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Parte de él... por Shima_Suzuki

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Cuando Akira despertó fue directo a la habitación de Kouyou para encontrarse con que estaba vacía, suspiro, pensó que tal vez se quedaría, pero era cierto que tenía que irse, aunque estaba preocupado, no tenía forma de contactarlo no sabía prácticamente nada de él.

Así que tuvo que resignarse a esperar, el castaño dijo que en un mes volvería a verlo y confiaba en su palabra.

Mientras que en el mar Kouyou estaba tranquilo, ya llevaba 2 semanas ahí, nadando feliz de la vida. Estar en la superficie era divertido, pero estar en el agua era más fácil, nada de coordinar, aunque el movimiento le salía natural, y que decir, no tenía dolor ninguno o incomodidad como cuando tenía las piernas, de hecho, gracias a que pensó en eso, nado de regreso a la oficina de su padre, quería tratar ese asunto con el sobre el comportamiento de sus piernas en los últimos días de la semana.

Se quedó quieto frente a la puerta y toco, escucho la voz de su padre permitiéndole el paso, así que entro cerrando la puerta tras de sí.

—Kouyou…

—Padre…

— ¿Se te ofrece algo?

—Sí, de hecho, si—se acercó.

— ¿Ocurre algo malo?

—Quería preguntarte una cosa acerca del contrato.

—No voy a cambiar la condición si es lo que quieres—no creía que su hijo se enamorara tan rápido. Comenzó a alterarse, su hijo no podría desobedecerlo ¡y apenas había salido por primera vez! ¿¡Que sería de las demás!?

—No, no es eso, es…sobre mis piernas.

—Ah…—suspiro aliviado.

—Seguro ya te estabas haciendo más de una paranoia—se burló un poco.

—Tal vez—sonrió— ¿Qué pasa con tus piernas?

—En los últimos días, me dejan de funcionar muy bien, y eso me complica el traslado de regreso al mar…

— ¿Cómo?

—Es algo así como que se empiezan a secar y ya no circula bien la sangre en ellas, las venas se marcan en colores azules y negros y duele mucho al caminar, más de una ocasión me caí tratando de volver.

—Ah…eso es “normal” tus piernas no son algo permanente, es tu cola siendo dividida y transformada, nosotros necesitamos del agua para sobrevivir, no duramos mucho fuera de ella, por eso solo te deje salir 7 días, es lo máximo que aguanta una sirena o un tritón fuera del agua, eso es lo que le pasaría a tu cola si aun siendo un tritón no entraras al agua.

Kouyou se quedó impactado, incluso algo asustado, todo ese proceso era una crueldad…pero en parte lo entendía, las sirenas y tritones estaban hechos para estar en el mar, no fuera de él.

—Entonces… ¿no puedes hacer nada al respecto?

—Me temo que no hijo, es un proceso natural.

—Está bien—suspiro y nado de nueva cuenta a la salida de la habitación.

Se fue de ahí y nado por un largo rato hasta casa de Takanori solo para encontrarse con que el menor no estaba-como venía siendo desde que volvió-, al parecer había salido con alguien, pero su madre no se había enterado muy bien, entonces nado de regreso a la entrada del palacio, desviándose para llegar al jardín del mismo.

Se supone que era un lugar prohibido porque ahí habitaba el hijo de la bruja del mar, el cual había sido capturado después de que esta hubiera muerto o al menos eso es lo que su padre les dijo desde siempre, el jardín era como su hogar, una prisión a ojos de los demás del pueblo, pero no se les impedía entrar al jardín o salir de él, el único que no podía salir era el chico en cuestión.

Kouyou nado hasta llegar al centro de jardín de coral, aunque no solo había coral, había muchos tipos de algas como la Cianofícea azul, la Crisofícea dorada, la Clorofícea verde común, la Feofícea que era parda, Rodofícea roja y una gran cantidad de Posidonias. Los corales hacían que se viera todo en un domo y las algas habían crecido a su alrededor, había mucha fauna marina viviendo en ese jardín y a Kouyou no le molestaba ver a un montón de peces y pulpos de aquí para allá entre tanta flora, había una gran piedra en el centro de ese domo-aunque también se llegaba a estirar hasta formar pasillos y pequeños “cuartos” por así decirlo- en la que siempre se sentaba para pensar y pasar el rato.

Y así lo hizo, se recostó en esa roca, cansado de tanto nadar, se relajó, o al menos trato.

Empezó a escuchar el acostumbrado tarareo de “cierto chico” que consideraba ese jardín su hogar, a pesar de eso sonrió, se sentó correctamente y se topó que en la obscuridad se venían acercando un par de ojos amarillos.

—Buenos días—dijo para cuando los tentáculos ya habían salido de las sombras. —Yuu.

—Buenos días Kouyou—dijo el chico saliendo enteramente de la obscuridad, ojos amarillos, piel blanca-al menos la parte de arriba pues de la cintura para abajo tenía tentáculos de un bello color negro con morado- cabello negro, mirada fiera y labios gruesos.— ¿Qué te trae al jardín el día de hoy?

—Nada en especial, es tranquilo estar aquí—sonrió.

—No te he visto en unos días, por lo general vienes al menos 2 veces a la semana para hablar—se acomodó a su lado.

—He estado ocupado—suspiro aun sonriendo.

—Oh vaya…—sonrió— ¿sigues visitando barcos en el abismo?

—Eso lo deje en el pasado hace mucho tiempo—suspiro con pesadez, le apenaba recordarlo, por muchos años lo hizo hasta que paso lo de su prima en Dinamarca, por una gran temporada su padre no lo dejo acercarse al abismo para seguir explorando, tanto tiempo paso que se olvidó de ello y se quedó con lo que pudo conseguir-que era bastante, por cierto-.

—Tu colección es bastante amplia—sonrió y acaricio su aleta—seguro que lo podría ser más.

— ¿Ah? —lo miro sin entender.

— ¿Sabes? No todo lo que mi madre usaba lo destruyeron—sonrió y se levantó—Aun tengo algunas de sus cosas—se acercó de nuevo a la obscuridad de un pasillo. — ¿quieres verlas?

Kouyou sabía que Yuu no podría hacerle nada ya que estando en un lugar tan cerrado no tendría como escapar, había guardias custodiando ese jardín así que sin pensarlo mucho fue con él, tomo su mano y avanzo con él por los pasillos de coral y algas hasta llegar a otra habitación formada por los mismos.

Ahí, estaba el caldero de coral de la bruja del mar, libros y botellas con contenido que no quería saber.

—Creí que lo habían destruido…

—Mi madre no era tan tonta como para dejar su verdadero caldero a la vista de todos—rio un poco y tomo uno de los libros de la estantería— con el puedo ver cualquier parte del mar que quiera y por eso me he dado cuenta de que muchos barcos han naufragado…—abrió el libro y del estante de botellas comenzó a tomarlas para verter su contenido-en su mayoría solidos- en el caldero, el cual comenzó a sacar humo al terminar dejando a la vista una esfera que aprecia de cristal—Esta es lo que mi madre llamaba “El reflejo del mundo”

—Impresionante…—y era verdad que estaba impresionado— ¿Puedes ver lo que sea?

—Incluso la tierra—sonrió—Mi madre no solo tenía sirvientes marinos, varias gaviotas eran sirvientes y gracias a sus ojos tengo el plano entero de la tierra alrededor de nuestro mar.

—Increíble…—miraba fascinado la espera que, después de que Yuu pasar a la mano por ella, revelo el abismo.

—Aquí mira—amplio la imagen—esos barcos son nuevos, no tiene más de unas 3 semanas que se hundieron.

—Vaya…—sus ojos resplandecían en curiosidad—Seria increíble ver que había dentro.

—Puedes ir si quieres ¿no? supongo que después de todos estos años a tu padre no le molestara ¿o sí?

—No, no lo creo.

—En mi opinión te haría bien ir y distraerte de la aburrida vida en el palacio ¿no lo crees? Tu colección podría ser aún más grande, tienes bastante espacio en tu habitación.

—Probablemente—estaba concentrado en ver a detalle los barcos, según por lo que recordaba de sus antiguas aventuras cuando tenía unos 13 o 15 años, los barcos de la realeza eran bastante diferentes a los mercaderes que se encontraban ahí también, estaba casi seguro de que estaba viendo uno. —La mayoría son mercaderes.

—Tal vez, la semana pasada se hundió uno muy bonito, tal vez era de un rey o algo así.

—Mmm… ahora quiero ir.

— ¿Y porque no vas?

—Mi acompañante debe de estar en una cita con alguien ahora, no quiero ir solo y tú no puedes salir de aquí.

—Buen punto—sonrió. —Aunque si tu padre no fuera un paranoico no estaría encerrado aquí.

—Por mucho que le jures que no harás nada, sabe que la “maldad” —dijo resaltando comillas con sus dedos—vive dentro de ti, es de familia y por eso estas aquí. —suspiro—Maldición ahora tengo mucha curiosidad por ir…

—Insisto, deberías de ir—sonrió—solo para ver que encuentras…

—Supongo que podría…—se mordió el labio, era una oferta demasiado tentadora.

Yuu sonrió al ver los gestos que el castaño hacía, soltó un suspiro y se acercó lo suficiente a él como para poder dejarle un suave beso en la mejilla. Kouyou se distrajo de sus pensamientos al sentir el suave roce, miro al pelinegro sonrojándose levemente.

— ¿Por qué sigues haciendo eso? —cubrió su mejilla con su mano.

—Porque me gusta hacerlo—dijo simplemente mientras se encogía de hombros.

—Sabes que ya no deberías…

—Lo sé, pero aún tengo sentimientos por ti Shima.

—Mi padre te mataría si lo supiera—sonrió.

—Él sabe que, a pesar del tiempo, nunca deje de amarte. —se acercó para abrazarlo.

—Basta—le advirtió sonriendo, no se negó al abrazo, pero si intentaba algo se alejaría rápido.

En esa muy alocada juventud, Kouyou no tenía muchos amigos más que Takanori, no podía contar con el todo el tiempo así que para evitar sentirse mal al ver a todos los niños jugar y divertirse se iba al jardín del palacio a pensar-muchas veces también a llorar- aunque no podía ver sus lágrimas, podía sentirlas, era agua salada más tibia que la del mar.

Y muchas veces por llorar ahí llamo la atención de la persona que vivía en ese jardín…

Yuu se volvió un amigo tan cercano, incluso más que Takanori, aunque no podía verlo tan seguido se había formado un vínculo especial entre ellos, vinculo que a su padre no le gustaba para nada y mucho menos cuando se enteró-con sus propios ojos- que Yuu le robo el primer beso a su hijo menor, Kouyou nunca le dijo o reclamo nada, se había quedado impactado con el beso y no había podido reaccionar sino hasta después.

Tal vez por eso el rey no dejaba salir a Yuu de ahí, no solo por ser el hijo de la bruja del mar, sino porque así tendría mayor libertad de estar con Shima, y estando ahí encerrado lo tenía bien vigilado. Pero ahí estaba, años después abrazando a su pequeño príncipe y llenándolo de besos y palabras tiernas, que el menor recibía, pero nunca correspondía, al menos no con la misma efusividad, Kouyou se dejaba querer, pero nunca le dio una respuesta clara al pelinegro.

Y al estar en lo profundo del jardín, los guardias no podían pasar, solo la gente “invitada” podía, había creado su barrera, si no lo dejaban salir, el no dejaría pasar a nadie que él no quisiera, por que Yuu era igual o aún más habilidoso que su madre en las artes mágicas, solo que al estar tan limitado no podía hacer mucho.

Kouyou se apoyó en el hombro del pelinegro soltando un suspiro, Yuu no tuvo ningún problema en abrazarlo más a su cuerpo, sabía que Yuu no le haría daño, ahí mismo si el pelinegro se lo propusiera podría matarlo, pero no, Yuu lo amaba y sabía que no le haría nada.

—Deberías ir…—sonrió—En una escala del 1 al 10 ¿Qué tanta probabilidad hay que vayas?

—Un 7.

Yuu sonrió y dejo un beso en su cabeza, Kouyou nunca le dijo nada con respecto a sus atenciones, así que simplemente las siguió haciendo. Pudieron quedarse abrazados todo lo que quedaba de día, no le molestaba a ninguno estar así, pero la voz de uno de los guardias los hizo separarse, Kouyou estaba siendo llamado por su padre al igual que las otras dos princesas.

—Me tengo que ir.

—Eres bienvenido cuando quieras—sonrió.

Kouyou se acercó y dejo un beso en su mejilla, Yuu le sonrió y después de dejarle un montón de besos en la frente lo dejo ir, el castaño nado por el pasillo hasta llegar donde estaba su roca predilecta para sentarse en el jardín y sigue nadando hasta la salida del lugar, uno de los guardias lo escolto hasta la entrada del palacio y luego regreso, de ahí otro lo llevo hasta el salón principal donde estaban sus hermanas, los 3 fueron escoltados hasta la zona del trono, donde su padre ya los esperaba.

— ¿Qué creen que quiera? —pregunto Hanako, la mayor de los 3.

—No lo sé…—esa fue Yumiko, la de en medio.

—Sea lo que sea, espero que no sean problemas…—dijo Kouyou.

Cuando estuvieron frente a su padre el guardia se fue.

—Padre—dijeron los 3 al mismo tiempo.

—Mis queridos hijos—sonrió, una sonrisa que solo puso nerviosos a los 3 jóvenes. —Tengo un tema muy importante que consultar con ustedes…—Si la sonrisa los puso nervios, esas palabras los pusieron sobre aviso. —Hanako, cariño ¿Cuántos años tienes?

—29…

— ¿Yumiko?

—25…

— ¿Kouyou?

—21.

—Sí, ya todos están en edad— sonrió el padre nadando hacia sus hijos

— ¿de qué cosa?

—Casarse por su puesto—dijo muy seguro.

¿Qué?

 

Fin del capítulo 6.

 


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