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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!

 

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo. Hoy les traigo un nuevo capítulo de Physical, espero les guste *-* Me desperté muy temprano para escribir... como a las 11 jajajaja pero es sábado, así que es temprano :P

Paulo III:

El otro día prendí el televisor y me encontré con que Martín estaba cantando en un programa estelar. Maldito suertudo, pensé de inmediato y es que él sí pudo seguir expandiendo su carrera, mientras yo ya he sido olvidado, relegado al cajón de los miles de artistas que han fracasado en el escenario. Preferí apagar el aparato y es que no me encontraba de buen humor, el saldo de mi cuenta corriente estaba llegando a cero y todavía me faltaba pagar el arriendo de mi departamento.

¿Saben lo horrenda que se ha convertido mi vida en el último tiempo? Después de ese día tuve que mudarme al centro… ¡Al centro! Donde la gente no anda en autos caros, sino que de a pie y toma el metro… ¡el metro! Es terrible, y es que mi nuevo hogar es del porte de mi antiguo armario, es diminuto, camino dos pasos y ya terminé de recorrerlo y lo peor es que escucho todo lo que hacen mis vecinos. Realmente he caído bajo, demasiado bajo.

Ahora soy profesor de baile en Physical, cuando antes era un flamante artista que pertenecía al reconocido grupo Cassiopeia. ¿Cómo mi vida cambió tanto en tan poco tiempo? Me pregunto eso todos los días mientras la gente en el metro me aprieta por todos lados, intentando entrar cuando ya está evidentemente lleno.

-¡Ey señora! Si ya no hay más espacio… ¡Bájese! –discutí con una veterana el otro día.

-¡Qué maleducado! Deberías ponerte en mi lugar… algún día llegarás a mi edad y te darás cuenta lo difícil que es ser viejo -y ante ese discurso no tuve nada qué hacer.

En ese instante vi a la vieja, de cabello cano y desordenado, con más arrugas que mi prepucio y con el rostro lleno de manchas, chiquitita, jorobada y con ropa de esa barata que venden los chinos. En mi cabeza se creo la historia que en su juventud fue una reconocida bailarina de la nueva ola, que todos la admiraban por su belleza y que finalmente, terminó vendiendo verduras en la calle porque su tiempo de fama pasó. Al igual que a mí.

-Disculpe, buena señora, ¿me podría decir en qué trabaja? -tenía que saber si mi historia inventada tenía algo de cierto.

-Vendo verduras en la feria -¡Ay no! Creo que le había achuntado.

-¿Y siempre lo ha hecho? ¿Desde joven? –

-Claro que no, cuando joven fui bailarina en un club muy importante del barrio alto, tan solo que… como a tu edad, me despidieron porque ya no era tan atractiva y terminé en le feria, vendiendo verduras… -y la vieja hubiera seguido con la historia de su vida si no fuera porque yo comencé con mi ataque.

-¡Me quiero bajar! ¡Me quiero bajar! ¡Me falta el aire! –

Mierda, mierda, que todo lo que había pasado en mi cabeza era verdad. ¿Qué significa esto? ¿Acaso ese sería mi destino y Dios intentaba mostrármelo? ¿Esa vieja era uno de los espíritus de las navidades pasadas? ¡Pero si estamos recién a mayo!

Al final hice tanto escándalo, que abrieron las puertas del tren justo antes de abandonar la estación, me dejaron salir y los asistentes de andén me dieron agüita con azúcar. Al parecer este tipo de incidentes suelen suceder en este transporte tan precario. Ay, ¡que no estoy acostumbrado a la pobreza! ¡No quiero vender lechugas en la calle!

Estuve días enteros en depresión, pensando en mi futuro, en lo que haría cuando tuviera sesenta y ya no estuviera tan bueno. ¿Qué haría? Ya no tengo fama ni tampoco me dediqué a estudiar, todo lo que me queda son las clases en Physical y probablemente Patricia me despida cuando vea que no atraigo a nadie, cuando tenga treinta me dará una patada en el trasero y ahí sí, no tendré de otra que vender verduras en la feria. O aun peor, regresar al barrio a la casa de mi madre.

Y claro, en el momento que recordé a esa señora, se vino a mi cabeza uno de sus consejos: “por cada taza de arroz, dos de agua”. No, verdad que se me quema el arroz. Era el otro: “hijo, usted no es inteligente y es bastante flojo, si le va mal como bailarín o como modelo, búsquese un viejo con plata que lo mantenga, no tiene otra opción”. Y ahora de adulto vine a comprender que tenía razón, que esas palabras que me dijo a los diez años eran ciertas.

¿Viejo con plata? ¿Dónde podría encontrar uno? La gente que va a Physical es usualmente joven y los que tienen plata, no me pelan. Si ya lo he intentado, le he echado el ojo a varios papacitos con apellido rimbombante, pero ninguno se ha fijado en el sensual profesor de baile.

-¿Viste que el profe de baile te meneó el trasero en la clase? Creo que te tiene ganas, Federico…-

-¿Esa pasiva? ¡Ay Dios! ¡No! Me carga, a mí me gustan más masculinos…-

Escuché una conversación entre dos de mis alumnos un día en el pasillo.

-¿El profe de baile te guiñó el ojo, José Miguel? –

-Creo que sí, pero a mí no me van los hombres… qué asco –

Escuché después.

-¿El profe de baile te tocó el trasero, María Ignacia? –

-Ay sí, y yo pensaba que era gay… qué cosa más extraña –

Escuché la última vez. ¿Qué? Pensé que poniendo un poco de cara de enojado podría pasar por hetero y que una niña adinerada se fijara en mí. Aunque creo que mis mallas de Hello Kitty no ayudan con esa imagen.

Cuando ya me estaba dando por vencido, apareció por la puerta principal el hombre indicado, de unos cincuenta años, con guardaespaldas y traje de sastre italiano. Que era la reencarnación de El Padrino. ¡Era perfecto! Además, haciendo memoria, recordé que era un senador muy conocido. ¿Cuál era su nombre?... Ay sí, Hugo Neumann. Esperen, ¿de dónde lo había escuchado antes?

-Por favor, Apolo, no lo hagas… es muy peligroso que te involucres con Hugo Neumann -le decía Marcelo el otro día al cantante ése, mientras hablaban en secreto en los vestidores.

¿Les había comentado que el profesor de judo había regresado al país? Sí, ese desgraciado que me rechazó por el feo de Tomás resulta que ahora está de muy amigo con mi archienemigo. ¿Por qué se fija siempre en toda la gente que detesto? Tampoco es que me siga gustando. ¡Bah! Para nada… aunque regresó con cara más de hombre de mundo, de esos que se quedan pensando, mirando al horizonte y a ti se te mojan hasta los calcetines por lo guapos que se ven. Pero no, ya no me gusta tanto.

Y claro, había escuchado esa conversación y después investigando un poco por aquí y por allá, descubrí que es muy amigo de Patricia y que, de hecho, todos creen que son amantes. Aún mejor, ambos están siendo investigados por lavado de dinero, eso quiere decir solo una cosa: el hombre está forrado en plata y lo mejor: es dinero ilegal robado del gobierno ¿y quién mejor que un chico sediento de dinero para encubrir un robo monumental? ¿Qué podría salir mal? ¡Nada!

Ese mismo día me dirigí hasta los estacionamientos y busqué el auto con escoltas. Esperé escondido detrás de un poste hasta que llegara El Padrino y con toda la personalidad del mundo, corrí hasta él para pedirle un autógrafo.

-¿Un autógrafo? -quedó sorprendido Hugo.

-Sí, es que siempre le veo en la televisión y me encanta su gestión como senador. Creo que el país no podría contar con alguien mejor que usted… ¿no ha pensado en ser presidente? -era mi momento para ganarme su atención.

-¿Sabes cuántas chicas y chicos se me han acercado en mi vida intentando aprovecharse de mi posición? –

-¿Soy el primero? -digo, he tenido tanta mala suerte durante el último tiempo, que quizás ahora podría cambiar la historia.

-Muchos, ya perdí la cuenta. Aunque déjame felicitarte, porque tú has sido el más sinvergüenza y descarado de todos. Nunca había visto a alguien con tan poca moral -qué hombre más desgraciado. Sincero, pero desgraciado.

El hombre me dio la espalda para subirse al carro, dejándome dolido y humillado, me había arrastrado nuevamente y había sido vilmente pisoteado, pero no dejaría pasar una oportunidad tan grande.

-Pero ninguno de los muchachos que se le han insinuado antes sabía de un plan para destruirlo… ¿le suena el nombre de Sebastián Foster? -le dije jugando todas mis cartas en un solo movimiento, era ahora o nunca.

Porque claro, escuché toda la conversación entre Apolo y Marcelo, y así me di cuenta de que el mánager del cantante le estaba obligando a que enamorara al senador Neumann. Supuse que era la forma que tenían para conseguir patrocinadores y es que muchas veces los artistas más famosos lo son porque saben cómo prostituirse. O eso era lo que creía, antes que el hombre se detuviera en seco, se diera media vuelta y me viera espantado. No, no se trataba de un simple plan para sacarle plata. No, aquí había metido algo más importante y por imprudente, me terminé inmiscuyendo.

-Ven, sube…-y así terminé dentro del auto negro, explicándole todo lo que había escuchado y jurando que desde ahora trabajaría para él.

-Veo que eres astuto. Ayúdame a tener a esos dos vigilados, dime todo lo que hagan y lo que platiquen, ayúdame a estar un paso antes de sus movimientos y yo te recompensaré con mucho dinero -¿dinero por estar de chismoso? Joder, si sabía que eso era un talento hubiera puesto a mi mamá en un programa de variedades.

Terminé aceptando, aunque el aura de ese hombre me daba muy mala espina, pero tengo deudas que pagar y debo asegurar mi futuro para no terminar vendiendo lechugas en la calle.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paulo III:


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