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Historias perv-didas. por SigmaIII

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Notas del capitulo:

En este cap, ya pasó un tiempo desde que Bill fue Gravity Falls.

ACOTACIONES: Pensamientos

 

Desde su dimensión de pesadillas Bill comenzó a notar que alguien pensaba mucho en él, pero no podía verlo. Pero lo sabía. Podía sentirlo. Como un magneto que lo jalaba en su dirección. 

-¡Quién sea que seas convócame de una vez!- 

Pero no pasó. El llamado era tan fuerte, que la incertidumbre forzó a Bill a visitar la tierra. Fue al lugar de siempre. 

No había modo de que Stanley supiera de él. Recordó con desdén el día en que se humilló para ayudar a los torpes diablos que vivían en aquel lugar. No quería encontrarse con ninguno de ellos así que hizo de su visita a Gravity Falls lo más discreta posible. Llegó a la cabaña. 

-Este lugar sí que ha cambiado- Y claro que lo había hecho, en este mundo con tiempo los años pasaron desde la última vez-  Me gusta lo que hiciste amiguito. - Lo decía por las atracciones absurdas- Habló a Stanley quien roncaba babeando y con la cara recostada sobre una revista.-¡Ahora dime que diablos quieres! - 

Entró a su cerebro, un desorden total. Allí se topó con Stanley, o más bien su subconsciente. Lucía tan joven como su mente se sentía a diferencia del cuerpo dormido que habitaba. 

-¡Volviste!- Bill se sorprendió de ser reconocido por esta cosa. Esta cosa era quien lo había estado llamando. Contrariado tardó en responder, pero Stanley siguió explicándose-Te ví muchas veces, viniste muchas veces- Ansioso y contento le tomó las manos. Resulta que el subconsciente de Stanley estaba muy agradecido y enamorado de él. Por darle algo de paz y consuelo tras la pérdida de Ford.-No sabía si vendrías- Y su existencia se le confirmaba cada que el “yo” consciente lo encontraba, su presencia estaba marcada por toda la cabaña, las estatuillas, los vitrales.- Entendiendo todo Bill se quitó sus manos de encima y se mofó. 

-¡Claro que no vendría! Es más, ya me voy. 

-¡Espera, quédate! - Bill se sintió asqueado, no le gustó saberse atraído por esa cosa. -Te amo. 

-¡¿Qué?! ¿Estás en tus cabales? 

-Yo también debo gustarte, si no, no me habrías hecho sentir tan bien como aquella vez. Como todas esas veces. Y siempre te vas -Reclamó.  -Y también a mi cuerpo- El subconsciente creía que Bill lo instigaba seguido y si, fue así la primera vez,  pero no las demás. Esos fueron los íncubos. Bill detestó tanto al grupo en ese instante. Los habría llamado sólo para exterminarlos, pero antes se defendió. 

-Sólo, sólo lo hice porque unos amigos me lo pidieron. ¡Sólo eres comida! No eres nada para mi ni nadie. -Exclamó rojo de vergüenza. 

-No importa. Igual estoy feliz porque viniste. 

-Pues que lástima, ya me voy y apenas tu cerebro despierte te olvidarás por completo de mí. 

-Nunca lo haré. Lo prometo. 

-No prometas lo que no puedes cumplir- 

Con un tronar de dedos Bill hizo desaparecer el piso sobre el que se encontraba Stanley y lo devolvió a las profundidades del abismo donde pertenecía. Luego se desplazó flotando  hacia la superficie de la mente consciente de Stan la cual se encontraba en completa oscuridad y, ya punto de marcharse frente a él se le plantó otra vez el subconsciente. 

-¿Cómo hiciste eso? ¿Cómo llegaste aquí? -- preguntó Bill sorprendido. 

-Esta es una mente, puedes hacer lo que quieras. No hay límites físicos. 

-¡Ya lo sé! ¡Pero tú no tendrías que saberlo! 

-¡Oh! Es que yo vivo aquí, sé muchos trucos, y siempre he tenido mucha imaginación.- Con un tronar de dedos se y lo regresó a su territorio, en las profundidades de la mente de Stan donde manifestó una fuente de sodas que al mismo tiempo era una playa. Confuso, raro. Propio de un sueño. 

Bill rápido captó que eran los lugares favoritos de Stan. Le habría parecido pintoresco de no ser porque se encontraban sentados uno frente al otro en una de las mesitas con malteada de fresa con dos popotes para compartir. 

-¡Estás muy, muy equivocado!- Bill flotó fuera del asiento.- Lo que pasó no es lo que crees. 

-¿Consolarme y luego darme placer mientras dormía? 

-¡No y no! ¡Ya te dije que sólo era un favor y no era para ti! 

-Me hiciste sentir muy bien. ¿Puedo también hacerte sentir bien? En mi mente ¿Puedo hacer que lo disfrutes?

-¿QUÉ? ¡Claro que no idiota! ¿Cómo voy…- Bill se calló. Una sensación se apoderó de su cuerpo. Sentía subirla desde los pies a la base. Es…placer. 

-Así es cómo me siento cuando estoy contigo-

 

“Esto está mal” pensó Bill. 

 

Stanley sonrió, le encantó ver el gesto de confusión en Bill. 

-¡Luna! 

-Me encantaría darte más, más y más. Quiero que lo disfrutes como yo lo disfruté, desde ese día sólo quiero sentirme así- Bill no pudo soportarlo, comenzó a agitarse presa de la sensación que recorría su cuerpo. -Más y más- el triángulo comenzó a quejarse, sentía que explotaría, no sabía qué hacer con esta sensación - Hasta que grites mi nombre. 

-¡AHHHH!

-También está bien si no lo haces, sólo déjame- Stan le tomó cada mano a Bill y lo guió frente así, el triángulo cerró el ojo presa de la intensidad de esas sensaciones, comenzó a agitarse  presa del éxtasis- Déjame mostrarte, lo que experimento cuando pienso en ti. -

Se encontraban en una mente. ¡Tantas posibilidades y tenía que pasar esto! 

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Bill estaba exhausto y humillado. Sin energías como para abandonar. Se odió y lo odió con todas sus fuerzas. 

Ahora mismo miraban el atardecer, tumbados en una colina sobre la hierba, de lo que es un recuerdo de un resplandeciente cielo. 

-Ya casi no veo atardeceres de este color. -Comentó Stan sin más. - La luz es tan brillante como tú- Le acarició la mano. 

Bill se preguntaba porque el subconsciente de Stanley parecía tan recatado y buen orador. Prefería al otro, al Stanley consciente, el torpe y bobo. 

No quería permanecer más allí en ese espantoso cerebro. Sin más explicaciones se marchó.

Por la mañana Stan se despertó con un ánimo increíble, no le importó tener que lavar su ropa interior. Se sentía tan energizado que incluso le dio aseo y mantenimiento completo a la cabaña. Ese día, tan cotidiano como los demás, fue el día que sintió que se comería el mundo. 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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