirección.

— ¡Draco! ¡Lo hice! —gritó Harry— ¡He conseguido el huevo! El huevo del dragón, quiero decir. Bueno, era una dragona. Muy furiosa y veloz. Casi me quemo el cu-

No pudo terminar porque Draco ya había llegado a su camilla y lo había abrazado. Enterrando la cabeza en el hueco de su cuello. Weasley dejó de gritar, Granger empezó a reír y Harry acarició el pelo de Draco con manos temblorosas.

—Gracias, Draco. —dijo en voz baja.

Draco no respondió.

Había ganado. Habían ganado.


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