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Physical por jotaceh

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Marcelo I

 

El principio de máxima eficacia y la flexibilidad son los aspectos que más desarrollo en mi vida. Desde que conocí el Judo cuando era un niño, he cambiado demasiado y debo reconocer que ha sido para mejor. Tal vez mi vida no es perfecta, pero no lucho contra una fuerza que me podría derribar, ni siquiera con la energía magnética que despide Patricia de la Fuente, la mujer a quien amo desde que soy un niño.

Recuerdo haberla visto por primera vez en la televisión, en uno de esos programas de modas que tanto le gustaban a mi mamá. En ese momento me quedé embobado mirándola, contemplando su perfección. Y fue así como ella guió mi vida, como me percaté que era un crío, un bebito sin experiencia ni madurez, que jamás podría estar a su altura. Tal vez por esa razón comencé con el Judo, aunque no debo negar que ha sido la mejor decisión que he tomado. Ahora soy alguien mucho más centrado, disciplinado y maduro, la mano derecha de la mujer a quien amo y el único que puede darle cierta estabilidad. Sin contar a su secretaria y mejor amiga, Berna.

Soy Marcelo Bontempi, tengo veinticuatro años, soy abogado de profesión, aunque me desempeño como profesor de Judo en el reconocido Physical, y estoy perdidamente enamorado de la mujer más hermosa del mundo. Podría volver mi sueño realidad, de eso estoy seguro, tan solo que no soy el único que está interesado en ella.

-¿Por qué contrataste a Enrique? Es un pendejo ridículo que apenas puede controlar el pito - le pregunto usualmente a Patricia.

-Es un buen profesional y atrae a muchos clientes, ¿no crees que es suficiente? - todo es un negocio.

Intento soportar a ese cretino, aunque debo reconocer que siempre estoy a punto de colapsar, sin embargo, no puedo sucumbir ante su fuerza, debo cultivar el respeto y la cortesía, para poder lograr la prosperidad mutua y con ello, la felicidad.

Todo parecía estar tranquilo, aconsejaba a Patricia como de costumbre, Enrique le daba problemas, y ella seguía siendo una diosa. Tan solo que todo cambió cuando llegó aquel muchacho.

-No, yo... yo no quiero inscribirme... yo... bueno... soy hijo de Patricia de la Fuente... ¿me pueden llevar con ella? - dijo el regordete.

No debo ser superficial, intento que eso no sea un tema en mi vida, tan solo que... ¡Mierda! Las cosas se colocan difíciles cuando ves a ese chico. ¿Cómo puede salir a la calle viéndose así? Está obeso, su piel es un desastre producto del acné y los vellos, y eso coronado por los anteojos tan gruesos que lleva. Ah, y se me olvidaba el problema del que te das cuenta solo cuando te acercas, y es que apesta. ¿No se baña?

Y lo peor, es que resultó ser el hijo de Patricia. ¿Cómo? Nunca dijo nada sobre él, sabía que estuvo casada y que su matrimonio no funcionó, pero nunca mencionó a un hijo. ¿Por qué lo ocultó? Lo primero que se me viene a la cabeza es que es por vergüenza, que no quería aceptar que era feo, y eso me entristeció. ¿Acaso mi amada podría ser tan cruel?

No sabía qué decir al conocer a Tomás, me había quedado anonadado, al igual que todos quienes lo rodeaban y le miraban de pies a cabeza.

De pronto, escuché como el sonido de uno tacones se acercaba a nosotros. La madre caminaba sin comprender qué había hecho tanto escándalo.

-¿Qué sucede aquí? ¿Quién es éste? - preguntó sin siquiera darse cuenta que se trataba de su hijo.

-Am, bueno... Yo... Vengo del sur... Soy hijo de Pedro Sotomayor... Am, yo soy Tomás... Tu hijo- pronunció el regordete.

Y no había terminado de escuchar el nombre del chico, cuando Patricia se desmayó por la conmoción.

-¿Por qué le dices eso tan de golpe? Debió ser un gran susto para ella - le reclamó Enrique el gordo.

-Pero... Pero... Si solo dije la verdad - el pobre no sabía qué decir.

Llevamos a la castaña hasta su despacho, la recostamos en el sofá y esperamos a que despertara. Nos llevamos a Tomás y es que todos le veían con extrañeza.

-Ay, chicos... Tuve una pesadilla. Soñé que era madre de Godzilla. ¡Ah! ¡No! ¡Sáquenlo de aquí! - gritó al despertar y ver que su hijo estaba allí. Todo era real.

-Paty, es Tomasito ¿no lo recuerdas? Es tu único hijo, de cuando te casaste con Pedro - le recordó Berna, la cuarentona de melena negra que siempre está detrás de ella como si fuera su sombra.

-No me recuerdes a ese hijo de puta.. - nunca le había escuchado decir una grosería. ¿Tanto odio le tiene a su ex esposo? Solo en ese momento me percaté que nunca antes había hablado de él y de su pasado.

-Dime niño, ¿a qué has venido? - se dirigió la secretaria al muchacho.

-Mi papá  está enamorado y se va a casar, así es que he decidido que ahora quiero vivir con mi mamá -

-¿Se va a casar? ¿Quiere volver a hacer infeliz a otra mujer? ¡Qué sinvergüenza! - mi amada estaba fuera de compostura como nunca antes la había visto.

-Am, bueno... Él no es mala persona... Am, bueno... Yo quería saber si me vas a recibir en tu casa o no, porque tengo mucha hambre... ¿Tendrás cereal de chocolate? Es que me quiero comer un tazón... O dos... Mejor si tienes dos cajas, a veces me da un poco de ansiedad cuando conozco gente nueva. Como cuando entré al taller de Animé, no conocía a nadie ahí, porque sólo tengo una amiga, que se llama Celeste. Ella les caería muy bien porque es simpática y muy alegre, y me ayuda siempre que puede... ¿De qué les hablaba? Ah, sí, que siempre tengo ansiedad y me da un poco de hambre... Y... Y... ¿Por qué me miran tanto? ¿Mamá? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué te acercas? ¿Qué tengo? - el pobre gordo no paraba nunca de hablar.

Patricia caminó lentamente hasta su hijo y lo miró detenidamente, como quien entra a una casa usada pretendiendo comprarla y analizando todos los detalles que quisiera remodelar.

-No, no, no....es que ni siquiera con una operación podría ser guapo. Sabía que Pedro era un imbécil, pero ¿cómo dejó que nuestro hijo se malformara tanto? -

-Quizás es un estafador y se está haciendo pasar por tu hijo - Enrique siempre con sus ideas estúpidas.

-No, si puedo reconocer esos ojos negros perfectamente. Esta cosa horrenda salió de mí, no tengo dudas-

-¡Por dios! ¿No te das cuenta que te está escuchando? ¿Cómo puedes hablar así de Tomasito? - Berna se enfadó con su jefa.

-¿Es que no te das cuenta de qué significa este niñito? ¿Qué crees que pensará la gente y la prensa cuando sepa que la hermosa y famosa dueña del gimnasio más reconocido del país tiene un hijo obeso? Si no puedo controlar a mi propia familia, ¿cómo voy a poder lograrlo con mis clientes? ¡Éste sería el peor de los escándalos! -

-Pero... Podemos hacer algo, nada está perdido. Solo debemos ser pacientes - veía tan desesperada a mi amada, que debía intervenir, debía ser su príncipe azul y entregarle una solución. Matar al dragón que la acechaba.

-¿Qué me quieres decir, Marcelo? -

-Que, esto puede ser un secreto por mientras. Somos el mejor centro de salud física del país, y nosotros somos profesores, podemos lograr transformar a Tomás. Es un desafío muy, muy grande, pero es posible. Debemos actuar con rapidez antes que la noticia se expanda, debemos transformar a tu hijo en alguien no tan feo -

-¿Podrías hacer eso por mí? - a Patricia le brillaban sus hermosos ojos celestes.

-Claro que sí, por ti yo... - no pude terminar porque fui interrumpido.

-¡Y yo haré lo mismo! Todos nos uniremos para ayudar a tu hijo, de eso no te preocupes - el desgraciado de Enrique no podía permitir que le ganara y por eso, se ha colado en mi plan.

-¡Chicos! ¡Los amo! Les juro que si me ayudan con este problema, los voy a adorar para siempre - 

Así observé a mi enemigo, y es que estábamos compitiendo con firmeza, era la posibilidad más tangible que habíamos tenido de lograr su amor. El que más la ayude con su hijo, logrará conquistarla, de eso estoy seguro y no voy a permitir que ese pendejo vicioso me gane. ¡Seré yo quien se quede con el corazón de Patricia! 

 


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