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Draco's Plan por JennVilla

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Draco podía decir que se encontraba en una de las situaciones más bizarras de su vida, mientras estaba sentado junto a Harry Potter frente al Lago.

Habían llegado más de veinte minutos atrás, y Potter aún no le decía nada. Sólo se limitaba a mirar hacia el lago y jugar con la hierba entre sus dedos.

Draco no era desagradecido, para nada. Él apreciaba estar ahí con Potter... así, cerca de él sin mediar insultos o hechizos. Pero no podía negar que se estaba sintiendo incómodo, algo le decía que se estaba perdiendo de algo con él, y lo que más le frustraba, era no entender qué.

Cuando se habían encontrado, Potter le había saludado titubeante y le había pedido que lo acompañara al roble que estaba junto al lago.
Draco, en su ingenuidad de chico enamorado, había imaginado que Potter quería un sitio a solas para declarársele, pero tuvo que reaccionar y seguirlo sin dejar anticipar nada en sus expresiones.

Todo ese rato lo habían pasado en silencio y Draco no había pensado en romperlo.

¡Fue Potter el que lo citó! ¡Él era el que tenía que hablar!

Pero el Gryffindor estaba muy tranquilo en su mutismo y no se le veía intención de mencionar algo.

Draco, decidiendo que ya era suficiente habló:

—Potter, soy consciente de que el estar junto a mí, sea un aliciente para tu satisfacción y te veas en ese estado de éxtasis que te lleva a no querer decir nada. Pero, sinceramente y con toda la vergüenza del mundo, debo decirte que es mejor que regreses al mundo de los vivos y digas lo que tengas que decir. No he podido desayunar bien y ya tengo fatiga.

Sin mirarlo, el otro respondió:

—Esperaba que hubieras hecho lo que tenías que hacer para que pudiéramos hablar tranquilos.

— ¿Hablar? Ya me dirás tú cuando quieres empezar. Y para tu información, mi digestión es delicada, así que no puedo estar comiendo un desayuno completo tan temprano.

Potter guardó silencio un momento para luego suspirar y mirar a Draco fijamente:

—Lo que me dijiste en la biblioteca, ¿era cierto?

—Te dije muchas cosas, Potter.

— ¿Me crees cuando digo que no tuve nada que ver con el Cáliz? —preguntó él directamente.

Draco esperó un momento para poder escoger bien sus palabras.

—No es cuestión de creerte, Potter. Sólo es sentido común.

—Ah. —su voz tenía un tinte de decepción.

—Anda, Potter, no es para tanto. Eso no lo digo en mi caso. No eres tan estúpido como para mentir sobre eso.

Los ojos de Potter brillaron por un momento, robándole el aliento a Draco.

—Pues me alegra oír eso, ¿sabes? Y más si es de tu parte. Te considero una persona totalmente inteligente y... aprecio tu opinión. Bueno, ya sabes... esto... yo quería agradecerte y... sí.

Draco adoraba la elocuencia de Potter. Y ese pequeño halago que le había hecho el azabache, caló hondo en su corazón.

—Eso ya lo sabía, Potter.

Potter sonrió un poco, para luego carraspear.

—También quería decirte que tienes razón en lo último que me dijiste. Parecemos tontos.

—Tú lo eres.

—Ambos, Malfoy. —dijo él riéndose.

Draco no pudo reprimir su sonrisa.

—Sería genial que dejáramos de comportarnos como niños —continuó Potter—, es decir, me refiero a que... bueno, tú y yo deberíamos aprovechar el tiempo, ya sabes.

—Ah, Potter, ¿tan pronto me estás haciendo esa clase de propuestas? ¿No tienes un Torneo en el cual pensar?

Potter rio avergonzado y le dio un golpe amistoso.

—Quiero decir que me gustaría que tú y yo tuviéramos una tregua, ¿sabes?

— ¿Y luego me llevarás a la cama? —Draco medio bromeó.

— ¡Malfoy, por amor a Merlín! ¿Sólo piensas en eso? —Potter le miró fijamente.

Una profunda carcajada brotó de la garganta de Draco y la de Potter se le unió enseguida.

—Te estoy hablando en serio.

—Lo sé, Potter —y con voz baja añadió: —. A mí también me gustaría.

Draco no supo describir la expresión que cruzó por la cara de Potter.

— ¡Muy bien! Es otra oportunidad que no puedo perder. Desde lejos he aprendido a conocerte mejor. Incluso Sirius me habla de lo que hace tu padre por la Orden, así que confío en ti.

—Me siento utilizado. —gimió Draco dramáticamente.

— ¡No! No me refiero a eso... Es que-

—Ya déjalo, Potter. Te va a dar algo. —rio Draco.

De repente, Potter se puso de pie, asustando un poco a Draco, y extendiendo primero su mano izquierda para luego cambiarla rápidamente a la derecha, dijo afectadamente:

— ¡Hola! Soy Harry, Harry Potter. Mucho gusto. ¿Quieres ser mi amigo?

Draco, todavía conservando un poco de su autocontrol para evitar lanzarse al cuello del Gryffindor, se puso de pie y extendió elegantemente su mano, aceptando la de Potter:

—Soy Draco Malfoy, mucho gusto —le siguió el juego—. Y respecto a lo otro... mmm Me lo pensaré. Es muy pronto para que salgamos juntos.

Potter le miró confundido por un momento, para luego cambiar su expresión por una socarrona. Sonrió, y haló de Draco por un brazo hacia sí mismo, y le dijo con voz lenta y suave:

— ¿Tan necesitado estás, Draco?

El oír cómo Potter -no, no Potter- Harry decía su nombre por primera vez y de esa forma, envió escalofríos por todo su cuerpo.

—No necesitas saber eso, Harry.

Potter rio y soltó su agarre.

—No tienes remedio. Ya que estamos, podemos ir a desayunar juntos, ¿qué te parece?

—Tú ya desayunaste. —Draco tenía que hacerse un poco el difícil.

—Bueno, pero soy un buen amigo, y te acompañaré a desayunar ahora.

— ¡Está bien! —Draco fingió un suspiro exasperado— Pero ten un poco de modales o te hechizo el trasero.

Nah, lo importante es que la comida entre en tu boca, ¿no?

Draco pudo ver que en todo ese momento, los hermosos ojos de Harry estaban brillando con emoción. Cosa que no había pasado en los días anteriores por culpa de esa Comadreja. Lo odió más que antes por eso y se alegró por hacer que Harry fuera el mismo de antes. ¡Qué feliz se sentía!

Eww, no quiero que me vean sentado a la mesa contigo, troglodita.

Otra carcajada de Harry inundó el ambiente.

—Vamos, ya escucho tu estómago rugir como león, y eso es raro, viniendo de una serpiente. —Harry se rio solo de su propio chiste.

—A veces creo que tienes el sentido del humor en el culo, Potter. —sonrió Draco.

Cuando ya estaban frente a las grandes puertas, Harry se giró hacia él, mirándole inseguro.

— ¿De verdad somos amigos?

Draco se exigió a sí mismo no buscar en ese preciso momento a Weasley y matarlo.

—Lo somos, Harry. —dijo de la manera más convincente que fue capaz.

La amplia y sincera sonrisa de su nuevo amigo fue el mejor regalo que Draco hubiera recibido en su vida.


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