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Physical por jotaceh

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Enrique VI:

 

Lo vi caer a mi lado y no entendí por qué. ¿En qué momento comenzó a vigilarnos? ¿Por qué se metió en medio si sabía que saldría herido?

-¿Estás bien? –me preguntó Tomás antes de desmayarse.

Hugo Neumann lo conocía, sabía que era el hijo de Patricia y por eso huyó como si fuera un maldito fantasma. Nos dejó ahí, tirados en el suelo por su propia culpa y nada le importó. Tampoco es que yo sea un héroe o algo por el estilo, pero si veo que un inocente está muriendo, intentaría ayudarle.

Logré salir de la impresión y llamé una ambulancia, el gordo se estaba desangrando y todo porque... porque quiso protegerme.

Está bien, soy una mierda de persona, lo he utilizado y le he tratado horrible, nunca me ha importado y he llegado a vomitar cuando me ha besado, pero verle ahí, a punto de morir porque se ha enamorado de mí, realmente me partió el corazón. Podrán pensar que no tengo sentimientos, que hubiera sido capaz de dejarle ahí a su suerte, tan solo que no es así. Me preocupé mucho, porque la persona que me salvó la vida fue la misma a la cual yo intenté destruir, a quien utilicé como a un vil títere. Supongo que necesitaba una impresión de ese tamaño para comprender mejor lo mierda que he sido.

-Lo llevaremos a quirófano para estabilizarlo. Desde este punto no puede seguir, le ruego espere en la sala hasta que salga el doctor –me dijo la enfermera mientras veía a Tomás desaparecer entre interminables pasillos.

Solo en ese momento me di cuenta que debía avisarle a Patricia. Sabía que no le agradaría el hecho que le haya desobedecido, que me haya acercado a su hijo después de lo sucedido con mis amigos. Me armé de valor y marqué su número.

-¿Qué le hiciste? ¿Por qué está en la clínica? –fue lo primero que gritó tras contarle lo sucedido.

-Pregúntale a tu amante. Él fue quién le disparó –

Me cortó y al rato llegó acompañada de esa tipa, de esa delincuente que me cortó con una navaja la mejilla.

-¿Qué haces tú aquí? –la encaré, temiendo que quisiera hacerme daño de nuevo.

-Estoy aquí porque mi mejor amigo está herido y me preocupo por él. Y será mejor que tú te vayas luego si no quieres que te corte el otro lado de tu asqueroso rostro, hijo de puta –

-Celeste no volverá a lastimarte, pero sí debes irte. Ya le has hecho mucho daño a Tomás –intervino Patricia, quien me veía nuevamente con asco, como si todo fuera mi culpa.

-Fue el senador ese con el que te acuestas el que quería matarme, y tu hijo se interpuso para salvarme –

-Eso no es algo que tengas que investigar tú. ¿Me entiendes? Tú no tienes nada más que hacer aquí. Por favor vete, antes que tenga que hacer un escándalo –

No quise seguir causándole más problemas, supongo que ya todo se había terminado entre nosotros, algo que nunca existió verdaderamente, porque todo fue una invención. Era hora de ser realista, de aceptar que he vivido una mentira y que desde ahora debo comenzar todo desde cero.

Me dolió el pecho marcharme esa noche, quizás por sentirme culpable, o tal vez por saber que todo se había terminado para siempre, que ese era el adiós definitivo a mis anhelos con Patricia. Creo que una parte de mi infancia murió en ese momento, una pena de amor debe hacerte madurar o algo así.

Llegué a mi departamento destruido, me tiré en la cama y miré fijamente el techo. Estaba cansado, pero mis preocupaciones hacían que no me diera sueño. Me quedé así por horas, mientras mi cabeza era bombardeada por mil imágenes entre reales y ficticias, conjeturas dignas de un loco.

Esperaba que sonara mi teléfono en algún momento, o que llamaran a mi puerta, más que mal fui testigo de un intento de asesinato, tan solo que eso nunca sucedió. Estuve dos días en vela, sin poder dormir, esperando el momento de la verdad, el que nunca llegó. Al final me resigné y es que comprendí que todo había sido ocultado, que ese senador tiene el poder suficiente como para silenciar lo que hizo y nadie investigaría el disparo que hirió a Tomás. Su mamá tampoco denunciaría a nadie, porque no querría dañar a su benefactor.

¿Y yo qué podría hacer? Si no soy más que un estúpido jovencito que solo sabe hacer ejercicios, nunca podría ganarles.

Me resigné, y por eso, otro tipo de pensamiento me atormentaron. La preocupación pasó de Patricia hacia su hijo. ¿Cómo podría pagarle por todo lo que le he hecho? ¿Acaso podría redimirme en algún momento? Me sentía vil, un ser asqueroso. Fue como si hubiera abierto los ojos después de estar ciego por mucho tiempo.

Debía actuar, no podía seguir encerrado en mi departamento, sintiéndome miserable, me terminaría volviendo loco. Por eso, aunque sabía que no debía, volví a la clínica, decidido a hablar con Tomás para pedirle disculpas y contarle toda la verdad, si tenía la oportunidad. No sabía cómo había resultado su operación, por lo que mi corazón palpitaba sin control mientras conducía hacía allá, temeroso de enterarme que el chico había muerto.

Llegué hasta la sala de espera y con lo primero que me encuentro, es con el rostro descompuesto de esa tal Celeste, la misma que me había atacado. Corrió para detenerme, para impedir que viera a su amigo.

-¿Qué haces aquí, hijo de puta? Ya te dijimos que te fueras –

-Quiero hablar con Tomás, necesito pedirle disculpas por todo lo que le hice –

-¿Ahora que casi muere por tu culpa te das cuenta lo cruel que has sido? Por favor, ya es muy tarde. Será mejor que te vayas, él no ha despertado aún y no quiero que lo primera que vea sea el malnacido que lo violó –

-¡Nunca fue mi intención! Pero sé que ha sufrido mucho por mi culpa, y por eso, quiero que sepa que me arrepiento y que estoy dispuesto a hacer todo lo posible con tal de remediarlo – me alteré, estaba nervioso y sin querer grité. Todos en la sala me observaron extrañados.

-Ni, aunque volvieras a nacer, podrías hacerlo... Así que será mejor que te vayas de aquí, antes que esta vez te corte las dos bolas que te sobran de aquí abajo –no me di cuenta cuándo, pero sacó su navaja y la puso cerca de mi entrepierna, amenazándome con cortarme ahí.

No quería que me volviera a atacar, por lo que tuve que irme. En serio esa perra es de temer, es como si fuera un sicario o algo peor. Sin embargo, no me voy a quedar con los brazos cruzados. Me esforcé mucho para aprovecharme de Tomás y ahora que he comprendido mi error, usaré el mismo entusiasmo para redimirme con el pobre gordo. Prometo que lo sacaré de esa mierda de vida en la que Patricia lo tiene metido. Ya no babearé como un niñito por ella, ahora se ha convertido en el enemigo al cual debo destruir, porque por fin he abierto los ojos y comprendo la realidad. 

 


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