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Draco's Plan por JennVilla

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—Eres un tonto, pero así me gustas. Ya no puedo remediarlo. —se lamentó Draco.

Harry rio, mientras se acomodaba en el regazo de Draco. Ambos estaban en el aula de siempre; las emociones de la mañana les habían hecho olvidar cualquier intento de sesión de besuqueo, y ahora se encontraban acomodados en un pequeño sillón verde. Draco había recordado que era mago, y con un encantamiento reductor, había logrado traer con él, uno de los mejores sillones de su Sala Común.

—Querrás decir, que aun así me quieres. —dijo Harry, casi ronroneando mientras se pegaba más a Draco.

— ¿Has escuchado alguna vez algo sobre espacio personal, Potter? —se quejó Draco, sin mucha resistencia— No quisiera desacomodarte, pero me estás asfixiando.

—No me importa —Harry sonrió—. Además de que entre novios no existe eso de espacio personal, por lo que yo sé.

Draco rio sin objetar nada.

— ¿Draco? —Harry volvió a hablar, después de un momento.

— ¿Sí?

—Bueno, me preguntaba… si tú… eh-

—Suéltalo, Potty.

— ¿Viste cómo las branquialgas me ayudaron? —dijo Harry rápidamente.

Draco supo que eso no era lo que había querido preguntar Harry en un principio. Aun así, lo dejó pasar.

—Sí. —dijo a regañadientes.

—Y tú que no confiabas en mi criterio. —la sonrisa socarrona de Harry, irritó a Draco.

—No confío en Moody. Eso es todo. —se defendió. Harry le besó en la mejilla.

—No pienses más en él, Draco. Ya Dumbledore lo puso en su sitio, así que no creo que nos moleste de nuevo.

—Eso espero —Draco entrecerró los ojos—. Aún me duele el trasero.

Los ojos de Harry brillaron con diversión.

—Lo más importante es que aún lo conservas. —susurró. Los dos rieron y se abrazaron aún más, disfrutando del calor corporal del otro.

—Creo que tu piedra en verdad me dio suerte. —soltó Harry después de otro par de arrumacos.

— ¿Ah sí?

— ¡Claro! O si no, las sirenas me hubiesen matado —Harry rio—. Ya te dije que yo quería liberar a Hermione también, pero ellas decían que sólo podía liberar a uno.

—Y no te contentaste con eso, ¿eh?

—Pues no —Harry se encogió de hombros—. Fleur Delacour no estaba por allí, y esa chica seguía atrapada. Yo creí que en verdad pasada la hora, iba a morir. Ya ves, casi me muero yo por sacarla a ella y a Ron.

—Ya lo dije antes, eres un tonto. —Draco rio.

—Cállate y dame mi premio.

— ¿Premio? —Draco le miró confundido.

Harry asintió, para luego bajar su cabeza y recorrer el cuello de Draco a besos. El rubio suspiró feliz, mientras facilitaba el trabajo de su novio al erguir el cuello e inclinar la cabeza hacia atrás. Con ambas manos, rodeó los costados de Harry, introduciéndolas bajo la túnica y acariciándole lentamente por encima de la camisa, sintiendo un leve estremecimiento en el cuerpo contrario. Harry iba dejando pequeños besos húmedos por todo su cuello, intercalándolos con suaves mordiscos. Draco se acomodó mejor en el sillón haciendo que Harry quedará a horcajadas sobre él.

—Qué conveniente, ¿no? —dijo Harry con una sonrisa.

—Tú sigue con lo tuyo. —demandó Draco.

Harry sonrió nuevamente y le dio un pequeño beso en los labios, para luego pasar a desabrochar su camisa, ignorando la corbata. Draco observaba todo con fascinación, y se congratulaba por haber dejado la túnica en su habitación, haciendo más fácil la misión del azabache. Los dedos de Harry temblaban un poco, entorpeciendo sus movimientos, pero Draco ni siquiera reparó mucho en eso, pues el peso de Harry en sus piernas le desconcentraba de cualquier otra cosa que no fuera... oh dios. Harry se había movido y ahora su trasero... oh, dulce infierno.

—Harry...

— ¿Mmm? —Harry ya había tenido éxito con la camisa, y ahora se encontraba dando ligeros besitos en el pecho de Draco, bajando tentativamente a sus pezones, en una posición, a opinión de Draco, muy incómoda. Harry volvió a moverse y Draco gimió con angustia.

—Harry, no…

— ¿No te gusta? —murmuró Harry, sin prestar mucha atención a sus palabras. Estaba muy concentrado en lamer y besar cada porción de piel del pálido pecho. Rodeó a Draco de manera que sus piernas le apretaban más y sus entrepiernas chocaban.

Draco puso los ojos en blanco por puro placer y dejó caer su cabeza en la parte posterior del hombro de Harry. El Gryffindor ahora utilizaba sus manos para acariciarle, formando círculos perezosos con sus dedos y tanteando la pretina de su pantalón. Draco sofocó un gemido y trató de empujarlo, claro que no contaba con que lo que hacía su cuerpo, era todo lo contrario.

Harry sonrió socarrón, y se aventuró a pasar la lengua por uno de sus pezones. Draco levantó su cabeza rápidamente, con la respiración agitada, e inconscientemente llevó sus manos hacia adelante, acunando el trasero de Harry y empujándole más hacia él.

Harry jadeó.

—Oh, Draco. Tú... tú estás-

Harry cortó sus palabras y movió sus caderas, provocando que la naciente erección de Draco, rozara su trasero. Los dos chicos sisearon y se movieron al tiempo para conseguir nuevamente esa increíble sensación. Draco, ansioso, vio cómo el bulto en los pantalones de Harry crecía a la par que el suyo.

—Harry, déjame-

El azabache le puso un dedo en los labios y siguió meneando sus caderas, frotándose con la pelvis de Draco y sacándoles a ambos, jadeos desesperados. Draco llevó sus manos hacia la entrepierna de Harry para proceder a desabrocharle el pantalón, y Harry, viendo sus intenciones, le imitó de manera torpe y temblorosa.

Volvieron a besarse con fogosidad, pero fueron interrumpidos por una suave corriente de aire. Se separaron jadeando para ver cómo una figura de luz plateada se acercaba Harry.

— ¿Q-qué es eso? —tartamudeó Draco, aún con las manos en el cierre del pantalón de Harry.

—Es un patronus. —jadeó Harry.

— ¡Eso lo sé, idiota! Lo que quiero decir es que-

—Se parece al Fénix de Dumbledore. —la expresión de Harry había cambiado.

Draco vio cómo el supuesto Fénix, aún en forma de patronus, les daba una mirada suspicaz. De pronto, la voz de Dumbledore de él. Draco se apresuró a mirar por si de pronto el pájaro movía el pico.

Harry, soy Albus. Seguramente no has visto algo parecido a esto, ya que es una especie de patronus mensajero. Necesito que vengas lo más pronto posible a mi Despacho. Sirius te espera.

El Fénix desapareció, como la excitación de Draco y Harry.

—L-lo siento, Draco. Debo irme... Seguramente le pasó algo a Sirius. —a pesar de todo, Harry no se movió de su sitio.

— ¿Qué crees que le va a pasar a él, si vive con mis padres? —Draco refunfuñó.

—Oh, sí, lo había olvidado —Harry sonrió con timidez—. Bueno, de todas formas, Dumbledore me ha dicho que no me demore.

Draco chasqueó la lengua.

—Quédate aquí conmigo. —dijo, pasando las manos por la espalda de Harry y bajándolas lentamente hasta el delicioso trasero.

—Draco, no hagas eso. —la voz de Harry trató de sonar firme. Draco se rindió y suspiró, apoyando la cabeza en el pecho de Harry.

—Tuvimos suerte de que nos interrumpieran. —dijo, en voz baja.

— ¿Eh? ¿Por qué lo dices? —Harry lo miraba con confusión.

—Porque así es, Harry. Parecíamos salvajes y no estábamos pensando claramente —y acunando la cara de Harry en sus manos, Draco continuó: —. No quiero decir que es muy pronto, pero es mejor que por ahora nos contentemos con menos. Además, cuando sea que pase, quiero a un Harry relajado y sin la carga de un Torneo encima. ¿Te parece?

— ¡De eso se trata, Draco! —Harry exclamó, haciendo reír a Draco— ¡Tienes que relajarme para hacerme olvidar del Torneo!

—No creo que esa sea la forma, leoncito. No por ahora.

Harry le miró con gesto culpable.

— ¿No te gustó? Quiero decir… ¿Soy malo en... en esto?

Draco puso los ojos en blanco, y le besó bruscamente en los labios.

—No digas eso. Eres... eres el mejor afrodisíaco, Harry —Draco le miró fijamente—. Me pones mucho… me gustas muchísimo. Eres una delicia y me cuesta contenerme contigo —Harry sonrió muy a su pesar, con un leve sonrojo en las mejillas—. Pero quiero que sea especial —continuó Draco—. Quiero que sea diferente, Harry. Porque eres muy importante para mí.

Harry le besó, después de sonreír abiertamente.

— ¿Entonces quieres que sea en una cama con rosas y velas? —se burló.

—Tampoco te creas tan importante, Potter —Draco levantó una ceja con superioridad—. Ese momento especial puede ser contra una pared de un pasillo, si así tiene que suceder.

—Acabas con el romanticismo. —Harry rio.

—Y tú con mi paciencia —Draco sonrió—. Ahora quítate antes de que me retracte.

Harry rio y se bajó del regazo de Draco para acomodarse sus ropas. Draco se puso de pie y procedió a arreglarse.

—Eres un distractor muy fuerte —comentó Harry—. Si Dumbledore o Sirius me dicen algo, tú te verás en problemas.

—No les tengo miedo —Draco levantó el mentón—. Contaré hasta tres, Potter. Si aún sigues aquí cuando termine, ni sueñes con que saldrás de nuevo. No sin una buena incomodidad en tu trasero.

— ¿Y quién te asegura que será así? —Harry alzó una ceja, retadoramente.

Uno... —empezó Draco, con una sonrisa depredadora.

Harry se cruzó de brazos.

Dos...

Harry fingió aburrimiento y bostezó.

Tres. —susurró Draco, corriendo hacia Harry. El azabache tenía más ventaja y con una última carcajada, salió corriendo por la puerta del aula.


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