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Draco's Plan por JennVilla

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Draco y Lucius se Aparecieron cerca a la entrada de Hogwarts. Draco maldijo mentalmente al estúpido que se le ocurrió prohibir la Aparición dentro del colegio.

Sin perder tiempo, los dos Malfoy se apresuraron en entrar, notando con alivio que la profunda oscuridad no estaba presente en el interior de Hogwarts.

—Podemos ir a la enfermería —dijo Draco, caminando con largas zancadas.

—Es obvio que Moody no lo llevaría allí, Draco —Lucius iba a la par con su hijo, con expresión determinada—. Tenemos que buscarlo en la sala del profesorado —Draco accedió con un asentimiento y ambos se encaminaron a destino rápidamente—. Pase lo que pase, Draco, tienes que evitar ponerte en peligro. No quiero que te pase algo.

—No te preocupes —Draco trató de tranquilizar a su padre—, sabré ponerme a salvo, papá. Y ahora que lo pienso, es mejor que tomemos rutas separadas; tú puedes ir a la sala común del personal, y yo iré al aula de DCAO… ¿Qué opinas?

Lucius suspiró y cerró los ojos por un momento, mientras continuaba su camino.

—Si necesitas ayuda, utiliza el anillo. No lo olvides. —dijo a regañadientes.

Draco asintió y dio la vuelta para empezar a correr hacia el aula de DCAO. Su corazón latía furiosamente y un miedo creciente hacía mella en su autocontrol. Cuando llegó a las puertas del aula, trató de serenarse mientras expulsaba el aire de manera controlada. Una voz se escuchó desde dentro.

— ¿Quién más estaba allí, Harry? —era la voz de Moody, definitivamente.

—Los mortífagos... llegaron los mortífagos… Sólo reconocí a Colagusano...

¡Harry! Draco contuvo un jadeo al identificar la voz de su chico, e intentó abrir la puerta. Estaba sellada.

— ¿Pettigrew? —continuó Moody.

—Sí... y luego nos batimos a-

— ¿Te batiste en duelo con el Señor Tenebroso?

—Sí, pero la varita... hizo algo sorprendente —la voz de Harry era débil—. La Muerte apareció y-

— ¿De qué estás hablando? —Moody parecía estar perdiendo la paciencia.

—Hubo una conexión... algo de fuego, no lo sé. Voldemort murió y...

Draco pudo oír cómo la voz de Harry temblaba y bajaba de volumen.

—Harry, muchacho, estás muy nervioso —arrulló Moody con voz tensa—. Bébete esto. Te sentirás mejor.

Draco oyó que una llave hurgaba en una cerradura y todos sus sentidos gritaron peligro. Intentó abrir la puerta nuevamente, mediante su propia fuerza, pero desistió, a fin de escuchar qué estaba tramando Moody. Cuando todo esto acabara –y todo acabaría bien, Draco estaba seguro-, cualquier información serviría para que ese asquerosos profesor se pudriera en Azkaban.

—Gracias, profesor, pero quisiera irme a descansar —a pesar del temblor, la voz de Harry sonaba cautelosa. Draco casi gimió por el alivio—. Quiero ir a la enfermería.

— ¡He dicho que te bebas esto, Potter! ¿No entiendes una simple orden?

Hubo un breve silencio y Draco temió que Harry estuviera bebiendo lo que sea que Moody le hubiera ofrecido. ¡Podría ser veneno! Draco, desesperado, empujó con su hombro la puerta.

—Señor, estoy muy cansado, de verdad. Podemos hablar más tarde.

—Pero, ¿cómo ha muerto el Señor Tenebroso? —rugió Moody— ¿Cómo explicas que él haya muerto y no tú? ¡Bébete esto ahora mismo, maldita sea!

Un ruido de sillas se hizo oír y luego un grito de dolor. Draco, sin pensarlo, sacó la varita y apuntó, desistiendo de esperar más.

— ¡Bombarda Maxima! —gritó.

La puerta del aula estalló en muchos pedazos, y Draco no dudó en entrar por la gran grieta. Lo primero que vio, fue a Harry caído en el suelo, retorciéndose de dolor.

— ¡Tú, maldita escoria! —gritó Moody poniéndose de pie y apuntándole con la varita; su cara estaba cambiando de forma grotescamente.

— ¡Petrificus Totalus!

— ¡Ossium Diffindo!

Los dos hechizos fueron gritados al tiempo, dejando a un Moody cayendo totalmente rígido al suelo y a Draco doblado sobre sus rodillas, conteniendo la sangre que brotaba escandalosamente de su pecho. No podía respirar y sentía sus costillas rotas.

— ¡Draco! ¡No!

Draco escuchó la voz débil de Harry antes de dejarse caer por completo, jadeando salvajemente en busca de aire. Harry apareció en su campo de visión con el rostro lleno de lágrimas. Draco intentó decir algo, pero su vista se estaba volviendo borrosa.

El cuerpo del profesor seguía petrificado, pero ya no tenía el aspecto del profesor Alastor Moody, como pudo notar Draco. Sus rasgos y cuerpo habían cambiado por los de un hombre más joven y delgado, y Draco, aún en medio de su agonía, comprendió que eran los efectos de una poción Multijugos.

Draco cerró los ojos, intentando calmarse y buscar aire. Sintió cómo Harry tomaba su mano suavemente.

—Resiste, Draco. Por favor, no vayas a dormirte. —rogó el Gryffindor con voz temblorosa.

Draco sintió que algo cerraba la herida en su pecho y cómo la sangre dejaba de fluir. Pero, aun así, se le dificultaba respirar. Draco buscó con la mirada a su novio, e intentó hablar.

—Shh… Luego hablaremos todo lo quieras, cariño. Resiste, Draco. Resiste por mí. —Harry estaba llorando. Los hermosos ojos verdes estaban empañados y Draco odió sus lágrimas. Odió su sufrimiento. Harry no se lo merecía.

—Intentaré hacer un Patronus... —Harry susurró nuevamente, mientras presionaba una mano contra una mejilla de Draco— No tengo fuerzas para llevarte, pero no te dejaré aquí, Draco.

Luego, tomando aire, Harry cerró los ojos en concentración. Un segundo después, apareció su Patronus. Seguramente era el bello y enorme ciervo de siempre, pero Draco sólo le veía las patas.

—Necesito... necesito ayuda, por favor —la voz de Harry temblaba—. Estoy en el aula de DCAO. Draco está-

Harry dejó de hablar cuando alguien irrumpió en el aula, respirando agitadamente.

— ¡Draco!

La voz de su padre casi hace llorar a Draco de alivio. Trató de tranquilizarse; si su padre estaba ahí, significaba que todo estaría bien. Harry se apartó un poco, escondiendo la cara entre las manos y el rostro más pálido de lo normal de Lucius, apareció en su campo de visión, mirándole con temor. Draco sintió cómo era levantado en los brazos de su padre y llevado afuera.

—Harry... —dijo, en voz inaudible.

—Black y Dumbledore están aquí, Dragón —dijo Lucius en voz baja y cariñosa—. No te preocupes.

— ¡Harry! —Draco se revolvió débilmente en su sitio, pero frenó sus movimientos al ver a Black, pasar por un lado suyo. Dumbledore iba detrás de él.

Los sonidos se alejaban mientras Lucius cargaba con él. Los amados ojos grises se encontraron con los de Draco.

—Todo estará bien, Draco. Lo juro.

Su padre nunca juraría en vano. Draco se permitió dejarse ir, cerrando los ojos.


Lo primero que vio Draco al despertar, fue el hermoso rostro de su madre mirándole fijamente. Sus ojos azules estaban enrojecidos y su perfecto cabello rubio estaba completamente suelto.

— ¡Mi Dragón! —gimió ella al ver a Draco despierto— Circe es generosa conmigo. —exclamó su madre mirando hacia el techo para luego sacar un pañuelo y limpiarse las pequeñas lágrimas que habían asomado en las esquinas de sus ojos.

—Ma-

—Shh... No hables, Draco. Y no te muevas; la curación aún no se ha completado. Tienes que quedarte quieto para que tus costillas se regeneren.

Draco hizo un gesto de confusión y su madre sonrió débilmente.

—Han pasado muchas cosas, Dragón. Pero no quiero fastidiarte con eso ahora.

—Pa-

—Te he dicho que no hables, Draco Lucius —amonestó la rubia—. Tu padre está bien, en problemas, pero bien —Draco alzó las cejas y Narcissa sonrió—. Podemos llamar a las acciones de tu padre como Justicia Poética, pero los Aurores se lo han tomado muy mal, y Lucius está en el Ministerio en este momento. Crouch ha quedado muy mal parado —Draco levantó aún más las cejas y la rubia le silenció anticipadamente con la mirada—. Eso lo hablaremos luego, Draco. Ahora cierra los ojos e intenta dormir.

—Ha-

Su madre puso un elegante dedo en los labios de Draco.

—Él está bien, Draco —sus ojos brillaban misteriosamente—. No te preocupes.

Narcissa retiró la mano, y se retocó levemente el cabello al escuchar que la medibruja ingresaba a la enfermería. Pomfrey se acercó a la cama de Draco e hizo un movimiento sobre su pecho con la varita.

—Los huesos están regenerándose limpiamente, joven Malfoy. Pronto saldrá de aquí. —con una última sonrisa, la medibruja se retiró hacia los almacenes de la enfermería.

Narcissa se puso de pie y se recompuso un poco el vestido. Luego miró a Draco y le sonrió alentadoramente.

—No tengo tiempo para preocuparme por cómo me veo, ya ves. Tengo suerte de que los estudiantes no estén ahora en Hogwarts, pues no tengo paciencia para miradas y preguntas molestas. Iré a buscar a Severus, no tardaré —dijo, recogiendo un pequeño bolso negro—. Tus amigos han dejado saludos y chocolates, y los he mandado a casa para que los disfrutes luego. Eso sí, Draco, con mesura. Recuerda que no puedes consumir tanto dulce.

Draco abrió la boca, pero su madre entrecerró los ojos amenazadoramente.

—No más preguntas ahora, Draco. Todo a su tiempo. Aprovecha y descansa antes de que todos esos ineptos te lleven a declarar al Ministerio.

Su madre se inclinó y dio un beso en la frente de Draco para luego dar la vuelta y retirarse. Cuando hubo salido, Draco suspiró, levantando su brazo lentamente para tocar su pecho, comprobando que ya no sentía dolor.

Bueno, era hora de ver a Harry. Draco no podría aguantar más.

Lentamente, Draco se levantó de la cama para evitar algún fastidioso mareo o que sus costillas volvieran a resentirse. El suelo de la enfermería estaba terriblemente frío, y Draco se preguntó cómo es que no tenían un hechizo de calefacción en una enfermería. Empezó a caminar lentamente pero ningún mareo o dolor apareció, así que se enderezó y caminó elegantemente y con decisión, sin importar que estuviera con una bata semitransparente.

Por fin pudo avistar a Harry en una cama con muchos regalos, tarjetas y dulces a sus pies. Estaba dormido y sus labios estaban entreabiertos.

Draco se acercó a su cama y ocupó la silla blanca que estaba a su lado. La cara de Harry tenía un color saludable, y su pelo negro estaba más despeinado que de costumbre. El pecho de Draco se calentó y no pudo evitar acariciarle.

Los ojos de Harry se abrieron lentamente, parpadeando a la luz de la ventana. Cuando reconoció a Draco, Harry se levantó como resorte y le abrazó apretadamente. Draco se alegró de que ya no sintiera dolor para así poder disfrutar de la cercanía de Harry.

— ¡Draco, me alegro tanto que estés vivo! —exclamó Harry con una enorme sonrisa— Te extrañé mucho... Pomfrey estuvo contigo toda la noche y... pensé que no podrías...

—Cállate y bésame, idiota —dijo Draco con la voz ahogada, inclinando la cabeza hacia la cara de Harry y recibiendo un pequeño beso por su parte—. Sólo fue un hechizo. ¿Cómo te sientes tú? ¿Qué fue lo que pasó en la prueba? ¿Qué quería Moody?

Harry rio.

—Son muchas preguntas, Draco. Podremos hablar de eso después. ¿Tú cómo estás?

—Estoy bien, ya no me duele. ¡Pero dime cómo estás tú!

—Creo que me fue mejor que a ti. Sólo que ahora estoy cansado; la pierna aún duele pero ya el daño es mínimo.

— ¿La pierna? ¿Qué te pasó en ella? —gritó Draco— ¿Y dices que te fue mejor que a mí? —bufó— Según recuerdo, cuando irrumpí en esa aula, tú estabas en el suelo. ¡Moody te había lanzado un crucio, por Merlín!

—Bueno, no es que como si hubiese sido el único crucio. —murmuró Harry, mirando en otra dirección. Draco tragó saliva.

— ¿Lo ves, Harry? —Draco suspiró y se inclinó para besar a Harry lentamente, disfrutando de lo que tanto había extrañado— Tuve mucho miedo, Harry. Cuando te vi inconsciente, pensé que estabas... muerto y no-

—Ya ves que no. Estoy vivito y coleando —Harry le interrumpió y sonrió, acomodándose mejor en la cama para hacerle lugar a Draco—. Siéntate aquí y hazme compañía. Supongo que pronto tengo que irme; Dumbledore ha atrasado lo más posible todas las preguntas que la gente tiene por hacerme. Más sin embargo, he decidido que hablaré sólo si estoy con Cedric… No quiero que nos interroguen por aparte.

— ¿Por qué? —preguntó Draco cuando ya estuvo acomodado junto a Harry.

—Cedric... —Harry se detuvo y tragó saliva— Cedric está muy mal, Draco. Y yo sé que pueden aprovecharse de eso para confundirle y hacerle pasar un mal rato.

— ¿Ha quedado loco? —cuestionó Draco suspirando feliz por la cercanía de Harry.

Harry le dio un golpecito cariñoso.

—No hables tan a la ligera sobre eso, Draco. Él está bien de la cabeza… Lo que pasó fue que perdió un brazo.

— ¿Un brazo?

—Sí... —Harry suspiró— Oh Draco, tengo tanto que contarte, pero creo que aún ni yo me lo creo. Lo único que me lo confirma es lo que le pasó a Cedric. Su brazo se secó; se volvió gris y... y tuvieron que amputárselo —Harry se estremeció—. Al parecer esa sequedad se estaba extendiendo al pecho.

—Lo siento mucho, de verdad. —Draco dijo. Y era verdad. Él no era alguien tan bárbaro como para que algo así, le diera igual.

—Lo sé —Harry sonrió un poco y se acercó más a Draco. Se quedaron un rato en silencio. Con las manos entrelazadas y dándose pequeños besos y caricias. Harry volvió a suspirar movió la cabeza para mirar fijamente a Draco—. Te quiero, Draco. Ya es momento de que seamos felices y estemos en paz. Nos lo merecemos.

—Pero-

—Voldemort no está, Draco. Ya no más.

La boca de Draco se abrió imposiblemente.

— ¿Qué?

Harry sonrió y repartió besos por toda la cara de Draco para luego acabar en sus labios, besándole largamente, quitándole el aire y el raciocinio.

—Luego te cuento. ¿Puedes dormir aquí conmigo?

Draco jadeó antes de decir:

—Eso es lo que haré de ahora en adelante.


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