Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Physical por jotaceh

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tomás XVI:

 

Sé que no era el mejor lugar para quedarme, pero decidí vivir con Enrique. La verdad, es que no podía volver al departamento de mi mamá. Por una parte, Celeste vive ahí y el hecho que regresara, tal vez la obligaría a irse y no quería molestar. Y otra razón es que en ese lugar tenía casi todos los recuerdos de mi relación con Marcelo, y por eso no deseaba regresar.

Podría decir que me desilusioné porque Patricia no me llamó preocupada, tan solo que era de esperar, y es que nunca se ha interesado por mí. ¿Por qué ahora sería distinto?

-Puedes quedarte todo el tiempo que necesites –fue como Lira me respondió.

-No puedo creer que, de todo el mundo, me esté refugiando en la casa de quien me ha hecho tanto daño –

-Tomás, he cambiado. Ya no soy el estúpido que era antes y solo quiero enmendar mis errores. Además, siento que estarás mucho más seguro aquí, lejos de tu mamá –

-Pensé que la idolatrabas. Es la primera vez que te escucho hablar mal de ella –

-Me he dado cuenta que no es lo que pensaba –

Nos quedamos en silencio unos minutos. Durante ese tiempo pensé en aquello que me rondaba la cabeza desde la noche en que recibí el disparo de Hugo Neumann, tan solo que no estaba seguro si quería escuchar la respuesta.

-Estabas enamorado de Patricia, ¿verdad?

Enrique se quedó perplejo, no podía creer que le haya hecho tal pregunta. Era evidente que había acertado, de lo contrario no se hubiera puesto tan nervioso como lo hizo.

-Estabas celoso, por eso encaraste al senador. Me costó pensar en eso, porque estaba enamorado de ti, no podía imaginar que en realidad tu corazón le pertenecía a mi mamá. Tan solo que, con el tiempo, entendí todo mucho mejor. Nunca estuviste interesado en mí, porque ya le amabas a ella. Por eso… es que quisiera saber la razón por la que me dijiste que sentías algo por mí –

Aquel era un asunto que había guardado muy profundamente, tan solo que ahora había aflorado al enterarme que Marcelo también me había engañado. El saber que Enrique nunca me quiso, finalmente me da más alivio que remordimiento, y es que desde siempre sus acciones fueron egoístas. Hubiera sido mucho peor el saber que sentía algo por mí y, de todos modos, me había hecho aquello con sus amigos.

-No puedo decirte. Lo siento –

Supuse que esa sería su respuesta, pero no volví a insistir, tal vez no era el momento y es que otro golpe podría terminar por derrumbarme.

En mi cabeza era una buena idea quedarme con el hombre que me abusó, tan solo que no fue así. Las pesadillas se incrementaron al dormir bajo su techo. ¿Cómo se puede fingir estar cómodo con alguien que te hizo aquello? Imagino todas esas personas que han sufrido por parte de algún pariente, que deben verle cotidianamente. Es toda una tortura, aunque en mi caso era mucho mejor que enfrentar el recuerdo de Marcelo.

Decidimos que, aunque viviéramos juntos, no hablaríamos, no comeríamos juntos e intentaríamos no molestarnos. Era lo mejor, y es que no podía actuar normalidad ante él, ya era suficiente escucharle en mis pesadillas.

Obviamente no volví a Physical tampoco, no podía ver nuevamente al chico que amo. Y aunque quise permanecer alejado, la televisión no me ayudó en mi propósito. Durante esa semana, todos los programas de farándula hablaron sobre la nueva relación de Paulo. Así me enteré que el profesor de judo era la nueva conquista de aquel rubio engreído.

¿Tan fácilmente me había cambiado? Pero qué estupidez más grande, si nunca me quiso, obviamente no le costaría estar con otra persona. Aquello me terminó de convencer que todo fue una mentira, que era un plan para rescatar al pobre y patético obeso que no puede atraer a nadie por ser tan horrendo.

Lloré y comí como un cerdo. ¿Qué más podía hacer? Ya no importaba adelgazar o verme mejor, y es que era imposible que mejorara en algún aspecto. Todo lo bueno que llega a mi vida es una mentira, ¿para qué esforzarse en lograr otra nueva ilusión?

Al cuarto día de estar allí, me terminé toda la comida que había almacenada. Nunca he trabajado, por lo que no tengo ahorros ni nada por el estilo, así es que, si quería seguir comiendo para sentirme un poco mejor, tenía que pedir.

Me tuve que armar de valor y caminar hasta el cuarto de Enrique. No debíamos hablarnos, pero aquello era de vida o muerte, de lo contrario moriría de hambre.

-Disculpa, ¿puedo entrar? –

Le encontré recostado en su cama, viendo una película casi quedándose dormido.

-Sí, ¿qué sucede? ¿Te pasó algo? –

-Lo que sucede es que… tengo hambre y ya no hay comida –no podía mirarle a los ojos.

-¿No hay más? Tenía el refrigerador lleno –

-Es que tú comes muy poco, quizás por eso piensas que es mucho –

-¿Y qué quieres que haga? ¿Que compre más? –

-Sí –moría de la vergüenza, especialmente porque después quería pedirle mis Choco Krispis.

-No, no lo haré –

Su respuesta me enfadó muchísimo y es que me miró sin remordimientos como lo hace todo el mundo. Estoy seguro que volvió a pensar en lo horrendo y patético que soy, en que una ballena como yo necesita de mucha comida para saciar esta barriga monstruosa.

-Necesito comer, o sino moriré –intenté calmarme.

-Lo sé, por eso compraré todo preparado justo antes de comer, para que ingieras lo justo

Las manos me comenzaban a temblar y es que no podía creer que me torturaría de esa manera. ¿Quién se cree que es para tratarme de esa manera?

-Por tu culpa estoy tan mal. Lo mínimo que puedes hacer es apoyarme –

-Tú estás mal desde mucho antes, no me vengas a culpar de todo a mí. Mírate, estás temblando como si fueras un adicto. ¿Te das cuenta que ocupas la comida para olvidarte de la realidad? Pero lo único que haces es empeorarlo todo –

-Solo tengo hambre, nada más. Es una necesidad básica ¿sabías? Por favor, compra comida luego –

-No lo haré –

-¡Tengo hambre! Si no me ayudas, tendré que salir a mendigar a la calle-

-¿Y tú crees que siempre encontrarás a alguien que te proteja? Siempre fue tu papá cuando eras niño, después te mudaste acá y Celeste tuvo que venir a hacerte compañía porque no puedes valerte por ti mismo. Dependiste de Marcelo y también de mí, porque eres incapaz de tomar las riendas de tu vida. ¡Que tienes dieciocho años ya! No eres un bebé…-

-¡Si lo soy! Nunca nadie se ha preocupado por mí, ni siquiera cuando bebé, por eso tengo el derecho de serlo ahora. El mundo me debe eso, me debe que me protejan y me mimen –

-Todo el mundo lo hace y te aprovechas de eso, en vez de luchar y lograr tus propósitos por tus propios medios. ¿No te das cuenta? Todos quienes te rodean te protegen porque les das pena, porque saben que no puedes hacer nada solo, ¡que eres un inútil! –gritó tan fuerte y fue tan hiriente, que no pude soportarlo más y le golpeé con todas mis fuerzas en la cara. Cayó al suelo con la nariz ensangrentada.

-Lo… siento…-

-¡Despierta! Deja de convertirte en este monstruo solo para darle pena al resto. Eres el único responsable de sentirte tan mal contigo mismo –

La culpa por golpearlo desapareció de inmediato y es que continuaba atacándome. No podía soportar que me echara toda la culpa de mis tristezas, como si hubiera sido yo quien eligiera lo que me sucedió. La gente es muy cruel y me ha hecho mucho daño.

-Yo… no tengo… culpa –

-Claro que sí. El resto te puede atacar, pero tú decides si te afecta o no –

-¡No! ¡No tengo la culpa de nada! –no quería seguir oyéndolo, por lo que me tapé las orejas con las manos.

-¡Date cuenta! –

-No tengo la culpa, yo no… yo no le destruí la vida a mi mamá. Yo no tengo la culpa que ella haya quedado embarazada…No es mi culpa… No es mi culpa… Ese hombre le hizo daño, pero no es mi culpa… No es mi culpa que no haya podido abortar… No es mi culpa que ese hombre la haya atacado y yo sea su hijo…-

Colapsé. Caí al suelo intentando olvidar las palabras de Patricia, eso que siempre me gritaba cuando me hacía pipí, o no quería comer. Se enfadaba mucho y me gritaba que ella nunca quiso tenerme, que no era mi mamá porque nunca me quiso. Obviamente no lo decía frente a mi papá. Yo era muy pequeño para entenderlo, aunque después de tantos años ya me había acostumbrado.

Siempre fue así, hasta que un día se enojó más de lo normal y en vez de echarme en cara que nunca me quiso tener, dijo algo más, eso que siempre quiso ocultar.

-¿De qué hablas? –Enrique se alarmó. Se acercó e intentó encontrar mi mirada levantando mi cabeza con sus manos.

-Ella nunca me quiso tener… Se fue de la casa cuando tenía diez años porque estaba muy enojada y me dijo que había quedado embarazada porque habían abusado de ella. Yo apenas y entendía, pero con los años eso duele cada vez más –

Comencé a llorar. Me encerré entre mis piernas, ocultando mi cabeza como si fuera un avestruz. Enrique solo atinó a darme palmaditas en la espalda sin saber qué decir.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).