—¿En dónde estuviste toda esta mañana, Takano!
El hombre encendía el cigarro mientras tomaba lugar en su escritorio. Afuera el ruido de las máquinas de escribir, en la calle la bulla de los autos que volvían a padecer la horapico del mediodía.
—Te estás volviendo muy irresponsable ¿Qué pasa contigo?
Takano chasqueó, se quitó el saco y se abanicó con el sombrero debido al calor.
—He buscado pistas YO SOLO, con la poca ayuda de la policía, gracias.
—Ya, Kirishima.
—Ya, tú, Takano. Sea lo que sea, debes sacar esa distracción de tu mente.
Takano lanzó el humo.
—No hasta que esa distracción me diga que se queda conmigo…
Kirishima rodó los ojos.
—La verdad, no me importa, simplemente “No dejes el trabajo a la mitad”, es lo que tú siempre dices. A-PLÍ-CA-LO.
La puerta estaba abierta, una policía tocó en el marcó para llamar su atención, mientras les miraba reñir.
—Kirishima, hay un informante para tu caso… solo quiere confesar sí eres tú.
Desubicados y poco serios, los compañeros de afuera hicieron un bochornoso “uuuy, sí eres tú~”.
Kirishima se rió de la ñoñez de sus compañeros, aún así se arregló el cabello y el saco gris.
El ambiente de risa volvió a ser serio rápidamente.
Takano se terminó el cigarro pensando en el hombre que Oda mencionó. La muerte del sujeto ocurrió la misma noche que visitó a Oda, la misma de la cual tenía leves recuerdos.
Un hombre que acosaba a Oda.
Con vergüenza se dijo que en el pasado pudo haber sido él.
Pero más le preocupaba los escasos recuerdos; pensó entonces que fue debido al trabajo pesado de la semana y las noches en vela… pensándolo bien, no era la primera vez que sucedía eso, su falta de concentración.
Los pasos a la oficina le distrajeron poco. Un hombre alto, de pelo y traje negro lustroso se paró bajo el marco de la puerta abierta. Sus manos cerradas en puño afuera de los bolsillos y una inusual palidez en su semblante: Era Fuyuhiko Usami, el director de la policía.
—Takano Masamune, ven conmigo.
—¿Pasa algo? —Takano se puso de pie.
Fuyuhiko hizo un gesto con la mano para que le siguiera; Takano asumió que el jefe no respondería. Salieron discretamente hacia el sótano.
Allí estaba Kirishima, entre nervioso e impresionado.
Takano estaba confundido, miró alternativamente a su jefe, a su compañero y a dos policías en la sala.
Kirishima dudó un poco antes de hablar. Bajo la mirada intensa de su jefe, al fin dijo:
—Takano Masamune, estas detenido por ser sospechoso en el asesinato de Hatori Yoshiyuki.
¿Hatori…
Yoshiyuki?
Quien apareció sin vida en el callejón…
Perdido entre las efímeras imágenes.
¡Había huido a casa!
…Lavando sus manos hasta el cansancio.
¿Estas imágenes se relacionaban a algo? y ¿Era la presión en la cabeza la que tapaba sus oídos?
Ya había sido esposado, lo pondrían en una celda de manera preventiva.
El ruido pesado y metálico lo sacó del ensimismamiento.
—¡Kirishima! Tú… tú ¿Es un juego, verdad? ¿Por ausentarme en las investigaciones?
—De hecho… —dijo Kirishima, con dificultad —Hay pruebas ¿Reconoces esto?
Alguien le mostró, sobre un pañuelo, una navaja.
De nuevo las imágenes destellantes,tan rápidas como parpadeos…
¿Sus manos manchadas de sangre?
¡Sus manos sobre el cuello del tipo!
El tipo que acosaba a Oda.
Oda había dicho que había echado al tipo con ayuda de un par de colegas;
el hombre estaba ebrio…
Piedras a la ventana en medianoche.
Él se asomó y vio al sujeto,
lanzaba piedritas al vidrio.
¡Tan atrevido!
La mordida posesiva en la espalda de Oda.
¿Celos?
Oda era su…
Sacó la navaja
y lo acalló para siempre.
“Escóndelo en tu casa” había pedido a Oda en la madrugada.
Confió a Oda el arma blanca.
Al fin,
se recordó asimismo
corriendo hacia su apartamento,
lavándose las manos desesperadamente.
Estado involuntario…
¡Estado involuntario!
Takano permaneció tenso al responder entre un susurro:
—…Sí. Regalo del jefe Rob.
Las manos… el cuerpo temblando. Sus ojos claros desorbitados.
—La trajo un informante —dijo Fuyuhiko.
No, no ¡No! Si lo confesaba ¿Cómo iba a vivir con Oda en aquel país soñado?
—Esto es un error…
Garganta seca.
—Es un error…
Suplicante, barrotes enmarcando su pálido rostro.
—Un error…
Frío.
—¿Fuiste o no al Burdel Rosa esa noche?
—¿Ya habías tenido enfrentamientos con Hatori Yoshiyuki?
—¿Qué tipo de riña tenías con Hatori Yoshiyuki?
—¿Aprovechabas tu posición para reñir con Hatori Yoshiyuki?
—¿De qué manera está involucrado Onodera Ritsu en esto?
—NecesitohablarconOda, necesitohablarconOda ¡Por favor, Kirishima!
Ojos desorbitados, corbata chueca, dedos fríos.
Su rostro más despierto que antes.
—No, no puedes.
—La policía va tras él.
—¿Se fue! ¡Detenlo! Eres mi amigo… Kirishima ¿Ritsu? ¿Ritsu es…? Yo tengo que decirle que…
Entre la bulla en esa área de celdas, alguien susurró a otro: —El informante dijo que Onodera Ritsu le dio la evidencia y pidió que la entregara. Seguramente así él podría huir…
El sereno Takano deshizo su rostro parco. Al fin las emociones lo derrumbaron, las gotas lavaron todo su semblante hasta llevarlo al piso.
Negó miles de veces.
No hubo día en el que Takano no esperara la visita de Oda.