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Un Papá Para Kiki por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Hola mis terrones de azucar, ¿Como estan? 

¿Que dia es hoy? Aparte de primero de Abril. 

¿No adivanan?

Hoy es el cumpleaños de Kiki, nuestro pequeño aprendiz para la armadura de Aries y reparador de las mismas. 

Pido un Feliz cumpleaños para Kiki. 

Las sonrisas y risas de Kiki, era algo que lograba iluminar cualquier día gris en el pelilila. Sin embargo existía un dolor en este que no podía ser reparado por completo y se reflejaba en sus bellos ojos verdes.

Se perdía en sus pensamientos cada vez más seguido, con ideas que no lograba ordenar, con sensaciones que le provocaban alegría, pero la tristeza le impregnaba su rostro cuando se daba cuenta que podría ser imposible.

Todo esto hacia que perdiera el tiempo y el hilo de lo que ocurría en su realidad.

-¿Maestro?, ¿Maestro Mu?- El pequeño lo llamaba, moviéndolo un poco del brazo, para que reaccionara.

Este salió de golpe de su propia mente, sorprendiéndose un poco, pero rápidamente girándose al pequeño -¿Qué pasa Kiki?-

-¿Está bien maestro?- Este preguntaba con un rostro de confusión.

Una sonrisa disimuladamente tranquila, se dibujó en sus labios, para calmar al menor –No es nada, solo estaba pensando en tu entrenamiento de mañana- Mira hacia el frente, desviando su mirada de la del menor -¿Crees estar listo para hacer todo tu solo en una de plata?-

-¡¡¡ENSERIO MAESTRO!!!- Sus ojitos parecían por completo el cielo iluminado por miles de estrellas, por aquella ilusión.

El Aries mayor, asiente con la cabeza, mirando como aquel chiquillo estaba tan ilusionado en seguir subiendo de nivel en su entrenamiento de reparación de armaduras. Ahora sin contar que debía seguir llevándole por el camino para el próximo guardián del primer templo.

En ocasiones se cuestionaba, si estaba haciéndolo bien como mentor. Creía que las dificultades que estaba teniendo el menor, eran porque él no era lo suficientemente bueno como lo fue Shion con él y sin contar que aun parecía que aprendía del patriarca.

Kiki aprendió a reparar las de bronce en un tiempo algo largo, un poco fuera de lo normal, pero lo logró al final, y sabía que ya era tiempo de volver a salir de la zona de confort, pero a veces se preguntaba si era de parte de Kiki de no salir o era el mismo el que lo retenía, por alguna razón.

Miraba a ese pequeño, que había tenido bajo su cuidado desde la corta edad de doce años, él era tan solo un bebe que encontró abandonado en alguna parte de Jamir. Pensaba en como había crecido en tan poco tiempo.

Él también era un niño, cuidando de un bebe fue tan duro y difícil, sobre todo en cuestión de dinero y alimento, pero lo logro hacer por ese pequeño. Y aunque muchas veces pasaba penurias, nunca pensó en siquiera dejarlo, no por su deber de caballero si no por el cariño que le había tomado.

-¡¡¡GRACIAS MAESTRO MU!!!- Un abrazo fue en que de nueva cuenta los sacó de sus recuerdos.

Lo tomo desprevenido, pero lo aceptaba con tanto gusto, era su pequeño, fue su bebe en algún momento y aun lo siguen siendo, como un hijo lo era todo el. Pero no debía decirlo tan abiertamente, pensaba que estaba mal… Pues en algún momento cuando él dijo algo similar en su etapa de menor alguien lloro.

-De nada Kiki, lo has hecho bien- La sonrisa cálida que siempre hacia sentir alegría en el pequeño corazón del menor estaba para él.

-Muy bien, es hora de que vayas a dormir- dijo esto, mientras le daba un beso en la frente de buenas noches al pequeño, para que este acatara su orden.

-Pero, aun es muy temprano, para ir a dormir, apenas son las 9:20 de la noche- Una carita de súplica se posiciono en su rostro, para que le dieran más tiempo –Por favor, solo un poco mas ¿Si?-

-Kiki, se perfectamente que tardas un poco en dormir- Poniendo sus manos en las caderas –Lo más probable es que termines durmiéndote a las diez de la noche, te conozco de siempre, así que ya es hora de dormir-.

Este solo infla sus mejillas, haciendo un pequeño puchero, pero acata la orden dicha por su maestro, mientras se dirigía a su habitación, pero antes de poder perderse en los pasillos de Aries, se giró –Maestro Mu… ¿Me podría contar una historia para dormirme más rápido?-

Esa cuestión, lo tomo más por sorpresa, desde hace mucho el menor no necesitaba aquello para conciliar el sueño, si bien tardaba, no era algo que ya lo ocupara, incluso el mismo le decía que ya era grande para eso, pero le agrado la idea, de que por unos instantes aun lo necesitaba como de pequeño.

-Está bien, iré en un momento, tu prepárate para dormir- Sonrió asintiendo.

A su vez el menor comenzó a dar saltitos en su lugar, mientras se fue corriendo hacia su habitación, para hacer los preparativos para antes de dormir.

Lavarse los dientes, lavarse la cara, ponerse el pijama, dejar la ropa sucia en el cesto y la del día de mañana en su lugar, poner su cama lista, para dormir. Aquello que hacia su maestro siempre, él lo había tomado de rutina.

Paso unos minutos y fue cuando aquel guardián de aspectos finos, toco a la puerta, siempre sus buenos modales daban a relucir sin importa que.

Al escuchar la risita de Kiki, sabía que podía pasar, el también con una sonrisa, en ese templo parecía un lugar de sonrisas y risas cada que estaban, pues en su ausencia lucia por parecer tan fría como muerta.

El niño ya estaba en su cama, acosado, pero no se había cobijado, en esa noche quería ser consentido por su maestro.

-¿Quieres que te arrope?- El mayor pregunto mirándolo con cierta duda.

-Si- una sonrisa angelical apareció en su rostro.

Suspiro y con una sonrisa –Muy bien- Lo comenzó a tapar con la sabana, procurando cubrirlo bien, para que no pasara frio alguno en esa noche.

-Maestro ¿puede sentarse a mi lado?- Lo miraba con algo de súplica.

El pelilila haciendo caso a la petición, se sentó junto al pequeño, el cual sea cerco acurrucándose a su lado, posando su cabeza en las piernas de este.

Mu, se enterneció por esas acciones del menor recordando las noches en que así tuvo que estar para lograr que el pequeño durmiera, al sentirlo junto, abrazándolo y protegiéndolo, acaricio sus cabellos rojizos.

-¿Qué historia quieres que te cuente Kiki?- Pregunto de manera gentil, al pequeño.

-Maestro, ¿Podría cantarme la canción que me cantaba de más pequeño?- Su petición, junto a una carita avergonzada y jugando con sus manitas, lo hacía ver más niño de lo que era.

Sonrió, dejando escapar un suspiro. Los recuerdos de nuevo vinieron a su mente, cuantas veces su pequeño le hizo esa petición, cuantas noches al sentir miedo, era lo único que lo lograba calmar. Pero también cuantos años pasaron desde la última vez que el escucho esa canción de los labios de Shion hacia él.

No era más el de la canción, ahora era su Kiki y complacerlo en eso, no le costaba nada, salvo que Mu, nunca se creyó un gran cantante ni nada por el estilo, las únicas veces que lo hacía era para Kiki.

-Claro-

Ambos se acomodaron mejor en la pequeña camita, uno recostado en el regazo del menor y el otro sentando, tratando de alguna forma entonar, aunque fuera un poco o como él lo entendiera. Cerró los ojos, dejo escapar un leve suspiro y empezó:

La noche ha llegado,

El sol se ha ocultado,

Los pajaritos se están durmiendo,

Con el cálido abrazo de su familia,

El girasol que viste hoy se ha dormido,

Igual como tu mi bebe debes hacerlo,

Mu, estaba cantando lo mejor que pudiera, pues sentía que su voz no era para nada impresionante pero para el peli rojizo, era lo mejor que pudiera escuchar siempre.

Recuerdos de esas noches frías en Jamir, donde ambos ariano se acurrucaban para no para frio, principalmente para que el pequeño durmiera tranquilo.

No temas a la noche,

No temas en la oscuridad,

Que yo te protegeré,

Mis brazos te acunaran,

Mil horas si son necesarias,

Para que tú descanses,

Escucha mi latir,

Es solo para que tú duermas tranquilo

Mi pequeño bebe,

En las torneantes con truenos que le asustaban y trataba de cubrirse los oídos de ese horrible sonido, que lo provocaba llanto, hay estaba el para cuidándolo, tranquilizarlo y darle ese alivio que necesitaba en esos momentos.

Lo abrazaba, lo cubría con alguna manta y le cantaba, en esos momentos se sentía como los dos contra el mundo, así hubiera deseado que fuera siempre, pero ahora todo era mejor.

Ya es hora de dormir,

La noche ha llegado,

El sol se ha ocultado,

Se notaba que estaba cayendo en los brazos de Morfeo, pues estando bostezando, mientras sus ojitos infantiles trataban de estar abiertos, pero no lo lograba, poco a poco se estaba quedando dormido en ese regazo que le pertenecía.

Los pajaritos se están durmiendo,

Con el cálido abrazo de su familia,

El girasol que viste hoy se ha dormido,

Igual como tu mi bebe debes hacerlo.

Al terminar, abrió los ojos, y se percató que el pequeño, ya estaba durmiendo plácidamente sobre sus piernas, suspiro alegremente, dedicándole una sonrisa y acariciando sus cabellos.

Cuantas veces había visto a su pequeño dormir, y era algo que le agradaba, era el instinto paternal que estaba en él, tal vez algo que los Lemurianos competían, pues era una cadena que los había unido, a sus antepasados.

Suspiro de nueva cuenta, mirando hacia la ventana, como la noche estrellada se odia divisar y por un segundo se imaginó su vida en Jamir con su pequeño y con alguien más.

Se pensó en algún momento de su vida, estar compartiendo esa felicidad con una persona muy importante para él, tal vez al grado de pequeño Kiki, pero de forma diferente sin dudarlo.

Cuantas noches, pensó en ello estando en Jamir, desde adolescente añoraba a esa persona que se había clavado en su corazón, y que le absorbía el amor que sentía solo por él.

-¿El sería capaz de amarme?- Pregunto ello en voz baja.

-¿Amaría también a Kiki?- Bajo su mirada para ver a su niño.

El dueño de sus pensamientos, estaba en la misma ciudad, en el mismo lugar, pero estaba a mucho de distancia, mas precisamente en la sexta casa.

 

Notas finales:

Mis terrones de azucar, gracias por leer este fic, espero que les guste mucho cada vez mas y pido que dejen sus comentarios. 


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